viernes, 25 de noviembre de 2011

Goleador extraordinario, showman abstemio

Hay varios nombres ingleses de aquella final del Mundial 66 que serán recordados. Está, por supuesto, el del gran Bobby Charlton, genio y figura de esa selección. También el de Nobby Stiles y su danza con el trofeo en las manos. Y por supuesto el de Geoff Hurst, autor del único hat-trick en la final del torneo, gesta que incluyó uno de los tantos más polémicos de la historia, que subió al marcador por cortesía del linier azerí Tofik Bahramov.

Hurst supo aprovechar una de esas oportunidades que de vez en cuando da la vida para ganarse el corazón de todos sus compatriotas, un día de gloria que estaba destinado para otro futbolista, Jimmy Greaves, quien vestido de traje y corbata en el banquillo, miraba atónito al infinito tras el pitido final mientras el resto de sus compañeros disfrutaban del título. El máximo goleador de la historia del fútbol inglés de primer nivel, mascullaba en solitario su fracaso personal después de haber sido apartado del once titular tras lesionarse en el último partido de la fase de grupos contra Francia. La sensación que daba es que hubiera renunciado a todos sus récords, a todos los reconocimientos, a toda su carrera, por haber estado en la piel del héroe aquella tarde.

Siempre argumentó que el gozo que sentía tras la victoria frente a Alemania, era tan grande o más que el resto de la plantilla pero la realidad es que cuando todo terminó hizo las maletas y se marchó de viaje con su mujer dejando plantados al resto en un banquete oficial con el que se pretendía honrar a los campeones.

“Estaba muy contento con la victoria de los chicos de Inglaterra pero yo quería jugar. No me gusta especialmente ver fútbol, no soy un enamorado. Tenía un interés pero no sé si llegué a ser un apasionado. Solo me gustaba jugar”, explicaba en unas declaraciones concedidas a “The Independent”.

Al final de poco sirvieron sus 44 dianas con la selección. Lejos de la gloria, la imagen que la retina colectiva guarda de Greaves vistiendo la elástica nacional nada tiene que ver con su acierto de cara a puerta. Ésta data de unos cuartos de final del Mundial 62 de Chile en los que se midieron Inglaterra y Brasil.

Con el balón en juego un perro irrumpió en el terreno de juego esquivando a todos aquellos rivales que le salían al paso; dribbling incluido a Garrincha, especialista en esos menesteres. Ante la sorpresa del respetable, el goleador inglés decidió ponerse a cuatro patas. Durante unos segundos ambos protagonistas intercambiaron miradas hasta que finalmente Greaves se abalanzó sobre el animal y logró atraparlo… no sin antes ser orinado por el mismo en la refriega. La leyenda cuenta que posteriormente el propio Garrincha decidió adoptarle como mascota, aunque nunca quedó constancia segura de ello.

A nivel de clubes, por el contrario, la hoja de servicios del futbolista nacido en East Ham, un suburbio situado a escasos kilómetros de Londres, fue bien distinta. Debutante con el Chelsea en el año 1957, se convirtió en el jugador más joven del país en llegar a los cien goles, con tan solo 20 años. Mucho tuvo que ver en esto la temporada 60-61, donde vio puerta en 41 ocasiones, un techo que nadie ha sido capaz de alcanzar hasta la fecha.

Admirado por semejante currículum, el Milán decidió apostar por él para reforzar la delantera. Fue el año en el que los ingleses desembarcaron con fuerza en ese fútbol que siempre ha sido hostil para ellos, cerrándose también los traspasos de Joe Baker al Torino y Gerry Hitchens al Inter. Con anterioridad solo los pioneros Charles Adcock (Padova, 1948) y Anthony Marchi (Vicenza, 1957) se habían lanzado a semejante aventura.

Como el mismo reconocería a posteriori en otra entrevista con Jimmy Armfield, futbolista del Blackpool metido a periodista, la idea “no le agradaba” pero con 21 años “buscaba éxito”. Solo duró ocho meses pero nunca lo consideró un fracaso: “Anoté 18 o 19 goles en 17 partidos y me siento muy orgulloso de ello”.

Al final imperó el sentido común y las ganas del delantero de volver a su país natal. Sin embargo no valía solo con eso, alguien tenía que llegar con una buena suma para completar la transacción. Y fue el Tottenham quien cogió el toro por los cuernos pagando 99.999 libras. Esa moneda que faltaba para completar el número redondo, que cualquier inglés puede usar para comprar el periódico o el pan, fue la que le quitó a Greaves la presión de convertirse en el primer jugador en costar 100.000.

Con el tiempo demostró no saber qué era eso de sentirse vigilado. En nueve temporadas anotó 266 goles convirtiéndose en el máximo anotador de la historia del club. Además sumó cuatro “pichichis”, que unidos a los dos conseguidos en el Chelsea, le convierten en el único hombre capaz de alcanzar los seis en la primera división. Y por supuesto logró títulos, varios títulos: Dos FA Cups, una Charity, una Recopa de Europa y un subcampeonato de liga.

Posteriormente llegaron varias escaramuzas en otras entidades como el West Ham, el Brentwood, el Chelmsford City, el Barnet y el Woodford Town. Pero por entonces la batalla de Greaves ya no se libraba contra los rivales sino contra un enemigo desgraciadamente más poderoso. El alcohol le puso en problemas como a George Best o Brian Clough -otros ídolos del país-. "No puedo hacer esto nunca más", se dijo a sí mismo, afortundamente, el 28 de febrero de 1978, y desde entonces renunció a probar gota.

Empezó entonces a adaptarse a un nuevo hábitat, el de los medios de comunicación. En ellos el goleador inglés demostró desenvolverse tan bien como en los estadios. Después de debutar como comentarista en una televisión local, la ITV se fijó en su carisma y decidió emparejarle con el jugador del Liverpool Ian St. John en un show bautizado como “Saint and Greavsie” que se mantuvo en antena los sábados a mediodía de 1985 a 1992, año en el que la cadena perdió los derechos de la nueva Premier League.

