¿Qué tienen en común tipos tan dispares como Frank Ribery, Emmanuel Adebayor, Robert Pirés, Louis Saha, Miralem Pjanic, Rigobert Song o Patrick Battiston? Quitando por supuesto que son o han sido jugadores de primer nivel la respuesta es que todos vistieron en algún momento un mismo color, el granate del Metz.
Y esta lista selecta no termina aquí. Porteros como Bernard Lama, Lionel Letizi o Jaques Songo'o, defensas como Sebastian Bassong, centrocampistas como Danny Boffin o delanteros como los senegaleses Papiss Cissé o Mamadou Niang, que se encuentran entre lo más goleadores de Europa, deleitaron en algún momento de sus carreras a la grada de Saint-Symphorien.
De esto queda ya poco, tan solo un apartado en la muy elaborada web del club dedicado a los exjugadores con su foto (no debéis perderos la de Pirés, el tiempo no perdona) y su aportación a la causa de "Les Grenats". Eso y la nostalgia de aquellos aficionados que en el año 1998 estuvieron a punto de saborear la gloria que suponía levantar el título de Liga.
Con el campeonato casi controlado, una racha impresionante del Lens en el tramo final (que incluyó la victoria como visitante por 0-2 en Saint-Symphorien) convirtió el sueño en pesadilla y con 68 puntos, los mismos que su rival, el Metz acabó relegado al segundo puesto, que a la postre no es sino el primero de los perdedores.
Final cruel, una especie de maldición que era el anuncio primigenio de lo que estaba por llegar. Un año después, en su última gran aparición, la Copa de la Liga les dio la capacidad de redimirse pero de nuevo tropezaron con el Lens, que venció con un solitario gol de Moreira. En en el 2000 el equipo terminaba undécimo, en el 2001 decimosegundo y una campaña más tarde se marchaba a la división de plata 34 años después.
Un duro revés que aún así no supuso el golpe definitivo. El club tuvo la mala suerte de ascender el año siguiente de su descenso... dos veces. Y digo mala suerte porque no ha sido la primera vez, ni será la última, que algo así supone el comienzo del epitafio. Confiados en que bajar había sido anecdótico para un club de su renombre y disminuyéndose los ingresos, lejos de elaborar un proyecto deportivo consistente las adquisiciones se centraron en un perfil medio descuidando la base.
Pan para hoy y hambre para mañana. Decimocuartos en su primera temporada de vuelta a la élite, decimosextos en la segunda y, a la tercera va la vencida, colistas en 2006. Convertidos en un equipo ascensor, su cuerpo no aguantó una nueva visita a primera. Tal como llegaron se fueron y tras quedarse en las puertas en sus dos siguientes acometidas este curso han tocado fondo definitivamente.
Ni siquiera el mítico entrenador del club Joel Muller, artífice del subcampeonato de 1998 tras nueve años en el cargo, supo reconducir la situación. La historia no gana partidos y a pesar de tener la sexta mayor asistencia media de la competición, el equipo se encuentra ahora mismo en puestos de descenso al Championnat National, cementerio de elefantes donde purgan sus penas otros conjuntos de renombre como el Bastia, el Estrasburgo, el Cannes o el Guingamp.
Para evitarlo al club le quedan cuatro batallas. La primera de ellas será mañana contra el Le Havre, partido para el que las entradas costarán dos euros en todo el estadio. La más importante dentro de dos semanas en el mismo escenario contra el Nimes, la entidad que le antecede inmediatamente en la clasificación. Uno de esos duelos que dan ganas de ir a ver.
Aprovecho para agradecer el reconocimiento de "Mejor blog" que me ha sido otorgado por los votantes en los conocidos premios "Tócala de cara". Una excelente iniciativa anual llevada a cabo por una excelente bitácora.
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