martes, 30 de abril de 2013

Reescribir la leyenda


Cuenta una leyenda de la mitología griega que Aquiles, conocido como "el de los pies ligeros", fue sumergido en la laguna Estigia para que alcanzara la inmortalidad. Sin embargo para llevar a cabo el proceso hubo que sujetarle del talón. Años más tarde, en batalla, una flecha tocaría su único punto débil acabando con el que parecía indestructible.

El destino a veces quiere ser caprichoso y en apenas un par de semanas le ha infringido a dos estrellas mundiales, cada una en su disciplina, una "muerte" deportiva apoyada en el único punto anatómico que lleva el nombre del malogrado héroe heleno. Primero el jugador de Los Ángeles Lakers Kobe Bryant y ahora el argentino del Inter Javier Zanetti han visto como los tendones de Aquiles decían basta cuando sus carreras apuntaban a un ocaso tranquilo.

Son situaciones excepcionales donde las cicatrices físicas duelen menos que las anímicas. Para quien lo ha sido todo y ha ganado innumerables batallas la retirada por una inoportuna lesión, el saber que su propio cuerpo ha conseguido infligir una derrota que los rivales solo soñaron, es demasiado duro. Quizás por ello desde el primer instante ambos se han puesto a trabajar para limpiar su imagen. Si la caída ha de llegar, que sea después de luchar y con las botas puestas.

Es probable que su esfuerzo sea en balde. La edad pesa y también unos consejos médicos conservadores que siempre invitan a pensar en el futuro. Si lo consiguen, no es de extrañar que el bajón en su rendimiento despierte las críticas atroces de los aficionados, que quieren títulos y los quieren ya. En ese caso sus nombres perderán ese halo que siempre les ha acompañado. Toda una vida tirada por un año de demostrarse a uno mismo que se puede sortear la adversidad.

Si desafiando a todo pronóstico vuelven y consiguen seguir como si nada hubiera pasado, entonces sí agrandarán una leyenda que ya está escrita con letras de oro. La leyenda de esos hombres invencibles que se dejaron la piel por unos colores y un ideal, el de triunfar y ser recordados por las generaciones futuras como aquellos que se mantuvieron en pie donde otros dijeron basta.

El infortunio, desde luego, ha escogido a dos malos enemigos. Si por algo se han caracterizado Zanetti y Bryant ha sido por su competitividad desmedida, por sus ganas de dejarse el aliento en cada balón, en cada jugada, hasta el último instante y más allá. Ojalá su esfuerzo tenga recompensa. La vida es de los que arriesgan.

Debido al puente de mayo en la Comunidad de Madrid, este blog permanecerá inactivo hasta el próximo lunes. Disculpad las molestias.

viernes, 26 de abril de 2013

El bocado más indigesto de Suárez

 
El fútbol inglés, paradigma puertas a fuera de los buenos modales y el amor por los detalles, ha encontrado de un tiempo a esta parte a su particular antítesis. Un futbolista tan brillante como polémico, tan genial como impetuoso, referente cuando de manejar el balón con los pies de trata pero al mismo tiempo execrable como modelo moral y de conducta.

Por deméritos propios, el uruguayo Luis Súarez se ha convertido en el primer nombre desde los tiempos de Eric Cantona, que ha vuelto a generar con sus conductas un dilema moral a la que para muchos es la mejor liga del mundo: ¿Conviene pasar por alto los comportamientos estúpidos de algunas estrellas a cambio de perder el "misticismo" que suele rodear a todo lo británico?.

La respuesta ha sido clara. Los diez partidos de sanción al delantero del Liverpool por su mordisco en el brazo a Ivanovic el pasado fin de semana demuestran que la Federación prefiere lejos de sus fronteras a todos aquellos que no estén dispuestos a seguir a rajatabla las normas de estilo y etiqueta que se exigen para jugar en el gran teatro de la Premier.

Se queja Suárez y aduce en su defensa una caza de brujas hacia el eslabón más débil: Un extranjero que se ha convertido en el puntal de un club que atraviesa por momentos duros. Pero al mismo tiempo parece olvidarse de una hoja de servicios que guarda bastantes semejanzas con cualquier trozo de papel higiénico usado.

Algunos le perdonarán su mano en el pasado Mundial contra Ghana, esa que a la postre le sirvió a su selección para disputar las semifinales. Tiene lógica. Es una acción antideportiva, pero forma parte del juego y ya pagó con justicia su pillería. De hecho, probablemente el 99% de los jugadores en su situación hubiera hecho lo mismo.

Pueden ser entendibles incluso sus "pisicinazos", aunque no tanto la poca profusión de amarillas que recibe por ellos. Lo que no tiene justificación alguna son los instintos animales propios de alguien que lejos de escarmentar, resulta reincidente. Pese a las acciones solidarias que realiza fuera del campo, que son muchas y encomiables, hay algo en su gesto cada vez que salta al campo que parece difícil de describir. Cambia, y en su rostro se dibuja una mueca de frustración y hastío que refleja quizás la sensación de insatisfacción permanente propia de la persona que se considera perseguida por los demás.

