viernes, 22 de marzo de 2013

Maksimir, la mecha que prendió la guerra


Croacia y Serbia se enfrentan esta tarde en el Maksimir, estadio que vivió en 1990 uno de los hechos más lamentables que se recuerdan en el fútbol europeo. Dos enemigos eternos cuya rivalidad traspasa el césped.

El odio es un monstruo que puede adquirir numerosas formas. Se manifiesta, por ejemplo, cuando una caterva de energúmenos patea a un indefenso en el suelo. Se puede ver en el momento en el que una manada de becerros arrancan sillas. O cuando una piara de individuos arrojan piedras a un camión de bomberos. También cuando el descerebrado que va los mandos del mismo intenta atropellarles en respuesta. Odio es, por supuesto, la imagen de un futbolista dirigiendo su pierna hacia la cabeza de un miembro de las fuerzas del orden.

El protagonista de esta última instantánea, la fotografía que ha quedado para la posteridad en blanco y negro, fue Zvonimir Boban, desde entonces convertido en ídolo nacional: ""Grité a un policía: 'Vergüenza, estáis masacrando a niños'. Él me aporreó dos veces. Entonces tuve una reacción instintiva y le fracturé la mandíbula con un rodillazo".


El vídeo que enlazo al principio es un auténtico mosaico dedicado a uno de los sentimientos más destructivos y nocivos del ser humano. Lo componen las teselas de las que os hablaba y alguna más que se esconde en medio del caos. Tanta es la violencia, mezclada con el humo y los golpes, que resulta imposible saber en número la cantidad de años de cárcel que sumarían juntas todas las acciones.

Y esto es solo lo registrado por las cámaras. Entre bastidores, esta batalla que tuvo lugar con la excusa de un partido de fútbol en el estadio Maksimir de Zagreb entre el Dinamo y el Estrella Roja un 13 de mayo de 1990, dejó 138 heridos y lo que es peor, regó la semilla de la mala hierba que acabaría siendo la "Guerra de los Balcanes", un conflicto bélico en el que hermanos y familiares se mataban entre sí.

El bochornoso espectáculo duró setenta minutos más las tres horas que se prolongó en los exteriores. Afortunada y sorprendemente no hubo que lamentar víctimas más allá de la imagen deleznable de una tensión que acabaría estallando un año más tarde y que tenía su precedente solo una semana antes, cuando en las primeras elecciones autonómicas croatas había salido vencedor el partido independentista de Tudjiman.

Aquello no gustó a los Delije, aficionados radicales del club de Belgrado, que se desplazaron en masa a Zagreb comandados por Zeljo Raktanovic para enzarzarse con los Blue Boys. Dicho así no parece gran cosa. La historia cambia si descubrimos que este individuo sería al que posteriormente se conocería como Arkan, líder de aquél grupo paramilitar "Los tigres de Arkan" y asesinado en un hotel de la misma capital serbiaen el año 2000.

Desde entonces ambas selecciones se han cruzado en el Maksimir solo una vez. Fue en la lucha por alcanzar la Eurocopa del 2000. Gracias a las importantes medidas de seguridad el choque se desarrolló sin incidentes violentos entre los seguidores croatas y los que por entonces apoyaban a Serbia y Montenegro.

Esta tarde la historia no debería cambiar mucho. Para evitar incidentes infames como los ocurridos durante el pasado Europeo de balonmano, donde energúmenos serbios interceptaron coches de croatas en la frontera y les lincharon con bates de béisbol, no habrá representación visitante en la grada. Es la consecuencia de una herida que sigue abierta y que con la presencia del fútbol cerca solo puede contagiarse. Mejor prevenir que curar.

Debido a las vacaciones de Semana Santa el blog se toma una semana de descanso. Volverá a actualizarse si todo va según lo previsto el próximo lunes día 1 de abril. Disculpad las molestias.

jueves, 21 de marzo de 2013

¿Qué ha sido de... Lucas Radebe?

