Hasta ayer mismo, como probablemente os suceda a muchos que leáis el post de hoy, desconocía este nombre y su vinculación con el fútbol. De hecho llegué a él casi de rebote, sin darme cuenta mientras mi curiosidad me llevaba a leer más sobre cierto aspecto del deporte rey. De su vida y principalmente de su obra poco se conoce, como sucede con otros muchos que en los comienzos del siglo XX daban forma al deporte del balón.
Ramón Unzaga nació en Bilbao en el año 1894. Como la de otros muchos españoles, su familia emigró fuera de nuestras fronteras en tiempos complicados buscando las oportunidades que no encontraban en Europa. De esta forma con tan sólo 12 primaveras aterrizó en Sudamérica, concretamente en Chile.
Allí creció y allí se formó eestudiando contabilidad, que luego le sirvió para ocupar un puesto en ese departamento dentro de las minas de carbón de Schwager. Un trabajo de despacho que no le impedía por contra llevar a cabo el hobbie de la actividad deportiva, principalmente del atletismo, donde destacaba en las distancias cortas y en las disciplinas de salto.
Sin embargo Unzaga se desenvolvía tan bien en la tierra como en el agua y practicaba en igual medida disciplinas como el waterpolo o la natación. Y además, como no podía ser de otra forma porque si no no sería protagonista en este blog, jugaba al fútbol. No debía hacerlo mal incluso siendo joven pues con 18 años ya formó parte de la selección de Talcahuano en una época en la que adquirió la nacionalidad de su país de acogida.
Posteriormente entró a formar parte del club de la ciudad, el Club Estrella del Mar. Allí su nombre creció en importancia y fue convocado por la selección nacional para los campeonatos sudamericanos de 1916 y 1920. En uno de esos torneos un periodista uruguayo llegó incluso a darle el apodo con el que sería conocido, el de "Trizaga", ya que según el cronista Unzaga valía por tres.
Sin embargo ninguno de estos aspectos le valió para entrar en la historia. El motivo por el que pasará a los anales tuvo lugar en el año 1914 en el estadio "El Morro", que ahora lleva su nombre. Algunos afirman que lo que hizo ya se había visto en Perú. Sin embargo nadie pudo documentarlo y fue él quién fue reconocido, pues así quedó registrado, como el autor de la primera chilena.
No sólo la hizo él sino que además fue el mismo quién la popularizó cuando aún se llamaba chorera en alusión al gentilicio del puerto de la ciudad. La jugada saltó a la fama en el primer campeonato sudamericano que disputó y le valió para ganarse un nombre en el plano internacional, si bien rechazó todas las ofertas por seguir en su club de toda la vida.
A pesar de todo, de su buena condición atlética, falleció joven, con sólo 29 años en 1923 y sin poder ver bautizada su característica habilidad con el gentilicio de su país. Esto no sucedería hasta 1927 cuando los españoles, tras ver hacérsela a un imitador de Unzúa llamado David Arellano, decidieron darle aquél nombre. Ya se sabe, unos cardan la lana y otros se llevan la fama.
viernes, 19 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario