Si sois seguidores asiduos del blog sabréis que mis primeros recuerdos futbolísticos datan de aquél entrañable Mundial del año 1994, ese en el que el juego fue para abrirse las venas pero en el que Bulgaria y Suecia tuvieron su momento de gloria.
Al final el trofeo se lo llevó el menos malo, Brasil, a los penalties frente a Italia, en un partido que los que lo vivieron me aseguran que se recordará por el intenso calor. Por aquél entonces yo estaba de campamento en un pequeño pueblo de Ávila llamado Piedralaves y simpatizaba con la azzurra hasta el punto que recuerdo haber vestido durante una actividad una camiseta hecha con papel charol en la que rezaba el nombre del "Divino Codino", oséase Roberto Baggio.
Era inocente y no entendía aún por ejemplo las consecuencias que tuvo para nuestro país el codazo del ínclito Tassotti, ni tampoco el desarrollo de la historia de los Mundiales. Apenas sabía que Italia era un país con forma de bota en el que mis padres habían estado de viaje.
Qué féliz vive uno en la ignorancia, sin resquemor en sus venas, desconociendo el significado del término justicia. Sin embargo fui creciendo y conmigo mi afición por el fútbol, aquello que se alejaba totalmente de los cánones que sentaba la selección a la que un día representé con mi casaca hecha a mano en un campo de tierra a la solana castellana.
Mientras yo ganaba en experiencia vital los transalpinos ganaban partidos como sólo ellos saben, "a la italiana", con once hambrientos gladiadores (cada vez distintos), a los que poco les importaba el espectáculo, siempre y cuando apareciera en el horizonte la victoria.
Incluso hasta hoy ya había asimilado como axiomática esta situación y creía que nunca cambiaría. Hasta hoy. Al fin los azzurri han probado su propia medicina, han caído a su estilo, y lo han hecho empatando contra una de las selecciones más flojas del Mundial, lo que demuestra la pobreza del modelo.
Bien es cierto que en su mayor fracaso que yo recuerdo los italianos ni siquiera pierden y que aún siguen con las opciones intactas de pasar a siguiente ronda pero al menos este toque de atención me ha hecho disfrutar. Ver como Chiellini era el que recibía los codazos y no el que los daba o como los balones que sobrevolaban el cielo sudafricano eran despejados sin piedad por los defensas me hizo pensar que si los de blanco fueran los de azul no nos habría sorprendido demasiado.
A veces se nos olvida, y a mi también, que los italianos son los vigentes campeones del mundo, los que defienden el título. La verdad es que no lo parece. Falta ambición, faltan ganas y encima pesan los cuatro años que pasaron desde la última cita en un equipo que mantiene una estructura muy semejante a la de entoces. Jamás cometeré el error de darles por muertos conociendo los precedentes pero esta vez sí, creo que son vulnerables.
lunes, 21 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Como veo poco movimiento simplemente decirte que a mí por lo menos me están gustando bastante estas entradas. La del día del USA-Eslovenia, muy esclarecedora de por qué de repente un USA-Inglaterra de soccer acaba teniendo más audiencia que las finales de la NBA, cuando es un deporte al que pocos atienden.
Sobre Italia, la verdad es que Baggio era un buena razón para sentir cierto apego a esa selección, pero una vez que Lippi ha despreciado de esta manera la labor del clásico 10 azzurro no llevando a nadie capaz de inventar nada en esa posición, el resto del tinglao se cae por su propio peso... aunque como no podía ser de otra manera, siguen con vida.
Publicar un comentario