 
Suele ser habitual que los que pasan por esta sección lo hayan hecho al mismo tiempo por gran cantidad de equipos de todas partes del mundo. No es el caso de Lucas Radebe, que al margen de la elástica nacional sudafricana solo visitó dos más en su carrera profesional, la del Kaizer Chiefs y la del Leeds United.

Nacido en Soweto dentro de una familia con once churumbeles, se crió rodeado de la violencia de una zona siempre complicada. Sus padres le sacaron de allí rumbo a Bophuthatswana para evitar que se mezclara con malas compañías y se encontró con el fútbol, una excelente vía de escape. Tras jugar en el ICL Birds llamó la atención del Kaizer... como portero.

Las necesidades o el azar le desplazaron al puesto de mediocentro y finalmente acabó asentándose como central. Eran años difíciles en los que incluso llegó a ser disparado cuando iba conduciendo su coche en un hecho que sigue sin esclarecerse. Sin embargo la suerte acabaría llamando a su puerta gracias a la amistad que mantenía con Philemon "Chippa" Masinga. El talento de este último atrajo al Leeds, que para mantenerle contento y facilitar su adaptación decidió embarcar también a Radebe rumbo a Inglaterra.

No convenció el defensa a su primer técnico Howard Wilkinson, en parte por sus continuas lesiones, pero su rol se modificó con la llegada de Gerge Graham. Al final acabó siendo titular en aquella plantilla que sorprendió a Europa y al mundo firmando una Champions League memorable con nombres como Viduka o Kewell. Recibió por ello ofertas de clubes importantes de Europa (incluso Ferguson le tiró flores) aunque prefirió quedarse en Ellan Road.

Entonces irrumpieron de nuevo en escena los inoportunos y crueles problemas físicos. El tobillo y la rodilla acabaron siendo su martirio hasta el punto que colgó las botas tras perder la continuidad que se había ganado meritoriamente sobre el césped. Para conmemorar su retirada se disputaron amistosos en Leeds (la mascota actual se llama "Lucas The Kop Cat" en su honor) y en Durban cuya recaudación fue destinada a obras de caridad.

Una muestra más del compromiso con las causas sociales de este futbolista, que fue reconocido en 2000 con el premio al juego limpio de la FIFA por su lucha contra el racismo y sus labores humanitarias en territorio sudafricano y fuera de él, donde ha participado, por ejemplo, en torneos de golf benéficos en compañía de Tiger Woods.

Reconocido en el puesto 54 dentro de una lista de los cien mejores futbolistas africanos de la historia publicada en 2004, Radebe no ha querido dejar el deporte rey de lado pese a los duros momentos que le ha deparado la vida, especialmente el fallecimiento de su mujer Feziwe a causa de un cáncer intestinal en 2008 contra el que llevaba luchando tres años.

Fue comentarista televisivo en el Mundial que se celebró en su casa para la ITV y columnista durante la cita en el Daily Telegraph. Además apoyó a Inglaterra en su candidatura para la edición de 2018 que se llevó Rusia. Finalmente ha conseguido el reconocimiento que se merecía entre sus paisanos y actualmente asesora al seleccionador Gordon Igesund. 

martes, 19 de marzo de 2013

El peor equipo de Europa

Futbolísticamente hablando, Ucrania se ha convertido esta temporada en un país de contrastes. Las quince unidades que tiene de ventaja sobre el segundo convierten al Shakhtar en uno de los líderes más sólidos del Viejo Continente. Ya solo falta saber cuándo se coronará como campeón y si logrará hacerlo antes de que el Metalurh Zaporizhya descienda a segunda división.

Con cuatro puntos y el casillero de victorias aún virgen, estos últimos tienen el dudoso honor de ser el peor equipo de Europa en lo que a competiciones ya rodadas se refiere, privilegio que comparten con el Gradina Srebrenik bosnio. Eso sí, han disputado más partidos y viven lastrados por una diferencia de -26 goles.

