Traía al blog la semana pasada a Dan Eggen, uno de los protagonistas de aquella gran final de la Copa de la UEFA que enfrentó al Alavés con el Liverpool y que acabó con victoria para los ingleses por 5-4. Al igual que el noruego, el brasileño Magno Mocelin también estuvo en aquél partido si bien alguno hubiera deseado que no fuera así.
Mané decidió darle entrada al comienzo del segundo tiempo en sustitución de Astudillo cuando el resultado era de 3-1 desfavorable para los vitorianos. De esta forma apostaba por un jugador de corte más ofensivo para intentar darle la vuelta al choque. Y el caso es que el cambio revolucionó todo, en principio para bien... y posteriormente para mal.
La tensión se adueñó de Magno, uno de los mitos de la grada, y tras ver una cartulina amarilla por una dura entrada, acababa recibiendo la segunda a los ocho minutos de la prórroga por una acción más fea incluso que la primera. A partir de ese momento el Alavés tuvo que remar contracorriente con el final por todos conocido.
Sin embargo aquella tarjeta no le condenó al ostracismo como habría sucedido con otros. Quizás en este indulto tuviera que ver su entrega, que no su capacidad goleadora. Nacido en Coritiba, ciudad de la que por cierto el otro día me hablaban maravillas dándome a entender que era poco más o menos que era la embajada de Europa en Brasil, debutó como profesional en el Flamengo aportando cifras interesantes.
Después de aquella primera escaramuza en Rio se marchó al Gremio y posteriormente regresó a su primer equipo antes de poner rumbo a Europa, donde le esperaba el Groningen holandés. En dos temporadas se convirtió en uno de los puntales del club y cuando este descendió a segunda el Alavés estuvo rápido para hacerse con sus servicios.
Seis temporadas estuvo en Vitoria, cinco de ellas en primera. Tanto tiempo allí le valió para conseguir algún record. Magno es en la actualidad el jugador que más partidos a disputado en la máxima categoría con el club vasco y el quinto que más veces saltó al campo en la historia de la entidad. Y todo ello sin ser titular pues generalmente le cerraban el paso otros puntas.
Tras el descenso aguantó una campaña más y ya libre volvió a Holanda para fichar por el casi impronunciable De Graafschap de la ciudad de Doetinchem. Su gafe viajó con él y al igual que en sus dos experiencias anteriores tuvo que ver como su equipo bajaba de categoría. En esas circunstancias decidió probar en un destino exótico para acabar su carrera.
Eligió Chipre, un destino que ahora está de moda pero que antaño era casi territorio virgen. Primero fichó por el Omonia Nicosia. Allí dejó unos números buenos a los que se agarró el AEK Larnaca para darle una oportunidad con 34 años. Ésta fue la última de su carrera. Al finaliza aquella temporada colgaba las botas y decía adiós al fútbol.
miércoles, 25 de mayo de 2011
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