miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿Qué ha sido de... Márcio Santos?

Aquél 17 de julio de 1994 un país entero se lanzaba a la calle para celebrar la conquista de la Copa del Mundo. Todos los brasileños eran felices pero uno, que no estaba en la calle sino sobre el césped de Pasadena, lo era más que el resto. No ya por alzarse con el título, que también, sino por lo mucho que podría haber cambiado su destino si Roberto Baggio no hubiera marrado ese penalty al igual que con antelación lo hicieran Baressi y Massaro.

En aquél mediodía norteamericano de calor axfisiante (según me cuentan personas que pudieron vivir en directo aquella final), donde sobrevivir era más importante que jugar al fútbol, Márcio Santos fue el único brasileño que falló en la primera final en la historia de la competición decidida desde el punto fatídico. Hay que decir en su defensa que el lanzamiento no era malo y que pudo ser más mérito de Pagliuca que demérito suyo. Pero razonar eso con un grupo de compatriotas enfurecidos por la derrota no hubiera sido fácil.

Al final todo salió bien y pudo gozar de una carrera provechosa que por aquél entonces desarrollaba en el Burdeos. A Francia había llegado dos años antes en su primer salto a Europa procedente del Botafogo, donde se había convertido en un interesante defensa de 23 años que había arrancado como profesional en el modesto Novorizontino y posteriormente había pasado por el Internacional de Portoalegre.

Sin embargo, poco duró en territorio bordelés. El mismo año de ese Mundial, que para muchos fue el conquistado con un elenco de menor nivel, firmaba su marcha a la Fiorentina. Solo duró una campaña, no porque no tuviera grandes actuaciones sino porque le contrató el por entonces todopoderoso Ájax.

En Holanda apenas contó con minutos ante la durísima competencia y, como tantos otros jugadores en aquella época, prefirió volver a casa antes de que seguir progresando en el Viejo Continente. Primero dijo "sí" a la propuesta del Atlético Mineiro y posteriormente a las del Sao Paulo (allí paso dos ejercicios) y el Santos, donde ingresó en el 2000 pasada ya la treintena.

Comenzaba por entonces su decadencia y se iban diluyendo los viejos recuerdos. Santos comenzó a deambular por el fútbol modesto intentando mantener al menos la ilusión. Tras pasar por el Gama, pensó en su bienestar económico y se embarcó en una aventura en el Shandong Luneng chino.

Saciada esa necesidad económica sintió de nuevo la saudade y entonces cogió billete de vuelta, esta vez para prestar sus servicios al Paulista. Duró un año, lo que tardó en desplazarse a la modestísima liga boliviana para enfundarse la camiseta del Bolívar. A los seis meses ya no quedaba nada de aquello.

Aún así quiso hacer un último esfuerzo antes de retirarse a pesar de que el organismo le decía que había llegado el momento de colgar las botas. Primero el Joinville de Santa Catarina y luego la Portuguesa Santista pusieron la guinda a una carrera prolífica que pudo haber cambiado radicalmente aquella tórrida mañana de verano.

El viernes estaré fuera de Madrid por lo que "De Paradinha" no se actualizará hasta el próximo lunes.

2 comentarios:

Augusto Baldi dijo...

Hola amigo, muy buen blog, muy interesante!

queria saber si estabas interesado en agregarme a tus paginas amigas, yo hare lo mismo


www.futbolistasconhistoria.blogspot.com

saludos!

Bruno Spelorzi dijo...

Qué buen partido el de esa final, jugada bajo un calor abrasador... si tan solo Danielle Massaro no hubiese marrado ese gol solo ante el arquero, Italia hubiese ganado en el tiempo reglamentario.

Pero como en el futbol no existe el 'hubiese' pues se llegó hasta la lotería de los penales y pues para mi la forma en que Il Codino Baggio falló el suyo fue clamorosa.

De todas formas, gracias por los recuerdos, buen posteo.