Después de aquello, como era de esperar, no le faltó trabajo. Comenzó a repartir su tiempo entre sus nietos y las colaboraciones en “The Sun”, al tiempo que escribía libros, despotricaba contra el laborismo y reclamaba la irrupción de una nueva Margaret Tatcher.

Recién entrado en los setenta y con la vida solucionada ha descubierto que la jubilación no es para él. En compañía de Paul Gascoine, otro jugador al que el alcohol le ha jugado una mala pasada, realiza un show cómico itinerante que se pasea por toda Inglaterra. Juntos parodian aquello que un día les hizo grandes. Porque, como en su día dijo Oscar Wilde, “La vida es demasiado importante para tomársela en serio”.

Por cuestiones personales, el blog no se actualizará hasta el lunes día 5 de diciembre. Disculpad las molestias.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿Qué ha sido de... Ronald Gómez?


En el momento en el que empiezo a escribir este post, se cumple la primera hora y media desde que el APOEL está en octavos de final de la Liga de Campeones. Para ti lector, esto que digo puede resultar absurdo pero lo que ha conseguido el equipo de Nicosia es histórico en el país y me aventuraría a decir que en la competición.

Denostado por costumbre, el fútbol chipriota llevaba amenazando algunos años con dar un susto de este calibre. Hasta ahora en la zona las dos hazañas más recordadas se remitían a la victoria frente a la España de Clemente y al empate a cuatro frente a Portugal en el primer partido de la recién concluida fase de clasificación para la Eurocopa. Ambos a nivel de selección.


Ahora son los clubes los que han dado el paso. Avisó el Anorthossis y ha rematado la faena el APOEL, que últimamente ha dado un salto de calidad importante. Lo demuestra el hecho de que hace no mucho, en el año 2007, uno de sus futbolistas más conocidos era el que hoy nos ocupa, traído a colación como pequeño homenaje a la gran revelación de la presente edición de la Champions.

Nacido en Puntarenas, localidad costarricense de gran afluencia turística y magníficas playas, lo normal es que se hubiera dedicado al surfismo en la medida en que es lo más practicado en la zona. Pero no, prefirió dedicarse al fútbol convirtiéndose en un delantero con estatura de jugador de baloncesto.

Corpulento pero capaz de desenvolverse en tareas algo más elevadas que la fuerza bruta, como el tiro y el regate, desarrolló sus primeros años anotando goles en su país con el sobrenombre de "La bala". Con esta vitola llegó al Sporting de Gijón, club que creía haber hecho el negocio del siglo. Al final lo barato sale caro y una campaña después ya estaba poniendo rumbo a otro club español, el Hércules.

Mejoró sus guarismos pero eso no impidió que los alicantinos se deshicieran de él tan pronto como pudieron. Su destino... "Los rojos". Pero no los de Liverpool sino los de Ciudad de Guatemala. El Club Social y Deportivo Municipal fue el encargado de traerle de vuelta a su continente. Mera parada con escala pues el siguiente verano volvía a Europa.

Fichaba por el OFI Creta, primer club en el que aguantaba más de un año tras salir de Costa Rica. En concreto estuvo tres coincidiendo con su momento de mayor relevancia internacional gracias a sus dos goles en el Mundial de Japón y Corea. Su buena actuación le abrió puertas, en concreto las del Qadsia Sport Club kuwaití.

Paso efímero y transbordos en el Irapuato mexicano y el Saprissa de su tierra camino otra vez al Viejo Continente para enfundarse la elástica del APOEL, experiencia con la que arrancaba el post. Tras dejar Chipre se vio envuelto en una situación de lo más bizarra provocada por un empresario italiano.

El individuo, de nombre Matteo Quintavalle, tuvo el antojo de comprar un equipo de fútbol y fichar para él a buenos jugadores. El problema es que cuando tenía formada la plantilla, no encontró a nadie que le vendiera la franquicia. El transalpino tuvo entonces que ceder a sus jugadores por el país. Gómez, al que aquello no le olía bien, consiguió desvincularse y volver al Saprissa, donde era un ídolo.

Por entonces ya tenía ganas de probar nuevas experiencias por lo que dejó la práctica para meterse de lleno en la teoría y entrenar al Carmelitas, el equipo con el que debutó. Acabó descendiendo pero no tardó demasiado en encontrar otro club. Firmó como jugador entrenador del Santos de Guápiles, posteriormente se dedicó solo a dirigir y más a posteriori acabó siendo despedido. Hoy intenta aprovechar su tercera oportunidad en la AD Cartagena de la llamada Liga de Ascenso (la segunda costarricense). Su equipo ocupa una más que discreta séptima posición.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Dos joyas, un milagro

Los nombres que últimamente ha aportado el Borussia Dortmund al panorama europeo hacen pensar que estamos sin duda ante una de las mejores canteras de Europa. Jugadores talentosos, trabajadores, disciplinados y con una depurada técnica han ido subiendo escalafones hasta el primer equipo o rumbo a otras ligas.

Un esfuerzo del que se ha visto beneficiada en gran medida la selección alemana, que cada vez recurre más a los productos de la factoría, y por supuesto el club, campeón el año pasado con un juego muy del gusto del espectador. Pero la realidad es que hasta el mejor escribano echa un borrón. Algunos más imperdonables que otros, dicho sea de paso. El cometido con Marco Reus es uno de ellos.

Nacido en la ciudad, a los 14 años ya formaba parte de las categorías inferiores del club. Parecía pues un regalo caído del cielo que bien pulido podía convertirse en el ídolo de la afición, ansiosa de ver triunfar a sus paisanos de negro y amarillo. Sin embargo algo falló. Difícil saber qué. Quizás un entrenador que decidió sentarle en el banquillo, quizás su estatura, su escasez de fuerza, su indolencia, un ojeador despistado, una mala nota en algún examen... todas esas cosas por las que se le cortan las alas a muchos chavales en edad temprana.

