Quien no se consuela es porque no quiere (o la eliminación de Brasil en el Mundial)
Tras un cúmulo de despropósitos, durante el segundo tiempo la selección de Dunga no supo sobreponerse a los dos goles de Sneijder. Nerviosos, casi histéricos, fueron incapaces de jugar con coherencia y acabaron con uno menos. Cuando el árbitro pitó el final del partido, el sueño del “Hexa” había acabado. En todo el país hubo lágrimas, llantos y una tremenda sensación de vacío, de haber dejado escapar la oportunidad de conseguir el tan ansiado sexto Mundial de Fútbol para la única selección que ya tiene cinco estrellas en su escudo.
Pero la tristeza y el derrotismo no son nada propios del carácter brasileño. En las declaraciones que hizo al día siguiente de la eliminación, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva lamentó el tropiezo de la Canarinha pero instó a los brasileños a confiar en la selección durante el próximo Mundial de 2014, que además se celebrará en Brasil.
Los medios de comunicación se centraron más en buscar responsables que en lamentar la caída de la selección “verde-amarela”. Poco se habló de la expulsión de Felipe Melo, del bajo rendimiento de la estrella Kaká o de la decepcionante actuación de novedades como Michel Bastos o Grafite. Como en la mayoría de casos, fue el comandante del barco el que tuvo que rendir cuentas tras el fracaso de la selección.
Carlos Caetano Bledorn Verri “Dunga”, que siempre mantuvo una difícil relación con la prensa, fue blanco de críticas, burlas y de un irritante “ya te lo dijimos” que se repitió en todas las emisoras, canales de televisión y periódicos del país. Ya cuando presentó la lista de jugadores convocados a mediados de mayo, la prensa se le tiró al cuello mientras el técnico defendía su elección con cierta prepotencia. La Confederación Brasileña de Fútbol anunció su destitución sin hacer mucho ruido mediante un comunicado en su página web.
Amantes de la fiesta y deseosos de celebrar los triunfos de su selección, los brasileños habían decorado las calles, edificios, comercios, bares y restaurantes de todo el país de color verde y amarillo. Los objetos y artículos más variopintos se vendían con el lema “Rumo ao Hexa” (Rumbo al Hexacampeonato): pulseras, gorros, camisetas, vuvuzelas, pañuelos, material de escritorio, banderillas para el coche… Casi una semana después de la eliminación, los objetos van desapareciendo poco a poco de los escaparates y las calles. Al fin y al cabo, todavía servirán dentro de cuatro años.
Por último, los brasileños tuvieron el placer de ver caer también a sus archienemigos futbolísticos. La derrota de Argentina ante Alemania (y por goleada) hizo olvidar todo lo sucedido el día anterior, y la alegría por la derrota de los “Hermanos” superó con creces la decepción por la eliminación de Brasil. En el “País del Fútbol” (así es como los brasileños, modestamente, se consideran a sí mismos), el deporte rey tiene una importancia desmesurada, sólo equiparable a la rivalidad existente con los argentinos. Así que, al final, “no estaba todo perdido”. Quien no se consuela…
Alba Fernàndez Candial, Río de Janeiro
1 comentario:
Mola
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