Esta vez puede ampararse en que la sanción ha sido demasiado dura para justificar unos argumentos que lindan con la manía persecutoria pero la realidad es que los precedentes no ayudan. Suárez ya hizo algo semejante cuando militaba en el Ájax. Por entonces le profirió otro mordisco, esta vez al jugador del PSV Bakkal, que le valió el sobrenombre de "El caníbal de Ámsterdam". Luego, ya en Inglaterra, se ganó la enemistad de Evra y de muchos aficionados por proferir insultos racistas en un país donde ese es un tema delicado.

Sumando todas las sanciones por sus patinazos mentales, el uruguayo se va a perder veinte partidos en tres años. Algo que no le debe hacer gracia a aquellos que le pagan pese a que haya decidido donar la multa de este último y desagradable asunto a las víctimas de Hillsborough. Un hombre de contrastes que no termina de encontrar sitio en el deporte rey pese a su talento. No al menos en Inglaterra. 

miércoles, 24 de abril de 2013

¿Qué ha sido de... Dietmar Kübahuer?

 
Como os prometí la semana pasada, iba a realizar un serial dedicado a los dos austriacos que llegaron a la Real Sociedad en los años noventa. Tras analizar el perfil de Markus Purk, hoy toca dar un  repaso por la vida de Dietmar Kübahuer, un hombre cuya carrera quedó marcada por un trágico suceso que acabaría afectando a su progresión como futbolista.

Nacido cerca de la frontera con Hungría, su desarrollo en edad juvenil lo llevó a cabo en el Mattersburg, equipo desde el que dio el salto al Admira Wacker. Tal era su talento que estos últimos decidieron darle la alternativa en la Bundesliga austriaca con tan solo dieciséis años. Pese a esa precocidad, supo responder a las expectativas y acabó jugando más de cien partidos en cinco temporadas. Además ganó la Supercopa y una plaza con el combinado nacional.

Esas virtudes no pasaron desapercibidas para el Rapid de Viena, el club más grande del país. En una plaza complicada como era aquella, Didi consiguió conquistar a la afición tras llevar a su equipo a la final de una Recopa que acabarían perdiendo contra el Paris Saint Germain. Estaba en la cresta de la ola y era una estrella. Sin embargo de la noche a la mañana, su destino cambió de la forma más cruel posible.

Sucedió el 16 de febrero de 1997. Kübahuer regresaba de un viaje con su club a Dubai. En el aeropuerto debía esperarle su mujer Michaela, embarazada de tres meses. Sin embargo esta sufrió un gravísimo accidente en el trayecto y entró en una situación de coma irreversible. El mundo se le vino encima al jugador, que decidió aislarse del mundo en su casa y se planteó seriamente dejar la práctica del fútbol.

Tras meditarlo, decidió ofrecer sus servicios en el extranjero a través de internet. Quería salir de un lugar donde las aficiones rivales utilizaban su desgracia personal para intentar que disminuyera su rendimiento. La única condición que puso es que el destino no estuviera a más de dos horas de avión de Austria y por tanto de su mujer, a la que dejaba postrada en la cama de un hospital de Innsbruck al cuidado de los padres ella, que apoyaron a Didi en su decisión.

Al rescate llegó Bernd Krauss, que ya le había tenido a sus órdenes en el Rapid de Viena. Él fue quien le llevó a San Sebastián y el que creyó en su figura pese a que las cosas iban de mal en peor. Mientras se recuperaba de una fractura de clavícula producida durante un entrenamiento con la selección, recibió la noticia del fallecimiento definitivo de su esposa. Con la ayuda del médico del combinado nacional consiguió superar sus heridas físicas y psíquicas pero poco después de reaparecer en un terreno de juego, otra vez la clavícula le jugó una mala pasada en un encuentro frente al Betis en el Villamarín.

Finalmente el cese de Kraus y la llegada de Clemente precipitaron su salida rumbo a Alemania para firmar por el Wolfsburgo. Una vez más consiguió conquistar el cariño de un vestuario y de una afición llegando a enfundarse el brazalete de capitán, pero terminó abandonando el club casi en el ostracismo.

Cansado de probar suerte fuera, decidió regresar al Mattersburg, el lugar donde todo empezó. Cuando aterrizó allí el equipo estaba en Segunda, cuando se fue dejaba tras de sí dos finales de Copa y un tercer puesto que le permitió a la entidad disputar la Copa dela UEFA. Por algo terminó su carrera con seis premios de mejor jugador de Austria (96, 97, 98, 2002, 2003 y 2004), récord hasta la fecha. 

Hoy ha rehecho su vida en compañía de Ingrid, una mujer a la que conoció en San Sebastián y con la que ha tenido dos hijas. Además entrena en primera división al Admira Wacker, con el que lucha por no descender. Nuevas experiencias, nuevos retos. La cicatrices no han terminado de cerrarse del todo pero al menos puede esbozar una sonrisa de vez en cuando.

martes, 23 de abril de 2013

Un cadáver, muchos culpables

 
Entre todos le mataron y el solo se murió. Esa es la frase que mejor describe la temporada del AEK de Atenas. Los capitalinos confirmaban ayer sobre el césped su descenso deportivo después de que un par de días antes ya estuvieran en la división de plata por una justa decisión tomada desde los despachos de la Federación.

