viernes, 28 de junio de 2013

El drama que no cesa

Horas antes del encuentro que debía medir a España con Italia en la Copa Confederaciones, el mundo del fútbol conocía la noticia del fallecimiento de Stefano Borgonovo, delantero que militó en diferentes equipos transalpinos durante la década de los ochenta, Fiorentina y Milán entre ellos.  El deceso, ya de por sí trágico en lo individual, suponía además una nueva muesca en un drama colectivo que ha castigado al deporte rey en el país durante las últimas décadas.

Con su muerte, Borgonovo ingresa en una lista negra que ya forman más de cuatro decenas de nombres, la de los ex jugadores del Calcio que perdieron la batalla contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA); una enfermedad que ha castigado especialmente al gremio sin que hasta el momento se sepan con exactitud los motivos.

También conocida como el síndrome de Lou Gehrig, nombre de un jugador de béisbol muerto en 1941 como consecuencia de una situación análoga, afecta en condiciones normales a seis personas de cada 100.00. Sin embargo son 43 futbolistas italianos sobre una base de 30.000 los que la han padecido en la última década.

Las estadísticas denotan pues que lo que sucede en el territorio de la bota es algo más que mera casualidad. En la búsqueda de la verdad algunos intentaron encontrar una vinculación con el dopaje, teoría más bien descartada teniendo en cuenta que no se ven casos semejantes en otros deportes donde esta práctica ilícita abunda.

Otros apuntan a la dureza y a la exigencia del juego, a las patadas y los golpes que se suceden durante los noventa minutos. Dicha teoría llega avalada por la gran cantidad de centrocampistas entre los afectados. Hay también quien cree que detrás del desastre se encuentra la neurotoxina BMAA, causada por la presencia de cianobacterias sobre el verde.

En cualquier caso ni unos ni otros logran ponerse de acuerdo. Y mientras siguen cayendo en desgracia ex futbolistas, algunos de ellos tan conocidos como Gianluca Signorini, mito del Génova fallecido en el año 2002. Lo hacen además en edades muy tempranas, por encima de la media habitual de los afectados.

Es probable que algún día se llegue a descubrir el motivo pero eso no le devolverá la vida a Bergonovo, padre de cuatro hijos que llevaba postrado en una silla de ruedas desde el año 2008. Un caso más como el de otros compañeros de generación, hombres que se ganaron la vida haciendo ejercicio profesionalmente y que, paradójicamente, acaban sus días sin poder moverse por culpa de la enfermedad.

Por un problema técnico del blog me ha sido imposible publicar el post que tenía previsto para hoy dedicado al brasileño Fred. El miércoles, en principio, volverá la sección habitual "¿Qué ha sido de...?". Puede que el próximo viernes me anime a reescribir lo que tenía hecho y sin motivo se ha borrado. Disculpad las molestias.

jueves, 27 de junio de 2013

¿Qué ha sido de... Fichajes erróneos de entrenadores fieles (VII): Jean-Claude Darcheville?

De aquellos barros vienen estos lodos piensan ahora los aficionados de Rangers FC cuando sepultados en la catacumbas del fútbol escocés pelean por recuperar el espíritu del ya desaparecido Glasgow Rangers, un equipo histórico castigado por sus excesos económicos descontrolados a fin de torcer el brazo del Celtic, el eterno enemigo.

Los protestantes purgan ahora los pecados cometidos en los años noventa cuando parecía que todo podía comprarse con dinero. Cada verano llegaban nuevos rostros glamourosos a Ibrox Park para lucir palmito. Ahora bien, lo que no solía cambiar era el entrenador. Temporada tras temporada, y a excepción de pequeños paréntesis para coger fuerzas, el inquilino del banquillo era siempre Walter Smith.

Hombre de club que ha pasado por casi todos los puestos posibles, el por entonces técnico solía hacer y deshacer, acertar con algunos fichajes y equivocarse con otros. Fue el caso de nuestro protagonista de hoy. Durante su presentación Smith aseguró estar "encantado" con el mismo y celebró el haberse adelantado a "los muchos equipos interesados". Lamentablemente las cosas no fueron como esperaba.

