No ha sido una buena semana para los luxemburgueses deportivamente hablando. Bien es cierto que generalmente han tenido poco o nada que decir en lo que a este campo se refiere. Sin embargo de un tiempo a esta parte parecían haber encontrado un pequeño resquicio para el orgullo nacional gracias a dos hermanos largos como un invierno que subidos a lomos de sus bicicletas engullían puertos de montaña como si no costara.
Ambos eran firmes candidatos para conseguir una medalla en los Juegos Olímpicos de Londres setenta años después de que Josy Berthel consiguiera en los 1.500 de Helsinki el único oro nacional hasta la fecha y la segunda de la historia solo por detrás de la plata que alcanzó el haltera Joseph Alzin en Amberes 1920, cuando el deporte moderno aún caminaba en pañales.
Lamentablemente en siete días se ha conocido que ninguno de los dos Schlek podrá optar a la presea. Andy porque continúa recuperándose de una dolorosa caída y Frank porque decidió acortar los plazos para la victoria recurriendo a la ayuda extra que le proporcionaba una sustancia llamada xypamide, que según su versión surgió de la nada por culpa de un envenenamiento.
En esas circunstancias, con el luto nacional a la vuelta de la esquina, nadie podía pensar que la alegría llegaría por la vía más inesperada, la de esa práctica en la que siempre fueron un cero a la izquierda. Con la honrosa excepción de su clasificación para la Eurocopa del 64 y la victoria frente a Suiza en la fase de acceso al Mundial 2010 por 2-1, las gestas del combinado nacional podrían contarse con los dedos de la mano.
Estas cifras son trasladables a los clubes del país. Con el F91 Dudelange como clarísimo dominador en la última década, fuera de las fronteras el panorama siempre resultó ruinoso. Hasta hoy, cuando el propio Dudelange aspira a una hito modesto jamás logrado. Morador sempiterno de la primera fase de clasificación, ha sido capaz de superarla en alguna ocasión, principalmente cuando Platini decidió alterar el modelo y que solo la jugaran representantes de seis países (Luxemburgo más San Marino, Malta, Andorra, Irlanda del Norte e Islas Feroe).
Un éxito que a la postre resultaba efímero. En el siguiente escalón la derrota siempre se presentaba con mano de hierro. Tres eliminatorias y ni una sola victoria en ellas, cinco goles a favor y veinte en contra. Por suerte agua pasada no mueve molino y el martes un solitario tanto de Aurélien Joachim les servía para lograr su primer triunfo en estas lides ante el Red Bull Salzsburg del español Jonathan Soriano.
Una auténtica sorpresa para todos los aficionados, que parecían darse por satisfechos con la primera eliminatoria ante el Tre Penne de San Marino, donde sus hombres lograron un resultado global favorable de 11-0 (7-0 en la ida y 4-0 en la vuelta). Ahora mismo todo es nuevo para unos futbolistas y una nación que han llegado más allá del límite previsto, que por una vez vislumbran en el lejano horizonte la impensable opción de pisar la tercera ronda. Para ello tendrán que defender su ventaja en Austria, empresa que se antoja harto complicada.
Pero como soñar es gratis para quien nada tiene que perder, intentarán acabar armados de fe y esperanza con un transatlántico si entramos en comparaciones. En caso de consumarse el improbable milagro, esperaría en principio el Maribor. Se medirían así al club que les apeó el año pasado con un global de 1-5. Claro, que los tiempos han cambiado y no hay nada como las gargantas enardecidas de unos ciudadanos que de golpe y porrazo se han quedado sin héroes a los que alentar en época estival.
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