La temporada 2012-2013 se recordará siempre como aquella en la que el AEK, el tercer equipo más laureado de Grecia solo por detrás de los todopoderosos Olympiakos y Panathinaikos, tuvo que llorar por primera vez una merma de categoría. El fracaso absoluto de una entidad donde todos los activos, desde los directivos hasta los aficionados, han tenido su parte de culpa en el entierro.

El AEK fue quien sufrió más la crisis griega entre los grandes pero al mismo tiempo ha sido víctima de otra crisis, la de los valores de todos aquellos que de una forma u otra han manchado el nombre y el escudo de una entidad que acumula casi noventa años de historia desde que la fundaran un grupo de refugiados griegos expulsado de Turquía allá por 1924.

La crónica de la muerte anunciada comenzó cuando firmaron el peor arranque liguero desde su creación. Se demostraba así que el equipo estaba destinado a sufrir durante toda la campaña debido a la imposibilidad de invertir con garantías en el mercado estival y a la obligación de deshacerse de sus grandes estrellas como consecuencia de su descomunal deuda.

Una deuda de 170 millones de euros con la hacienda pública amasada a lo largo de los años por saqueadores sin escrúpulos. La misma que hace un mes escaso provocó la custodia del administrador Andreas Dimitrelos y su posterior puesta en libertad tras el pago de una fianza de 40.000 euros. Además de señalarle a él como uno de los principales culpables, dos fiscales pidieron el arresto de los presidentes durante los nueve años anteriores. Como era previsible, todos escurrieron el bulto.

Intentando obviar los tejemanejes de los hombres de traje y corbata, la grada confiaba en el coraje de los suyos para salvar la dignidad sobre el tapete. Sin embargo pronto se demostró que la plantilla no iba a ayudar mientras albergara en su seno a desequilibrados mentales como el centrocampista Giorgos Katidis.

Talentoso en la misma medida que imbécil, el jugador internacional en las categorías inferiores decidió celebrar su gol ante el Veria con un saludo nazi. Pese a que aseguró que no sabía lo que significaba su gesto, hecho que solo hacía que convertirle en estúpido por partida doble, la Federación optó por apartarle de por vida de la selección. Asimismo el AEK le impidió jugar hasta final de temporada aplazando para entonces una decisión sobre su futuro. Desde ese momento los atenienses no volvieron a conocer la victoria.

A ello no ayudó, desde luego, el cambio de entrenador. A falta de solo dos partidos alguien consideró que lo más acertado era despedir al alemán Ewald Linen para sentar en el banquillo a Traianos Dellas, defensa central que se convirtió en mito como futbolista pero que carecía de experiencia previa como técnico.

En esa situación se llegó al encuentro frente al Panthrakikos, que debía disputarse en el Olímpico durante la penúltima jornada. Frustrados por un gol en propia puerta de Bougaidis en el tramo final, una piara de energúmenos incapaces de asumir que en el deporte no siempre se puede ganar, saltaron al césped para perseguir a sus jugadores camino hacia el túnel de vestuarios. El chiste de los cuatro gilipollas de turno le costó al club una sanción de tres puntos y por tanto su descenso directo a falta de un partido por disputarse, pese a que hubieran tenido opciones de salvación en función de otros resultados.

Se culminaba así un cúmulo de despropósitos en lo deportivo que al mismo tiempo no eran sino una analogía de lo que sucede a diario en un país sumido en el caos como consecuencia de una situación económica que ha cercenado la vida de los ciudadanos. Corrupción, violencia y exaltación de los radicalismos políticos concentrados en ese termómetro social que es el fútbol. Esperemos al menos que el desenlace sirva de escarmiento para no trasladar el modelo a otros ámbitos más importantes.

viernes, 19 de abril de 2013

El dilema de Gales

Fue en el año 1992. La Federación Galesa, interesada en fundar su propia liga, puso entre la espada y la pared a los diferentes equipos del país. Solo se barajaban dos opciones: O estar con ella o estar contra ella. Muchos siguieron su estela pero seis "rebeldes" optaron por permanecer en el sistema del fútbol inglés, mucho más competitivo y por tanto todo un desafío a la hora de progresar hasta el techo.

El tiempo parece haberle dado la razón a alguno de ellos. Mientras la Premier League galesa naufraga en la mediocridad, su equivalente inglesa tendrá el año que viene a dos clubes oriundos de Gales. Una peculiaridad nunca vista hasta ahora que se une a la sempiterna presencia de Giggs como un icono del torneo y a la sugerente y efervescente aparición de Gareth Bale.

Tras varios intentos fallidos, el Cardiff logró al fin volver a colarse entre los mejores, un éxito que no conseguía desde el año 1962. El premio es fruto al trabajo bien hecho, un característica que también ha acompañado al Swansea. Con su juego y su plantilla, el otro conjunto galés, que ya espera en la Primera División, ha cautivado a los aficionados y ha conseguido conquistar la Copa de la Liga.

Mientras, en el otro bando, el New Saints parece haber recogido el cartel de dominador que en los inicios tuvo el Barry Town. Ninguno de los dos, ni el resto de equipos que les acompañan en el día a día, gozan de apenas relevancia a nivel internacional. Habituados a caer en las primeras rondas previas de la Champions League y la Liga Europa, sus características ser acercan más al amateurismo.

De hecho la Federación nacional, en un intento de darle un empujón a sus intereses, ha intentado en varias ocasiones que participaran en la Copa los clubes que aceptaron aliarse con los ingleses aunque el experimento nunca ha llegado a cuajar por la negativa de los más potentes, contentos con el sistema que les acoge.