En el mundo hay, por supuesto, casos peores. Basta con mirar a Brunei, por ejemplo, donde el Najip acumula una renta negativa de 65 dianas en tan solo nueve partidos. Pero incluso en esas circunstancias hay lecturas más positivas. Los asiáticos, por ejemplo, han visto portería con más recurrencia que el conjunto ex soviético.

Se mire por donde se mire la temporada del Zaporizhya es desastrosa. La ciudad que presume de ser una de las que tiene las mujeres más bellas del mundo se ve obligada a esconder la cabeza cuando se habla de sus jugadores de ataque. Nadie en la plantilla ha sido capaz de hacer más de un tanto este año en una competición de la regularidad donde ellos cumplen a rajatabla. Salvo casos aislados, como el empate de este fin de semana contra el Karpaty, siempre caen derrotados.

"El Metalurg Zaporizhya es un modesto de la Ucrania industrial con una larga tradición e identidad, marcada por ser un club formativo en el que han pasado sus primeros años muchos jugadores del fútbol ruso y ucraniano", indica Savicevic, experto en fútbol de Europa del Este y autor del recomendable blog 'Davai Davai' (http://davai--davai.blogspot.com.es/).

Nombres como el del ex del Barcelona Dmytro Chygrynskiy, cedido allí por el Shakhtar en la 2005-2006. Aquella fue la última época gloriosa, cuando fueron finalistas de Copa y se ganaron el derecho a disputar competición europea por segunda vez en su historia. Fueron experiencias breves con las que acabaron el Leeds y el Panathinakos respectivamente.

Desde entonces la cuesta abajo comenzó a ser más pronunciada hasta que la 2010-2011 terminó con el descenso a segunda división. Fue un mal sueño del que habían parecido recuperarse cuando esta campaña retornaron a la elite. Sin embargo ya nada era lo mismo. Los cambios en la dirección generaron problemas en el vestuario, dificultaron la llegada de nuevos jugadores y generaron un caos que acabó con el técnico Sergey Kovalets en la calle.

Este es hoy seleccionador de la sub-21 y el que era su puesto lo ocupa ahora Serhii Zaitsev, el hombre destinado a lograr un nuevo ascenso toda vez que este curso se da ya por tirado a la basura. Lo único que queda es limpiar el honor "por todos aquellos que siguen creyendo", tal como explicaba el otro día el centrocampista Andrew Orebemko en unas declaraciones recogidas por la web del club.

Necesitan marcar nueve goles para no ser el menos anotador en una temporada. Tienen que recibir menos de veinte para no ser el más goleado. Hacen falta seis puntos para no pasar a la historia como el que terminó con el balance más pobre. Menos de seis derrotas para no igualar el récord de partidos perdidos.Un triunfo para no compartir con el Zirka Kirovohrad la vergüenza de no alcanzar ninguno. En fin, una carrera contra el crono para no firmar el ridículo más grande jamás contado en Ucrania. Tienen trabajo.

miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Qué ha sido de... Roman Kosecki?

 
Confieso que me he topado con Kosecki casi de refilón, mientras buscaba información para escribir sobre otro protagonista. La historia del que había pensado saldrá en esa sección, no os quepa duda, pero antes prefiero contaros la de este punta que llegó para sustituir a Futre en el Altético y se marchó sin pena ni gloria.

Oriundo de Piaseczno, en el centro de Polonia, se fogueó en algunos clubes modestos antes de ganarse una oportunidad en la capital, Varsovia. Primero le reclutó el Gwardia y posteriormente el más poderoso Legia, un escaparate que aprovechó para dar el salto extramuros rumbo a la competición otomana.

Allí vistió la camiseta del Galatasaray y siguió labrándose un nombre que le permitiría dar un paso más hacia adelante. Observando el éxito y el predicamento del que gozaban sus paisanos en España y especialmente en el Osasuna optó por decir sí a una oferta del conjunto navarro, a quien regalo goles suficientes como para fichar por el Atlético.

