viernes, 29 de mayo de 2009

Bahumjohann, el perfil del Bayern

Fuente: Torfabrik

Existe la regla no escrita de que todo jugador alemán que llame la atención acaba irremediablemente pasando por el Bayern de Munich. No lo digo en este caso por Mario Gómez, que también, sino por Alexander Baumjohann, al que el equipo bávaro tenía atado desde el mes de enero, convirtiéndole en el primer fichaje de cara al próximo año con permiso de Tymonschuk.

La precipitación del Bayern tiene una explicación lógica pues el jugador quedaba libre en verano. Con el inusual 29 a la espalda su explosión ha sido clave para que el Moenchengladbach haya logrado mantenerse en la Bundesliga a última hora. Criado en la cantera del Schalke 04 se desplazó a la del equipo que le hizo debutar en la máxima categoría. Baumjohann ha respondido a la gratitud destapándose como el mediocentro ofensivo con más futuro de Alemania.

Los que acudan al Allianz a partir de agosto verán en él a un descarado ambidiestro de 22 años con reminiscencias de dos de los últimos ídolos de la afición: Michael Ballack y Mehmet Sholl. Fuerte y recuperador como el primero y menudo, con gran visión de juego y fino golpeo desde fuera del área como el segundo; su único problema puede encontrarlo en el banquillo, donde se sentará el meticuloso Louis Van Gaal. En principio Baumjohann responde al perfil que le gusta al técnico por su capacidad para sacrificarse en beneficio del grupo pero con el holandés todo es posible.

Si sabe darle continuidad, galones, y consigue sacar lo mejor de sí mismo en Munich estarán amamantando a un jugador con hehcuras de crack llamado a dar alguna que otra tarde de gloria de las que tanto se ha echado de menos este año. En caso contrario no me cabe ninguna duda de que acabará triunfando en algún otro lugar.

Os dejo un vídeo suyo

miércoles, 27 de mayo de 2009

¿Qué ha sido de... Carsten Jancker?


Dicen que en los grandes partidos se demuestra quienes son los grandes jugadores. Hoy que vuelve la cita anual con la Final de la Liga de Campeones me gustaría echar la vista atrás y mencionar la excepción de este axioma. Esta lleva el nombre de Carsten Jancker el que fuera espigado delantero del Bayern Munich, que nunca pareció destacar en nada pero que probablemente fuera el mejor de los bávaros en aquel trágico partido perdido en el último suspiro contra el Manchester.

Con su 1,93 de estatura Jancker acabó haciéndose un hueco en el equipo al que regaló seis años de fútbol y en el que se convirtió en la versión primaria de lo que hoy es conocido como "delantero de moda" en atención a los tipos altos, con buen control del balón y buena definición. Criado en varias canteras germanas su eclosión se produjo, paradójicamente, en su temporada en el Rapid de Viena austríaco, de donde le contrató el Bayern. Siempre a la sombra de un delantero como Elber (en la actualidad ojeador y descubridor del central Breno), acabó perdiendo en la lucha de secundarios que mantenía con Santa Cruz y Pizarro y se marchó rumbo al Udinese.

La Serie A sacó todas sus carencias y algunos le tacharon de lento y predecible. Aunque su misión no era la de dar velocidad al juego sino la de ejercer de faro ofensivo, acabó volviendo a Alemania con el rabo entre las piernas. Tras una temporada en el Kaiserslautern, el descenso del equipo le obligó a cambiar de aires y puso rumbo a las filas del Shanghai Senshua chino. Su irrupción, como no podía ser de otra forma, fue como la de una cabra en un garaje. Ver a un tipo gigante de casi dos metros en una competición como la asiática, plagada de tipos pequeños y rápidos debió de ser algo así como ir al circo.

Tras jugar sólo siete partidos Jancker decidió volver a las frías tierras centroeuropeas y hoy, con 34 años, verá con nostalgia, envidia y quizás algo de terror (por eso de que el Manchester es uno de los contendientes) la final de Champions desde el televisor de su casa de Mattersburg (Austria), donde juegan en la actualidad.

lunes, 25 de mayo de 2009

Formas de pasar a la historia

Si por algo se caracteriza la historia de la humanidad es porque esta varía en función de quien la cuenta y es diferente en función del cristal con que se mire. Eso sí, todo el mundo sabe cuándo algo es histórico porque permanece en la memoria colectiva por los siglos de los siglos. Hay motivos más que sobrados para pensar que este fin de semana cumple con los requisitos necesarios para entrar en esta clasificación, independientemente de las razones que cada uno esgrima para hacerlo.

Pongamos que hemos nacido en Alemania. Lo que recordaremos en los años venideros será el triunfo del humilde en la Bundesliga más igualada desde los albores de los tiempos. En el imaginario colectivo permanecerá una extraña pareja de delanteros, la formada por un tipo desgarbado semidesconocido (Dzeko) y por un brasileño que explotó a la tierna edad de 30 años tras foguearse en equipos de segunda fila (Grafite), capaces de anotar entre los dos 54 goles. Dos tipos diferentes entre sí, uno más tímido el otro con más carácter, cada uno a lo suyo pero a la vez siempre al servicio del equipo, capaces de no mirarse a la cara o de fundirse en un caluroso abrazo.

El equipo de la Wolkswagen (siempre me queda la ilusión de que el dinero de mi Golf recién estrenado haya puesto su granito de arena para obrar el milagro) se ha hecho por méritos propios con un plato que parecía no querer nadie. El primero que se bajó fue el Hoffenheim o lo que es lo mismo, Ibisevic. Cuando el ariete bosnio cayó en desgracia se cayó con él todo el equipo demostrando que probablemente haya sido el jugador más determinante del año. El siguiente fue el Hertha, coincidiendo con el bajón goleador de Voronin que trajo consigo una caraja generalizada del resto de sus compañeros. El Sttutgart llegó tarde y el Bayern, siendo generosos, diremos que renunció al campeonato contratando a Klinsmann en el mes de agosto.

Dadas las circunstancias el campeonato es el justo premio a la regularidad del Wolfsburgo, que trabajó como las hormiguitas persiguiendo un sueño y que ha realizado una segunda vuelta antológica de la mano del "Mago Magath", que en invierno plantó la semilla para recoger los jugosos frutos en verano poniendo la guinda a un proyecto que arrancaba al aterrizar en Alemania un tipo conocido como "Cabezón" hace ya algunos años.

El Wolfsburgo ganó la liga en silencio, en silencio la celebró (las caras de los jugadores reflejaban más miedo que júbilo) y en silencio se marcharán su entrenador, rumbo al Schalke 04, y sus estrellas, dejando tras de sí los restos de una fiesta que será recordada siempre por los habitantes de la ciudad.

Esa es la versión del fin de semana histórico que se contará en tierras germanas. La que los trovadores de siglos venideros narrarán en Inglaterra será otra bien distinta, la de un equipo carismático que se precipitó definitivamente al vacío tras muchos años caminando por el alambre. Y lo hizo de forma cruel, quizás cuando menos y como menos lo merecía.

Poco a poco fueron cayendo los mitos en St James Park y todo de golpe, con dureza, sin tiempo para pensar en ello. Primero fue Kevin Keegan, cuando dejó el banquillo antes de arrancar la temporada tras discutir con los dueños del club, y finalmente fue Alan Shearer, "Big Al", el hombre que bautiza el bar del club en el estadio y da nombre a una parrillada compuesta de churrasco, chuleta de cerdo, chuleta de cordero y salchichas acompañada de patatas fritas, champiñón y tomate; y a una hamburguesa sólo de carne, tan simple como la temporada de "los urracas".

Porque sí, seamos sinceros, el juego del Newcastle no ha sido digno de un equipo de Premier. Ahora bien... ¿Lo ha sido el del Hull? ¿O quizás lo ha sido el del Stoke, que ha sobrevivido gracias a los hercúleos brazos de un tipo llamado Rory Delap, cuyo único mérito técnico es el de colgar melones al área directamente de saque de banda? El caso es que el equipo jugará el año que viene en segunda división y que el mal trabajo en los despachos ha acabado con la ilusión de una de las mejores aficiones de la Premier. Si el equipo consigue mantener la plantilla volverá pronto a codearse con los grandes, como hizo tras su último descenso. Otros cambiarán de aires. Y Damien Duff, independientemente de su futuro, soñará todas las noches con aquél balón percutido por Barry que le rebotó en la pierna derecha y se alojó en su propia portería. Su nombre, irremediablemente, quedará ligado a las páginas negras del club.

La historia del fin de semana ha quedado ya escrita en Alemania e Inglaterra, una historia de héroes y villanos, de alegrías y tristezas pero... ¿Qué versión contaremos los demás, a los que no nos tocan ni los unos ni los otros? No nos quedará más remedio que relatar la de la retirada ante su gente de un grande, del que probablemente sea uno de los mejores defensas de todos los tiempos y un mito del fútbol, la del eterno 3 del Milán. Ésta vez sí, ya no hay vuelta atrás, se ha consumado que Maldini no volverá a pisar el césped de San Siro. Aún recuerdo leer palabras suyas diciendo que dejaba el fútbol en el año 2002 e incluso otras el año pasado en la misma línea pero el gran Paolo siempre daba vuelta atrás. No me cabe duda que podría seguir jugando al fútbol varios años más pero desde ayer toca asumir que ya es ex-futbolista. La nostalgia invadirá a los tiffosi rossoneri pero queda un atisbo de esperanza en la grada. Su número queda retirado con una salvedad, que alguno de sus hijos juegue algún día en la primera plantilla. Los que les han visto jugar dicen que apuntan maneras.

Os dejo los mejores goles de la jornada
Hull-Manchester Autor: Gibson (0-1) http://www.youtube.com/watch?v=W4VRmPcxDP0&eurl=
Milán-Roma Autor: Riise (0-1) http://www.youtube.com/watch?v=1hEnQ3oyRKI&eurl=
Panathinaikos-PAOK Autor: Petropoulos (4-1) http://www.youtube.com/watch?v=9mPxZbVexP0&eurl=
Sunderland-Chelsea Autor: Anelka (0-1) http://videos.sapo.pt/cMdngW3GbqYsZHm5Vlr0
Pumas-Puebla Autor: Osorno (0-2) http://www.youtube.com/watch?v=454A_9m2BrM&eurl=
Siena-Juventus Autor: Del Piero (0-1) http://www.youtube.com/watch?v=0hqRz42OUek&eurl=
Young Boys-Luzern Autor: Renggli (2-2) http://www.youtube.com/watch?v=sLuAJrOLeLM&eurl=
Cagliari-Napoles Autor: Bogliacino (0-1) http://www.youtube.com/watch?v=6CB0j-SzQc0&eurl=
Wolfsburgo-Werder Autor: Diego (3-1) http://en.sevenload.com/videos/1WRbbsM-Wolfsburg-3-1-Bremen
Dzeko (5-1) http://es.sevenload.com/videos/3aQm4Bv-Wolfsburg-5-1-Bremen
Schalke-Hoffenheim Autor: Carlos Eduardo (2-2) http://es.sevenload.com/videos/9RfSoq0-Schalke-hoffenheim

viernes, 22 de mayo de 2009

La generación que llega

De todo lo que se ha visto en el Europeo sub-17, que concluyó el pasado lunes con la victoria de la clara favorita, Alemania, es conveniente destacar dos nombres por encima de los demás, el del holandés Ozyaküp, al que ya dediqué algunas palabras durante la retranmisión en directo de la primera semifinal el pasado viernes, y el alemán Buchtmann, un explosivo jugador que deslumbró en el encuentro contra Inglaterra y que en la final colgó al área la falta del primer gol.