Las diferencias entre aquellos que decidieron seguir vinculados al sistema inglés y los que optaron por el galés se aprecia también en la selección. Los únicos equipos del país que aportan nombres al combinado nacional son el Swansea y el Cardiff. Ni rastro de los segundos, cuyo nivel no alcanza el mínimo exigido.

Así pues Gales es a día de hoy un país dividido en dos, aquellos que se ciñen al ámbito local, al fútbol carente del oropel y de la vistosidad pero ligado a las raíces más tradicionales y los que cada semana disfrutan viendo a sus representantes en franca competencia con algunos de los mejores peloteros del planeta. Dos maneras diferentes de entender un deporte con muchas aristas.

jueves, 18 de abril de 2013

¿Qué ha sido de... los austríacos de la Real Sociedad (I): Marcus Pürk?

Mucho antes de que la Real Sociedad disfrutara de su excelente momento actual, antes incluso de que pasara por Segunda División y de que quedara subcampeona de Liga clasificándose para la Champions, aterrizaron en San Sebastián dos jugadores ofensivos nacidos en Austria; Markus Purk y su compatriota Dietmar Kühbahuer.

Esta semana y la que viene os hablaré de ellos. Por orden de llegada a San Sebastián, he decidido empezar por Purk, que coincidió con su compatriota vistiendo la camiseta verde y blanca del Rapid de Viena pero que se marchó en la operación que propició el aterrizaje de este último en el vestuario blanquiazul. Marcus apenas duró un año en el que su falta de acierto le hizo perder protagonismo en las alineaciones.

Conviene decir, eso sí, que su adquisición parecía un acierto a juzgar por el cartel que traía consigo. Formado en la cantera del Austria de Viena, el traspaso al máximo rival hizo correr ríos de tinta y que le pitaran durante un tiempo los oídos. Las cifras demuestran que no entendía de presión y que, independientemente de los colores que le pagaran, no estaba dispuesto a decaer en su rendimiento.

Se coronó como pichichi compartido del campeonato nacional con la irrisoria pero sólida cifra de trece goles y fue considerado por muchos el mejor jugador de la competición, todo ello con 21 años. Como decía antes los precedentes no se cumplieron en España y encadenó tras la Real dos cesiones consecutivas. La primera fue al Sturm Graz. La segunda, aún más provechosa y con opción de compra, de nuevo al Rapid de Viena.

En la capital consiguió levantar una carrera que parecía ir cuesta abajo. Hasta tal punto fue así que se interesó por él un conjunto alemán, el Múnich 1860. Allí pasó cinco campañas que acabaron siendo un calvario por sus reiterados problemas físicos, lacra que le impedía rendir con regularidad. Al final abandonó la entidad en 2004 cuando esta descendió a Segunda para retornar a su tierra. Fue el principio del fin.

El Admira Wacker fue su primera parada pero con ellos solo pudo jugar un partido. Regresó entonces a la capital para militar en el First, un club de tercera división completamente alejado del glamour del Austria o el Rapid. Pese a ese paso hacia atrás, consiguió una oportunidad en Segunda de la mano del ASK Schwadorf. No cuajó y tras una cesión al Admira, siguió con su racha de equipo por año.

Primero el Stockerau, donde alternaba su actividad sobre el césped con su formación como entrenador, y luego el Simmeringer fueron las últimas paradas antes de encontrar de nuevo la estabilidad en el Margarethen, el lugar donde, a sus 38 años, terminará de marchitarse el currículum de un futbolista que desperdició su talento. 

lunes, 15 de abril de 2013

Tarde de luna


Para sorpresa del fútbol argentino y mundial, Boca Juniors cayó este fin de semana por 6-1 contra San Martín de San Juan en un encuentro donde la ambición de los anfitriones desbordó al equipo grande. El menudo pero talentoso Jorge Luis Luna (primero en la foto por la izquierda) fue el gran protagonista firmando con el ocho a la espalda una actuación personal memorable.

"Elegí un barrio privado, a una cuadra de mi casa, ¿para qué irme más lejos? No puedo alejarme de mis raíces. No importa que Don Torcuato me quede lejos de mi trabajo. Yo me entreno a las diez de la mañana, y de mi casa salgo a las siete... En Boca me dicen: "¡Vos estás loco!". Y yo les digo que sí, pero termino el entrenamiento y cuando pienso que vuelvo a mi barrio, vuelvo contento, vuelvo feliz".

"Si estuviera en otro lado, no sería igual, porque ése es mi lugar, donde nací, donde comemos asados con mis amigos. En mi casa, siempre somos quince o veinte: mi vieja y mi mujer no están muy contentas, porque parece que tengo una familia de cuarenta personas, pero para mí, esos son los momentos más lindos de cada día".

Estas palabras las pronunció en agosto del año 2011 Juan Román Riquelme cuando le abrió las puertas de su casa al diario local "Veredas". Fue una entrevista más centrada en su vida y su personalidad que en lo futbolístico. De sus declaraciones traslucía pasión por el barrio que le vio nacer y cariño por aquellos que lo hicieron junto a él.