La misión para la que fue adquirido por Jesús Gil, suplir a todo un mito, era de alto riesgo y Kosecki no estuvo a la altura. En su defensa conviene decir, eso sí, que tuvo que vivir la época en la que los entrenadores entraban y salían del vestuario como Pedro por su casa, lo que no le ayudó a adaptarse a su nuevo rol y su nueva vida.

Defenestrado subió más al norte rumbo a Francia. Lo que parecía un paso atrás acabó siendo uno hacia adelante. Con él en la plantilla aquél Nantes por el que un servidor sentía mucha simpatía de pequeño (puede que fuera por el llamativo color de su camiseta o por la resonancia del apellido de Reynald Pedros), alcanzó las semifinales de Champions.

Su aportación a la causa, eso sí, no fue todo lo prolífica que se esperaba y por eso acabó traspasado al Montpellier, donde tampoco brilló en exceso. Por entonces tenía 31 años y una carrera que empezaba a agostarse. Tras volver a tierras polacas para unirse una vez más a la disciplina del Legia, acabó cogiendo un avión a un lugar lejano para colgar las botas. Eligió Chicago. Su nombre quedará por siempre ligado a la nostalgia por ser el primer goleador en la historia del Fire.

Retirado, comenzó entonces una nueva época vital. Mientras unos compañeros se hacen entrenadores o representates, el decidió meterse en política prestando su figura a los demoscristianos "Plataforma cívica", con quienes llegó a ser parlamentario. Finalmente fue candidato a las elecciones federativas en su país, donde caería ante el mito Zbigniew Boniek.

martes, 12 de marzo de 2013

Una flor entre cardos

Recuerdo la primera vez que hablé del Ross County en "De paradinha". Fue en abril del 2010 seducido, como tantos otros, por su gesta en Copa. La guinda del sueño fue aquella final disputada en Hampden Park contra el Dundee United. La perdieron, sí, pero una ronda antes habían dejado en la cuneta al Celtic sobre el mismo escenario.

Los ecos de aquel triunfo del modesto contra el todopoderoso resonaron durante meses e incluso se llegó a escribir un libro sobre aquél equipo de Dingwall, una localidad enclavada en las hermosas Highlands; tierra de batalladores y hombres aguerridos acostumbrados a morir matando y a no dar nada por perdido.

He vuelto a echarle un vistazo a ese post y confieso que siento cierto pudor. Como sucede con redes sociales como Twitter uno no se da cuenta de cómo ha ido evolucionando hasta que revuelve el pasado. A poco que alguien se fije, aprecia sin mucho esfuerzo un cambio en mi forma de escribir. Eso sí, dos años después, el fondo sigue siendo el mismo: La fascinación que me produce ver como el pequeño voltea al grande.

Durante el tiempo que el Rangers pase sepultado en las catacumbas del fútbol escocés, la liga tiene color verdiblanco. Así pues el único atractivo que uno puede encontrar en una competición monocorde llega cuando alguien se atreve a desafiar el sistema establecido y hace saltar la banca. Lo consiguió el Ross en 2010 y lo ha vuelto a lograr este fin de semana.

Las circunstancias, evidentemente, no son las mismas pero guardan en común el espíritu del que cree en sí mismo pase lo que pase. Si en el pasado la fe movió montañas y corazones para lograr lo impensable esta vez no fue menos. 0-2 perdían los de Derek Adams y 3-2 terminó el partido gracias al empuje de una plantilla que siempre vende cara su derrota.

Por eso encadenaron cuarenta partidos de liga sin mácula y por eso esta campaña son terceros en el campeonato con una racha de once encuentros consecutivos puntuando. No está nada mal para un club que representa a una población de poco más de 5.000 habitantes pero que desplazó a casi 20.000 hasta Hampden aquella tarde en la que estuvieron cerca de escribir su nombre en la historia.