Muchos van al limbo en el que desaparecen las promesas precoces, otros en cambio acaban encontrando con el tiempo y paciencia su sitio en el Olimpo del fútbol. Reus tuvo que emigrar al filial de Rot Weiss Ahlen cuando la primera plantilla andaba entonces en Regionalliga (el equivalente a la Segunda B alemana).

Pronto se vio que jugar con los jóvenes se le quedaba pequeño. Más adelante que disputar partidos en la tercera categoría del fútbol teutón era para él un juego de niños y aunque participó poco ayudó a que el equipo subiera a la 2 Bundesliga. Y cuando se consumó el ascenso, entonces quedó claro que el chaval tenía que estar entre los grandes. Fue en ese momento cuando decidió ficharle el Borussia de Moenchengladbach.

Hoy, en su línea ascendente habitual, apunta ya a un grande de Europa. Reus es uno de esos tipos llamados a cambiar la historia de un club. De los que aterrizan de repente en un lugar que había desaparecido del mapa y que vuelve a materializarse de la noche a la mañana. Una especie de Maradona germano (salvando la abismal diferencia) que ha convertido a la ciudad occidental en su Nápoles particular.

El milagro que presencian los aficionados va ligado íntimamente a su desarrollo balompédico. La pasada campaña, "los potros" se salvaron en la repesca contra el Bochum gracias a un tanto suyo, el que puso las tablas en el partido de vuelta y trajo la tranquilidad. Aquél era el duodécimo del ejercicio. De momento este año, cuando el equipo marcha tercero y ya ha dado golpes de autoridad como la victoria contra el Bayern, solo ha sumado uno menos.

A Reus se le cae el talento. Tiene tanto que puede abusar de él en su beneficio y aún le queda en arrobas para distribuirlo entre el resto de sus compañeros para hacerles mejores. Solo hay un rincón a donde este no llega. Por fortuna en ese reducto que se encuentra debajo de los palos está Marc-André ter Stegen.

En un país donde los buenos guardametas crecen como setas, el Moenchengladbach también ha encontrado el suyo. Lucien Favre le dio la alternativa el pasado diez de abril, cuando el equipo estaba obligado a remontar el vuelo para no verse relegado a la división de plata. Las manos, destinadas a temblar, se hicieron de piedra. Desde entonces es un cerrojo de garantías que incluso ha despertado dudas en Joachim Löw de cara a la Eurocopa.

Nada más ha cambiado en la entidad, que ha sido la tercera que menos se ha gastado en fichajes solo por detrás de los dos ascendidos. Siguen los mismos rostros y el mismo técnico que casi se hunden en el pozo. En tiempos de crisis, a falta de recursos económicos no hay mejor inversión que la confianza en los jóvenes valores.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Hablando de fútbol con: Sergio Santamaría

Hacía tiempo que no realizaba una entrevista en "De paradinha". El protagonista hoy fue el Balón de Oro del Mundial Sub 17 de Egipto, donde España se proclamó campeona con una generación en la que también estaban Casillas y Xavi. Elegido entre los elegidos por delante de nombres como Ronaldinho o Gaby Milito, que destacaron en aquella cita, la carrera de Santamaría ha sido una lucha constante por disfrutar en el mundo del fútbol. Esta es su historia.

http://www.ivoox.com/entrevista-a-sergio-santamaria-audios-mp3_rf_898250_1.html

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Tú antes molabas

El 30 de junio de 1996 estaba en Salamanca, en casa de mi abuela. Puedo recordarlo como si fuera ayer. Era un inquieto niño de diez años que extendía su alfombra sobre el suelo y montaba dos equipos de chapas para que se batieran en duelo con un garbanzo y unas porterías de cartón. Apenas veía fútbol por la tele, solo me apetecía dibujarlo con mis dos ejércitos imaginarios

Sin embargo, asocio aquél lugar con dos hechos que me marcaron balompédicamente hablando. Uno fue la eliminación de España ante Corea. El otro, el que aconteció aquella noche en la que acabé odiando a Oliver Bierhoff. Sus dos goles frente a la República Checa, especialmente ese de oro que me supo a azufre, fueron como dos puñaladas porque en el fondo yo me sentía un checo más.

Entonces no entendía por qué. Hoy me doy cuenta de que era casi imposible no sentir empatía por aquellos tipos que parecían los guitarristas de Van Halen. Unos hombres de los que muchos hubieran dicho que habían prometido dejarse crecer el pelo cuando se creara una Chequia independiente, y ya hacía 3 años de eso.

El gesto rudo y casi adusto que reflejaban perennemente sus caras contrastaba con su forma descarada de ver el fútbol dentro y fuera del campo. Aquél equipo jugaba rápido, abría a las bandas, contaba con mucha clase en las botas de Bejbl, Poborsky, Neved y Berger. O en las de Smicer, que dos días antes del que iba a ser el partido más importante de su vida se marchó tranquilamente a Praga para casarse y, acto seguido, subirse al avión de vuelta.

No tenían presión, gozaban del favor del público como siempre sucede con el equipo revelación, Los clubes de las ligas más importantes, que les descubrieron allí al máximo nivel, les tenían ya atados para convertirles en iconos con el telón de la heroicidad de fondo. Algo así como, "ante vosotros, los mejores gladiadores de la arena europea". Eran "Los Beatles" del esférico.

Su fama fue intensa pero efímera. Gran parte de aquella generación, la que componía el grueso del equipo, se apagó buscando "El Dorado" del Mundial de Francia. Un sueño del que les despertó España, Yugoslavia y sus antiguos vecinos eslovacos, que les vencieron por 2-1 en la ida dejándoles la boca con sabor a hiel.

