Siempre me ha gustado la figura tradicional del loco, ese tipo que por x motivos se sale de lo habitual para desconcertar a sus allegados. Todos los pueblos tienen un "loco", todos tienen un amigo que esta "loco" y cada vez se hacen más comunes frases como "el otro día vi un loco por la calle que...".
Y también hay orates en el fútbol. De hecho el mote ha ido poco a poco asentándose desde tiempos de Gatti y ahora es de lo más común, sobre todo en Sudamérica. De hecho en este Mundial de manicomio que se celebra en Sudáfrica, donde los balones hacen cosas raras, se oyen ruidos histriónicos de fondo y los árbitros paracen no ver cosas que luego son; tres locos en sus diferentes versiones se han convertido en protagonistas.
El primero fue el "Loco" Bielsa, técnico chilena que ya viajó con su selección de vuelta a su país pese a no haber hecho un mal Mundial aderezado, eso sí, con altas dosis de estopa. La locura del técnico argentino es la propia del que acaba siendo tan perfeccionista que vive por y para sus cosas alejándose del resto de los mortales.
Es un poco esa figura del hermitaño que acaba encerrado en su propio mundo dándole vueltas a lo divino y lo humano persiguiendo un fin. Se encierra en sí mismo, con sus vídeos y su mente y sólo sale para que le dé el sol de vez en cuando, algo que parece molestarle a juzgar por la inquietud que muestra en la banda.
El problema de su locura es que es contagiosa, que pretende que todos comulguen con ella. Toma decisiones radicales sin preocuparse de las consecuencias para los demás en busca de la perfección, virtud esta última que ya poseía desde pequeño según me contaba el otro día un hombre que fue profesor suyo y que ha acabado en Miami como vendedor de empanadillas (fuente, creedme, totalmente fiable).
Luego está la locura de Abreu. El uruguayo es ese que hace las cosas sin pensar en las consecuencias, el temerario. Es el que responde "¿Qué no?" a la frase "A que no hay huevos a...". Sale al campo a disfrutar y no le preocupa demasiado lo que pueda pasarle. Es un hombre que ha nacido para ser libre en los encorsetados clichés del fútbol y que juega donde se le quiere, habiendo dejado su impronta en siete países diferentes a lo largo de su carrera.
Su forma de ser no es contagiosa, pero es previsible. De hecho muchos ya vaticinaban que haría la maravilla que dejó ayer en el partido contra Ghana. Como siempre decidió pasearse por la línea del éxito y el fracaso sin miedo al vacío y esta vez salió cara, como las otras que hizo lo mismo. Muchos futbolistas, después de un fallo como el suyo que dio la vuelta al mundo, habrían perdido la confianza en sí mismos y jugaría con más precaución. Sin embargo no él, que parece destinado a hacer lo que quiera mientras viva.
Y luego está un tercer tipo de locura, la de Felipe Melo. La del mediocentro brasileño es la llamada "transitoria". Pequeños brotes que aparecen momentáneamente pero que cuando lo hacen son los más peligrosos de todos. Suelen suceder en momentos de tensión emocional, en los que uno se siente frustrado.
A la gente con tendencia a ellos se les tiene identificados pero nunca conctrolados. Se sabe que pueden tener esos ataques pero como nunca se sabe cuándo lo único que se puede hacer es rezar para que sean en el mejor momento posible y para que afecten al menor número de personas.
Lamentablemente el de Melo de ayer tuvo consecuencias para más de ciento noventa millones de personas... y para Robben, que se llevó una patada inexplicable fruto de la frustración. Y la verdad es que el partido del jugador de la Juventus sería excelente desde el análisis sociológico para analizar la degradación humana.
Primero empezó con pase magistral a Robinho en el gol que habria firmado el mismísimo Xavi, luego prosiguió metiéndose el gol de cabeza en su propia portería (algo de lo que no le culpo) y acabó con su ataque final pasando de la gloria al hundimiento en sesenta y dos minutos. Lo duro es que es reincidente y a pesar de todas las consecuencias que traerá todo esto para él, probablemente volverá a hacerlo. De locos.
sábado, 3 de julio de 2010
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2 comentarios:
Buenas, lo del loco Abreu fué ayer un riesgo tirar asi un penalti, aunque le salió bien. Un especialista en tirarlos así.
Y sobre Melo, se le fué la cabeza. Saludos!
www.atleti1903.blogspot.com
Um ataque de loucura no momento q nossa seleção mais precisava dele.
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