Superado, y con nota, el obstáculo que suponía el Celtic, el siguiente objetivo aparece a corto plazo. Acomplejados en su zona, este fin de semana tienen la oportunidad de pintarle la cara al vecino más cercano, un Inverness que tradicionalmente ha gozado de mas predicamento entre los paisanos y al que solo aventajan en un punto. Será un choque bonito. Fútbol con sabor a tradición y gotas de rivalidad. La oportunidad para que el Ross, ese equipo que ha salido de la nada a base de coraje y garra, demuestre que ha llegado a la cima para quedarse, que el milagro ya es una realidad. El interesante microrrelato de superación incluido en ese tomo gordo y pesado que es ahora una SPL que se agosta mientras espera a que el Rangers purgue sus penas.

viernes, 8 de marzo de 2013

Fútbol entre sotanas


Son días de mucho ajetreo en El Vaticano. La renuncia del Papa Benedicto XVI ha propiciado que los diferentes candidatos para su puesto empiecen a moverse en busca de los apoyos que les garanticen un pontificado. Italianos, estadounidenses, canadienses... cada uno tira de sus hilos en una carrera contra el crono cuya meta es el cónclave previo a la fumata blanca.

Por ello apenas hay espacio para otra cosa que no sea encontrarle un sustituto a Joseph Ratzinger. Hasta la actividad futbolística se paró el pasado fin de semana como muestra de respeto hacia el alemán. La idea partió de los seminaristas que participan, desde hace dos semanas, en la conocida como "Clericus Cup", un torneo de fútbol que aglutina a los jóvenes, y no tan jóvenes, que se forman como sacerdotes en las diferentes escuelas.

La competición no deja de ser amateur pero con el paso de los años se ha convertido en toda una sensación para aquellos incapaces de creer, sin ver, que esos hombres con alzacuellos puedan también correr detrás de un balón y pegar "piadosas" patadas durante la hora (dos tiempos de treinta minutos) que duran los partidos.

El predicamento del que goza entre los habitantes del país más pequeño del mundo, y al mismo tiempo uno de los más multiculturales, es enorme y hasta setenta nacionalidades divididas en dieciséis equipos se dan cita sobre el césped ante la atenta mirada de algunos espectadores y medios de comunicación, atraídos por la curiosidad y el apoyo que ya le han dado a la iniciativa rostros conocidos como el árbitro Stefano Farina y Vicente del Bosque.

Este último fue el encargado de anunciar, por vídeo, la convocatoria de los elegidos por el "Colegio Español", equipo que ha debutado este año y en cuya plantilla militan jugadores de territorios como Corea, México o Zambia. En ella hay además un Iniesta de nombre Juan y un técnico con el ilustre apellido de Villalonga que nada tiene que ver con el seleccionador que llevó a España a levantar su primera Eurocopa.

El debut no pudo ser, por cierto, menos esperanzador. Fueron recibidos en la competición con un doloroso 6-0 ante el "North American Martyrs", un conjunto que cuenta en sus filas con Lewi Barakat, un futbolista que ejerce al mismo tiempo como entrenador. La contundente victoria no es casual ya que los estadounidenses son los vigentes campeones del torneo y se encuentran entre los eternos candidatos.
 
De la orden jesuita, han llegado a semifinales en todas las ediciones menos en la primera, celebrada en 2007. Aquella, y otras dos más, la ganó Redemptoris Mater. El seminario creado por el Camino Neocatecumenal es el que, de momento, tiene más títulos. Completan el palmarés el Mater Ecclesiae (de los Legionarios de Cristo) y la Universidad Pontificia Gregoriana  (también jesuita y finalista en 2012).