Las calles forjaron un carácter ganador y amistades de potrero que aún conserva. Una de ellas es la de un tipo caracterizado por sus orejas de soplillo y su escaso 1,71 de estatura. Apodado "Lunita" o "Semilla", Jorge Luis Luna ha conseguido ligar al profesionalismo su carrera como volante, aunque esta ha seguido caminos bastante opuestos a los de Juan Román, cuya técnica individual siempre estuvo acompañada del oropel y el lujo que deriva de vestir una camiseta como la de Boca Juniors.

Sin embargo la vida siempre le reserva a los futbolistas mortales un día grande, ese que pueden contarle a sus nietos y a los hijos de estos si sobreviven al devenir del tiempo. El de "Lunita" llegó este fin de semana. Algo durante la semana indicaba que podía suceder. Reclutado desde agosto por el San Martín, de la localidad de San Juan, su equipo recibía la visita xeneize.

Como no podía ser de otra forma había telefoneado a su amigo ante tan magno evento para conocer de primera mano si estaría sobre el césped. La respuesta fue negativa lo que en el fondo para sus intereses deportivos resultaba positivo. Esa tranquilidad debió acompañarle el resto de la semana y dibujarle una sonrisa al pisar el césped.

El resto es una historia, negra para los bonaerenses y escrita con letras de oro en los libros de los locales, cuyo desenlace ni el propio Luna en su momento de motivación máxima podía haber imaginado. La incontestable victoria por 6-1 sacó los colores al conjunto capitalino, que solo había recibido trece "sets" en su historia y desfiguró el rostro de Bianchi.

"Lunita" regaló cuatro e hizo otro completando una tarde maravillosa que nadie olvidará en la zona y que al mismo tiempo permite a los de Rubén Forestello soñar con la permanencia. Acostumbrado a disfrutar con las gestas de su compañero de asados, esta vez le tocó a él sacar pecho y llevarse todos los focos ante la impotencia de Román. La herida escocerá un tiempo, seguro, pero la amistad todo lo cura. A no mucho tardar, en torno a una buena mesa, aquellos dos muchachos de barrio volverán a llamarse para ponerse al tanto de su rutina. Es lo bonito del fútbol.

viernes, 12 de abril de 2013

El Basilea se hace mayor



Hay eliminatorias y momentos que cambian la vida de un club. También hay partidos que marcan un antes y un después en la carrera de un futbolista. Muchas veces ambas situaciones coinciden. No en el caso de Mohamed Salah y Mohamed El-neny. Ambos fueron protagonistas ayer en el encuentro que clasificó al Basilea para una semifinal europea por primera vez en su historia. Pero hace tiempo ya que disputaron el choque de sus vidas.

Nacidos en la gobernación de Gharbia, al norte de Egipto, los disturbios surgidos en su país les pillaron en pleno despertar futbolístico. Pronto la bélica se impuso a la balompédica y con la masacre de Port Said como punto de inflexión, el fútbol pasó a un segundo plano y la competición en el césped llegó a su fin.

Un daño colateral de la dramática situación que amenazaba con cercenar las alas de una generación de jóvenes sobre la que recaía una gran responsabilidad, la de suceder a sus inmediatos predecesores recuperando el dominio continental y volviendo a disputar al fin un Mundial que se les resiste desde el año 1990.

Para que los efectos fueran menos dañinos, la selección olímpica del país decidió disputar algunos amistosos en el Viejo Continente que les sirvieran para ponerse a tono de cara a la cita de Londres y no acusar el parón. En aquella expedición, que debía cruzarse con el Basilea, viajaban Salah y El-neny.

El primero salió tras el descanso y en tan solo cuarenta y cinco minutos demostró que no estaba dispuesto a coger el avión de vuelta. Dos goles y una exhibición de sus regates eléctricos le valieron una prueba y a la postre un contrato. Algunos meses más le costó a su compatriota. Actualmente en calidad de cedido por el Arab Contractors hasta final de campaña todo apunta a que dentro de unos meses vestirá la camiseta del Norwich.

Sus casos son solo dos ejemplos del excelente trabajo con los jóvenes que hace el club suizo, sin duda el pilar sobre el que sustenta todos sus éxitos. Chavales con ganas de comerse el mundo en su mayoría procedentes de la tierras helvéticas, propicias estas para la producción de jóvenes talentos por la confluencia de culturas que allí se da. Basta con ver la ascendencia kosovar de Xherdan Saqiri y Granit Xhaka, las dos últimas perlas en poner rumbo a otros países. Antes lo hicieron otros como Erem Derdiyok.

Lejos de perder enteros, los que llegan superan incluso a los que ya estuvieron. Y estos a su vez aprenden de aquellos que a su vez se criaron en la ciudad y hoy han vuelto tras mil y una batallas en el extranjero como Alexander Frei o Marco Streller. Los veteranos son el espejo en el que se miran los nuevos completando un círculo que se cierra y se mantiene gracias a los traspasos y un equipo de ojeadores envidiable. Estos, además de reclutar a lo mejor entre el producto nacional, traen futbolistas de fuera generando una alianza de civilizaciones que ha llevado al equipo a tener a gente de los cinco continentes entre el año pasado y este.