Nacido en Sinnamary, una localidad de la Guyana francesa, Darcheville llamó pronto la atención en el equipo local. Debido a ello el Rennes apostó por él con vistas al futuro. La que era una promesa se confirmó y por ello recibió la oferta de un club histórico como el Nottingham Forest. El salto se antojaba excelente pero se vio truncado por la desgracia cuando en un accidente de tráfico el delantero perdió a su mujer y a sus hijos.

El palo anímico fue duro y para recuperarse, Jean-Claude decidió regresar a Francia militando en el Lorient. Los goles y una mentalidad de acero le ayudaron a rescatar la confianza en sí mismo para mirar de nuevo hacia adelante. Así llegó por fin una buena noticia, la llamada del siempre atractivo Girondins de Burdeos.

Si tenía presión, no la notó. El punta cumplió con las expectativas y eso le valió para volver a cruzar el charco y firmar por el Rangers. En su primera campaña allí, el galo solo jugó un partido completo, la final de la Liga Europa contra el Zenit. La segunda tampoco funcionó mejor y en el mercado de invierno terminó en el Valenciennes.

Recuperado el acierto de cara a puerta y el ritmo competitivo, cualidades que le convirtieron en objeto de deseo; acabó siendo el Nantes el que obtuvo sus servicios. Sin ser titular habitual, salvo en algunos momentos de la temporada, dio la cara y ayudó en lo que pudo. Pese a todo no convenció lo suficiente como para seguir y acabó marchándose a Grecia para enfundarse la elástica del Kavala. La aventura duró un año ya que al final del curso decidió colgar las botas por problemas físicos.

Sin embargo, como sucede en otros casos, una vez en su territorio de origen el jugador se replanteó la decisión. Para quitarse el gusanillo decidió volver a darle patadas al balón en el US Sinnamary e incluso aceptó disputar la Copa de Ultramar 2012, un torneo internacional en el que se cruzan las diferentes colonias francesas.

martes, 25 de junio de 2013

Obrigado Tahití

Con el transcurso de los años, la participación de Tahití en la Copa Confederaciones quedará como mera anécdota, como un despiste en la lógica natural del fútbol. Será incluso objeto de mofa para generaciones futuras si llegan a descubrir que a la puntuación virgen de su casillero le acompañan veinticuatro goles en contra y solo uno a favor.

Sin embargo para muchos de los que lo hemos vivido, los habituados a la defensa de las causas pobres y los planteles modestos, la experiencia ha supuesto una delicia. De nada importa el escaso o nulo nivel del combinado oceánico sino lo que deja tras de sí, la ilusión de unos jugadores y una nación que probablemente nunca volverá a disfrutar de nada semejante.

El que según muchos es un torneo de verano ilustrado, aperitivo del plato principal que se está preparando en las cocinas y que podremos degustar en 2014, para los tahitianos ha supuesto la historia más grande jamás contada, un idilio con esas estrellas a las que solo pueden ver a través de un plasma los más afortunados.

Protagonistas casi de forma involuntaria beneficiándose del trasvase asiático de Australia y la dejadez neozelandesa, este combinado en el que solo Marama Vahirua es profesional ha firmado unos números pésimos pero se lleva el reconocimiento de todos aquellos que creemos en un fútbol democrático donde no cabe solo el lujo y el showbusiness, un deporte rey sin barreras que ofrece la oportunidad de disfrutar y soñar a los olvidados.

Con sus camisas floreadas, su perenne cara de asombro y unas declaraciones tremendistas de los expedicionarios, el seleccionado de Tahití ha perdido sobre el campo pero se ha ganado el corazón de muchos aficionados fuera de él. Otros serán los que alcen la copa pero seguramente nadie disfrute tanto de esta semana, por dura que haya sido en lo que a los resultados se refiere.

Fuera de juego tirados a mano alzada desechando por completo la escuadra y el cartabón, derribos dentro del área más propios del rugby, carreras desbocadas en busca de una posesión que no llega nunca... el catálogo de despropósitos es amplio, solo equiparable a las ganas y a la cantidad de imágenes que dejan para el recuerdo.