No es desde luego el lugar donde descubrir al nuevo Messi y, en caso de que alguno saliera, parece más complicado negociar con Dios que con Lendoiro. Tampoco un escenario para degustar fútbol de salón, aunque sí un vivero experimental para iniciativas futuribles en el deporte rey como la tarjeta azul, que sirve para expulsar a un futbolista durante cinco minutos. No es ni mucho menos una competición cargada de intensidad para seguir con regularidad, pues solo dura tres meses entre invierno y primavera.

Pero basta ver la cara de los contendientes para darse cuenta de que poco les importa. Entre Biblias, crucifijos y oraciones; el fútbol también es capaz de hacerse hueco y ayudar a romper con la rutina diaria embarcando a los elegidos en una cruzada en defensa, no ya de su religión, sino de su país y de su centro de formación. Hasta la vida más tranquila necesita en ocasiones un poco de deporte para desfogarse.

miércoles, 6 de marzo de 2013

¿Qué ha sido de... Tomasz Radzinski?

Si uno piensa en jugadores de fútbol que hayan representado a la selección canadiense probablemente el primer nombre que le venga a la cabeza sea el del punta Taomasz Radzinski. Hay más, por supuesto, y alguno pasará por esta sección a no mucho tardar, pero quizás por la sonoridad cuando se le menta, quizás por su relevancia; nuestro protagonista de hoy ha sido el que ha gozado de mayor relevancia.

Y eso que no nació en el país de la hoja sino que lo hizo en Europa. Sí, su nombre y su apellido le delatan: Era polaco, en concreto de Inowroclaw. Allí fue donde dio sus primeros pasos y en Alemania donde continuó su progresión vistiendo los colores del Vfl Osnabrück. Sucedió que por alguna extraña razón, o por un extraño representante, su existencia llamó la atención del mito Gregorz Lato, que por entonces entrenaba al otro lado del Atlántico.

Así tuvo su primer contacto con tierras canadienses, ese país al que volvería con recurrencia para representarlo a nivel internacional. La conexión de ambos en el New York Rockets no fue todo lo prolífica que les hubiera gustado ya que el equipo acabó disolviéndose. Tras un breve paso por el Saint Catharines Wolves, decidió coger billete de vuelta al Viejo Continente, eso sí, con un pasaporte bajo el brazo.

De esta forma se enroló en el Germinal Ekeren, donde pronto se destapó como un jugador destinado a empresas más altas. A base de goles se ganó una oportunidad con el gran gigante del país belga por entonces... el checo Jan Koller. Juntos formaron una sensacional delantera en el Anderlecht e incluso circula por internet ese gol al Manchester United en Champions donde en un cambio de roles, su compañero centraba y él remataba. Ese día hizo doblete en la victoria por 2-1 de los de Bruselas y su apellido acabó subrayado con rotulador fosforito en las agendas de varios clubes de la Premier.

Él quería irse a jugar allí y el Everton quería tener en sus filas al máximo goleador de la Jupiler League. Claro, que para que se cumplieran ambos deseos, los de Liverpool tuvieron que desembolsar 4,5 millones de libras, la cifra más alta pagada por un jugador canadiense en aquellas fechas. Pasó allí tres años en los que no cumplió con las expectativas pero dejó algún gol de bella factura y alguna imagen para la posteridad como su beso en los morros a un Wayne Rooney que acababa de aterrizar en Primera y aún tenía pelo natural.

Ansioso de más minutos y de firmar su último buen contrato profesional, ese que que le garantizara una jubilación digna, solicitó el Transfer Request para marcharse al Fulham. Allí conquistó el cariño de los aficionados pero no el de su entrenador Lawrie Sánchez. Como quiera que el segundo siempre es más importante que el primero cuando de jugar se trata, hizo de nuevo las maletas.

Emigró a Grecia para probar suerte en el Skoda Xanthi. Su temporada resultó estupenda, repleta de goles. Una de esas que sirven para quedarse en un club de por vida. Sin embargo a sus compañeros, y a la entidad, no debió hacerles mucha gracia que les acusara de amañar partidos y por ello tuvo que salir.