Escarmentados y abriendo las ventanas para que entrara aire fresco llegaron nuevos internacionales. Y de nuevo volvieron a clasificarse para la Eurocopa. Debería haber atractivo por ver qué podían hacer los vigentes finalistas, pero la memoria en el deporte rey tiene sus propias reglas. Cuando alguien hace algo importante deja de atraer a la gente, que busca nuevos héroes anónimos. Los checos ya no eran la "cenicienta", el público demandaba otra cosa.

Con el rabo entre las piernas aquél triste y semianónimo combinado se fue de Holanda y Bélgica sin más pena que gloria y caminó por el desierto, viendo el siguiente Mundial por televisión mientras construían una nueva estructura con Nedved como leit motiv. Lejos de lo que pudiera esperarse, el trabajo fue espléndido.

La reflexión trajo consigo lucidez. Los centroeuropeos llegaban a la Eurocopa de Portugal como uno de los favoritos y parecían haberse ganado de nuevo las simpatías del respetable con unas características que recordaban a las de los "melenudos" del 96. Si no ganaba España, al menos que ellos se cobraran la venganza.

Y entonces, cuando volvían a acariciar el cielo con los dedos en materia de títulos y popularidad, irrumpieron unos más feos y más rudos que ellos. Parecían no saber dar una patada a un bote y tener un geranio implantado en el recto. Pero su historia era epopéyica, heroica. Suficientemente jugosa y atractiva para venderse mejor que el fútbol-Pilsner (en analogía con el afamado rugby-champagne).

Probablemente fue en aquél torneo donde dejaron de gustar, donde el respetable perdió esa sensación de identificación. El juego cayó en picado, los últimos rescoldos de aquella noche de Londres se iban apagando. Koller y Baros comenzaron a tener el mismo atractivo que "Manolo el del bar de abajo", el de los personajes tan normales que carecen de carisma.

Ni siquiera la aparición de Cech ayudó. La República Checa y su juego ramplón se vieron castigados con la cruel indiferencia, asociados con la desagradable mediocridad. Un mal que aunque les pese, dura hasta hoy. No considerados entre los grandes equipos pero con un curriculum pasado lo suficientemente potable como para no ser unos desconocidos, esa tibieza ha ocasionado que casi todo el mundo se posicionara a favor de Montenegro en los playoffs. La realidad es que a día de hoy, no le dicen nada a nadie.

Llegan pues a la Eurocopa como unos "apestados", como un invitado al que nadie hubiera querido ver. Como ese equipo llamado a caer en primera fase. Para salir de esa situación incómoda hace falta un golpe de efecto. Por juego y por sensaciones parece imposible que algo así suceda. Claro, que en quince años se puede perder la imagen, la esencia, el encanto... pero nunca el hambre y el orgullo.

lunes, 14 de noviembre de 2011

¿Qué ha sido de... Guilherme?

Altero hoy la estructura habitual del blog por dos motivos. Uno es lo ajetreado de mi día de hoy. El otro, y principal, es que considero que habrá más actualidad sobre la que hablar este miércoles, cuando ya se conozcan todos los equipos que disputarán la Eurocopa de Polonia y Ucrania.

Es posible que alguno de los que me leéis hoy no conozcáis a este futbolista brasileño al que hoy dedico el post. Si es así, creo que hoy es un buen momento para que lo hagáis. Porque Guilherme no es un cualquiera, es uno de los mejores extranjeros que han vestido la camiseta del Rayo Vallecano (en la imagen uno de los poco recursos gráficos que lo demsuestran) amén de un futbolista con buena reputación en su país natal.

Nacido a 450 kilómetros de Sao Paulo, en la localidad de Marília, fue allí donde comenzó a dedicarse al deporte rey. Viendo que destacaba, era cuestión de tiempo que el "Tricolor Paulista" echara sus redes sobre él ante la necesidad que tenía Telê Santana de reforzar su ataque. Y también era cuestión de tiempo que se animara a probar suerte en Europa.

En una decisión que hoy, con el potencial que está adquiriendo el fútbol del país sudamericano, parecería sorprendente, aceptó la oferta de Rayo Vallecano en Segunda División. Una oferta que además llegaría en el mercado invernal, lo que suponía una presión extra pues tenía que demostrar mucho en poco tiempo.

No le supuso un problema. Es más, fue capaz de anotar 14 goles en 20 partidos llevando al conjunto madrileño a la máxima categoría. Y allí, entre los grandes, continuó con su magnífico rendimiento durante las dos campañas que el club consiguió mantenerse. Sus 23 goles en ese periodo le convirtieron en el segundo máximo anotador de la entidad en Primera solo por detrás de Bolo y, si las cifras no me fallan y si no corregídme, justo por delante de Míchel.

Además es a día de hoy, pese al corto espacio temporal que pasó en la capital, el máximo anotador foráneo y el cuarto en la lista de históricos. Con esas cifras lo lógico hubiera sido que siguiera triunfando en Europa. Pero las motivaciones de cada cual son diferentes y en una época en la que muchos brasileños retornaban a su tierra, él no fue una excepción.

Le fichó primero el Grêmio y una campaña más tarde el Vasco de Gama. Sin embargo la competencia en la entidad carioca era feroz y tras pasar más minutos en el banquillo que sobre el césped aceptó enfundarse la camiseta del Atlético Mineiro. Aquél tándem acabaría funcionando a la perfección, sobre todo en el primer ejercicio.

El ex del Rayo anotó 29 goles (cuarta mejor marca de la historia del Brasileirao) en 1999 ayudando a su equipo a ocupar el segundo lugar, mejor puesto en los últimos 31 años. No volvería a repetir tal hazaña pero se mantendría a buen nivel (llegó a representar a la "Canarinha" en la Copa América de 2001) hasta que se marchó cedido al Corinthians.

Allí comenzó su decadencia, en gran parte debido a un hecho luctuoso ocurrido en las proximidades de su localidad natal. Guilherme se vio envuelto en un accidente en el que fallecieron dos personas. Aquello le afectó psicológicamente y aunque intentó volver a ser el mismo no lo consiguió.