Independientemente de quien se corone rey, para la posteridad quedará la celebración de su único gol, digna de la final de un Mundial. O la instantánea de Vallar dejándose la piel sobre el césped para intentar sacar sobre la línea el noveno gol de España. También la frustración de Roche por sus fallos y su mirada al cielo cuando Torres estrellaba un penalti contra el larguero...

Otra forma de espectáculo que la afición ha vitoreado y que incluso les ha permitido conquistar moralmente Maracaná, una de las gradas mas míticas de la historia, territorio vedado casi en exclusiva para los más grandes. Con humildad y buena cara pese al chaparrón, todavía les quedaron fuerzas para agradecer con una pancarta y una vuelta de honor el apoyo brindado por la torcida. Pase lo que pase, Tahití ya ha ganado.

viernes, 14 de junio de 2013

Diez momentos de la Copa Confederaciones

Brasil está vestida de gala para afrontar su primera prueba de fuego antes del Mundial de 2014. Como es habitual en los anfitriones, el año antes deben enfrentarse a la reválida de la Copa Confederaciones, ese torneo veraniego de carácter internacional al que dotan de cierto prestigio los equipos participantes.

Creado inicialmente como delirio de un jeque y adoptado por la FIFA, que fue cambiando el formato hasta que dio con la tecla, la competición es una buena forma de saciar el apetito de aquellos que necesitan fútbol doce meses de doce. Pese a que para muchos es una cita de relleno, esta ha dejado varias eventualidades que permanecen en el imaginario colectivo. Algunos son felices, otros trágicos... Aquí os dejo diez de ellos.

1. La muerte de Marc-Vivien Foé: Toca ponerse serios para hablar de uno de los momentos más duros que jamás se han visto en directo sobre un campo de fútbol. Corría el minuto 78 de la semifinal entre Camerún y Colombia del año 2003 cuando el defensa central caía fulminado al césped. Jairo Patiño, jugador del combinado sudamericano, acudía a su lado para ver que sucedía y al levantar el brazo de Foé descubría al mundo las inertes pupilas blancas de este. Una imagen impactante que era el preludio del fallecimiento del africano minutos después por una hipertrofia del ventrículo izquierdo. Pese a las protestas de los aficionados y los propios jugadores, el torneo continuó. La victoria fue para Francia en la final contra Camerún. Fue un encuentro emotivo en el que los futbolistas de los "leones indomables" lucieron camisetas con el nombre de su compañero caído. Ganaron los galos, que levantaron la Copa al unísono con su rival.

2. México, profeta en su tierra: Solo un equipo que no pertenece a la UEFA o la CONMEBOL ha ganado alguna vez la Copa Confederaciones. Fue México, que consiguió imponerse en la edición celebrada en su país en el año 1999, la última del siglo XX. Los de Manuel Lapuente se impusieron en una final frenética a Brasil (se marcaron siete goles en 63 minutos) y se coronaron reyes sin perder un solo duelo. Cuauhtémoc Blanco y el saudí Al Otaibi fueron capaces de anotar cuatro goles cada uno en un partido y ambos compartieron el pichichi con Ronaldinho, ganador a su vez del MVP.

3. Tahití rompe el dualismo: Por primera vez, Australia o Nueva Zelanda no serán los representantes de Oceanía. Los socceroos pertenecen ahora a la confederación asiática mientras que los segundos no fueron capaces de derrotar a la que por unanimidad es la "perita en dulce" de este 2013. Hay mucha curiosidad por saber qué son capaces de hacer y si conseguirán arañar algún punto.

4. Final fratricida: Solo en una oportunidad dos equipos de la misma confederación, en este caso la CONMEBOL, disputaron un partido por el título. Fueron Brasil y Argentina en Alemania 2005. La canarinha fue claramente superior en el clásico y se impuso por 4-1 gracias al doblete de Adriano y a los tantos de Kaká y Ronaldinho.

5. Estados Unidos rompe la racha: Una España intratable se estrenaba en estas lides durante la edición del año 2009. Los de Del Bosque acumulaban treinta y cinco partidos sin perder y quince victorias seguidas antes de afrontar su encuentro de semifinales contra los norteamericanos. Un gol de Altidore y otro de Dempsey pusieron fin a la dinámica.