Los equipos ingleses, factorías de grandes ojeadores, ya se habían adelantado al resto del mundo y les tenían firmados desde antes del torneo, conocedores de que podían explotar durante la cita. El primero, Ozyaküp, es un exquisito mediapunta con una gran visión de juego y que se maneja muy bien con el balón en los pies. Sin embargo, todo hay que decirlo, dio las sensación de desinflarse en los partidos importantes. En el Arsenal tienen muchas esperanzas puestas en él y esperan que se convierta en el nuevo Cesc, aunque la comparación, al menos de momento, es odiosa.

Chris Buchtmann, por su parte, es un centrocampista con una innata capacidad para el desborde y un guante en su pierna izquierda, con el que coloca centros milimétricos. Además posee nociones tácticas más que reseñables y una buena capacidad para el desmarque, habilidades todas ellas que parecen proceder de su formación en la cantero del Liverpool, en la que se ha convertido en uno de los valores más en alza.

Sin embargo no es justo resaltar a sólo dos hombres de todo el campeonato. Si Ozyaküp y Buchtmann son los que han puesto la calidad tanto Castaignos como Thy han sido los que han llevado el balón a la red, convirtiéndose en los pichichis del campeonato. El primero, que termina de cultivarse en la cantera del Feyeenord ha demostrado ser un delantero corpulento y fuerte con una enorme capacidad de sacrificio y más técnica de la que las apariencias apuntan. Thy por su parte es un excelente rematador de área con buenas dotes para la anticipación que puede dar muchas alegrías al Werder en el futuro.

Junto a ellos, y no por debajo, aparecen otros dos jugadores alemanes y un suizo. Más intermitente que Buchtmann pero quizás más técnico es Mario Goetze, un centrocampista del Borussia Dortmund que con el 10 a la espalda ha dejado los que probablemente hayan sido los dos detalles más hermosos del torneo: Un gol en el que sentó a media defensa inglesa y un regate inverosímil en un palmo de terreno contra Italia que acabaría en gol de Basala-Mazana. Precisamente este último es el segundo jugador alemán al que me quería referir, un lateral enormemente potente con muchísimo recorrido y capaz de pisar área si la situación lo requiere.

El último jugador del que hablaré es Janick Kamber, un todocampista helvético bastante regular y sobre el que pivotaba el juego de su equipo. Al igual que todos sus compañeros juega en un mercado relativamente asequible como es el de su país por lo que no sería extraño ver algún que otro movimiento migratorio este verano.

Alguno de todos estos nombres se quedará por el camino pero en sus botas está el futuro del fútbol europeo, que de momento parece gozar de una salud envidiable. Me gustaría dedicar ya de paso unas líneas a la excelente organización del torneo y a los aficionados. Está claro que Alemania siempre cumple y esta vez no ha sido una excepción. La asistencia ha sido envidiable y sólo dejar en su haber el pésimo horario destinado a la final, un lunes a las 10 de la mañana.

jueves, 21 de mayo de 2009

El futuro de Adebayor puede estar fuera del Arsenal

El delantero togolés ya estuvo relacionado el verano pasado con el A.C. Milán, y su traspaso estuvo muy cerca de realizarse, pero finalmente, Emmanuel Adebayor, optó por la apuesta por la Premier League de Arsene Wenger. Pero tras un año sin títulos, ahora su salida tiene más posibilidades que el año pasado, siendo sus destinos favoritos, Chelsea o A.C. Milán.

El ex jugador del Mónaco ha hecho una brillante campaña con los ‘Gunners’, lo que ha llevado a diferentes equipos a soñar con sus servicios. Solo recordar el golazo que marcó en El Madrigal frente al Villareal en la ida de los cuartos de final de la Champions League, gol que demuestra la calidad del togolés.

Desde su llegada al conjunto londinense en 2006, Adebayor ha marcado 62 goles con la camiseta ‘Gunner’, de los cuales 42 han sido en la Premier League. Su olfato goleador es devastador, y se lo demostró a los aficionados de la capital inglesa en su debut, cuando el Arsenal se enfrentó al Birmingham City, marcando el primer gol del encuentro. Pero no solo es idolatrado en Inglaterra, ya que en 2008 fue elegido ‘Jugador Africano del Año’.

Ahora su futuro puede estar fuera del Emirates Stadium, y la mayor causa puede ser la escasez de títulos que está consiguiendo el club. Su representante, Stephane Courbis, ha declarado a la prensa inglesa que todavía no hay ticket comprado para el jugador, pero sí que habrá una charla con Arsene Wenger al final de temporada para decidir su futuro. Futuro que parece tener dos puertas abiertas, Chelsea, Milán o incluso Inter de Milán, donde la primera opción sería irse al otro de los equipos de la capital inglesa, un duro palo para los aficionados del Arsenal.
Una semana queda de la temporada inglesa, por lo que poco que da para saber el futuro de Emmanuel Adebayor y de otros jugadores de la Premier League que pueden hacer las maletas para cambiar de equipo.

Carlos Cruz (Leeds, UK)

miércoles, 20 de mayo de 2009

¿Qué ha sido de... Sergei Rebrov?

Fuente: Daylife
Como no podía ser de otra forma en un día como hoy el protagonista de esta sección tenía que ser un jugador que pasó por las filas del Shakthar Donetsk. Algunos pensaréis que estoy trastornado ya que Sergei Rebrov quedará marcado a fuego como un símbolo del gran Dynamo de mediados de los 90, el que ponía la clase al servicio del matador Shevchenko. Pero ahí donde le veis un día vistió de naranja chillón (si es que el Shakhtar ya lucía a principios de los 90 esa camiseta tan horrible que por lo menos para mi gusto daña a la vista).
Y es que Rebrov debutó con 17 años en el equipo que hoy disputa la final de la UEFA, cuando aún jugaba en la liga de URSS. De hecho en Donetsk vivió la transición política jugando además la primera temporada de la liga ucraniana. A partir de ahí sus cifras hicieron que el grande por excelencia del país se fijara en él. Ocho exitosos años pasó en Kiev en los que colaboró a que el equipo tuviera un nombre en Europa.

En el año 2000 se fraguaba su fichaje por el Tottenham Hotspur, que puso sobre la mesa 11 millones de libras. En su primera temporada el ucraniano rindió a un buen nivel pero con la llegada de Glenn Hoddle al banquillo desapareció del mapa e incluso fue cedido al Fenerbahce. Desvinculado del equipo londinense se mudó de barrio para jugar con el West Ham, donde contó con minutos sin apenas acierto de cara a puerta.

Nostálgico regresó al equipo de sus amores, donde permaneció tres temporadas, hasta que fichó por el Unics Kazan ruso, con el que se proclamó recientemente campeón de Liga en compañía de Savo Milosevic.


Sin embargo la última vez que salió en los medios no fue por su indudable calidad sino por unas declaraciones en las que animaba a Pavlyuchenko a no fichar por el Tottenham asegurando que el ruso debería "tener cuidado" para que no le atracara "la población negra". Sin duda una reacción absurda de frustración ante su fracaso británico.


En un día tan especial como este para el fútbol ucraniano no puedo sino acordarme además de Valeri Lobanovsky, que también jugó en Shakhtar y que falleció en el año 2002. Aunque su vida siempre estuvo ligada al Dynamo de Kiev (donde estuvo 28 años como entrenador y jugador) y su memoria permanecerá perenne tras darle su nombre al estadio del equipo (es el único campo que conozco dedicado a un míster hasta que rebauticen Old Trafford como Alex Ferguson Stadium) no dudo que disfrutaría viendo como los mimbres que él colocó durante década hoy por fin pueden dar sus frutos.

Os dejo un vídeo de nuestro protagonista
http://www.youtube.com/watch?v=osco-ZpG2UA

lunes, 18 de mayo de 2009

Adiós al cuentacuentos del fútbol

Este fin de semana en el panorama internacional ha sido más que interesante, con el Inter y el Manchester proclamándose campeones de Liga, con el Girondins aupándose a los más alto de la Ligue One, con la retirada de Figo tras la conquista del Scudetto, con la Bundesliga aún por decidir, con la selección teutona Sub-17 proclamándose Campeona de Europa... Todo lo que se ha dado en estos tres días daría para escribir un libro pero nada sirve para llenar el vacío que deja uno de los escritores que mejor habló de fútbol, el uruguayo Mario Benedetti. Su fallecimiento, que me sorprendía ayer por la noche, me hizo olvidar los faraónicos proyectos que tenía para el post de hoy y pensar que lo mejor que puedo hacer es dejar que hoy hable él y ofreceros es uno de sus maravillosos cuentos sobre el deporte rey titulado "El césped". Creo que es el mejor homenaje posible y no me cabe ninguna duda de que muchos entenderéis por qué le dedico hoy estas líneas. Sé que es largo y que a muchos os echará para atrás su lectura. Para los que os atreváis, sabed que merece la pena. Al final os dejo los mejores goles de la jornada