Volvió al Mineiro y la siguiente temporada probó suerte fuera de su país por segunda y última vez en su carrera. Lo hizo en el Al Ittihad saudí, con 29 años, cuando aún le quedaba fútbol en sus piernas. Se cansó pronto y retornó a Mineirao... para jugar en el Cruzeiro, máximo rival del Atlético. Anotó goles pero empezaron a asolarle las lesiones y, por culpa de estas, acabaría arrojando la toalla en el Botafogo una campaña después.

Ya retirado, decidió orientar su vida hacia la dirección. Se hizo primero secretario técnico del Marília, luego se marchó a ejercer como asistente en el Mineiro y a día de hoy es el entrenador del Ipatinga. El club se encuentra en la Serie C y, tras pasar la primera fase del campeonato ahora se encuentra el Grupo B de la segunda ocupando, valga la redundancia, el segundo lugar.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Once onces para la historia

No cabe duda que el día de hoy es netamente futbolístico. Y no lo digo por la ida de los playoffs de clasificación para la Eurocopa, que también. Me refiero a la importancia que cobra el guarismo balompédico por antonomasia. El 11/11/11, una combinación que sucede cada cien años, gente como yo lo asociamos al deporte rey.



A lo largo del día he leído artículos sobre un posible once compuesto por los mejores jugadores de la historia y sobre los mejores jugadores que han vestido jamás tan ilustre número en su camiseta. Yo me he decidido a dar una vuelta de tuerca más. Con el fin de aunar pasado y presente y de rendirle homenaje a una cifra tan ilustre, os traigo los que considero los once mejores onces de la historia. Cito a los titulares de una fecha concreta aunque en ocasiones el objeto de estudio sea algo más amplio como podréis comprobar. El orden elegido es exclusivamente cronológico, sin que me atreva a colocar alguno por encima de los demás. Todos tienen algo que les ha hecho especial.


Selección uruguaya (16/06/1950)





Roque Máspoli, Matías González, Eusebio Tejera, Schubert Gambetta, Obdulio Varela, Víctor Andrade, Alcides Gigghia, Julio Pérez, Óscar Míguez, J.A Schiaffino y Rubén Morán.

La hazaña de este equipo, bautizada como "Maracanazo", aún se recuerda a día de hoy. Se disputaba el Mundial de Brasil 1950 y los celestes llegaban a la final contra los anfitriones en un estadio lleno de aficionados que querían ver a su selección levantando la copa del mundo. El sueño se convirtió en pesadilla merced a estos intrépidos jugadores.

Schiaffino y Gigghia remontaban el tanto inicial de Friaça ocasionando una de las sorpresas más grandes de la historia del fútbol. En unos tiempos en los que el profesionalismo no se asemejaba ni lo mas mínimo a lo que es hoy, aquellos once uruguayos fueron cayendo en el olvido o dedicándose a otros menesteres. La historia, sin embargo, se encarga de vez en cuando de recordar su leyenda muy a pesar del meta brasileño Moacyr Barbosa, despreciado desde entonces por sus compatriotas.

Selección húngara (04/07/1954)



Gyula Grosics, Jozsef Bozsik, Mihaly Lantos, Jeno Buzansky, Jozsef Zacarias, Gyula Lorant, Mihaly Toth, Ferenc Puskas, Nandor Hidegkuti, Sandor Kocsis y Zoltan Czibor.

Conocidos como "Los mágicos magiares" o "El equipo de oro", resulta casi imposible no sentir cierta simpatía por ellos. Primero, porque pese a ser uno de los mejores equipos de la historia solo pudieron ganar unos Juegos Olímpicos. Segundo, porque son la única generación virtuosa que salió de un país que desde entonces no ha vuelto a dar una sola alegría. Y tercero, por la insolencia ofensiva que les llevaba a ganar partidos casi sin despeinarse.

Hasta 32 partidos lograron mantenerse invictos, con victorias como el famoso 7-1 ante Inglaterra. La racha terminó como más podía doler, con el conocido como "Milagro de Berna", partido al que pertenece esta alineación. Hungría llegaba como favorita indiscutible a la final del Mundial del 54. Sin embargo, contra todo pronóstico, Alemania les alejó de la gloria. Posteriormente se mantendrían invictos otros 18 encuentros, consiguiendo incluso ser la primera escuadra capaz de derrotar a la Unión Soviética como visitantes. Pero nada volvería a ser lo mismo. La revolución húngara del 56 acabaría desarmando la estructura.

Real Madrid (18/05/1960)




Domínguez, Pachín, Marquitos, Santamaría, Zárraga, Vidal, Canario, Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento

Es muy complicado que alguna entidad sea capaz en el futuro de igualar la gesta del conjunto blanco. Ganar cinco Copas de Europa de forma consecutivas resulta a día de hoy inimaginable. Con el referente de Alfredo Di Stéfano y la magia en el banquillo de Miguel Muñoz, aquella plantilla resultaba prácticamente invencible.

Los nombres que aquí aparecen formaron de inicio en el último de los títulos, el conseguido tras vencer al Eintracht de Frankfurt por 7-3. Otros como Alonso, Rial o Kopa también participaron de esta hazaña, aunque no llegaron a concluirla y se marcharon durante el camino. Aquella impresionante racha ayudó a que el Real Madrid fuera considerado el mejor club del siglo XX.

Selección brasileña (21/06/1970)



Félix, Carlos Alberto, Everaldo, Clodoaldo, Brito, Piazza, Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino.

Es el paradigma del buen fútbol, el modelo a seguir. El espejo en el que todos se han mirado durante años, el conjunto al que todos quieren parecerse. Los que tuvieron la fortuna de verles decían que era un deleite para los ojos. Y encima tenían a Pelé.

Tras varias probaturas y de la mano de Mario Lobo Zagallo, aquella generación tuvo que afrontar su prueba de fuego en México 70. Y lejos de sentir presión, se pasearon por el Mundial ganando todos los partidos, incluida la final contra Italia por 4-1 con el cuchillo entre los dientes y haciendo caso a esa frase tan escuchada de que la mejor defensa es un buen ataque. Cuando triunfaron yo no había nacido. Por suerte puedo ver los vídeos de vez en cuando.

