viernes, 25 de junio de 2010

Diario de un Mundial 14 (24-06-10)

Hablaba ayer de pioneros. Esos deportistas capaces de aglutinar a toda una nación en torno a su figura por sus habilidades atléticas no vistas hasta el momento en ningún otro compatriota. Personas todas ellas de carne y hueso, por lo general accesibles, a las que se guarda auténtica veneración y que se convierten en el hijo o yerno que todos padres querrían tener.

De hecho son muchas veces los propios niños los que, guiados por sus sueños infantiles, piden a sus progenitores que les apunten a ese deporte de moda en el que triunfa su ídolo. Y es que la mente de los críos es fácilmente moldeable si el producto se vende bien. Unos cuantos movimientos espectaculares, un par de señales de victoria, una sonrisa o un gesto son más que suficientes para ganarse su confianza y guiarles hacia lo que se persigue.

Se ve por ejemplo en las campañas de Navidad, donde unos juguetes son más demandados que otros por su colorido, su aspecto o su anuncio. Estamos todos de acuerdo. Con estos razonamientos lo que intento es demostraros que aunque podáis pensar que estoy mal de la cabeza puede haber algo de cierto en lo que os voy a plantear a continuación.

Sigo. Lanzo la pregunta. ¿Y si ese razonamiento se usara para introducir un deporte dentro de un país? Pues en mi opinión ha pasado, y el resultado ha sido positivo. La asociación de ideas me ha llegado cuando Jerome Damon ha pitado el final del Japón-Dinamarca.

Por mi cabeza ha pasado un fogonazo veloz. Al principio me ha parecido una gran tontería. Algo así tenía que ser absurdo. Pero luego he decidido comprobar la edad de los futbolistas nipones. Y la cosa me ha parecido más lógica. Nos encontramos ante la generación de "Capitán Tsubasa", "Supercampeones" para los más puritanos, "Oliver y Benji" para el resto de los mortales.

Hagamos cuentas. Todo el proyecto comenzó en 1981, cuando el dibujante Yoichi Takahashi publicó por primera vez el manga de su brillante obra en la revista Shōnen Jump. El éxito fue tal que dos años después ya se proyectaba el anime, o versión para televisión del cómic. Y, moviendo los hilos por detrás de todo la Federación Japonesa, que no dudó en apoyar la idea desde el primer momento con el fin de introducir el fútbol en el país.

Tres años de emisión de la serie original, entre 1983 y 1986, con 121 capítulos de 21 minutos cada uno. Y cuando se terminó, tras las resposiciones pertinentes, más madera tres años después con un torneo juvenil como fondo (juvenil, no profesional pues interesaba que los chavales tuvieran claro los pasos a seguir) en el que aparecía en la final la Alemania de Karl-Heinz Schneider (si, yo también era un friki de sus aventuras).

Y después llega la experiencia brasileña del protagonista Oliver Atton (Tsubasa Ozora en la versión asiática) y su fichaje por el Barcelona, y la parte que narra el camino hacia Corea y Japón. Y mientras tanto en la televisión, delante de los ojos de los niños, perenne en el tiempo durante casi 20 años.

Chavales que comparten una afición, que juegan en equipo, que son capaces de hacer tiros especatulares, de correr kilómetros y kilómetros y de perpetrar jugadas como la "catapulta infernal". Evidentemente ningún niño intenta hacer algo así como tampoco se le ocurre que puede hacer una onda vital imitando a Goku. Pero sí que va cogiendo los conceptos, la victoria, la derrota, el balón, el campo, la afición...

Volvamos pues a Sudáfrica para dirigir la vista hacia Francia, donde Japón disputó su primer Mundial en el año 1998, diecisiete años después del estreno de Capitán Tsubasa. No había precedentes de ninguna figura del país anterior a esos años, uno de esos pioneros a los que hacía mención.

Y en aquella selección salvo cuatro jugadores todos habían nacido en la década de los 70. Pongamos que la edad a la que se deja de ver dibujos animados se situaría entre los 10 y los 12 años y que la edad para jugar al fútbol sería, como muy muy tarde dentro de ese intervalo.

Tendríamos que sólo cinco jugadores serían realmente mayores para haberse enganchado a la serie, uno de ellos Wagner Lopes, de origen brasileño y cuya afición, deduzco, le venía endémica por haber nacido allí.

En aquél Mundial el equipo no sumó ningún punto pero puso en apuros a Argentina y Croacia. Luego llegaría la Copa del Mundo en casa, donde caerían por la mínima ante Turquía en octavos, a la postre tercera clasificada. Y tras el fracaso de Alemania nos encontramos al fin con un equipo que parece maduro y que ha crecido a la vez que lo hacía Oliver Atton y sus amigos.

Evidentemente la ficción nunca se asemejará a la realidad pero si puede influir en ella. Ningún delantero nipón será capaz de realizar el tiro del águila, por mucho que el lanzamiento de falta transformado hoy por Honda pudiera parecerlo por el efecto, más culpa del Jabulani que de otra cosa.

Tampoco se verá la elegancia que sobre el terreno de juego mostraba Julian Ross, a pesar de que el detalle de calidad del propio Honda en el segundo gol pueda guardar ciertas semejanzas. Pero lo cierto es que el desarrollo del fútbol japonés y de la serie van de la mano y que si bien no se pueden hacer esas jugadas maravillosas sí que se pueden ganar adeptos a la causa futbolística entre los niños. Y cuantos más haya jugando al fútbol, más posibilidades hay donde elegir y más competente es una selección. Una vez pensado, ese fogonazo matinal tras la victoria nipona cada vez me parece menos absurdo.

3 comentarios:

Elios Mendieta dijo...

Gran símil con Oliver y Benji, sólo que los nipones ayer llegaban en menos tiempo al área de lo que lo hacían los personajes de la serie, que necesitaban cuatro capítulos para llegar al área jeje

Saludos desde Au Revoir-Arrivederci

Anónimo dijo...

A Japón lo empujan la frescura y juventud de su forma de jugar y la falta de complejo ante la posble derrota. A Italia la frena todo lo contrario y los resabios de muchas clasificaciones por los pelos. Alguna vez tenía que ser después de tanto pasear por el borde del precipicio.

Saludos

CMG

Cris dijo...

La influencia de Oliver y Benji en la supuesta atracción masiva que el fútbol ha generado en Japón desde entonces es directamente proporcional a la influencia que las aventuras de Naranjito tuvo en nuestra generación para disuadirnos de la práctica y seguimiento de tan adictivo y "vil" deporte.

Por cierto, link sobre la vida de Naranjito, con guasa:

http://www.youtube.com/watch?v=neStnVC9dBY

No sé si todos entenderán todo, ya que los "contertulios" hablan en mi idioma (andaluz).

Saludos