EL CÉSPED
El césped. Desde la tribuna es un tapete verde. Liso, regular, aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizá crean que, con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho menos errar un pase. Los jugadores corren como sobre patines o como figuras de ballet. Quien es derrumbado cae seguramente sobre un colchón de plumas, y si se toma, doliéndose, un tobillo, es porque el gesto forma parte de una pantomima mayor. Además, cobran mucho dinero simplemente por divertirse, por abrazarse y treparse unos sobre otros cuando el que queda bajo ese sudoroso conglomerado hizo el gol decisivo. O no decisivo, es lo mismo. Lo bueno es treparse unos sobre otros mientras los rivales regresan a sus puestos, taciturnos, amargos, cabizbajos, cada uno con su barata soledad a cuestas. Desde la tribuna es tan disfrutable el racimo humano de los vencedores como el drama particular de cada vencido. Por supuesto, ciertos avispados espectadores siempre saben cómo hacer la jugada maestra y no acaban de explicarse, y sobre todo de explicarlo a sus vecinos, por qué este o aquel jugador no logra hacerla. Y cuando el árbitro sanciona el penal, el espectador avispado también intuye hacia qué lado irá el tiro, y un segundo después, cuando el balón brinca ya en las redes, no alcanza a comprender cómo el golero no lo supo. O acaso sí lo supo y con toda deliberación se arrojó al otro palo, en un alarde de masoquismo o venalidad o estupidez congénita. Desde la tribuna es tan fácil. Se conoce la historia y la prehistoria. O sea que se poseen elementos suficientes como para comparar la inexpugnable eficacia de aquel zaguero olímpico con la torpeza del patadura actual, que no acierta nunca y es esquivado una y mil veces. Recuerdo borroso de una época en que había un centre-half y un centre-forward, cada uno bien plantado en su comarca propia y capaz de distribuir el juego en serio y no jugando a jugar, como ahora, ¿no? El espectador veterano sabe que cuando el fútbol se convirtió en balompié y la ball en pelota y el dribbling en finta y el centre-half en volante y el centre-forward en alma en pena, todo se vino abajo y ésa es la explicación de que muchos lleven al estadio sus radios a transistores, ya que al menos quienes relatan el partido ponen un poco de emoción en las estupendas jugadas que imaginan. Bueno, para eso les pagan, ¿verdad? Para imaginar estupendas jugadas y está bien. Por eso, cuando alguien ha hecho un gol y después de los abrazos y pirámides humanas el juego se reanuda, el locutor idóneo sigue colgado de la “o” de su gooooooool, que en realidad es una jugada suya, subjetiva, personal, y no exactamente del delantero que se limitó a empujar con la frente un centro que, entre todas las otras, eligió su cabeza. Y cuando el locutor idóneo llega por fin al desenlace de la “ele” final de su gooooooool privado, ya el árbitro ha señalado un orsai que favorece, ¿por qué no?, al locatario.
Es bueno contemplar alguna vez la cancha desde aquí, desde lo alto. Así al menos piensa Benjamín Ferrés, veintitrés años, digamos delantero de un Club Chico, alguien últimamente en alza según los cronistas deportivos más estrictos, y que hoy, después de empatarle al Club Grande y ducharse y cambiarse, no se fue del estadio con el resto del equipo y prefirió quedarse a mirar, desde la tribuna ya vacía (sólo quedan los cafeteros y heladeros y vendedores de banderitas, que recogen sus bártulos o tal vez hacen cuentas) aquel campo en el que estuvo corriendo durante noventa minutos e incluso convirtió uno, el segundo, de los dos goles que le otorgan al Club Chico eso que suele llamarse un punto de oro. Sí, desde aquí arriba el césped es una alfombra, casi un paño verde como el del casino, con la importante diferencia de que allá los números son fijos, permanentes, y aquí (él, por ejemplo, es el ocho) cambian constantemente de lugar y además se repiten. A lo mejor con el flaco Suárez (que lleva el once prendido en la espalda) podrían ser una de las parejas negras. O no. Porque de ambos, sólo el Flaco es oscurito.
Ahora se levanta un viento arisco y las gradas de cemento son recorridas por vasos de plástico, hojas de diario, talones de entradas, almohadillas, pelotas de papel. Remolinos casi fantasmales dan la falsa impresión de que las gradas se mueven, giran, bailotean, se sacuden por fin el sol de la tarde. Hay papeles que suben las escaleras y otros que se precipitan al vacío. A Benjamín (Benja, para la hinchada) le sube una bocanada de desconsuelo, de extraña ansiedad al enfrentarse, ¿por primera vez?, con la quimera de cemento en estado de pureza (o de basura, que es casi lo mismo) y se le ocurre que el estadio vacío, desolado, es como un esqueleto de multitud, un eco fantasmal de esa misma muchedumbre cuando ruge o aplaude o insulta o agita banderas. Se pregunta cómo se habrá visto su gol desde aquí, desde esta tribuna generalmente ocupada por las huestes del adversario. Para los de abajo en la tabla, el estadio siempre es enemigo: miles y miles de voces que los acosan, los persiguen, los hunden, porque generalmente el que juega aquí, el permanente locatario, es uno de los Grandes, y los de abajo sólo van al estadio cuando les toca enfrentarlos, y en esas ocasiones apenas si acarrean, en el mejor de los casos, algunos cientos de fanáticos del barrio, que, aunque se desgañitan y agitan como locos su única y gastada bandera, en realidad no cuentan, es imposible que tapen, desde su islote de alaridos, el gran rugido de la hinchada mayor. Desde abajo se sabe que existen, claro, y eso es bueno, y de vez en cuando, cuando se suspende el juego por lesión o por cambio de jugadores, los del Club Chico van con la mirada al encuentro de aquel rinconcito de tribuna donde su bandera hace guiños en clave, señales secretas como las del truco. Y ésta es la mejor anfetamina, porque los llena de saludable euforia y además no aparece en los controles antidopping.
Hoy empataron, no está mal, se dice Benja, el número ocho. Y está mejor porque todos sus huesos están enteros, a pesar de la alevosa zancadilla (esquivada sólo por intuición) que le dedicaran en el toletole previo al primer gol, dos segundos antes de que el Colorado empujara nuevamente la globa con el empeine y la colocara, inalcanzable, junto al poste izquierdo.
Después de todo, la playa es mía. Desde hace quince años la vengo adquiriendo en pequeñas cuotas. Cuotas de sol y dunas. Todos esos prójimos, prójimas y projimitos que se ven tendidos sobre las rocas o bajo las sombrillas o corriendo tras una pelota de engañapichanga o jugando a la paleta en una cancha marcada en la arena con líneas que al rato se borran, todos esos otros, están en la playa gracias a que yo les permito estar. Porque la playa es mía. Mío el horizonte con toninas remotas y tres barquitos a vela. Míos los peces que extraen mis pescadores con mis redes antiguas, remendadas. El aire salitroso y los castillos de arena y las aguas vivas y las algas que ha traído la penúltima ola. Todo es mío. ¿Qué sería de mí, el número ocho, sin estas mañanas en que la playa me convence de que soy libre, de que puedo abrazar esta roca, que es mi roca mujer o tal vez mi roca madre, y estirarme sin otros límites que mi propio límite o hasta que siento las tenazas del cangrejo barcino sobre mi dedo gordo? Aquí soy número ocho sin llevarlo en la espalda. Soy número ocho sencillamente porque es mi identidad. Un cura o un teniente o un payaso no necesitan vestir sotana o uniforme o traje de colores para ser cura o teniente o payaso. Soy número ocho aunque no lo lleve dibujado en el lomo y aunque ningún botija se arrime a pedirme autógrafos, porque sólo se piden autógrafos a los de los Clubes Grandes. Y creo que siempre seré de Club Chico, porque me gusta amargarles la fiesta, no a los jugadores que después de todo son como nosotros, sólo que con más suerte y más guita, ni siquiera a la hinchada grande por más que nos insulte cuando hacemos un fau y festeje ruidosamente cuando el otro nos propina un hachazo en la canilla. Me gusta arruinarles la fiesta, sobre todo a los dirigentes, esos industriales bien instalados en su cochazo, en su piso de la Rambla y en su mondongo, señores cuya gimnasia sabatina o dominical consiste en sentarse muy orondos, arriba en el palco oficial, y desde ahí ver cómo allá abajo nos reventamos, nos odiamos, nos derretimos en sudores, y cuando sus jugadores ganan, condescienden a llegar al vestuario y a darles una palmadita en el hombro, disimulando apenas el asco que les provoca aquella piel todavía sudada, y en cambio, cuando sus jugadores pierden, se van entonces directamente a su casa, esta vez por supuesto sin ocultar el asco. En verdad, en verdad os digo que yo ignoro si hacen eso, pero me lo imagino. Es decir, tengo que imaginarlo así, porque una cosa son las instrucciones del entrenador, que por supuesto trato de cumplir si no son demasiado absurdas, y otra cosa son las instrucciones que yo me doy, verbigracia vamo vamo número ocho hay que aguarle la fiesta a ese presidente cogotudo, jactancioso y mezquino, que viene al estadio con sus tres o cuatro nenes que desde ya tienen caritas de futuros presidentes cogotudos. Bueno, no sé ni siquiera si tiene hijos, pero tengo que imaginarlo así porque soy el número ocho, insustituible titular de un Club Chico y, ya que cobro poco, tengo que inventarme recompensas compensatorias y de esas recompensas inventadas la mejor es la posibilidad de aguarle la fiesta al cogotudo presidente del Grande, a fin de que el lunes, cuando concurra a su Banco o a su banca, pase también su vergüenza rica, su vergüenza suntuosa, así como nosotros, los que andamos en la segunda mitad de la tabla, sufrimos, cuando perdemos, nuestra vergüenza pobre. Pero, claro, no es lo mismo, porque los Grandes siempre tienen la obligación de ganar, y los Chicos, en cambio, sólo tenemos la obligación de perder lo menos posible. Y cuando no ganamos y volvemos al barrio, la gente no nos mira con menosprecio sino con tristeza solidaria, en tanto que al presidente cogotudo, cuando vuelve el lunes a su Banco o a su banca, la gente, si bien a veces se atreve a decirle qué barbaridad doctor porque ustedes merecieron ganar y además por varios goles, en realidad está pensando te jodieron doctor qué salsa les dieron esos petizos. Por eso a mí no me importa ser número ocho titular y que no me pidan autógrafos aquí en la playa ni en el cine ni en Dieciocho. Los partidos no se ganan con autógrafos. Se ganan con goles y ésos los sé hacer. Por ahora al menos. También es un consuelo que la playa sea mía, y como mía pueda recorrerla descalzo, casi desnudo, sintiendo el sol en la espalda y la brisa en los ojos, o tendiéndome en las rocas pero de cara al mar, consciente de que atrás dejo la ciudad que me espía o me protege, según las horas y según mi ánimo, y adelante está esa llanura líquida, infinita, que me lame, me salpica, a veces me da vértigo y otras veces me brinda una insólita paz, un extraño sosiego, tan extraño que a veces me hace olvidar que soy número ocho.
Alejandra. Lo extraño había sido que Benja conociera sus manos antes que su rostro, o mejor aún, que se enamorara de sus manos antes que de su rostro. Él regresaba de San Pablo en un vuelo de Pluna. El equipo se había trasladado para jugar dos amistosos fuera de temporada, pero Benja sólo había participado en el primero porque en una jugada tonta había caído mal y el desgarramiento iba a necesitar por lo menos cinco días de cuidado, así que el preparador físico decidió mandarlo a Montevideo para que allí lo atendieran mejor. De modo que volvía solo. A la media hora de vuelo se levantó para ir al baño y cuando regresaba a su sitio tuvo la impresión de ser mirado pero él no miró. Simplemente se sentó y reinició la lectura de Agatha Christie, que le proponía un enigma afilado, bienhumorado y sutil como todos los suyos.
De pronto percibió que algo singular estaba ocurriendo. En el respaldo que estaba frente a él apareció una mano de mujer. Era una mano delgada, de dedos largos y finos, con uñas cuidadas pero sin color. Una mano expresiva, o quizá que expresaba algo, pero qué. A los dos o tres minutos hizo irrupción la otra mano, que era complementaria pero no igual. Cada mano tenía su carácter, aunque sin duda compartían una inquietante identidad. Benja no pudo continuar su lectura. Adiós enigma y adiós Agatha. Las manos se movían con sobriedad, se rozaban a veces. Él imaginó que lo llamaban sin llamarlo, que le contaban una historia, que le ofrecían respuestas a interrogantes que aún no había formulado; en fin, que querían ser asidas. Y lo más preocupante era que él también quería asirlas, con todos los riesgos que un acto así podía implicar, verbigracia que la dueña de aquellas manos llamara inmediatamente a la azafata, o se levantara, enfrentada a su descaro, y le propinara una espléndida bofetada, con toda la vergüenza, adicional y pública, que semejante castigo podía provocar. Hasta llegó a concebir, como un destello, un título, a sólo dos columnas (porque era número ocho, pero sólo de un Club Chico): conocido futbolista uruguayo abofeteado en pleno vuelo por dama que se defiende de agresión sexual.
Y sin embargo las manos hablaban. Sutiles, seductoras, finísimas, dialogaban uña a uña, yema a yema, como creando una espera, construyendo una expectativa. Y cuando fue ordenado el ajuste de los cinturones de seguridad, desaparecieron para cumplir la orden, pero de inmediato volvieron a poblar el respaldo y con ello a convocar la ansiedad del número ocho, que por fin decidió jugarse el todo por el todo y asumir el riesgo del ridículo, el escándalo y el titular a dos columnas que acabaran con su carrera deportiva. De modo que, tomada la difícil decisión y tras ajustarse también él el cinturón, avanzó su propia mano hacia los dedos cautivantes, que en aquel preciso momento estaban juntos. Notó un leve temblor, pero las manos no se replegaron. La suya prolongó aquel extraño contacto por unos segundos, luego se retiró. Sólo entonces las otras manos desaparecieron, pero no pasó nada. No hubo llamada a la azafata ni bofetada. Él respiró y quedó a la espera. Cuando el avión comenzaba el descenso, una de las manos apareció de nuevo y traía un papel, más bien un papelito, doblado en dos. Benja lo recogió y lo abrió lentamente. Conteniendo la respiración, leyó: 912437.
Se sintió eufórico, casi como cuando hacía un gol sobre la hora y la hinchada del barrio vitoreaba su nombre y él alzaba discretamente un brazo, nada más que para comunicar que recibía y apreciaba aquel apoyo colectivo, aquel afecto, pero los compañeros sabían que a él no le gustaba toda esa parafernalia de abrazos, besos y palmaditas en el trasero, algo que se había vuelto habitual en todas las canchas del mundo. Así que cuando metía un gol sólo le tocaban un brazo o le hacían desde lejos un gesto solidario. Pero ahora, con aquel prometedor 912437 en el bolsillo, descendió del avión como de un podio olímpico y diez minutos después pudo mirar discretamente hacia la dueña de las manos, que en ese instante abría su valija frente al funcionario aduanero, y Benja comprobó que el rostro no desmerecía la belleza y la seducción de las manos que lo habían enamorado.
Benja y Martín se encontraron como siempre en la pizzería del sordo Bellini. Desde que ambos integraran el cuadrito juvenil de La Estrella habían cultivado una amistad a prueba de balas y también de codazos y zancadillas. Benja jugaba entonces de zaguero y sin embargo había terminado en número ocho. Martín, que en la adolescencia fuera puntero derecho, más tarde (a raíz de una sustitución de emergencia, tras lesiones sucesivas y en el mismo partido del golero titular y del suplente) se había afincado y afirmado en el arco y hoy era uno de los guardametas más cotizados y confiables de Primera A.
El sordo Bellini disfrutaba plenamente con la presencia de los dos futbolistas. Él, que normalmente no atendía las mesas sino que se instalaba en la caja con su gorra de capitán de barco, cuando Martín y Benja aparecían, solos o acompañados, de inmediato se arrimaba solícito a dejarles el menú, a recoger los pedidos, a recomendarles tal o cual plato y sobre todo a comentar las jugadas más notables o más polémicas del último domingo.
Era algo así como el fan particular de Benja y Martín y su caballito de batalla era hacerles bromas cada vez que, por azares del fixture, debían jugar frente a frente, ellos dos que eran tan amigos. Y el sordo mantenía al día su contabilidad particular. En los tres años que ambos llevaban en Primera A, Benja sólo le había hecho a Martín dos goles, pero de penal, y más de una vez el golero le había sacado al corner uno de esos fulminantes cabezazos que hacían el delirio de la hinchada y que constituían el más preciado don del número ocho. Cuando estoy frente al gol, decía Benja, mi obsesión es introducir la pelota en un ángulo absolutamente inalcanzable, y ahí no hay golero amigo que valga, pero si tengo la mala suerte de que el tipo que está en el arco me ataja el zurdazo o lo que sea, entonces prefiero que el que se luzca sea Martín y no otro.
El sordo llevaba la cuenta, con el mismo rigor que una computadora, de todas las atajadas de Mar tín, desglosándolas en varias categorías: con los puños, con una mano y al corner, retención con ambas manos, abandono momentáneo del arco a la manera de un back de antaño. Y también la nómina de los tiros al arco efectuados por Benja: de derecha, de zurda, de cabeza, de chilena, tiros muy desviados, apenas desviados, los que daban en el travesaño, en el poste izquierdo, en el derecho, los tantos anulados por “orsai”, los penales errados y los acertados, y como corolario, los rotundos y gloriosos goles efectivamente convertidos.
A Benja y a Martín les divertía aquel culto singular, que oficiaba de memoria plural, pero si bien nunca lo admitían con todas las letras, ni siquiera en sus diálogos privados, en el fondo todo ello halagaba sus respectivas y modestas vanidades y constituía un motivo adicional (además de los ñoquis a la boloñesa y los capeletis a la caruso y el buen tinto de la casa) para hacerles coincidir, al menos una vez por semana, en el local de Bellini, que, aunque en los hechos (y en los precios) había ascendido con justicia a la categoría de restaurante, aún seguía mostrando en su refulgente neón bicolor su condición original de pizzería.
Sólo cuando, después de los comentarios y risotadas de rigor, el sordo consideró oportuno regresar a su puente de mando, o sea la caja, Martín empezó a poner sus preocupaciones y dudas sobre la mesa. Comenzó con rodeos, aproximándose al tema pero sin abordarlo directamente. Por ejemplo, preguntándole a un Benja, más callado que de costumbre, si pensaba en España o en Brasil. Que no pensaba nada, dijo Benja, pero el otro fue contundente: pues yo sí. Benja comentó que hacía bien, que todo era cuestión de temperamento. O de alergias. Y Martín, qué temperamento ni qué alergias, vos podés pegar el brinco más fácilmente que cualquier otro; un buen delantero siempre es codiciable, ya que es un producto que no abunda; para los dirigentes los campeonatos se ganan con los goles que se meten, no con los que se evitan. Benja intenta refutar y recuerda que ha habido sonados pases de goleros. Sí, ya sé: Fillol, Pumpido, y ahora ese ruso Dassaev. Pero no vas a comparar, es tan raro que los intermediarios se rompan los cuernos por conseguir el pase de un arquero. Ustedes los delanteros son los que maradonean, los que prometen (y a veces consiguen) el paraíso; decime Benja, cuántos números ocho tiene este país que puedan verdaderamente hacerte sombra; tenés que irte y si podés no cruces el charco chico sino el charco grande. España, Italia. Además, sos el modelito más codiciado aquí, allá y acullá, o sea el número ocho que colabora con la defensa, domina el medio campo, pasa como un maestro, y por añadidura, hace goles de campeonato. Te juro que si yo fuera delantero ya me habría ido, pero no soy un metegoles sino un evitagoles y eso no cuenta. Si en un partido te meten tres, sabés cómo te putean: si te rompiste todo y no te hacen ninguno, si te pasaste los noventa minutos sacando pelotas imposibles y aguantaste todo el chaparrón de una delantera dribleadora, sorpresiva, potente, nadie se acuerda, pero si en un solo contraataque el número diez pescó a la defensa adelantada y corrió como un gamo e hizo el gol, el héroe es él, nunca el atajapelotas que quedó allá atrás, olvidado y a solas. En cambio, cuando el equipo contrario mete un gol, no se lo hace al cuadro entero sino al guardameta, es él quien falla en el instante decisivo, el que pese a la estirada no pudo alcanzar la pelota, el que tiene que ir mansa y humilladamente a recogerla en el fondo de la red, y también el que es enfocado por las cámaras para que el espectador pueda aquilatar su vergüenza, su bronca, su desconcierto, como contrapeso de la euforia, el estallido y la corrida triunfal del otro enfocado, o sea el autor del gol. Y encima te pasan el replay, para que tu humillación se duplique, se triplique, se multiplique hasta el infinito.
Martín concluyó su parrafada y miró a Benja, como pidiéndole apoyo. Pero el número ocho tomó despacito media copa de tinto, se limpió la boca con la servilleta, sonrió al mundo en general y dijo: “Tengo novia”.
En realidad, se había portado con paciencia y discreción. Tras el idilio manual del vuelo Pluna, dejó pasar tres días antes de llamar al 912437, cohibido tal vez por la secreta sospecha de que aquel número no existiera o sólo fuera una broma de la dueña de las manos. Por fin, el lunes (aprovechando que por suerte no había entrenamiento) se decidió a telefonear y si bien al comienzo la insistente llamada en el vacío pareció confirmar sus temores, precisamente cuando iba a colgar alguien decidió responder y él no dudó de que aquella voz era la de ella.
Hola, soy el del avión, dijo como fórmula introductoria suficientemente ensayada. Ah, dijo la voz, yo soy la de las manos. Sí, claro, me llamo Benjamín. Ya lo sé, y te dicen Benja, yo soy Alejandra y me dicen Ale. Parece que a la gente ya no le gustan los nombres largos. No, más bien creo que es la ley del menor esfuerzo. ¿Te gustaría que nos encontráramos?, preguntó él haciendo lo posible para que la expectativa no se tradujera en tartamudeo. Me gustaría. Y la otra voz era firme, sin la menor preocupación por evitar las vacilaciones.
De modo que se encontraron, a la tarde siguiente, en Los Nibelungos. El lugar lo había sugerido Benja, que jamás iba a esa confitería, distinguida si las hay, creyendo sinceramente que era el sitio más adecuado para un primer contacto. Sólo después advirtió que cualquier boliche de barrio habría sido mejor.
A esa hora de la tarde, todas las mesas de Los Nibelungos estaban ocupadas. Las tortas de manzana, las frutillas mit Sahne, las caracolas, los ochos, los merengues, las palmitas alemanas, colmaban las bandejas de los camareros, entre los que todavía se contaban algunos veteranos que, a través de los años y las vicisitudes, habían atendido a varios estratos de burgueses alegres, burgueses contritos, burgueses monologantes, burgueses activos, burgueses retirados, y también a señoras locuaces, militares camuflados, nietos y bisnietos de ex nazis domésticos, jóvenes modelos de espalditas bronceadas, garbosos locutores de televisión, parlamentarios de ademán fatuo, terceros suplentes de mirada sumisa, y sólo excepcionalmente a algún turista, fogueado y pez gordo, sonriente entre aceitunas, precavidamente feliz con su muchacha en flor. El humo de los cigarrillos formaba una discreta calima, surcada por voces roncas o argentinas (en sus dos acepciones), carcajadas que intentaban no ser risotadas, ceños respetables que se fruncían y desfruncían al compás de temas y anecdotario. Por supuesto, también había clientes no particularmente diferenciados, gente que tomaba su chocolate con stolen o su cerveza con sángüiches surtidos y mientras tanto leía el diario o tomaba apuntes en libretas de tapas verdes. El conjunto era un solo rumor que amontonaba sílabas y sílabas pero no permitía identificar palabras y coexistía con una vaharada espesa de tabaco y miel, de alcohol y pan tostado.
Ale apareció con el mismo vestido que llevaba en el avión (¿no tendrá otro?, pensó Benja, pero enseguida se avergonzó de su frivolidad), estaba linda y parecía contenta. El saludo, todavía formal, fue el pretexto para que las manos se reconocieran y lo celebraran. Hubo una ojeada de inspección recíproca y decidieron aprobarse con muy bueno sobresaliente.
Mientras esperaban el té y la torta de limón, ella dijo qué te parece si empezamos desde el principio. ¿Por ejemplo? Por ejemplo por qué te decidiste a tocar mis manos. No sé, tal vez fue pura imaginación, pero pensé que tus manos me llamaban, era un riesgo, claro, pero un riesgo sabroso, así que resolví correrlo. Hiciste bien, dijo ella, porque era cierto que mis manos te llamaban. ¿Y eso?, balbuceó el número ocho. Sucede que para vos soy una desconocida, yo en cambio te conozco, sos una figura pública que aparece en los diarios y en la televisión, te he visto jugar varias veces, en el Estadio y en tu barrio, leo tus declaraciones, sé qué opinás del deporte y de tu mundo y siempre me ha gustado tu actitud, que no es común entre los futbolistas. No reniego de mis compañeros, más bien trato de comprenderlos. Ya sé, ya sé, pero además de todo eso, probablemente el punto principal es que me gustás, y más me gustó que te atrevieras con mis manos, ya que, dadas las circunstancias, se precisaba un poquito de coraje para que tu cerebro le diera esa orden a tus largos dedos. Tal vez no fuera el cerebro y sí el corazón, sugirió Benja pero no bien lo dijo le sonó empalagoso. Uyuy, quién te dice, a lo mejor tenés el corazón en el cerebro. O viceversa. Bah, una cosa es cierta. A pesar de que me gustás, jamás te hubiera enviado seña alguna, pero el hecho de que coincidiéramos en el mismo vuelo me pareció algo así como un visto bueno del azar, y yo con el azar me llevo bien, sigo moderadamente sus consejos, pero, claro, con la iniciativa de mis manos sobrepasé el consejo del azar, todavía me asombro, yo también arriesgué, ¿no? ¿Te arrepentís? Espero que no. Bueno bueno, parece que me conocés al dedillo, así que mejor contame un poco de vos. Está bien: Alejandra Ocampo, veintidós años, nací en Mercedes pero vivo desde los nueve años en Montevideo, estudiaba en Humanidades pero dejé porque tuve que trabajar, me gano la vida en publicidad, proyecto textos seductores destinados a convencer a la pobre gente de que ingrese al mercado de consumo, a menudo trato de poner algún alerta en las entrelíneas, pero no puedo hacerlo siempre porque el jefe es avispado y se da cuenta. ¿Tus padres? Zona amarga ésa, están y no. Mi padre es uno de los uruguayos desaparecidos en Argentina. Hace tiempo que admití ante mí misma que está muerto, pero mi madre jamás lo admitirá mientras no disponga del necesario, imprescindible cadáver, y en esa esperanza dura, incontrolable, ha ido perdiendo su equilibrio. Mi hermano me lleva dos años, es dibujante y trabaja en otra agencia de publicidad (ya te habrás enterado de que es uno de los pocos sectores en que hay laburo). El y yo tratamos de convencer a mi madre de que es imposible que papá vuelva a estar entre nosotros (lo desaparecieron en el 74), pero ella nos mira recelosa, desconfiada, como si fuéramos cómplices de ese no-regreso. Y sin embargo la ausencia del viejo también para nosotros dos fue una catástrofe. Distinta a la de mamá, pero sin duda una catástrofe. Aunque me veas animada y bastante vital, tengo a veces mis bajones y lloro larga y desconsoladamente, claro que a escondidas de mamá. Lloro porque es algo injusto, porque el viejo era un hombre estupendo, al que quizá debo lo mejor de mí misma. Ahora bien, he observado que cada vez transcurre más tiempo entre uno y otro llanto. La frustración y el sentimiento permanecen, quizá más refinados y sutiles, pero la imagen física del viejo se va como desdibujando, es una lástima pero es así.
Benja avanzó una mano hasta la de ella. Caramba, Ale (ella sonrió ante el estreno del diminutivo), jamás habría imaginado una historia así, no tenés cara de desgracia. Onetti 1960, acotó ella. No, no tengo cara de desgracia, la llevo bien guardada, para no olvidarla, ¿sabés? No tengo cara de desgracia porque no quiero que, además de hundir a mi padre, me hundan también a mí, no en la muerte sin duelo sino en la tristeza. Sé que les cae mal que uno siga viviendo, y aunque fuera sólo por eso, vale la pena vivir y disfrutar la vida.
Ahora Sobredo hace un pase largo de cuarenta metros destinado a Robles que no alcanza el esférico, el alero Pena ejecuta el óbol en dirección a Seoane pero el joven centrocampista es duramente marcado por Ortega, el árbitro dice aquí no ha pasado nada, y entonces Ortega elude diestramente a Menéndez y a Duarte, la acción es realmente espectacular y ahora toca la pelota muy suave en dirección al goleador Ferrés, el Benja Ferrés que cada vez juega mejor y que ahora entra como una saeta, mueve la pelota con la izquierda, cambia de pierna, se viene, se viene, el aguerrido defensa Murias intenta evitar el inminente disparo, pero el Benja lo engaña con un extraordinario vaivén, esto señores es un ballet, se viene, gooooooooool, el impresionante tiro del número ocho penetra en el ángulo izquierdo de la valla haciendo infructuosa la meritoria paloma del veterano Sarubbi, quien para algunos escépticos ya no está para estos trotes, gran jugada la del pibe Ortega y notable la definición del artillero Ferrés, este Benja que está reclamando a gritos su tan esperada inclusión en la selección nacional, pero ya no como número ocho sino como número nueve, pues es innegable su vocación de ariete. Es con estos notables valores, que se formaron en el campito, es con estos productos de la cantera doméstica, que podremos recuperar el prestigio que otrora, etcétera.
En el tercer encuentro, que éste sí fue en un boliche, Benja y Ale decidieron vivir juntos. Desde el segundo encuentro había quedado claro que se necesitaban, tanto espiritual como físicamente. Ale había advertido: Está bien, pero no me lleves a una amueblada, ¿eh? Benja asintió con la cabeza, se quedó un rato pensando y luego dijo que, gracias a los premios a que se había hecho acreedor en la temporada pasada, había podido comprarse un apartamentito en el Cordón, pero todavía estaba vacío, sólo había heladera y cocina de gas. Ale dio un gritito de alegría: Lo amueblaremos juntos, yo también tengo ahorros.
Y lo amueblaron. De prisa. Aguijoneados por el deseo y también por una tímida confianza en ser felices. Empezaron por lo esencial, o sea cama, colchón, sábanas, fundas, almohadas. Luego, una mesa de cocina que serviría para todo. Había placares, de modo que se ahorraron el ropero. Mínima vajilla, cubiertos, platos, manteles, servilletas, hasta una cafetera eléctrica. Ella trajo dos cuadros que tenía en casa de su madre y él aportó unos telares artesanales que había traído de México, cuando fue con el equipo.
El día en que todo estuvo listo, llevaron sidra, brindaron (el orden fue meramente alfabético) por el amor, el fútbol y la publicidad, entre los dos tendieron la cama doble, besándose en cada cruce, con el mínimo pretexto de pasarse almohadas, fundas, portátiles. Luego se enfrentaron, conmovidos, entrelazaron sus manos ya que ellas habían sido las vanguardias, de tácito acuerdo empezaron a desvestirse mutuamente, amorosamente, hasta que el espectáculo de sus cuerpos, la plenitud de sus desnudeces, los exaltó más aún y se juntaron en el abrazo que tantas veces habían imaginado y que de a poco los fue volcando en el flamante lecho, que así quedó gloriosamente inaugurado.
Nunca se lo he confesado a nadie, dijo Benja pocos días más tarde mientras desayunaban en la cocina, pero a vos quiero contártelo. Tengo sueños, ¿sabés? Todos tenemos, dijo Ale. Sí, pero los míos son sueños de fútbol. Qué romántico, dijo ella riendo. No te burles, contigo no necesito soñar porque sueño despierto. Sueño que estoy en la cancha, pero no con mis compañeros de hoy. Estoy con Nazassi, Obdulio, Atilio García, Piendibeni, Gambetta, el vasco Cea, Schiaffino, Petrone, Luis Ernesto Castro, Abbadie y gente así, de distintas épocas, todo entreverado. Pero, Benja, vos no los viste jugar. No, pero he oído hablar tanto de todos ellos, para mi padre y mis tíos siguen siendo ídolos y ellos me han hecho relatos tan vivos de sus jugadas más célebres, que es casi como si los hubiera visto. Y fíjate que no sueño con los de ahora, Ruben Sosa, Francescoli, De León, Ruben Paz, Perdomo, Seré, a los que admiro y he visto jugar, sino con aquellos veteranos. ¿Y qué hacen en tus sueños? ¿Qué hacen? Jugadas extraordinarias. Una de esas noches el vasco Cea me dio un pase notable y sólo tuve que tocarla para hacer el gol. Y desde el fondo llega la voz de Nazassi, alentándonos, amonestándonos, dirigiéndonos. ¿Y eso te sirve de algo en los partidos verdaderos? Sí que me sirve, en realidad lo más extraño me ocurre en los partidos reales. De pronto, en plena cancha, me veo jugar con los viejos y no con mis compañeros actuales. Cuando advierto (no en el sueño sino en la realidad) que quien va a ejecutar el córner no es el pardo Soria sino el fabuloso Mandrake, entonces sé que la pelota va a volar directamente hasta mi cabeza y sólo tendré que darle un suave frentazo para colocarla en el ángulo. Sin ir más lejos, eso fue lo que me ocurrió el domingo. Y cuando, ya en los vestuarios, le pregunté a Soria cómo hiciste para ponerla justito en mi cabeza, él me dijo yo qué sé, fue rarísimo, como si la pelota, después que la lancé, hubiera seguido su propio rumbo hasta donde vos estabas, fue como si yo le hubiera dado un efecto sensacional pero no le di nada. Otras veces voy avanzando con la pelota y dos segundos antes de que el defensa contrario llegue a hacerme una zancadilla más bien criminal, oigo desde lejos la voz del negro Obdulio, cuidado botija, y puedo esquivar a aquel bulldozer. Y te podría seguir contando. Es raro, dijo Ale, y encendió un cigarrillo para pensar mejor. Es raro, sí, repitió Benja, por eso no lo cuento a nadie.
Desde que vivían juntos, Benja llevaba a Ale a la pizzería. El sordo Bellini la había recibido poco menos que con salvas, y la primera vez trajo un chianti para celebrarlo. Ale había caído bien entre los amigos de Benja, y especialmente Martín bromeaba preguntando al reducido auditorio qué le habría visto a Benja semejante preciosura. Algo habrá, decía el número ocho con aire de enigma, pero Ale se ponía colorada, así que no repitió la gracia.
Esta vez, cuando entró Martín, todos percibieron que venía radiante. Albricias, proclamó el sordo con su entusiasmo de costumbre, seguro que vos también te enamoraste. Frío frío, dijo Martín, cada vez más iluminado. Te sacaste la lotería, insinuó Ale. Frío frío. Te contrata Peñarol. Tibio tibio. ¿Nacional? Tibio tibio. Bueno, todavía no me enganchó nadie, pero el contratista Piñeirúa me aseguró esta mañana que hay un club español y otro italiano que se interesan por este joven y notable portero (te juro que dijo portero). Martín que no ni no, gritó Benja levantando los brazos. Hubo aplausos, abrazos, besos de Ale. Esperen muchachos, vamos a no festejar antes de tiempo, parece que la decisión la tomará el domingo, justo el día que jugamos contra ustedes, Benja, de modo que cuando te enfrentes al arco pateá con ganas así me luzco. Pierda cuidado, míster, cumpliré sus instrucciones.
