miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿Qué ha sido de... Tony Cascarino?



Siempre me llamaron la atención los nombres anglo-italianos, una suerte de mestizaje muy presente en todo lo relativo a la mafia norteamericana. De hecho a nadie le hubiera sorprendido que Tony Montana hubiera cambiado su apellido por el de Cascarino. Igual de sonoro, igual de itálico. Sin embargo, por suerte, nada tuvo que ver este futbolista nacido en el prototípico condado inglés de Kent con el protagonista de "El precio del poder".

Porque aunque muchos consideren al delantero tan irlandés como los Leprechauns lo cierto es que se enfundó la camiseta verde en 88 ocasiones gracias a las "raíces" de su abuelo, no a las propias. Y las comillas son importantes en este caso pues, con los años, su madre le revelaría que había sido adoptado, lo que descartaba que corriera sangre del país por sus venas. A pesar de todo, con la zamarra nacional disputó una Eurocopa y dos Mundiales dentro de una generación que contaba con nombres interesantes y que logró su mayor hazaña en el campo de los Giants de Nueva York, donde se convirtió en la única selección capaz de vencer a la azzurra en noventa minutos durante la Copa del Mundo de Estados Unidos.

Por entonces Cascarino ya estaba bastante rodado en el fútbol inglés hasta el punto que había vivido la transición entre el antiguo formato y la Premier. Una circunstancia curiosa pues se marchó del país cuando nada se había creado, estaba jugando fuera cuando se tomó la decisión, y volvió justo a tiempo para el estreno.

De talento precoz, a los 19 años ya militaba en las filas del Gilligham. Era esa época en la que había afinidad por los colores. Solo así se explica que aguantara seis años en una entidad en la que coincidió con Steve Bruce pero que poco más dejó para el fútbol aparte de ese dato anecdótico. Eso y la historia de su traspaso, curiosa en la medida en que fue adquirido del Crockenhill a cambio de unos cuantos trajes.

Aquel trato pudo hacerlo el Milwall pero su falta de previsión lo impidió. Como castigo por ello tuvieron que desembolsar posteriormente 225.000 libras para hacerse con sus servicios y ponerle al lado de un delantero de relumbrón como Teddy Sheringham. Ambos se hartaron a meter goles, de hecho se quedaron solo a uno de alcanzar los cien. Además forjaron una buena amistad que llevó a Cascarino a bautizar a su hijo menor como Teddy y a los dos a perfeccionar sus artes en el noble arte del póker.

Su progreso sobre el césped llamó la atención de un club de primer nivel, el Aston Villa. Los de Birmingham tiraron la casa por la ventana y desembolsaron por sus servicios 1,1 millones de libras, la cifra más alta en la historia del club. No duró mucho. Un año después daba el salto al Celtic y dos más tarde se colocaba la camiseta del Chelsea en la puesta de largo de la Premier. Con los de Stamford Bridge disputaría además la final de la FA Cup del 94.

Aquella experiencia y un Mundial aseadito fueron suficientes argumentos para volver a emigrar fuera de Inglaterra. Iniciaba en un Marsella de Ligue 2 una etapa en el fútbol francés de la que iría de la mano hasta su retirada. Sobre el verde se ganó el cariño de la grada, fuera de él y con el paso de los años, su desprecio. El motivo fueron las "confesiones" vertidas en su biografía, una bomba de relojería. Dentro de sus páginas el irlandés aseguraba haber recibido mediante inyección sustancias desconocidas que parecían mejorar el rendimiento por parte de los médicos marselleses.

Después de abandonar el Olympique se marchó al Nancy, ya con 35 años. La edad no fue inconveniente. Jugó mucho y jugó bien hasta los 38, momento en el que se fue al Red Star galo a poner fin a su carrera. Como muchos que acaban sus días en equipos de poco relumbrón, podía haber caído en el olvido. Pero no, ese no era su destino.

En seguida se hizo un hueco en los medios de comunicación, en parte gracias a sus dotes para la escritura, plasmadas en la obra sobre su vida. En ella, por cierto, reconocía numerosas infidelidades que acabaron en divorcio. No le fue mejor en su siguiente relación, pues acabó detenido por supuestas agresiones y amenazas de muerte a su pareja, algo sin duda deleznable que hizo caer su mito.

Altenando su actividad con las timbas de póker semiprofesionales, presentó un programa en TopSport Radio, escribió en The Times y en el magazine de su tierra adoptiva Hot Press así como en otros medios de Eire. Además colaboraba con Sky Sports hasta hace unos meses, cuando tuvo la "feliz" idea de comparar el partido de Armand Traoré contra el Manchester United con el "holocausto", lo que le costó por razones obvias el despido inminente.

Lo último que se sabe de él desde entonces es que participó, y ganó, en el reality irlandés de nombre "Brainisteoir" en el que los concursantes deben gestionar un equipo de fútbol gaélico. Para los que desconozcáis este deporte os diré, yo que lo viví en directo, que es una práctica a caballo entre el fútbol y el rugby con mucho predicamente en el país. Entretenido, sí, pero como otros tantos deportes una buena excusa para beber una Guiness bien fresquita.

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