El Basilea crece día a día en lo deportivo y en lo económico. El año pasado batalló en Champions y este es la gran sorpresa en Liga Europa con un modelo donde la media de edad es escasa pero la ilusión y las ganas de hacerse un nombre inmensas. No podrá evitar que la ambición personal de sus imberbes estrellas les lleven a otras latitudes pero siempre tendrá un parche preparado cuando eso suceda. Producción de lujo para el autoconsumo y la exportación. Todo un ejemplo.

miércoles, 10 de abril de 2013

Hablando de fútbol con Ibón Pérez (II): "Cristiano debutó contra nosotros. Salió y empezó a hacer bicicletas perdiendo 4-1"


Como os dije el pasado lunes, aquí tenéis un enlace con la segunda parte de la entrevista a Ibón Pérez, delantero español que ha vivido numerosas experiencias en el extranjero. Hoy nos cuenta cómo fue su llegada a Rumanía, el debut de Cristiano Ronaldo y las conclusiones que saca de su vida futbolística.

http://www.ivoox.com/entrevista-a-ibon-perez-2-parte-audios-mp3_rf_1938405_1.html

Además os vuelvo a dejar la primera parte. Estos audios y el resto de entrevistas realizadas en el blog podéis consultarlas en el canal que "De paradinha" tiene en la plataforma Ivoox. En la columna de la derecha hay un enlace al mismo.

http://www.ivoox.com/entrevista-a-ibon-perez-1-parte-audios-mp3_rf_1931731_1.html

lunes, 8 de abril de 2013

Hablando de fútbol con... Ibon Pérez (I): "En Grecia, de la noche a la mañana, tuve que montarme en el primer avión que salía"


Sucede en ocasiones que mientras uno busca información sobre un tema acaba dándose de bruces con otra historia que resulta mucho más interesante. La idea hoy era contar el buen momento del Estoril, revelación de la liga portuguesa pero tirando del hilo descubrí que por allí había pasado tiempo atrás un futbolista español.

Su nombre es Ibon Pérez, actualmente milita en Tercera y el relato de su vida profesional daría, como mínimo, para un guión de cine. Cuando el fútbol nacional no tenía la repercusión de la que goza ahora y emigrar era algo a lo que muy pocos se atrevían, él se animó a dar el paso. Hoy puede contar que ha estado en catorce equipos de seis países diferentes y que ha vivido experiencias de todo tipo, muchas de ellas kafkianas.

Es la esencia de los pioneros que un día, cuando el término crisis no estaba en el diccionario, hicieron la maleta. Dividida en dos partes, hoy os dejo la primera, en la que repasa casi toda su carrera. En la segunda, que publicaré el miércoles, contará su estancia en Rumanía y otras muchas cosas. Espero que esta charla, grabada en los estudios de "Radiogoles", os resulte tan interesante como a mi.

http://www.ivoox.com/entrevista-a-ibon-perez-blog-de-audios-mp3_rf_1931731_1.html

viernes, 5 de abril de 2013

Hay vida después de la muerte

 
El Rangers de Glasgow ha dado esta semana el primer gran paso de su nueva vida tras proclamarse campeón de cuarta división, a la que fue descendido el pasado verano por las deudas acumuladas. Sin embargo el esfuerzo podría ser en vano si finalmente la reestructuración del fútbol escocés sale adelante.

Montrose es una ciudad costera con una playa infrautilizada la mayor parte del año por las copiosas lluvias que castigan a Escocia. Eso sí, la aparición del más mínimo rayo del astro rey es motivo suficiente para declarar oficiosamente un "Sunny Day". Entonces los niños, bien abrigados, acuden allí con sus cubos y palas a echar el rato mirando el mar de reojo.

No parece un lugar idílico para celebrar nada y menos un campeonato de liga. Sin embargo hace tiempo que el glamour quedó obsoleto para el Rangers, que con su empate ante el equipo local certificó la conquista del título tras conocer, ya en el autobús, que su perseguidor (utilizar la muletilla de "inmediato" cuando les separa 21 puntos parece ofensivo) el Queens Park había caído en casa ante el Elgin City.

Cuenta el entrenador Ally McCoist que nada más conocer su nueva realidad, los jugadores se metieron juntos en un pub a refrescar sus gaznates. Recurrían así al alcohol como medio para aliviar las penas y olvidar un año en el que han tenido que correr sobre sembrados ante un público que se acordaba de sus ancestros con recurrencia salpicando con su saliva a todo aquél que pisaba la banda.

Pese a todo, y en lo deportivo, el periplo por las catacumbas se ha asemejado más a un placentero paseo en globo que a un infierno. Solo dos equipos han sido capaces de derrotarles a lo largo de la campaña. Eso sí, siempre quedará en el recuerdo el 9 de marzo, ese día en el que dos niñatos imberbes de nombre Ally Love y David Hopkirk osaron profanar Ibrox vistiendo la camiseta del Annan City, el penúltimo clasificado. Tendrán algo que contarle a sus nietos.

No ha habido muchos más sobresaltos, fracasos coperos aparte, para un club que contaba con una plantilla semejante al "dream team" frente a rivales con futbolistas que fuera del césped tenían que ganarse la vida en otros menesteres. Solo un parada más en el lento proceso hacia la máxima categoría, donde les seguirá esperando un Celtic que probablemente esté viviendo la temporada más aburrida de su historia.

