sábado, 17 de julio de 2010

Resaca de un fracaso (II): Francia

La generación del 98


La salvación en Francia tiene nombres y apellidos. Laurent Blanc. El nuevo seleccionador llega al cargo con la misión de resucitar a una Francia muy, muy tocada. Hundida. Los “bleus” han sido, sin ningún tipo de duda, los tristes protagonistas del Mundial, tanto a nivel deportivo –sólo superados en esta faceta por Italia, gloriosa en 2006- como sobre todo, a nivel extra deportivo, donde el papel de los galos fue peor que lamentable. Francia fue un polvorín.

Una selección que empieza a sembrar su fiasco después de la final del 2006, al retener a un técnico sobrevalorado, engreído, chulesco y maniático, capaz de realizar convocatorias según el horóscopo de sus jugadores. La sobreprotección que tuvo Doménech por parte de la Federación Francesa de Fútbol aún es un misterio. Nadie en todo el país se explica como semejante individuo se convirtió en el seleccionador con más partidos dirigidos al frente de Francia. Un entrenador, por ejemplo, que después de caer en la primera fase de la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008, con todo el país cabreado, decide pedirle matrimonio a su novia en directo por televisión, cuando tendría que haber rendido cuentas por el mal papel de su equipo. Un técnico que no contaba ni con el apoyo popular ni con el de los medios de comunicación. Un superviviente, al menos.

En Sudáfrica el único aval que tenía era su condición de finalista en 2006, algo que explotó hasta la saciedad. Incluso después de una fase de preparación horrible (2-1 a Costa Rica, 0-0 contra Túnez y derrota ante China 0-1) Doménech se agarraba a esto, pese a que los jugadores ya cuestionaban sus tácticas y su manera de hacer – reclamaron jugar con más presencia arriba, o hasta la titularidad de Henry-. Un técnico con fecha de caducidad y sucesor anunciado antes del Mundial, por lo que nadie en el equipo se iba a partir la cara por él.

Confeccionó una lista sin figuras como Benzema, Nasri o Ben Arfa –se dice que el sector africano de la selección vetó a los magrebíes- pero con estrellas como Ribéry, Gourcuff o Anelka. El desenlace es conocido por todos: derrotas, insultos (vete a tomar por culo, sucio hijo de puta), expulsiones, motines y la eliminación final y vuelta a casa como auténticos apestados.

Fue lamentable ver cómo después del “caso Anelka” Frank Ribéry interrumpía en calzón corto y chancletas una entrevista a Doménech en directo en la televisión o cómo el capitán Patrice Evra en lugar de calmar los ánimos echaba más leña al fuego al señalar y poner en busca y captura al “traidor” que escampó el improperio del jugador del Chelsea. Dos jugadores incapaces de pronunciar tres palabras seguidas sin decir una en argot. Los “Raperos de suburbios”, como definió en un editorial durísimo “L’Équipe”, después de la derrota ante México (2-0), que tomaron el mando de la selección.

"Estos jugadores no merecen las lágrimas ni el enfado de la gente. Sería dar demasiado a unos hombres que no saben regalar nada. Tenemos que reírnos de nuestros pilares (Ribéry, Gallas y Anelka) que se creen más que el resto”, publicó el director de “L’Équipe”.

La afición no fue menos comprensiva. Centenares de seguidores se congregaron en el aeropuerto para recibirles, aunque no pudieron ni verlos bajar por las escaleras del avión. Buscaban culpables y no se conformaban sólo con Doménech. Ahí estuvo el error de los jugadores. Si hubieran sido eliminados jugando todos los palos habrían recaído en el técnico francés, un “Mourinho perdedor”, muy lejos de las capacidades del entrenador portugués. Pero no, actuaron, hicieron su huelga y dieron una imagen de Francia al mundo esperpéntica. Convirtieron su espectáculo en una cuestión de Estado, que finalmente se llevó por delante a Doménech, al presidente de la FFF, Jean Pierre-Escalettes y probablemente a algún jugador.

Y es que después de todo este embrollo desastroso, la generación del 98 ha tomado el mando. Los jugadores protagonistas de la única estrellita que impera encima del escudo francés se han hecho mayores, y desde su condición de campeones del mundo se sienten con legitimidad para mandar, ya sea de manera oficial u oficiosa.

Blanc es el nuevo seleccionador, y el que debe decidir qué hacer con los protagonistas del motín, entre los que se encuentran cada vez más jugadores implicados (Patrice Evra, Eric Abidal, Frank Ribéry o Jérémy Toulalan fueron algunos de los cabecillas). Barthez formará parte del organigrama técnico, mientras que Lilian Thuram es miembro del Consejo Federal de la FFF y el que más se ha mojado en este tema.

El ex central del Barça, Juventus y Parma ha reclamado, en lo que algunos consideran como un acto político, que el capitán de Francia, Patrice Evra, no vuelva a jugar nunca más en la selección francesa por su implicación en los hechos.

Por otro lado, otros que han intervenido y criticado a los “bleus”, son jugadores como Petit, Dugarry, Lizarazu, Leboeuf o Desailly, que copan las tertulias en los medios de comunicación como analistas técnicos, con una repercusión notable.

Y es que ante un desastre monumental (más se perdió en Cuba), siempre surgen respuestas, y la generación del 98 ha dado su paso adelante.

Victor Mur i Mila, París