Tras el más que meritorio triunfo de Ghana sobre Estados Unidos, lo que le convierte en la tercera selección africana en disputar los cuartos de final de un Mundial, todas las cámaras se digirían hacia un tipo con pinta descuidada y con poco gusto por el vestir.
Ese hombre, que se asemejaba a un ejecutivo recién salido de una jornada laboral de quince horas y que mezclaba una corbata multicolor hortera con un abrigo de estilo deportivo, es Milovan Rajevac, al que muchos consideran el artífice del éxito de las "Estrellas negras". Ríos y ríos de tinta, miles y millones de perfiles, se escribirán sobre su persona en los próximos días dibujándole como el salvador de la patria.
Yo, personalmente, me niego a personalizar en él lo logrado por lo ghaneses. No cabe duda de que bajo su batuta el equipo ha ganado en rigor defensivo y en orden táctico, adquiriendo algunas de las características más importantes del Viejo Continente. Pero a fin de cuentas no deja de ser un serbio que aterrizó de la noche a la mañana en el país africano con un traductor y los conocimientos que traía de las experiencias previas en su país para intentar aplicarlos en otro ambiente.
El verdadero artífice de lo logrado hoy para mí tiene otro nombre igual que otros nombres tiene por ejemplo lo logrado por España en la Eurocopa. El fútbol puede ser tremendamente injusto a veces y generalmente no reconoce el mérito de esos personajes anónimos cuya misión es cardar la lana para que otros se lleven la fama.
Me refiero a gente como Juan Santiesteban, Ginés Meléndez o en el caso que nos ocupa Sellas Tetteh. Este nombre, desconocido para el gran público, ha sido el que ha puesto los mimbres de todo el entramado del que ahora disfruta Rajevac y a buen seguro, desde su nuevo puesto como seleccionador de Ruanda, saborea de forma agridulce lo logrado por su país.
Porque sobre sus hombros se ha establecido durante años todo el sistema de categorías inferiores de Ghana con un rendimiento óptimo, pero siempre se le ha negado la oportunidad que se les dio a otros y la Federación apenas le concedió el mando de la abolsuta durante un par de meses como interino.
Doce de los veintitrés jugadores que conforman el combinado nacional (y también Essien, que en condiciones normales estaría seguro) han pasado en algún momento de su carrera por su manos, bien en el Liberty Professionals o en las inferiores ghanesas y a buen seguro todos llevan algo de él en su ADN.
Por si pareciera poco y esta impronta no fuera suficiente fue además capaz de guiar a la sub-19 a la conquista del campeonato del mundo de la categoría el año pasado, dando la alternativa a jóvenes como Ayew, Johathan Mensah, Samuel Inkoom o Adiyiah; futbolistas todos ellos que hoy están en tierras sudafricanas.
Lamentablemente así es el fútbol a veces. Alguien me dijo un día que los grandes equipos siempre buscan colocar a los mejores entrenadores en las categorías inferiores y cada vez entiendo más el motivo. Hay que tener muchas habilidades para lidiar con las ganas de comerse el mundo de los jóvenes y para inculcarles los valores necesarios para afrontar el profesionalismo sin por ello descuidar la parte futbolística. Una vez que todos son profesionales, el resto, salvo en casos concretos como el de Domenech, es ponerles en el campo.
domingo, 27 de junio de 2010
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1 comentario:
Estoy de acuerdo con tu comentario, pero no se puede restar mérito a quien ha dotado a Ghana de orden táctico y sentido del juego. Precisamente aquello de lo que carecen otras slecciones africanas con, sin duda, mejores hombres y que nunca llegarán a despuntar en un gran torneo practicando el "fútbol-cachondeo".
Un saludo.
CMG
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