Ajax (30/05/1973)



Stuy, Suurbier, Hulshoff, Blankenburg, Krol, Neeskens, Muhren, Haan, Rep, Cruyff y Keizer

Si la selección brasileña inauguró brillantemente la década de los 70, otros equipos se encargaron de convertirla en la más provechosa de la historia del fútbol. Uno de ellos fue, por supuesto, el Ajax que conquistó tres Copas de Europa entre el 71 y el 73 (aquí la alineación de esta última). Lo importante de aquel elenco no era solo lo que consiguieron como club sino que además eran la base de la brillante selección holandesa que disputó dos finales de Mundial consecutivas.

Krol, Haan, Neeskens y Rep estuvieron en ambas; Cruyff y Suurbier solo en la primera. Juntos eran los gajos de la "naranja mecánica", uno de esos combinados que se encuentran entre los grandes "castigados" del fútbol. Jugaban de memoria y lo hacían bien, el sueño de cualquier entrenador.

Bayern Munich (15/05/1974)



Maier, Hansen, Breitner, Schwarzenbeck, Beckenbauer, Roth, Zobel, Hoeness, Kapellmann, Torstensson y Muller.

La fecha que aquí sale reflejada es de infausto recuerdo para la afición española, en concreto para la del Atlético de Madrid. Los colchoneros acariciaron la orejona pero se les escapó cuando Schwarzenbeck anotó el gol de su vida. Fue el primer triunfo de una gran generación que supuso la réplica al todopoderoso Ajax.

Los bávaros igualaron la gesta de los holandeses con un equipo bien construido desde la portería hasta el ataque. Meier, Beckenbauer y Gerd Muller formaban la columna vetebral de aquél once que también ayudó al progreso de la selección alemana. Sin duda los principales protagonistas de la mejor conjunción de estrellas que nunca se haya visto en el país.

Liverpool (10/05/78)



Clemence, Neal, Thompson, Hansen, Kennedy, Hughes, Case, McDermott, Souness, Dalglish, Fairclough

¿Se habían acabado los 70 con el Bayern Munich?. No. En Europa ya habían tenido presencia los españoles, los portugueses, los italianos, los holandeses y los alemanes. Estaba claro que en algún momento tendrían que salir a escena los ingleses, que para eso habían inventado el fútbol. Y esto sucedió a finales de los 70 y principios de los 80. Entre el Liverpool y el Nottingham sumaron cinco entorchados uno tras otro, tres de ellos los Reds.

Reconozco que este ha sido el último equipo en entrar en esta particular lista que he elaborado, imponiéndose a otros como el Ajax de Van Gaal, el Benfica de Eusebio o la Juventus de mediados de los noventa. Pero era de justicia meter a un equipo de las Islas. Por cierto, este once es el de la segunda de las tres Copas de Europa. Lo he elegido porque supone una transición entre las otras dos en la medida en que fue esta edición en la que se incorporaron dos hombres que han sido historia de la entidad: Graeme Souness y Kenny Dalglish.

Milán (19/04/89)


Galli, Tasotti, Maldini, Costacurta, Baresi, Colombo, Donadoni, Ancellotti, Rijkaard, Gullit y Van Basten.

El empate a uno en el Bernabéu era un buen resultado para la vuelta de semifinales, pero claramente insuficiente. El equipo italiano no podía conceder goles y debía intentar hacer alguno para encarrilar la eliminatoria. Acabo haciendo cinco y maravillando al mundo en una de esas noches europeas que serán recordadas durante décadas.


Posteriormente acabarían ganando al Steaua en la final y la edición del año siguiente frente al Benfica. Los holandeses se convertirían en un icono, Berlusconi saltaría a la palestra y Sacchi sería reconocido como uno de los grandes estrategas jamás vistos revolucionando el deporte con sus planteamientos tácticos.

Selección francesa (12/07/98)


Barthez, Lizarazu, Djorkaeff, Deschamps, Desailly, Guivarch, Zidane, Thuram, Petit, Leboeuf, Karembeu.

Nadie en Francia podrá olvidar aquella gran noche en Saint-Denis. El día en que Zidane se hizo grande, en el que Francia conquistaba su primer Mundial tras varios intentos, en el que se veían los primeros bosquejos de la que estaba llamada a ser una gran camada. Los indicios se confirmaban.

Dos años después conquistaban la Eurocopa convirtiéndose en el primer país en levantar ambos trofeos de forma consecutiva. Las cenizas de aquello llegaron incluso hasta el Mundial de 2006, donde los galos se plantaron en la final. Todo acabó de forma abrupta y vergonzante el pasado verano en Sudáfrica. De aquellos que ganaron la cita más importante del planeta solo quedaba Henry, pero la sombra, muy alargada, sobrevolaba por encima del combinado. La caída fue dura pero ascenso mereció, y mucho, la pena.

Barcelona (27/05/09)



Valdés, Silvinho, Puyol, Piqué, Touré, Xavi, Busquets, Iniesta, Messi, Eto'o y Henry

Muchos lo habían intentado con anterioridad pero nunca antes ninguno había conseguido el ansiado triplete. Y no hablemos del sextete que llegaría con los tres títulos conseguidos el año siguiente. Lejos de ser casualidad, lo del club azulgrana va a más. Se consolida cada año de la mano de Guardiola y de los jugadores que se van incorporando.

Otros por contra se fueron sin que en la Ciudad Condal lo hayan notado. Ahí está el mérito de un trabajo de años, de un eficiente sistema de cantera que no se desgasta y del que nos estamos beneficiando todos los españoles cuando los jugadores se visten con "La Roja".

