Poco falta para que arranque el Mundial de clubes, ese torneo en el que los ganadores de cada continente se miden para convertirse en el mejor equipo del planeta. En lo personal reconozco que, si bien es cierto que desde que se democratizó y se amplió a más de dos equipos ha ganado en atractivo, no termina de engancharme en la medida en que no deja de ser una competición adulterada y cada vez en mayor medida un bolo para ganar dinero.
El hecho de que el sorteo venga preparado ya de antemano y que no todos tengan las mismas posibilidades es algo que no me gusta. Si a todo ello añadimos que este año juega además el campeón de la liga emiratí por eso de que el país organiza la competición, todo me parece un cachondeo destinado a meter parné en las arcas de la FIFA. En cualquier caso ese no es el tema que pretendo tratar hoy.
Entre los equipos en liza, donde el Inter y el Internacional parten como principales candidatos, se ha colado por segundo año consecutivo el modesto TP Mazembe congoleño, campeón de la Champions Africana. Lo que el año pasado se consideró más un hecho azaroso, este se ha convertido en una realidad para un equipo que se ha consolidad a nivel continental con un fútbol alegre en el que tiene mucho que ver el que fuera seleccionador senegalés Lamine N'Diaye.
Él ha sido en principal artífice de la resurreción del equipo, que defenestrado en África en las últimas temporadas es, con el reciente doblete, uno de los más laureados de su continente gracias a sus cuatro entorchados. Sin embargo de sus dos primeros hacía más de cuarenta años y desde entonces su prestigio había ido en declive.
Junto a N'Diaye hay otro nombre propio destacado, el de Moise Katumbi, un empresario metido en el panorama político que ha invertido en el club de sus amores dándole un impulso económico con el que no gozaba desde su fundación a finales de los años treinta, cuando un grupo de misioneros benedictinos decidió implantar el fútbol como alternativa para aquellos jóvenes que no querían centrar su actividad en el sacerdocio.
Engendrado como el F.C Sant Georges posteriormente cambió su nombre al de Holy Paul F.C antes de que los monjes dejaran de lado el proyecto con la llegada de elementos extranjeros al instituto que les obligaron a abandonar el proyecto. El equipo pasó a bautizarse entonces como F.C Englebert, nombre de la marca de neumáticos que lo patrocinaba y posteriormente Tuit Puissant (Los más poderosos) Englebert tras su primer título de liga.
Hoy, bautizado como TP Mazembe el club espera ganarse el respeto del mundo con una buena actuación en el único torneo que le puede abrir las puertas del panorama a nivel mundial, por mucho que sudamericanos y europeos, con ayuda de la FIFA, se empeñen en monopolizarlo temporada tras temporada.
lunes, 29 de noviembre de 2010
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