Me entraban sudores al pensarlo pero al fin lo he solucionado. He estado muy preocupado estas primeras jornadas al darme cuenta de que se acercaba el estreno de nuestro combinado sin que en mi teclado diera muestras de vida uno de nuestros emblemas. Afortunadamente, casi en la frontera con el partido, la letra "ñ" se ha materializado (así como los acentos) para que pueda hablar tal como se merece de España.
Y creédme que la he echado de menos y que me encanta poder decir que mientras escribo estas líneas veo como un español (y no un espanol) de nombre Pau Gasol pelea agónicamente por el anillo de la NBA mientras me como una bandeja de frutas con piña (no con pina). Pero hablemos de fútbol (como me gusta poder volver a acentuarlo), que es a lo que hemos venido.
Mañana es el gran día, ese en el que nuestra selección deberá empezar a mostrar al mundo que tiene ganas y está capacitada para ganar su primer Mundial. Me agrada saber que, por primera vez, somos el rival a batir, que el resto de selecciones nos respeta y nos admira y que el mundo entero espera ansioso nuestro debut para volver a ver fútbol tras el paseo de Alemania frente a Australia.
Ha llegado el momento de que dejemos de ser el pupas, la selección que cae en cuartos, para aspirar a algo más. Y si bien es cierto que parezco vender euforia desmedida fruto del optimismo que me transmite un equipo que gana casi por inercia, lo cierto es que un servidor se conformará, al menos de momento, con ver a su país llegar a semifinales por lo inédito de lo mismo. Ese pequeño paso, fundamental para acercarse al paso definitivo y el más grande, nos ayudaría a quitarnos la losa histórica y a liberar de presión a las generaciones venideras.
Y sé que muchos consideraréis incluso obsceno mi conformismo pero si lo digo es porque estoy convencido de que, una vez que lleguemos a semifinales, por confianza y por juego, seremos capaces de alzar nuestro primer entorchado. Pero para eso queda mucho y no debemos vender la piel del oso antes de cazarlo. Pasito a pasito se va haciendo caminito y espero que mañana podamos dar el primero de ellos y que no sea Casillas el portero al que le toque hacer el partido malo de la jornada.
Porque aunque me cueste créermelo incluso a mi mismo. Ya he asumido como algo natural que cada día algún guardameta dará el espectáculo negativo de la jornada. Hoy ha sido el neozelandés, que si bien sólo ha encajado un gol y no por su culpa, lo cierto es que se le ha visto muy inseguro en un partido que nos ha dejado el descubrimiento como futuro crack de Vladimir Weiss. Algunos como yo habíamos oído hablar de él por ser el hijo del seleccionador pero ha demostrado tener clase suficiente como para ganarse un sitio en el once por méritos propios.
Incluso me he ilusionado por momentos con su combinado y he llegado a pensar que podrían acceder a octavos en su primera participación pero el gol tardío de los "All whites" me ha despertado de golpe. Los oceánicos podrán irse contentos con su primer punto en un Mundial pero los eslovacos, tocados anímicamente, aspiran a fracasar en sus dos próximos choques.
Además a los fallos de Paston yo añadiría el del guardavallas norcoreano en el gol de Maicon. Es cierto que el brasileño anota un golazo, que la idea es espectacular y el recurso también, pero es inviable dejar desguarnecido el primer palo. Y desde luego ha sido una lástima porque he sufrido indentificándome con los humildes asiáticos, peloteros stajanovistas que estaban en todas las partes del campo espoleados por sus sentimiento patrio. Las lágrimas de emoción vertidas durante el himno por alguno de los jugadores como Jong Tae-se, que repite la escena con bastante frecuencia, así lo demuestran.
Precisamente en él me paro. Hoy hemos conocido su historia. El relato de un apátrida del fútbol nacido en el seno de un barrio coreano sito en Nagoya (Japón) y que creció con la educación propia del regimen de Pyonyang ante la insistencia de su madre. Tras terminar el colegio entró en la universidad y fue allí donde los norcoreanos se fijaron en él como futbolista. Sin embargo el hecho de que estuviera registrado como surcoreano le cerraba las puertas a la oportunidad pues su país no reconocía a sus vecinos del norte. Finalmente por medio de Japón consiguió su deseo no sin tener que superar una dura prueba de adaptación al vestuario debido al contraste entre sus gustos occidentales y los del resto de sus compañeros. Quizás por tener que pasar todos esas circunstancias la emoción se refleja en su rostro cuando suenan los acordes del himno y se muestra tan implicado, hasta el punto que enunció la promesa de meter un gol en cada uno de los partidos de la primera fase que ya no podrá cumplir.
No obstante quizás pueda anotar alguno en los dos choques que quedan ante Costa de Marfil y Portugal, los protagonistas del otro partido de hoy. Si bien ha sido un duelo abierto, con ocasiones, queda la sensacion de que los africanos podrían haber rascado algo más ante unos lusos desnortados que viven de los retazos de un pasado reciente exitoso.
Y ahora me voy a la cama con la conciencia tranquila al saber que cuando mañana me levante los Lakers habrán empatado la serie contra los Celtics y se lo jugarán todo a una carta en su propia cancha. Como tengo el teclado al fin configurado despido las lineas de hoy con una frase reivindicativa que ahora ya sí puedo decir: "¡Esta vez sí, España, coño!".
miércoles, 16 de junio de 2010
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1 comentario:
no creo q l patriotismo d corea dl norte sea digno de ensalzar, son pobres victimas de un lavado de cerebro, dl que hace un regimen opresor q no respeta los dxos humanos.
me ha gustado mucho tu blog, no lo conocía, empezare a seguirlo.
aom82.
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