6. Renuncias: Hasta en tres ocasiones alguna selección ha rechazado participar en el torneo. Alemania lidera el ranking. Su puesto como campeona de la Eurocopa del 96 fue ocupado por la República Checa mientras que el que debía rellenar como finalista del Mundial de 2002 recayó en Turquía. Francia tampoco fue a la edición del 99 dejando su lugar a Brasil.

7. Introducción de la tecnología: La FIFA, siempre reacia a introducir los nuevos avances técnicos capaces de ayudar a los árbitros, romperá en Brasil la tradición y probará la tecnología de la línea de gol que permite saber si un balón entra o no en la portería. Un pequeño paso que podría abrir la vía hacia la modernización del deporte rey.

8. Arabia Saudí, donde todo empezó: Fue el Rey Fahd, del país asiático, quien inventó el torneo en el año 1992 con la firme intención de que su selección se enfrentara a las mejores del planeta. Hasta en dos ediciones llevó su nombre antes de que la FIFA tomara el control. Arabia Saudí ha sido tres veces anfitriona

9. Una peculiar tanda de penaltis: Tras el experimento iniciático de disputar la competición con cuatro equipos; en la segunda edición, y viendo el éxito cosechado, los organizadores decidieron llamar a seis y distribuirlos en dos grupos de tres. Dinamarca, primer representante europeo en la historia, había vencido en su partido de grupo por 0-2 a Arabia Saudí. México había hecho lo propio por idéntico resultado. El azar quiso que ambos se cruzaran en el encuentro que decidía al campeón de la primera fase. Tras empatar en el tiempo reglamentario, tuvieron que recurrir a los once metros en una semifinal anticipada. Ganó Dinamarca, que posteriormente se impondría también en el duelo por el título a Argentina.

10. Siete meses diferentes: Una de las principales características que siempre ha acompañado a la Copa Confederaciones es su caos organizativo, que se va solventando conforme pasan los años y se gana en experiencia. Equipos que renuncian, dualidad de campeones, anfitriones que llegan con el tiempo justo... y un lío de fechas. Desde que arrancara en 1992, hasta siete meses diferentes han acogido partidos del torneo (enero, mayo, junio, julio, agosto, octubre y diciembre).

Esta semana viajaré fuera de Madrid y no dispondré de conexión a internet. Por ello el blog no se actualizará hasta el próximo viernes o hasta el lunes de la semana siguiente. Disculpad las molestias.

miércoles, 12 de junio de 2013

¿Qué ha sido de... Fichajes erróneos de entrenadores fieles (VI): Henri Camara?

Como si se hubieran puesto todos de acuerdo para cambiar de aires a la vez, este ha sido un verano en el que muchos entrenadores habituados siempre al mismo banquillo han decidido levantarse para dejar sitio a otros. Ya hemos hablado en esta sección de Ferguson, Moyes o Schaaf. Hoy le toca el turno a Tony Pulis, que no seguirá en su casa habitual, el Stoke.

Siete años ha pasado este técnico dirigiendo a un equipo con pocas aspiraciones más allá de la salvación. Y pese a todo ha sido capaz de hacerle finalista de una FA Cup, premio que fue mayor cuando pudo pasear el nombre de la entidad por Europa. Estos méritos fueron posibles con una plantilla sin grandes arabescos en la que no destacó, desde luego, Henri Camara.

Nacido en Dakar, capital de Senegal, este delantero dio el salto a Europa en el Estrasburgo procedente de su país natal. Francia suele ser en estos casos un trampolín para una gran liga pero a él solo le valió para que echaran las redes sobre él un par de equipos suizos. Primero fue el Neuchatel y una campaña más tarde, gracias a sus buenas cifras goleadoras, el Grasshoppers, con el que se coronó campeón.

Retornó entonces al país galo para enrolarse en las filas del Sedan. Lo que no consiguió la primera vez, lo logró en la segunda. Tras dos cursos su equipo descendió pero él se libró de la quema y consiguió una oportunidad en la Premier League por obra y gracia del millón y medio de libras que desembolsó el Wolverhampton Wanderers.