En este peregrinar de nuevo hacia la gloria surge, eso sí, un problema. Los de Glasgow han tenido la mala suerte de caer en mal lugar en mal momento. La posible reestructuración del fútbol escocés amenaza con pasar la fiesta por agua y no por cerveza. En caso de que se creara una estructura de tres divisiones, esta no integraría al Rangers pese a su ascenso.

La idea, por supuesto, no gusta a los protestantes, que en palabras de su director ejecutivo Charles Green, amenazaron el pasado mes de enero con abandonar el fútbol nacional, una decisión que no sería buena para el mismo teniendo en cuenta la cantidad de dinero que, pese a su "drama", sigue moviendo el club.

Pendientes del fin de la historia, ellos han cumplido con su parte; la de empezar a construir una nueva realidad sobre unos cimientos sólidos que no se tambaleen por el despilfarro económico y la necesidad enfermiza de quedar por encima de su gran rival histórico. Pasito a pasito, se va haciendo caminito.

miércoles, 3 de abril de 2013

¿Qué ha sido de... Hakan Sükür?

 
Hay un detalle interesante en la Wikipedia inglesa cuando uno consulta información acerca del Galatasaray. Durante varias líneas se repasan los nombres más importantes de la historia del club, esos jugadores que dejaron huella. Taffarel, Hagi, Jardel (del que ya hablamos en este sección http://deparadinha.blogspot.com.es/2009/03/que-ha-sido-de-mario-jardel.html )... y Hakan Sükür. El caso de este último es singular ya que a su nombramiento le precede la frase "y por último pero no menos importante...". Una aclaración innecesaria que no hace sino demostrar lo que fue su carrera, ninguneada por lo general pese a sus cifras.

En un día especial para el Galatasaray, que vuelve a unos cuartos de Champions League desde que en la temporada 2000-2001 le eliminara su rival de hoy, el Real Madrid, resulta interesante repasar la figura del que fue la estrella del club durante muchos años. Un hombre que con sus goles ayudó a levantar la Copa de la UEFA contra el Arsenal y que al mismo tiempo fue faro de la selección otomana durante años hasta el punto de convertirse en el segundo futbolista con más internacionalidades y el máximo goleador. Con la elástica nacional consiguió además, dicho sea de paso, el gol más rápido en la historia de los mundiales.

Estos guarismos en un país con un fútbol competitivo como Turquía hubieran valido para encumbrar a cualquiera, pero no al "Toro del Bósforo", siempre más criticado por los goles que fallaba que por los balones que con recurrencia llevaba a la red. Con orígenes albanokosovares, Sükür nació en Adapazari, al noroeste del país y allí fue donde comenzó a militar en el profesionalismo tras dar el salto desde el Sakaryaspor, el equipo más destacado de la ciudad.

Sus números fueron buenos pero no lo suficiente como dar el salto a una de las tres potencias nacionales. Sí lo hizo desde el Bursaspor, la parada previa a su primera experiencia en el Galatasaray. No tardó en despuntar con el conjunto capitalino y en llamar la atención de otras ligas. Apostó finalmente por la Serie A aceptando una oferta del Torino.

Duró seis meses, lo que tardó en llegar el mercado de invierno y regresar con el rabo entre las piernas al club de Estambul. Esa camiseta le sentaba bien y continuó demostrándolo con el paso de las temporadas. Levantó trofeos nacionales, se coronó como pichichi en tres ocasiones consecutivas y alcanzó la gloria definitiva en Copenhague con el único título europeo conquistado por una entidad turca.

Portada de todos los periódicos, regresó a Italia para enfundarse la camiseta del Inter de Milán. Comenzó entonces un periplo en el que intentó hacerse un nombre fuera de sus fronteras sin demasiado éxito. A los milanistas les siguió el Parma y a estos el Blackburn Rovers. No cuajó en ni ninguno y acabó volviendo a la casa en la que se sintió más cómodo.

Tras cinco años en su tercera etapa en el Galatasaray, acabó colgando las botas a los treinta y siete con varios cientos de goles a su espalda. Comenzó entonces la dura vida en la que un ex futbolista tiene que buscarse las castañas de otra forma. Los hay que se dedican a los banquillos o se meten en las directivas. Él prefirió centrarse en la política.

Entró en el AKP, el partido de Recep Tayyip Erdogan, y acabó siendo diputado en el año 2011 tras unas elecciones generales. Desde entonces ha causado más problemas que soluciones. A comienzos de 2012 se generó una controversia en torno a él cuando decidió aceptar una oferta de comentarista televisivo mientras desarrollaba su actividad en el Parlamento.

Al final la justicia le permitió compatibilizar ambas actividades ante las críticas de la oposición por prestar este sus servicios a una empresa privada. Más recientemente tuvo que desmentir unas declaraciones ante universitarios en las que al parecer aseguraba que se sentía más albano que turco. Con todo, sigue vinculado al deporte rey. De hecho hace apenas un par de semanas estaba sacando bolas en el sorteo de los grupos del próximo Mundial sub-20 junto a Rustu Recber. 

lunes, 1 de abril de 2013

Yo, Claudio


El peruano del Bayern Munich Claudio Pizarro firmó este fin de semana ante el Hamburgo su enésima gran actuación en la Bundesliga participando en seis de los nueve goles de los bávaros, que continúan con su plácido paseo hacia el título. Las cifras de su currículum servirían para agrandar la leyenda de cualquier futbolista, pero no la suya.