España (11/07/2010)



Casillas, Ramos, Piqué, Puyol, Capdevila, Xabi Alonso, Xavi, Iniesta, Busquets, Pedro y Villa

Me siento tremendamente afortunado por ser español y disfrutar en primera persona del momento que ahora vive la selección. Tras muchos años caminando por el desierto, cayendo en cuartos, le ha llegado el momento a nuestro país, donde el fútbol es más que una religión. Ser la envidia futbolística del mundo es algo que gusta, para que negarlo.

Porque no se trata solo de ganar títulos sino que además estamos creando escuela. Un fútbol de toque, fantasioso, efectivo, incomparable, casi indestructible. No sabemos cuánto durará el sueño pero hasta que nos despierten podremos presumir. No creo que esté aquí el próximo 11/11/11 pero no me cabe duda que si alguien actualiza este post, España si que seguirá ocupando un sitio.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Bodas de plata, años dorados



Empiezo a escribir este post en el salón de mi casa, uno de esos "rincones" que todos tenemos y donde nos encontramos cómodos. De fondo tengo puesto el televisor con una cadena digital. A mi lado, un móvil de última generación que conseguí sacarle a mi compañía telefónica con la típica amenaza del cambio a otra diferente. Mientras aporreo las teclas del portátil, suena de fondo en la radio Rihanna, esa belleza de ébano que se ha puesto tan de moda últimamente. Y no puedo evitar distraerme con los periódicos digitales al leer que Ángela Merkel, canciller de Alemania, ha llamado personalmente al ínclito Papandreu para despedirse.

Todo ello, ni la televisión digital, ni el móvil ni el internet ni el portátil como los conocemos hoy, ni Rihanna, ni la Alemania unificada; existían el 5 de noviembre de 1986. Tampoco mi salón. Es más, a punto estuve de no existir ni yo, que un día antes acababa de celebrar mi primer santo tras haber venido al mundo en el mes de mayo.

Desde entonces ha pasado un cuarto de siglo, que es lo que le digo con sorna a todos aquellos de mi quinta cada vez que soplan velas en 2011. Porque enunciarlo así tiene más poder que decir veinticinco a secas. Lo contextualiza dentro de un todo lejano y, dependiendo de en qué circunstancias, le da mayor relevancia a lo que se trata.

Si el asunto es la efeméride que el sábado cumplió Álex Ferguson al frente del Manchester United, creo que el primer término es el que mejor hace justicia. Sobre todo teniendo en cuenta que el fútbol no se extiende en su historia más allá de 150 años, en el caso de los "Diablos Rojos" 109 con su actual nomenclatura y 133 con la anterior de Newton Heath LYR Football Club.

El técnico escocés, mirada arrogante y un color rojo a juego con la camiseta del equipo implantado de forma perenne en su cara, es uno de esos hombres sin los que no se entendería la historia del fútbol. Porque gracias a su batuta el United ha vuelto a recuperar el sitio que había perdido desde tiempos de los aclamados "Busby Babes" e incluso alcanzando cotas interplanetarias jamás soñadas.

Por encima de su personalidad, desglosada con impresionante precisión en cientos de artículos publicados a lo largo de este fin de semana en los que se habla de sus anécdotas y sus cifras, de Ferguson hay que destacar su habilidad para hacer realidad un modelo casi onírico que un día pasó por su mente. Hablamos de una especie de Steve Jobs del deporte rey, capaz de coger un producto en decadencia y llevarlo a la cima mundial de la popularidad conjugándolo con el máximo rendimiento. Y todo ello consiguiendo que pareciera "un accidente".

Primero Cantona, luego Beckham, más tarde Cristiano Ronaldo y últimamente Rooney se han convertido en iconos globales gracias al Manchester y al buen hacer del Sir, tan apto en el manejo de la mano derecha como en el de la izquierda. A todos los ha sabido atar en corto y a todos ha sabido rodearlos de los hombres adecuados para hacerles más grandes.

Hombres como Giggs, como Scholes, como Ferdinand, como los hermanos Neville... Si repasáramos las adquisiciones y debuts de canteranos a lo largo de estos últimos 25 años descubriríamos que el ratio de acierto/error es más que favorable así como el de fidelidad de los mismos, que solo han atendido a cantos de sirena procedentes de Madrid.

Mucho ha tenido que ver en ello la fiabilidad y la garantía. Fichar por el United es como enrolarse en una banda de rock. Asegura éxito, dinero y fama bajo el auspicio del ojo que todo lo ha visto desde la marcha de Ron Atkinson. Alguien capaz de imponer su criterio a pesar de manejar con sus manos dinero de los demás.

Amo y señor del United siempre he pensado que lo suyo tiene un tremendo mérito. No ya por aguantar tanto tiempo en la entidad en la que desarrolla su actividad sino por tener la misma ilusión que el primer día y lograr que la grada la comparta con él. Ya son muchos años con el mismo modelo, con los mismos mecanismos sobre el césped, con el mismo sistema de juego no siempre vistoso pero generalmente efectivo. Como diría Loquillo en su canción "Treinta y tantos" con las mismas caras, con los mismos cuentos. Ojala este título sea una premonición. Ya no quedan tipos como Ferguson.

El miércoles no habrá post al ser día de fiesta en Madrid. Aprovecho para deciros que no me olvido de todos aquellos que en el algún momento me habéis pedido enlazaros en la lista de blogs recomendados de "De paradinha". Lo haré en cuanto tenga algo de tiempo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Nombres del fútbol: Friedrich Ludwig Jahn

Reconozco que, pensando darle otro punto de vista al blog, estoy planteándome cambiar la sección de los viernes y hacerla en la línea de la de los lunes pero centrándome en las competiciones europeas. Es por ello que, dicho sea de paso, agradezco cualquier tipo de sugerencia y voto a favor o en contra de la decisión.

Dicho esto, me pongo en faena para acercaros la figura de un alemán cuyo nombre ha sido adquirido por un equipo teutón de categorías residuales y también por un estadio en el que en su día llegó a jugar el Hertha de Berlín cuando el Olímpico de se les quedaba grande a comienzos de la 92-93. De hecho esta estructura con capacidad para 20.000 espectadores sigue ligada en cierta medida a la entidad, pues es la que usa como local el segundo equipo.