Ayudó, desde luego, su Mundial con Senegal, gol a Suecia incluido. Profeta en su tierra, Camara es admirado por los aficionados de los "Leones de Teranga" y ostenta el honor de ser el futbolista con más internacionalidades (99) y más goles (29), datos de los que presume en su perfil de Twitter (@HenriCamara7).

Hombre de rachas, Camara marcó un gol en más de veinte partidos con los Wolves y seis en los nueve últimos. Pese a su irregularidad, la capacidad que tenía para facilitarle la vida a aquellos que le acompañaban en ataque le sirvió para ganarse el cariño de la afición, que le nombró "Jugador del año". Poco le importó ese aprecio al africano, que al descender su equipo pidió salir más pronto que tarde.

Fue entonces cuando el Celtic se fijó en él y pagó una alta cifra por su cesión durante una campaña. Crecido por la oportunidad, el punta prometió hacer olvidar a Hernik Larsson y osó ponerse el 7 del sueco a la espalda. ¿Resultado?. Ni siquiera cumplió la temporada entera y salió en ese mismo mercado de invierno cedido al Southampton, con quien firmó el tercer descenso de su carrera.

Le fichó entonces el Wigan, recién ascendido a la Premier. Pese a que su conexión ofensiva con Jason Roberts era buena, no le valió para evitar una cesión al West Ham, de la que volvió para ser prestado de nuevo, esta vez al Stoke. Llegó en febrero y retonró en junio cargado con un bagaje bastante escaso. Según aterrizó, le abrieron la puerta de salida.

Tras probar suerte sin éxito en el Hull, acabó enfundándose la camiseta del Sheffield. Inquilino habitual del banquillo, cuando terminó el contrato tuvo que buscarse la vida lejos de allí. Seguir jugando en Inglaterra parecía complicado así que empezó a escuchar ofertas de otros lugares. La que más le convenció llegó del Atromitos griego.

Duró un año. Posteriormente aceptó una oferta del Panaitolikos, club de la ciudad de Agrinio. Como viene siendo costumbre en él, trajo consigo un descenso. Sin embargo esta vez, contrariamente a lo habitual, optó por quedarse. La decisión a la postre puede ser adecuada. Cuartos en la fase regular Camara, que ha llegado a lucir pelo rubio teñido con una "H" en la sien (ver twitter), y su equipo lideran el playoff de ascenso a falta de tres jornadas.

martes, 11 de junio de 2013

Aquél verano del 98

Parece mentira pero hoy lunes, cuando empiezo a escribir este post, se cumplen quince años desde que Brasil y Escocia inauguraron en Saint-Denis el Mundial de Francia 98. Por entonces el campeón era el encargado de dar el pistoletazo de salida a las hostilidades, privilegio que en este caso pertenecía a una canarinha que venía de vencer en Estados Unidos, la cita que sin ser la más brillante supuso un antes y un después en el modo de entender el deporte rey como espectáculo de masas.

Con el tiempo esa costumbre ha cambiado como lo han hecho otras muchas cosas. La competición más trascendental en lo que a selecciones se refiere, por ejemplo, ha roto el monopolio de sedes Europa-América pisando dos nuevos continentes, Asia y África. También se ha probado la fórmula de que dos países organicen a la vez el torneo.

Si nos referimos en exclusiva a los jugadores que por entonces despuntaban sobre los céspedes galos, pocas sorpresas encontramos. Los indicios de calvicie en Zidane acabaron confirmándose quedando al aire una cabeza capaz de decidir dos finales; la de ese Mundial y la del que tuvo lugar ocho años después en Alemania. Entre medias una obra de arte en otro encuentro decisivo, este de Liga de Campeones, le terminó de encumbrar al Olimpo.

El halo de grandeza que acompañaba en el 98 a uno de los ídolos locales solo podía eclipsarlo un chaval enclenque pero dotado de una capacidad innata para dejar tierra quemada bajo sus pies. Icono global, Ronaldo, mero espectador cuatro años antes, arrasó hasta que en el momento decisivo una enfermedad que a día de hoy sigue siendo secreto de sumario le impidió brillar en la que debía ser su gran noche. Fue solo el primero de una serie de infortunios de salud que acabaron lastrando una carrera que si ya fue gloriosa per se, pudo serlo aún más.