Hijo pródigo, regresó a Bélgica, a un club que por entonces exigía menos como el Lierse. No estaba Radzinski para hercúleas hazañas pero sí para otras más modestas como ascender al equipo. Lo hizo con su acierto habitual de cara al marco rival. Tras aguantar allí varias campañas, en enero de 2012 el Waasland-Beveren le fichó libre por seis meses. Finalizada esa vinculación, decidió colgar las botas.

lunes, 4 de marzo de 2013

La eterna lucha corsa


Desde que arrancó la temporada en la Ligue 1 había dos fechas marcadas en rojo chillón: Una el 21 de octubre, la otra el 2 de marzo. Eran las que el destino había elegido para cruzar sobre el césped al Ajaccio y el Bastia en el derbi corso, quizás el más colorido que se pueda ver en Francia pese a que ninguno de los dos se haya situado nunca entre los gigantes nacionales.

Sin embargo para convertir un partido en algo más que eso no siempre es necesario que trascienda una pugna por los éxitos deportivos. Basta con mirar por encima del hombro al vecino durante un par de semanas o, como sucede en este caso, considerarse el rey futbolístico de la isla; lo cual no es cuestión menor.

La primera batalla en una tierra siempre ligada a los aspectos bélicos como cuna del gran estratega Napoleón Bonaparte, acabó en un insulso empate a cero. El Ajaccio mereció la victoria pero no tuvo suerte. Ambos equipos acabaron con diez por las expulsiones de Cavalli y Angoula trasladando la tensión a las aficiones, que se citaron para la vuelta con un vergonzoso despliegue pirotécnico sobre el césped que obligó a parar el juego durante siete minutos.

Encendida la mecha, era cuestión de meses que estallara el polvorín. En un espectáculo más digno de la lucha grecorromana, con todo el respeto a una disciplina tan noble, unos y otros salieron hambrientos desde los vestuarios recibidos por un gran tifo en la tribuna Victor-Lorenzi que servía de respuesta al que se había desplegado en el campo rival.

Se dieron de lo lindo, tanto como para alcanzar un récord sin precedentes en el siglo XXI. A la expulsión iniciática de Chalmé le siguió una acción de Oliech, que dejó la pierna en un choque contra la mandíbula de Landreau. Vio la roja como también les sucedió en los altercados posteriores a Rothen, Thauvy y André. Cinco en total mostró el árbitro, algo que no se ha visto en los últimos trece años. Cifra que podría ampliarse si se actúa de oficio. El partido, por cierto, terminó 1-0 gracias a un tanto de Maoulida.

Todo es el reflejo de la competitividad existente entre dos clubes que hasta este, llevaban años sin cruzarse en la máxima categoría y que dividen a la isla en dos. Ajaccio, capital y ciudad más importante del sur, contra Bastia, segunda ciudad en extensión y referencia de la zona norte. Lugares donde se conserva una fuerte identidad propia más allá de la pertenencia a Francia y en los que el deporte rey es 'cuestión de estado' aunque solo dos jugadores de ascendencia insular, Cioni y Cavalli, tuvieran minutos en el choque.

Si todo va según lo previsto y ambos equipos salvan la categoría, la próxima campaña volveremos a disfrutar del ambiente en las gradas de esa zona que tiene algo de francés, algo de italiano y algo de español. Que conserva, en definitiva, la esencia del Mediterráneo.

viernes, 1 de marzo de 2013

Tras la pista del éxito


Los arcanos que envuelven al milagro del Zulte Waregem solo hay una persona que los conoce en su totalidad y resulta descartable, al menos de momento, que algún día los revele. Su depositario, el técnico Francky Dury, ha trabajado durante mucho tiempo en una profesión donde la discreción es ley y también dinero.