Fue en el año 1934 cuando el británico Robert Graves se decidió a publicar una de esas grandes historias que si no fuera por la curiosidad innata de los hombres seguramente habría quedado sepultada por toneladas de polvo. Con el tiempo esa autobiografía ficticia basada en un personaje que fue de carne y hueso se convirtió en un clásico. El indeleble sello de calidad de la BBC la llevó a la televisión en 1976 y diferentes listas la posicionaron entre las cien mejores novelas escritas en inglés durante el siglo XX.

Había motivos para ello. Al margen de la buena mano de Graves para juntar letras, "Yo, Claudio" cautivó a los lectores porque ponía los entresijos del poder romano en boca de Claudio; un perdedor al que sus familiares alejaron de la vida pública debido a sus taras físicas, pero que acabaría convirtiéndose en emperador rondando los cincuenta gracias a su capacidad para sobrevivir pasando desapercibido.

Algo semejante sucede con otro Claudio, este de apellido Pizarro y futbolista de profesión. Embutido en una figura alta y desgarbada, su perfil no es de los que suelen llamar la atención sobre un césped. A sus treinta y cuatro años cumple su decimocuarta temporada en el máximo nivel del fútbol europeo, tiempo suficiente para ser al menos reconocido entre los expertos como uno de los mejores del mundo.

Y sin embargo nadie parece haber ponderado su aportación al deporte rey y en concreto a una de sus competiciones más potentes como es la Bundesliga, a donde llegó procedente de su Perú natal para desmontar cualquier tipo de mito acerca de los problemas de adaptación de los futbolistas sudamericanos a territorios desconocidos.

No necesitó hablar alemán para marcar quince goles en su campaña de debut con el Werder Bremen ni para aumentar esos guarismos a veintitrés en la segunda. Suele ser habitual, y su caso no fue la excepción, que cualquiera que asoma la patita en el balompié germano es llamado inmediatamente a las filas del Bayern Munich.

Convertido en secundario, mamó de los pechos de Elber cuando este daba los últimos coletazos en el club y pese a que a veces contaban con él para el once inicial, se resignó a su papel de bombero en situaciones de emergencia. Mientras las cámaras enfocaban a compañeros como Effenberg o Kahn, alemanes que parecían hechos en cadena para lucir con brío el traje típico en el Oktoberfest mientras se hacían acompañar de voluptuosas mujeres con menos ropa que carne para lucir; Pizarro se dedicaba a meter goles con total discreción.

Cansado del oropel y el ninguneo se permitió quizás su única licencia en muchos años, la de pedir más dinero cuando escuchó el tintineo que emitían los rublos puestos al servicio del Chelsea por el ruso Roman Abramovich. Frente a su virtud para pedir estaba la apuesta del Bayern por no dar personificada en la figura de Karl-Heinz Rummenigge, que le cerró las puertas con una frase cuanto menos contundente: "Cualquier persona que quiera ganar tanto como Shevchenko, es mejor que empiece a jugar como Shevchenko".

Hasta para eso resultó sumiso Pizarro, que en Londres pareció experimentar un declive pronunciado en paralelo al vivido por el ucraniano. Su apuesta personal por repoblar de nueves puros el fútbol inglés resultó un fracaso y en cuanto pudo cogió avión de vuelta rumbo a Alemania aceptando vestir de nuevo la camiseta del Werder.

Nada cambió ni ha cambiado desde entonces. En su hábitat natural, conserva su fama de panzer inmisericorde con el área rival. Lo siguió siendo con el blanco de un Werder cuya decadencia silenciaba sus gestas relegándole a un plano residual y lo sigue siendo desde que el pasado verano aceptara regresar como tercer delantero al Bayern Munich, esa familia que le escondía como al protagonista de la novela.

Sus cuatro goles contra el Hamburgo serán papel mojado cuando la plantilla levante a no mucho tardar el trofeo de campeón. Los fotógrafos buscaran entonces la sonrisa de Mario Gómez y de Mario Mandzukic, los dos jugadores que compiten con él por el puesto, sin mencionar que el peruano hace un tanto cada setenta minutos que está en el campo mientras ellos necesitan casi un partido o un partido y medio para igualar ese registro.

Tampoco recordará nadie que es el máximo goleador de su país en el fútbol europeo ni que es el tercero en la lista de anotadores sudamericanos en las competiciones internacionales del Viejo Continente solo por detrás de Messi y Di Stefano. Pasarán por alto, por supuesto, que desde que llegó a Alemania ha promediado con sus equipos más de diez goles por temporada hasta convertirse, con mucha diferencia ya, en el máximo goleador extranjero en el campeonato teutón. También en el que más partidos ha disputado.

Él, mientras, seguirá a su ritmo. Alejado del ruido mediático después de asumir que en el fútbol hay sobrevalorados e infravalorados y que a él le ha tocado ocupar un puesto de privilegio entre los segundos, se permite de vez en cuando paladear bocaditos de gloria. El último le sabe a caviar. Desde el pasado sábado se encuentra entre los diez futbolistas que más goles han transformado en la historia del campeonato nacional apeando de esa lista, curioso el destino, a Karl Heinz-Rummenigge.