Al margen de las individualidades, un equipo quedó en el imaginario colectivo. Hablo, por supuesto, de Croacia. La selección que ocupó el último escalón del podio tras deshacerse de Holanda en el partido de consolación llevó una camada de jugadores con ganas de reivindicarse en medio de una guerra que azotó con crudeza a los Balcanes.

Por último quedan también fotografías, muchas. La del fallo de Zubizarreta contra Nigeria, la expulsión de Beckham contra Argentina, los besos de Laurent Blanc a la calva del portero Fabien Barthez, Ricky Martin entonando "La Copa de la Vida", el Adidas Tricolore, la modernidad de un "Stade de France" que ya ha sido arquitectónicamente fagocitado por otros colosos cuyos bocetos se inspiraron en la modernidad de aquella estructura...

En lo personal puedo decir que de todo aquello tengo recuerdos más de contexto que de imagen. Con doce primaveras recién cumplidas, el debut de España me pilló en Segovia, en una de esas ingestas multitudinarias de vino y cordero en las que los padres celebran el final de la temporada del equipo de sus hijos.

El Brasil-Chile de dieciseisavos estaba puesto de fondo mientras aporreaba el mando de la consola en la casa de un primo de Toledo al que veo bastante poco. Eran los días previos de mi viaje a un campamento en Palencia, donde correteaba libre con la excusa de aprender inglés. Allí, en una sala de audiovisuales estándar, la gente se reunía para ver los partidos.

Yo prefería jugar y ser el protagonista mientras caía la noche sobre una pista de cemento. La hiperactividad me impedía ser un buen espectador. Por ello solo me enteré cuando ya había concluido de lo que sucedió en aquél Argentina-Inglaterra. La noticia de que Brasil jugaría la final me llegó por el "Marca" del día siguiente, que me compré para entretenerme en el trayecto de camino a la fábrica de pipas "Facundo".

El duelo que dilucidaba al campeón solo lo vi hasta que Francia se puso arriba 2-0. Luego, dando por sentado que todo estaba terminado, volví a la cancha de fútbol sala y marqué dos goles de cabeza pese a ser un mico que no levantaba dos palmos del suelo. Pensé que todo sucedía por algo y ese día me sentí el rey del patio. Muchos kilómetros al norte, en el país vecino, un centrocampista prodigioso con el "10" a la espalda era el rey del mundo.
 
Recuerdos en los que los juegos de juventud se imponían aún a mi afición por el deporte rey. Tres lustros después, todo eso también es diferente. Vivo de contar lo que pasa en los campos, en este blog y donde me dejan. Y para no olvidar que un día fui niño, un llavero de la mascota "Footix" que me regalaron mis padres me acompaña cada día. Ha perdido casi todo su color y empieza a oxidarse, también por él pasa el tiempo, pero juntos hemos hecho camino. Espero que me acompañe si algún día llego a cubrir en directo un Mundial. Por suerte hay algo que los años no han modificado, mi capacidad para seguir soñando.

viernes, 7 de junio de 2013

Italian Impact

Con sus trattorias, cafés y flores en las calles; el "Petite Italie" de Montreal no dista demasiado de otros núcleos urbanos norteamericanos en los que se agrupan individuos de origen transalpino. Muchas ciudades los tienen, probablemente por la necesidad de encontrar abrigo que siempre acompaña a todo inmigrante cuando sale de su país aunque negándose a renunciar a sus raíces.

Tradicionalmente uno de los mayores nexos de unión para esa población expatriada ha sido el deporte. Por eso los italianos de la ciudad canadiense tienen motivos para estar de enhorabuena. Su equipo, el Impact, una de las franquicias más jóvenes en la MLS, lidera la Conferencia Este y lo hace con una base compuesta por ilustres compatriotas.

Poco le ha importado la edad a dos jugadores como Allessandro Nesta o Marco Di Vaio para decidirse a emprender una aventura ultramar que de momento está saliendo a las mil maravillas. Seducidos ambos por el efecto llamada y las referencias de hombres como Matteo Ferrari o Bernardo Corradi, han ido creciendo con el paso de los meses para alegría de la ciudad, del club y también de la competición.