También él estaba contento, porque sabía cuánto deseaba su compinche dejar este mercadito deportivo para consagrarse en un supermercado de veras. A partir de ese momento todos fueron proyectos. Martín no tenía pareja, así que iría solo, y eso facilitaba las cosas. Ya te veo venir en las vacaciones con una galleguita colgada al pescuezo, intercambio cultural que le dicen. ¿Y por qué no? Mirá que han mejorado mucho, dijo Ale, ¿querés que te preste ¡Hola! para que vayas haciendo boca? Bueno, tampoco exageres, no vayas a culminar tu carrera como violador de menores. En todo caso, de menoras. No jodan, che, el trabajo es lo primero. Te desconozco, flaco. ¿Me da la bendición, padre Martín? Ahora hablando en serio, ¿qué tal te sentís para el domingo, Benja? Como un potrillo.
Faltan apenas tres minutos para la conclusión de este excelente partido y el score se mantiene igualado en un gol por bando, resultado a todas luces justo y que a esta altura ya parece inamovible aunque ahora avanzan los anaranjados en lo que podría ser la última tentativa para vulnerar por segunda vez la valla de Martín Riera, que esta tarde (digamos que el único gol que le hicieron era sencillamente inatajable) ha confirmado su gran categoría al evitar varios goles que parecían cantados, en este momento lleva la pelota el puntero Suárez con su característica parsimonia, elude limpiamente a dos defensas y la cede a Henríquez, quien sin dejarla picar la toca hacia Ferrés, que la empalma sin problema, la pisa de espaldas al arco, se la pone virtualmente en los pies a Soria, qué calidad señores, Soria sin pensarlo dos veces la devuelve a Ferrés, jugada de pizarrón pero qué pizarrón, se viene, falla el zaguero Zamora al intentar el quite, sigue el Benja con el esférico, va a tirar, se viene, tiró, gooooooooool, increíble mis amigos, el balón, impulsado con gran picardía, le ha pasado a Martín Riera por entre las piernas, sí señores, aunque parezca increíble le ha pasado por entre las piernas, es algo insólito, desacostumbrado, asombroso, rarísimo, y aquí me faltan los sinónimos, que un arquero de la experiencia y calidad de Riera, a punto de ser transferido a un famoso club europeo, haya cometido un error tan garrafal que no sería de extrañar hipoteque el futuro de su hasta ahora brillante historial deportivo. Como se imaginarán los radioescuchas, la astucia de Ferrés, el extraordinario número ocho de los anaranjados, es todavía ruidosamente festejada en las tribunas, etcétera.
Cuando salían de la cancha, los abucheos y silbidos dedicados a Martín fueron de película. Benja no estaba en ánimo de festejar el triunfo, aunque en las duchas los demás cantaban a grito pelado y todos lo abrazaban por aquel golazo fenomenal. Benja no podía dejar de pensar en Martín. La otra noche, en la pizzería, le había dicho: Cuando te enfrentes al arco, tirá con ganas, así me luzco. Bueno, y él había tirado con ganas. Cómo iba a imaginar que a un golero como Martín la pelota le fuera a pasar por entre las piernas. Benja bien sabía que, de aquí a la Polinesia, para un golero eso significaba la vergüenza universal. ¿Estaría el agente europeo en la tribuna? ¿Cómo podía el bueno de Martín tener tanta mala suerte?
Esa misma noche, Benja (solo, sin Ale) fue a casa de Martín pero no lo encontró. Estaba muy abatido, dijo el padre. Qué horrible, don Riera, que haya sido justamente yo. No te preocupes, él no te echa ninguna culpa. Sólo está furioso consigo mismo. Dice que pensó que vos ibas a tirar a un ángulo. Y tiré a un ángulo, don Riera, pero la pelota rozó apenas a un back de ellos, creo que nadie se dio cuenta y entonces la pelota se desvió y lo encontró a Martín totalmente descolocado. En las entrevistas que me hicieron al terminar el partido yo dije eso varias veces como explicación. Sí, él te lo agradece, se dio cuenta de tu intención, pero lo que queda de este partido es que a Martín le hicieron un gol por entre las piernas.
Benja fue a tres cafés que frecuentaba Martín y en el tercero lo encontró. Estaba un poco borracho, y eso era grave porque Martín nunca bebía. Se acabó el viaje, Benja, y no sólo eso, también se acabó mi carrera aquí, no hay golero que sobreviva a que le hagan un gol por entre las piernas. Benja dedicó dos horas a darle ánimos. Yo me siento tan mal como vos, Martín, no puedo acostumbrarme a la idea de que justamente yo te haya hecho eso. No, Benja, no me hiciste nada, todo me lo hice yo. No sirvo para golero. Ni para nada. ¿Pero estaba el contratista de España? Estaba. Y aunque no estuviera. Con las fotos que mañana aparecerán en los diarios, alcanza y sobra. Seguro que hasta las publican en España y en Italia. Cualquier día se van a perder ese manjar. Y no sólo la foto sino el comentario: Y ésta es la maravilla que íbamos a importar del Tercer Mundo. Por otra parte, ya me dijo el entrenador que, por prudencia, no voy a ser titular por tres o cuatro partidos. Mirá, Benja de esto no me repongo ni atajando tres penales en una sola tarde. Pero Martín, no quiero verte así, tenés 21 años, te queda la vida, toda la vida. ¿Sabés lo que pasa? Pasa que para mí la vida es el fútbol, más aún, mi vida son los tres palos. Es como si me hubiera quedado sin vida.
Por solidaridad, Benja también se emborrachó y luego lo acompañó, llorando a dúo, hasta la casa de sus padres. El viejo Riera estaba despierto y dijo: Gracias, Benja, sos el mejor amigo de mi hijo.
El viernes, la noticia inauguró el noticiero de todos los canales: El ambiente futbolístico ha sido conmovido por un hecho inesperado y luctuoso. El conocido golero Martín Riera se ha pegado un tiro. Tanto el entrenador como sus compañeros de equipo atribuyen el suicidio a la profunda depresión que sufrió este excelente guardameta el domingo último, con motivo del fallo, realmente insólito en un jugador de su jerarquía, al serle marcado el segundo sol, casi sobre la hora, que significó precisamente la derrota de su equipo. Tanto este cronista como todo el equipo del noticiero hacemos llegar a los familiares de Martín Riera nuestras más sentidas condolencias.
Benja estaba destruido y Ale no sabía qué hacer. Ni uno ni otra habían escuchado directamente la noticia. Fue el sordo Bellini quien telefoneó para comentarla y se encontró con que ellos la ignoraban. No puedo creerlo, decía aquel buenazo, no puedo creerlo. ¿Cómo puede matarse alguien sólo porque le metan un gol? Ni que estuviéramos en la Edad Media. Jamás se lo perdonaré, jamás, cómo puede habernos hecho eso a vos y a mí. No esperó a que Benja dijera algo (en realidad, habría esperado en vano, ya que el número ocho estaba temblando de tristeza, sentimiento de culpa y desconcierto), con la voz quebrada dijo chau Benja y colgó.
Benja lloró como una criatura. Ale también, de modo que sus caricias no servían de consuelo. Y pensar que yo lo llevé a eso. No seas tonto, Benja, decía ella, él mismo te pidió que lo emplearas a fondo porque quería lucirse ante el agente europeo. Ya lo sé, ya lo sé. Pero, ¿por qué tuve que ser precisamente yo? Hubo por lo menos diez tiros peligrosos en ese segundo tiempo y él atajó todos como siempre, estirándose, arrojándose de palo a palo, alzando la pelota sobre el travesaño. Pero de eso nadie se acordó cuando la chiflatina del final, sólo lo juzgaron por ese maldito disparo mío. ¿Cómo podré entrar de nuevo en una cancha?
Ale lo besaba, lo abrazaba, lo defendía de sí mismo y de las fotografías que en las portadas del lunes habían documentado para siempre aquel gol de antología, así decía uno de los morbosos titulares. ¿Cómo voy a enfrentarme al viejo Riera, a ese pobre hombre que me dijo que yo era el mejor amigo de su hijo? ¿Y acaso no era cierto?
Besándose entre lágrimas, abrazándose poco menos que entre espasmos de dolor, de pronto advirtieron que una ola de ternura los había invadido y que, casi sin buscarlo, estaban haciendo el amor. Y Benja y Ale tuvieron en ese instante la certeza de que en esa misma jornada, cuando una vida cercana, entrañable, había decidido abandonarlos, ellos estaban creando una nueva, que por supuesto se llamaría Martín.
Este cementerio es de pobres, sin grandes monumentos mortuorios ni enormes lápidas de mármol con letras doradas. Este cementerio es de cruces sencillas, de adioses casi cursis en placas herrumbrosas, de caminos con pozos y pastitos quebrados, de gente humilde doblada sobre flores.
Habló el presidente del Club y pareció sincero. Historió la trayectoria amateur y profesional de Martín Riera. Dijo que en estos momentos era el mejor golero del fútbol uruguayo, pero que además era un formidable ser humano, un constante animador del equipo, un gran compañero, y que incluso su trágico gesto era en cierto modo un colmo de dignidad, un alarde de vergüenza en estos tiempos tan desvergonzados.
Junto al féretro estaba todo el equipo, incluido el golero suplente, que ahora ascendía al primero y sin embargo maldecía esa buena suerte. También había jugadores de los equipos de Primera A, incluso de los dos Grandes. Cuando todo terminó y aquella multitud todavía asombrada empezó a disgregarse (éstos habrían llenado la Colombes, murmuró sombríamente un hincha del montón, quizá uno de los que lo habían abucheado el último domingo), Benja y Ale se quedaron un rato, quietos y callados. No era fácil desprenderse de Martín.
Después, Benja puso su brazo sobre los hombros de la muchacha. Dejo el fútbol, Ale. Ella dijo que se lo temía, pero que tal vez era mejor no tomar ninguna decisión apresurada, pues ahora estaba demasiado afectado por la muerte de Martín. No, dijo él, con los ojos secos: Anoche, en esas dos horas que dormí, tuve uno de mis sueños. ¿Y? Y bueno, ya había terminado el partido, pero yo estaba todavía en la cancha y no sé por qué tenía la pelota bajo el brazo (eso sólo pasa en los sueños porque en la realidad la pelota se la lleva el árbitro), el público iba vaciando lentamente las tribunas, y de pronto sentí que alguien me tocaba el codo, suavemente, como con afecto, y me di vuelta. Eran Nazassi y Obdulio. A falta de uno, eran dos capitanes. Y uno de ellos, no sé cuál, me dijo: Dame la pelota, botija, y se la di. No tenés ninguna culpa, pero no tires más al arco. Siempre te vas a acordar de Martín y así no es posible meter goles. Dejá la globa, pibe, ahora que todos te quieren. Es duro dejar las canchas, nosotros bien que lo sabemos, pero será mucho más duro si esperás a dejarlas cuando empiecen a chiflarte porque errás goles seguros, penales decisivos. Y los dos me miraban con un cariño tan sobrio, tan poco escandaloso, pero tan real que dije que sí con la cabeza y los abracé, no como a fantasmas sino como a capitanes. Y es por eso que dejo, Ale, porque como siempre tienen razón.
Ale se arrimó más a su hombre. Le tomó las manos con sus manos, esas conocidas de siempre. Ya pensaremos después sobre el futuro, dijo ella. Sólo entonces empezaron a alejarse de Martín y su cruz, caminando a pasos lentos sobre ese pastito quebrado que es el césped del pobre. El césped.
Atalanta-Juventus Autor: Zanetti (2-1) http://www.youtube.com/watch?v=-bMR0n9u1EM&eurl=
Napoles-Torino Autor: Bianchi (1-1)
Trofense-Oporto Autor: Lisandro (0-3)
Middlesbrough-Aston Villa Autor: Sanli (1-0) http://www.youtube.com/watch?v=UeK2ZUazOfU
Roma-Catania Autor: Mascara (3-2) http://www.youtube.com/watch?v=7fFMA7Ymq7U&eurl=

