La promesa prometida

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Una de las cosas que más me gusta de la noche madrileña es que te permite conocer a gente de todo tipo. Uno aparece en la calle y nunca sabe lo que se va a encontrar en ese crisol. Pues bien, ayer, en una de esas salidas nocturnas de jueves conocí a un auténtico fan del fútbol iternacional, de esos con los que estarías hablando horas y horas sobre el deporte rey. Se confesó seguidor del Ajax de Amsterdam y le dejé la promesa no escrita de que hablaría de su equipo. No podía negárselo a alguien que conoce a un jugador como Miralem Sulejmani, una de mis debilidades y del que ya hablamos en esta sección hace unos meses.

Siguiendo ese acuerdo tácito el protagonista de hoy no es otro que Luis Suárez, un jugador al que muchos conoceréis pero al que, en caso de no ser así, estaré encantado de presentaros. Este delantero uruguayo es uno de los jugadores con más futuro de la Eredivise, uno de esos que sabes que en breve tendrán que emigrar al extranjero por las leyes de la lógica. Y es que no es un punta al uso, no es, por decirlo de alguna forma, el heredero de Huntelaar. Sus características son otras, jugar y hacer jugar.

Con Suárez nos encontramos ante un jugador muy elegante, de los que conducen levantando la cabeza, sacando pecho y juegan para él y para sus compañeros, de los que ve la jugada dos segundos antes que los demás. Con el balón cosido al pie y caído hacia la banda su desborde es simplemente eléctrico y sus recursos tantos que uno nunca sabe con qué puede sorprender.

De hecho pocos jugadores dominan con tanta sloberbia el exterior del pie, tanto para disparar a puerta como para centrar o regatear. Este arte le hace precisamente diferente por su capacidad para llevar a cabo una de las jugadas más crueles del fútbol: El caño. No es normal ver a un jugador atraer a su presa conduciendo con el interior para en un movimiento sorpresivo colocarle el balón entre las piernas con el exterior en carrera.

El Ajax, que tiene buen ojo para estas cosas, no tuvo reparos en pagar más de 7 millones de euros al Groningen por sus servicios y el negocio desde luego les ha salido y les va a salir rentable. Ya son 32 goles en dos temporadas los que ha metido la perla uruguaya, que a su calidad añade un nombre común al de uno de los grandes del balón y una edad insultantemente joven, 22 años, que le augura un futuro más que prometedor.

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