Especialmente reseñable es el caso del delantero. Convertido en el jugador franquicia tras su fichaje procedente de Bolonia, la distancia con su país no le ha hecho perder el olfato goleador. Marco ha marcado de momento nueve dianas de las veintitrés de su equipo y es el segundo máximo anotador de la Liga.

Su figura ha servido además como faro para reclutar como cedidos a la plantilla a dos ex compañeros: Andrea Pisanu y Daniele Paponi. Todos juntos, en compañía de un vestuario que les respeta y busca mejorar a su lado, han compuesto un excelente bloque que ya ha conseguido victorias importantes en el presente curso.

Queda la duda de si esa veteranía no acabará pesando en las piernas durante el tramo final de la temporada. Mientras esta se resuelve, su liderato por méritos propios da credibilidad al proyecto ideado desde los despachos por Joey Saputo y dirigido en la banda por Marco Schällibaum, un ex internacional suizo que hasta ahora solo tenía experiencia en los banquillos de su país.

Frente al postureo futbolístico de algunos jugadores que van a los Estados Unidos o Canadá a retirarse sin dejarse la piel, la importación de producto europeo de alta calidad y grades dosis de profesionalismo por la que ha apostado el Impact resulta todo un ejemplo. Priorizando la pelea por los títulos antes que los ingresos económicos se sigue una línea alternativa, quizás menos atractiva pero más segura y alejada del showbusiness imperante. Así, y no de otra forma, es como el fútbol norteamericano entrará por los ojos del mundo entero.

jueves, 6 de junio de 2013

¿Qué ha sido de... Fichajes erróneos de entrenadores fieles (V): Levan Tskitishvili?

 
Robin Dutt debería ser objeto de estudio. El técnico alemán con raíces indias que pasó por el Bayer Leverkusen tiene un currículum corto pero curioso. Quizás buscándolo, quizás sin querer, el hecho es que su nombre ha sido el elegido para limpiar las telarañas de dos de los vestuarios en los que los entrenadores habían logrado perpetuarse.

Recientemente hemos conocido que se encargará de guiar al Werder Bremen en su transición hacia un nuevo futuro después del mandato de Schaaf. Nada a lo que no esté acostumbrado ya que Dutt hizo lo mismo en el Friburgo cuando se marchó Volker Finke, entrenador del club entre 1991 y 2007. Durante estos años el técnico que actualmente dirige a Camerún realizó innumerables contrataciones, una de ellas la del georgiano que hoy protagoniza el post.

Siendo justos el caso de Levan Tskitishvili en términos absolutos no es un fracaso, ni mucho menos. Ahora bien, se puede decir que sin nos ceñimos a sus dos primeras campañas, muchos podrían haber pensado que este centrocampista fue a la localidad alemana de vacaciones. Nacido en la capital Tbilisi y criado en la cantera del Dinamo de la ciudad, poco tardó en dar el salto al primer equipo.

Era la época post-Tetradze, de quien ya hablamos aquí (http://deparadinha.blogspot.com.es/2012/10/que-ha-sido-de-omari-tetradze.html) y le tocó coincidir en la plantilla con otros compatriotas fetiche como Demetradze, ex de la Real Sociedad, y Levan Kobiashvili. De hecho con este último se marchó en un pack rumbo al Friburgo para comenzar a hacer carrera en Alemania.

Ambos consiguieron quedarse, el segundo después de una exitosa cesión. Apoyados el uno en el otro, poco a poco fueron ganando además peso específico entre sus compañeros. Tras dos cursos en los que apenas contó para Finke y cuando todo parecía indicar que el técnico se había columpiado trayendo a ese tipo de nombre largo e impronunciable, Tskitishvili resucitó para ofrecerle sus mejores años al club.

Acabó disputando más de cien partidos con los de Baden-Wutemberg y solo se marchó cuando estos descendieron a la 2 Bundesliga. Fue entonces cuando le firmó gratis el Metalurg Donetsk para venderle solo un mes después al Wolfsburgo, que por entonces no era más que un proyecto de lo que más tarde acabaría siendo el campeón de liga.