viernes, 15 de mayo de 2009

Desgranando el Holanda-Suiza sub17 en Directo

10:50 Para el post de hoy haré algo que no había probado hasta ahora y que creo que puede ser interesante. Como bien sabéis el post de los viernes suele ir dedicado a las jóvenes promesas . Qué mejor contenido para hoy que comentar en directo mis sensaciones sobre la primera de las semifinales del Europeo Sub-17, que se celebra en Alemania y que enfrenta a Suiza, primera del grupo de España y a Holanda, segunda del otro grupo.

10:55 Saltan los jugadores al campo. Suiza sale con Siegrist, Goncalves, Chappuis, Veseli, Kamber, Buess, Niemeley, Buff, Xhaka, Seferovic y Ben Khalifa.
En Holanda jugarán Termate, Ligeon, Koppers, Madmar, De Vrij, Isoufi, Rashid, Ozyakup, Van Huijgevoort, Castaignos, Schepers.

10:57 La principal novedad será la inclusión en Holandaq de Schepers por Velder en el extremo izquierdo, un jugador del corte de Drenthe que no hizo una mala actuación contra Alemania en el último partido de la fase de grupos. No conviene perder de vista a Ben Khalifa en el combinado helvético y a Ozyakup en la Oranje. Ambos juegan con el número 10 a la espalda, el primero en el Grasshoppers y el segundo en el Arsenal.

min 0. Arranca el partido

min 7. El partido de momento está siendo muy disputado en el mediocampo y ninguno es capaz de implantar su dominio. Suiza abusa demasiado el juego en largo buscando al delantero de origen serbio Haaris Seferovic sin éxito mientras que en el Holanda el playmaker del Arsenal Ozyakup apenas ha olido el balón. Por sus botas pasan muchas de las opciones de disputar la final ya que es prpobablmente el jugador con mejor visión de juego del torneo.

min 17. Gol de Holanda, marca Isoufi. Ojito también con este jugador originario de territorio palestino. En este torneo sólo fue capaz de secarle el lateral alemán Labus, un jugador con capacidad de pisar área pero muy serio al corte. Creo que Isoufi quiso centrar y encontró la red pero en todo caso el gol ha sido de muy bella factura. Error garrafal de de Kamber en el despeje que dejó el balón en bandeja a Ozyakup para que lo moviera a su antojo. ¡Eso no se puede hacer!

min 21. Parece que Suiza se empieza a mostrar en ataque aunque tímidamente y sin crear aún ninguna ocasión de verdadero peligro. Están muy impacientes y Holanda se ha hecho con el control de la medular.

min 26. Primera ocasión, clarísima, de Suiza. El central del Grasshoppers Chappuis se incorporó al remate en un córner. Midió perfectamente los tiempos y sólo la aparición de un defensa bajo palos sacó el peligro. Se anima el choque.

min 28. ¡Inmenso el mediocentro Niemeley! Jugada inmensa de fuerza sacando el balón casi desde su área e incoporándose al ataque. Acabó cediendo al Ben Khalifa que se entretuvo. Muy flojo está el jugador franquicia de los helvéticos.

min 31. ¡¡¡Qué maravilla de control de Castaignos, antológico!!! Bajó el balón con guante de seda desde el cielo aunque la jugada acabó en nada. Es la segunda perla técnica que deja este espigado delantero ya que antes realizó una volea muy estética que se marchó fuera. Con apariencia de torpe pero un claro referente ofensivo para la oranje.

min 36. Paradón de Ten Mate a disparo desde la frontal de Xhaka. Iba con mucha potencia pero el meta holandés acerto a despejar el balón que se envenenaba. De las mejores intervenciones del torneo. Se anima el partido.

min 40. Gol de Holanda, Castaignos. Jugada para la polémica pues el el balón parece que nos traspasa la línea. En cualquier caso magnífica jugada de estrategia de los chicos de Stuivenberg en la falta, que despistó a una muy débil hoy defensa Suiza y puso el balón en bandeja a Castaignos.

Min 40. Termina el primer tiempo. Conviene recordar que en esta categoría los períodos duran cinco minutos menos.

Descanso. Holanda ha sido claramente superior a una débil Suiza, muy floja en defensa y que abusa demasiado de los balones largos ante la imposibilidad de mover el juego en el mediocampo. Hay que recordar que España se quedó fuera con cero goles a favor y cero goles en contra, unas cifras bastante curiosas. A pesar de que Holanda está dando una buena imagen el claro favorito sigue siendo Alemania,. que se enfrentará a Italia en la segunda semifinal a partir de las 17:45 horas. Con su gol Castaignos suma dos y empata en lo alto de la clasificación por el pichici con los alemanes Thy y Scheidhauer. Torneo con goles pero muy repartidos.

min 40. Arranca el segundo tiempo. Entra Martignoni y se va un inoperante Seferovic en Suiza. En Holanda entra Bouwmesteer y se retira Rashid.

min 42. Clara ocasión para Kamber que en boca de gol fue estorbado por un defensa holandés y remató el balón fuera.

min 46: Llama la atención la cantidad de público en las gradas. El torneo está concentrando a un gran número de aficionados gracias a que los partidos se juegan en campos de equipos de segunda divisón de localidades medianamente grandes. Creo recordar que el debut de Alemania en la competición fue el partido que más gente ha reunido en un Europeo sub-17.

min 50. Icomprensiblemente Holanda se ha encerrado en su área cuando tenía el encuentro dominado. El mérito también lo tiene Suiza que ha salido a morder desde que arrancó la segunda parte.

min 52. Gol de Suiza, Kamber. Pase antológico de Xakha desde el borde del área y Kamber, un lateral del Basilea con muy buenas hechuras y mucho ímpetu para pisar área, le ganó la partida a la defensa y al portero y recorta distancias. Holanda sigue encerrada en su propia portería. Mérito también del técnico, que en este segundo tiempo le ha dado un rol mucho más ofensivo.

min 61. Cambio en Holanda. Se retira Schepers, que ha ido de más a menos, y entra De Vries, un jugador de corte mucho más defensivo para evitar las acometidas de Kamber. ¡Por favor Ozyakup, entra en juego!

min 66. Cambio en Suiza. Entra Tosetti y se retira Goncalves.

min 67. ¡Impresionante Martignoni! Lo nunca visto. El suizo a sacado de espuela en el aire un balón que iba camino de gol. ¡Qué gran gesto técnico!.

m 70. Vaya parada más rara de Ter Mate. Ha tenido mucha suerte el portero que le ha dado en el tobillo un balón que no veía. Parecía no querer sacarlo.

m 73. Suiza agota sus tres cambios. Se retira Buff y entra Mijatovic. Se lanzan al ataque los helvéticos.

m 77. Se traba el partido y comienzan las tanganas y las discusiones propias del final de partido. Muy feo el gesto de Isoufi que se ha dejado caer sin nadie alrededor para perder tiempo. Estas cosas no gustan verlas en chavales tan jóvenes. En ese sentido chapeau por el técnico alemán, que en el encuentro contra Holanda retiró ipso facto del campo a Trinks, que estaba jugando un buen encuentro, tras una fea entrada sobre Ozyakup. Enseñar a estas edades es lo primero.

min 82. ¡¡ Increíble lo que ha fallado el suizo Buess!! Increíble e incomprensible. Esa jugada le marcará durante mucho tiempo. Completamente sólo delante del portero, con éste vencido y con dos minutos de añadido mandó el balón al larguero. ¡¡Qué final!!

m 83: Final del partido. Buess se desploma desconsolado sobre el terreno de juego y no es para menos. Desde aquí le mando todo mi apoyo al chaval, estas cosas pasan. Holanda jugará la final y lo hará probablemente contra Alemania, que a las seis menos cuarto se enfrentará a Italia. Espero que os haya gustado la experiencia del seguimiento en directo.