Es de justicia asociar el deporte a un hombre que lo dio todo por él en vida y que consiguió guiarlo para propósitos que por entonces eran necesarios. Pero no adelantaré acontecimientos e iré paso a paso. Nacido en el año 1778 en la localidad de Lanz decidió estudiar filología y teología aunque pronto orientó su vida hacia otros menesteres.

Sucedió cuando se despertó en él un sentimiento nacionalista que le acompañaría el resto de sus vidas y que movería muchas de sus acciones. Por ello se unió a las fuerzas prusianas en 1806 tras la batalla de Jena-Auerstdet. Fue allí donde vio que los ánimos estaban de capa caída por el poderío de las fuerzas napoleónicas y donde decidió darle una vuelta de tuerca al asunto.

Mientras de su boca salía todo tipo de proclamas nacionalistas que llamaban a la unidad de los germanos frente al invasor galo, su mente pensaba en otras alternativas para despertar la llama del sentimiento patrio. Estas eran menos polémicas que sus palabras y sus textos, que incluso llegaron a acarrearle penas de cárcel.

En concreto iban encaminadas hacia el deporte y el esparcimiento a través de la gimnasia. A través de ella Jahn pretendía incentivar a sus compatriotas tanto física como mentalmente para luchar contra el enemigo e invocar a la unificación. Así, se animó a abrir el primer gimnasio al aire libre en la pradera de Hasenheide.

La idea no tardó en cuajar en otros lugares y de esta forma se creó el movimiento conocido como Turnplatz. Un movimiento que alababa el culto al cuerpo (alguno de sus críticos ven en Jahn, por sus ideas, a un ideólogo del nazismo) en la búsqueda de los ideales de belleza clásicos y en una pretendida huida hacia el estilo de vida mundano.

La acogida por parte de sus conciudadanos fue masiva hasta el punto que las sociedades gimnásticas se multiplicaron en número de forma exponencial. Esto animaba a Jahn a seguir innovando hasta el punto que gracias a él son posibles a día de hoy aparatos como las paralelas, las anillas, la barra de equilibro, la barra fija o el caballo; instrumentos que muchos de los que me leéis habréis tenido que sufrir antes o después en las clases de educación física.

Así pues a día de hoy probablemente los Juegos Olímpicos no serían lo mismo sin la figura de nuestro protagonista de hoy, al que al final castigaron sus ideales y su incontinencia verbal. Obligado a vivir a más de diez kilómetros de Berlín, se trasladó a Freyburg, donde permaneció hasta su muerte habiendo sido reconocido por el gobierno prusiano con la Cruz de Hierro por su valentía en las guerras contra Napoleón.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿Qué ha sido de... Mutiu Adepoju?

Fue entre mediados y finales de los 90 cuando la representación nigeriana cobró gran importancia en nuestra liga coincidiendo con el éxito en el Mundial de Estados Unidos de las llamadas "Superáguilas". Si bien hoy apenas quedan futbolista del país africano (Ikechukwu Uche e Ighalo en el Granada y algún que otro caso aislado fuera de la ciudad nazarí), en su momento llegaron a coincidir nombres relevantes como Finidi, Ikpeba, Yekini, Amunike, Rufai... y Ohen y Mutiu, ambos fichados por el Real Madrid para formar parte de su cantera.

Hoy me centro en el segundo, pues del primero apenas hay cosas que decir. Simplemente fichó por el Compostela en el año 1991 y tras diez temporadas en la entidad (con una cesión en el Besiktas) se marchó al Leganés justo antes de regresar a su país para colgar las botas en el Julius Berger de Lagos, el equipo en el que se dio a conocer al igual que Mutiu. Ambos llegaron de allí al conjunto blanco.

Adepoju sin embargo ya había tenido una experiencia previa en el Shooting Stars de su nativa Ibadan, una gran ciudad situada a 128 kilómetros de la capital. Allí adquirió las habilidades que le traerían a España persiguiendo el sueño de debutar como local en el Bernabeu. Nunca lo consiguió a pesar de que dejó buenas sensaciones en la cantera.

Sin embargo peleó por su sueño y, aunque con otros colores, sí acabaría saltando al césped del coliseo blanco. Lo haría defendiendo la camiseta del Racing de Santander, donde se ganó el corazón de los aficionados después de ser clave en el ascenso a primera división de los cántabros tras seis campañas.

Consolidado y adaptado al frío norte, no se marchó muy lejos cuando abandonó la entidad racinguista. En concreto apenas viajó 227 kilómetros, los que separan Santander de San Sebastián. Su primer ejercicio allí fue bueno y parecía que el fichaje saldría rentable. Sin embargo su protagonismo se fue diluyendo y acabaría dejando nuestro país por primera vez en 11 años.

Su destino... el Ittihad saudí. Se reencontró con las buenas sensaciones y a la mínima que puedo regresó a España para aceptar una oferta del Salamanca. Como seguidor del conjunto charro que soy, al principio me ilusioné con la opción. Me duró poco, lo que tardó en saltar al campo y demostrar que sus días de fútbol iban tocando a su fin.

Y el caso es que no iba mal encaminado, aunque aún intentaría pelear un tiempo por seguir disfrutando de lo que más le gustaba, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Extramuros probó suerte en el Samsumspor turco y en el AEL Limassol chipriota, aventuras ambas infructuosas.

En nuestro país, rebajó sus pretensiones y acepto entrar en vestuarios de Segunda B. Primero en el del Eldense y posteriormente en el del ya extinto Cobeña, donde coincidió con otro ex madridista como Luis Miguel Ramis. Después de aquello decidió dejarlo y regresar a Nigeria. Encontró acomodo en el club que le dio la alternativa como profesional, donde ahora se desempeña como secretario técnico.