El experimento no salió demasiado bien y, ya en cuesta abajo, comenzaron una serie de traspasos a coste cero que le hicieron perder fuelle. Tras pasar por el Panionios griego, aceptó regresar a su país para vestir la camiseta del Lokomotiv de Tiblisi. Antes, eso sí, Alex McLeish lamentó a voz en grito que la falta del permiso de trabajo le impidiera fichar por el Birmingham en enero de 2008.
 
Tras un año y medio en Georgia, tuvo una última oportunidad de redimirse. Esta le llegó al convertirse en el fichaje estrella del Wehen Wiesbaden, un equipo de la división de plata germana que luchaba por evitar el descenso. Su presencia no fue suficiente y no se pudo alcanzar el objetivo. Ya veterano e incapaz de prestar su último servicio, acabó colgando las botas.

lunes, 3 de junio de 2013

Heynckes, el masoquista

 
De todas las cartas astrales que jamás se vieron sobre un campo de fútbol, la de Jupp Heynckes es probablemente la que esté escrita con los renglones más torcidos. Habituado a las catástrofes no buscadas, al alemán nunca le ha servido brillar más que la mayoría sobre un terreno de juego, sea literal o figuradamente.

Dotado de un rojo incandescente que se vuelve más rojo y más incandescente con el transcurrir de los minutos en los que un balón pasa ante sus ojos, todo el mundo ha deseado alguna vez que ese hombrecillo apocado explotara por unos segundos, que soltara lo que lleva dentro, que ejerciera su derecho a ese "día de furia" que cualquier entrenador se merece.

Sin embargo, conforme pasan los años y se suceden en su vida las desdichas sin reacción, se va perdiendo la esperanza. Tiene el aspecto de alguien resignado que ha aprendido a disfrutar de sus éxitos en solitario y que ha renunciado a recibir cualquier tipo de reconocimiento o gratificación por sus servicios. De hecho su caso se asemeja al de ese obrero altamente productivo que ve como promocionan a esos compañeros que eternizan la hora del café y no valen ni para pegar sellos. Como mucho el día de su jubilación le darán una placa, ahora que están tan de moda, y una generosa palmadita en la espalda.

Cuando se habla, por ejemplo, de los mejores jugadores germanos, al respetable se le llena la boca con nombres como el de Beckenbauer, Muller o Klinsmann. Heynckes, por contra, nunca suena pese a ser el tercer máximo anotador de la historia de la Bundesliga y la figura visible de un Moenchengladbach con el que muchos temían encontrarse tanto en Alemania como en Europa.

En su faceta de entrenador no le han ido mejor las cosas. Capaz de convertirse en uno de los pocos en dar un paso hacia atrás en el escalón futbolístico justo después de conquistar una Champions, la constante incomprensión ha lastrado su imagen. Si perdía la culpa era suya, si ganaba del vestuario que no le hacía caso. De vender esa mentira y desprestigiarle se han encargado la prensa y sus propios directivos. En su etapa en el Madrid se le conocía como "salmonete", en su país natal como "Osram" por la marca de bombillas.

Militante en el conducta estoicista, ha aguantado durante años carros y carretas. Incluso cuando todo apuntaba a su retiro tranquilo y reposado, el desprestigio se ha cruzado en su camino. Campeón del triplete con el Bayern, le habían enseñado la puerta de salida a comienzos de año para ser sustituido por maquinaria más joven. Tuvo que soportar además cómo le preguntaban si le pediría consejo a Guardiola para la eliminatoria contra el Barcelona en Champions, que acabó ganando por un total de 7-0.

Ahora, después de firmar la campaña perfecta, su nombre ha vuelto a sonar para los grandes de Europa... como segundo plato. Y pese a todo, pese a que tiene la espalda doblada por los golpes inmerecidos y puede dejarlo en lo más alto riéndose de todos aquellos que le han ninguneado desde que decidió dedicarse al deporte rey de forma profesional, se deja picar por el gusanillo de la ambición y no descarta dar marcha atrás en su retirada. Señor dentro y fuera del césped, poseedor de una sonrisa pícara y una mirada entre huidiza y curiosa, su amor por el fútbol es demasiado como para decirle que no definitivamente. Con todo ganado y mucho que perder, aún tiene hambre de retos. Bendito masoquismo.