"Entrenador y detective" podría ser sin ningún problema el título de un telefilm de los que ponen a las cuatro de la tarde un fin de semana en cualquier cadena de índole nacional... y también la biografía de Dury, habituado a una vida paralela mientras levantaba un monumento a la fe partiendo de la nada.

Aquello fue, claro, hace tiempo; cuando el éxito quedaba lejano y manejaba los designios del embrionario Zultse VV en la quinta categoría del fútbol belga, el escalón más alto... del nivel regional. Fue algo eventual, bien es cierto, ya que Dury jamás dejaría al equipo precipitarse de nuevo a las catacumbas de los campos de tierra y los vestuarios insalubres.

Nada más llegar consiguió el primero de los ascensos que iría engarzando durante once temporadas, con solo una aventurilla extramatrimonial de un año con el RCH Gent. Sus ojos han visto de todo, incluso la fusión con el Waregem en 2001 que cambió definitivamente la vida del club y le convirtió en un aspirante real a habitar con regularidad entre los grandes del país.

No solo eso. Ya en la Jupiler logró el más difícil todavía conquistando la Copa y jugando la UEFA, donde caería a manos del Newcastle tras superar la fase de grupos. Y todo ello sin grandes nombres a nivel internacional más allá del croata Nikica Jelavic, que pasó sin pena ni gloria por el vestuario.

Con todos los deberes casi hechos, Dury se marchó a encontrarse a sí mismo en otros banquillos. Asesoró al seleccionador Vercauteren, probó suerte en el Gent -aunque llegó justo de fuerzas al tramo final y unos desastrosos playoffs precipitaron su salida- y se hizo con los mandos del que quizás sea su proyecto más ambicioso hasta la fecha: La selección belga sub-21, cantera de uno los países más emergentes en la actualidad.

Ningún proyecto se adaptó a sus exigencias o le llenó lo suficiente y por ello este año ha vuelto con fuerzas renovadas al sitio donde fue feliz, donde se hizo un nombre. Alejado de la policía y centrado en el verde con su modelo a cuestas, ha llevado al Zulte al siguiente nivel, si es que aún había alguno por encima. El pasado miércoles derrotaba al Anderlecht afianzándose en el segundo puesto de la clasificación con una plantilla por la que nadie hubiera nada un duro.

Un elenco compuesto en su mayoría por eternas promesas que parecían haberse quedado por el camino. Nombres como el del croata Ivan Lendric, en su día mejor jugador joven para el diario Sportske Nosvosti. Como el del islandés Ólafur Ingi Skúlason, con pasado discreto en el Arsenal y una rotura del ligamento cruzado en su currículum. O como el del macedonio Aleksandar Trajkovski, que llegó a entrenar con el Chelsea.

Dos son en cambio los que sostienen al equipo. Si bien la principal virtud del bloque es una capacidad defensiva, que les lleva a ser los menos goleados de la competición, es del centro del campo para arriba donde tiene a sus referentes. Futbolistas ambos ansiosos de reivindicarse.

Torgen Hazard, el "hermanísimo", quiere demostrar lo que el planeta ya sabía; que puede desentenderse de su apellido y de las comparaciones para demostrar que está capacitado para jugar junto a Eden en el Chelsea. El otro es Franck Berrier, un menudo centrocampista de corte ofensivo que bordea la treintena y ha explotado con retraso. El curso pasado hizo un gol, esta lleva trece y ha aumentado su promedio de asistencias.

Entre todos están construyendo un equipo intocable que no pierde desde el pasado 20 de octubre, cuando Urkullu y Feijoó se enfrentaban a la jornada de reflexión y Obama peleaba con Romney por ganarse los votos de sus conciudadanos. Hace mucho ya de eso. Con los playoffs a la vuelta de la esquina y un colchón muy cómodo para permitirse paladear el caramelo que es la Champions; coronarse campeones siguiendo el báculo del hijo pródigo ya no es una quimera. Para Dury sería cerrar el círculo, su último truco, el más difícil todavía.