Aprovecho el post de hoy para anotarme una exclusiva que dejé en internet hace ya mucho tiempo. El artículo que os cuelgo data del 21 de noviembre de 2008. Con motivo de la foto de Florentino con Ronaldo y Zidane publiqué que su intención era la de presentarse a las elecciones. Usé la instantánea como percha pero era algo que sabía incluso de antes. Sólo vi publicado algo parecido de Pipi Estrada creo que el día 19 pero, dicho sea de paso, el mío estaba escrito con anterioridad y por el overbooking de textos que recibe la página en la que está publicado tardó más tiempo en aparecer. No pretendo ponerme una flor pero sí demostrar que estaba en lo cierto antes de que saliera en otros lados.

http://www.lahuelladigital.com/?p=1184

miércoles, 13 de mayo de 2009

¿Qué ha sido de... Lothar Matthaus?



Desde que me levanté esta mañana ya tenía claro que el post de hoy iría dedicado al Lothar Matthaus, del que hacía mucho tiempo que no se sabía nada. La casualidad ha querido que justo antes de ponerme a escribir este post el defensa alemán haya vuelto a saltar a la palestra, tras asegurar en el "Bild" que Florentino Pérez será el primero que traspasará la barrera de 100 millones de euros en un fichaje. A pesar de que muchos me tachéis de oportunista me temo que seré fiel a mis principios y trabajaré sobre la idea preconcebida ya que, aunque sus últimas andanzas pasan por las páginas del diario germano, su vida en los últimos años tiene aspectos muy interesantes y pintorescos.

Poco se puede decir sobre su inmaculada carrera como futbolista, en la que empleó 21 años de su vida entre el Borussia Moenchengladbach, el Bayern Munich, el Inter y el Metrostars, allá por el año 2000, justo antes de colgar las botas. En todos se convirtió en habitual hasta el punto que jugó más de 20 partidos en cada una hasta el año 98 donde disputó quince ya con 37 primaveras. Tales registros hicieron que jugara la friolera de 595 partidos como profesional sin añadir los de la selección alemana, donde se convirtió en una icono alcanzando las 150 internacionalidades. Y todo ello a un nivel altísimo.

Tras colgar las botas se embarcó en la trepidante aventura de los banquillos. El primero fue el del Rapid de Viena, de donde dio el salto al Partizán. Allí logró sus mayor éxito, clasificar al equipo de Belgrado para la Champions superando en la fase previa al Newcastle. En diciembre de 2003 Matthaus anunciaba que fichaba por la selección de Hungría con la intención de clasificarla para el Mundial de Alemania aunque no lo consiguió.

Fue entonces cuando decidió explorar nuevos continentes y se marchó a dirigir al Atlético Panaerense. Algo no debió gustarle en tierras brasileñas porque alegando problemas familiares volvió a Europa para un asunto de 3 o 4 días y nunca más se le volvió a ver el pelo.

De nuevo en el Viejo Continente (que brillante juego de palabras) tomó las riendas del Red Bull Salzburg, juguete del magnate de las bebidas energéticas Dietrich Mateschitz, al que llegó en compañía de Giovanni Trappatoni como secretario técnico. Del duelo de egos sólo podía salir un vencedor y fue el transalpino, obligando a Lothar a emprender su enésimo intento.

Esta vez se dejó seducir por los encantos del dinero y se encaminó hacia el Maccabi Netanya israelí, que hace poco más de dos semana anunció que no le renovaría por los malos resultados y su altas pretensiones.

Ahora, a sus 48 años, se dedica a su columna en el Bild y a vivir placenteramente en Tel Aviv con su cuarta mujer, la modelo ucraniana de 21 años Kristina Liliana, con la que se casó recientemente en Las Vegas.

Os dejo los mejores de la jornada como os prometí

Karlsruhe-Hannover Autor: Iashvili (1-0) http://es.sevenload.com/videos/UIH4xRx-B32-KSC-Vs-Hannover
Fourway Athletics-Sun Hei Autor: Desconocido (1-0) http://www.youtube.com/watch?v=razgi2bzudI&eurl=
Vaduz-Zurich Autor: Steinarsson (2-2) http://www.youtube.com/watch?v=EcrYptWVPKs&eurl=
Al Sharjah-Al Khaleej Autor: Jean Carlos (2-0)
Ajman- Al Wadha Autor: desconocido (1-1) http://www.youtube.com/watch?v=jefRhhM0PZY&eurl=
Inter-Chievo Autor: Marcolini (1-1)
Hoffenheim-Colonia Autor: Salihovic (1-0) http://en.sevenload.com/videos/zlcQ6Dp-Hoffenheim-1-0-Koeln


lunes, 11 de mayo de 2009

Una vez más, ganó el Oporto

Fuente: Fútbol91
Os propongo un juego. Quitádle el sonido a vuestro ordenador y meteros en la web de Oporto. Veréis nada más entrar el trailer de un vídeo. En ese momento y sin conocer la banda sonora ya deberíais saber que música le acompaña. Si no sois capaces meteros y ved el vídeo entero. Es más fácil acertarlo de lo que parece, para mi al menos lo ha sido. Aunque poco originales en la sonorización las imágenes son bastante estéticas y honran con justicia al campeón portugués que ayer se alzaba con su cuarto título liguero consecutivo. Un éxito parcial que podría ser completo si el equipo se impone al Paços en la final de Copa del 31 de mayo, consumando un doblete que no logran desde la 2005/2006. Pase lo que pase lo logrado este fin de semana es un premio merecido para el que de momento ha sido un buen año, con el equipo dando guerra en Europa de nuevo cuando en verano todos le creían deshauciado de la máxima competición del Viejo Continente por el escándalo del "Silbato de oro".
El escándalo hizo a muchos poner pies en polvorosa, como en el caso de Paulo Assunçao. Sin embargo los que se quedaron han bebido de las mieles de un conjunto que se ha reinventado a sí mismo y que con jugadores de nivel medio fue capaz de plantar cara al todopoderoso Manchester. La columna vertebral formada por Meirelles, Lucho, el gran "Cebolla" Rodríguez, el irregular aunque constante Lisandro y el increíble y sorprendente "Hulk" ha rendido a un nivel por encima de los esperado.

Junto a ellos conviene no perder de vista a Bruno Alves, un gran lanzador de libres directos que se incorpora bien al remate y que marcó el gol que certificó una liga de claro color blanquiazul, y la savia nueva que forman otros dos defensores como son el incansable Cissokho y el sobrio Rolando (jugador con reminiscencias del Pepe que jugó en O Dragao) y el todocampista Fernando.

Como deberes para el año que viene queda la contratación de un portero ya que el inconstante Helton es capaz de alternar actuaciones memorables con pifias horribles propias de un benjamín (en mi retina aún permanece el gol de Forlán en donde se evidenció la carencia de un concepto básico que siempre transmito a mis porteros en todas las categorías: "El cuerpo ha de ponerse detrás de las manos").

Como suele ser habitual el equipo perderá muchos de sus baluartes la próxima temporada (¿Saldrá por fin Lucho de Portugal?) pero si el trabajo de los ojeadores sigue siendo tan bueno como el de ahora que nadie duda que el trofeo liguero seguirá acudiendo en peregrinación actual a la ciudad.

En lo que se refiere al resto de la clasificación, actuación suficiente del Sporting, que logra repetir en Champions y preocupante imagen del Benfica, que ha sido castigado por su irregularidad y por el mal rendimiento contra los equipos de abajo. Con Quique con pie y medio fuera habrá que ver como los lisboetas logran recomponer una institución que el año que viene jugará UEFA y a la que poco a poco se le va apagando el crédito que de la su lustroso nombre.

Dejo para el próximo post, el del miércoles y siempre y cuando los exámenes me lo permitan, el resumen con los mejores goles de la jornada.

viernes, 8 de mayo de 2009

Un héroe de 19 años

Fuente: www.odt.co.nz

Es difícil de afirmar, y más teniendo en cuenta que a Dan Gosling le quedarán a poco que aguante quince años de fútbol, pero este joven de Brixham probablemente ya haya metido el gol más importante de su carrera sólo dos días después de cumplir los 19 años. Un tanto que dio la vuelta al mundo y que aún es comidilla en Liverpool por su significado.

El 4 de febrero este tierno retoño, criado a los pechos de Plymouth Argyle, recibía un melón aéreo puesto por Van der Meyde desde la derecha y con un control magistral depositaba el balón sobre el tapete de Goodison, movía su cintura sacando las vergüenzas a la vez a Arbeloa, Kuyt y el mismísimo Carragher y colocaba el balón ajustado a la madera, lejos del alcance de Reina para delirio del público, que veía a la vez la derrota del máximo rival como más duele, en el minuto 118 de la prórroga, y nacer una estrella.
Aquel gol, que clasificó al Everton para la final de la F.A Cup, no fue si no el que dio trascendencia internacional a un jugador que ya se la había ganado a pulso dentro de sus fronteras. La sabiduría de David Moyes, especialista en pulir a jóvenes imberbes, unida a la rapidez del Everton, que se mantuvo al acecho de la presa una vez que Gosling fue considerado carne de cañón por el Chelsea (no dudo que desde entonces algún ojeador pasó a engrosar la lista del paro) también ayudaron.

A día de hoy este joven extremo que puede hacer las veces de lateral es el futuro del país y el presente del Everton, que ya se frota las manos viendo lo que tiene en sus filas. Quizás el 32 que luce en su camiseta sea una premonición de lo que dentro de un par de años habrá que pagar por hacerse con sus servicios. Hasta que ese momento llegue Gosling aún tendrá muchas tardes gloriosas que ofrecer y muchos goles que marcar aunque en la caprichosa memoria colectiva de Goodison sólo quede para la historia aquella maravillosa noche de febrero.