Ayer el París Saint Germain, por obra y gracia de ese nuevo color que bien puede llamarse verde jeque, cerró la que probablemente sea la operación del verano. Otra temporada decir esto sería arriesgado pero teniendo en cuenta cómo se está moviendo el mercado y la crisis galopante que castiga a las arcas de los clubes, se puede dar por seguro. Siempre y cuando otro inversor árabe o ruso, claro, no se empeñe en tenerla más larga.
Más allá de su trascendencia y de que, gracias a él, los galos se convierten en serios aspirantes a todo, hay un dato que conviene extrapolar en el proceso. Tiene que ver con el punta sueco. Si dividimos el montante del fichaje en treinta millones por cabeza , Ibrahimovic es desde hoy el futbolista que más dinero ha movido en la historia del fútbol con 148 millones de euros.
El dato puede resultar sorprendente aunque la realidad habla de un futbolista que ha ganado nueve ligas en trece años como profesional, que garantiza goles, que es uno de los referentes a nivel de imagen desde que la globalización entró en el deporte rey y que asocia su nombre de forma sempiterna al espectáculo sobre el césped. Eso unido a su tendencia a la trashumancia son motivos suficientes para explicar algo así.
Lo llamativo llega cuando uno se deja llevar por la curiosidad y decide mirar más abajo. Hay, por supuesto, invitados esperados. Cristiano Ronaldo ocupa un meritorio quinto lugar tras ser protagonista de la venta más cara de la historia. Octavo es Fernando Torres, Zinedine Zidane undécimo seguido de forma sucesiva por Robben, Etoo, Kaká y Ferdinand.
Otros llaman la atención por su posición relativamente baja en la tabla. Son casos como el de Luis Figo, el de Ronaldinho Gaúcho o el de Falcao; jugadores cuya calidad hace pensar que podían haber cambiado de club por cifras más elevadas o que estuvieron en lo más alto antes de la gran inflación y la entrada de los magnates.
Y luego ya están el resto, los verdaderamente asombrosos, esos futbolistas a los que nadie se hubiera imaginado nunca entre los elegidos. Con ellos se podría escribir un libro, una novela de terror más bien. Tipos que gracias a sus representantes, a poderosas campañas de marketing o simplemente a su facilidad para hacer las maletas han escrito su nombre con letras de oro en esta lista.
Destaca entre todos el francés Nicolas Anelka, segundo clasificado con un montante de 134 millones de euros repartidos entre ocho equipos. Tercero es Hernán Crespo, que establece la cifra media de sus traspasos en 30 millones de euros. Otro que se encuentra entre los siete futbolistas que han costado en total más de 100 millones de euros es el irlandés Robbie Keane, actualmente en las filas de Los Ángeles Galaxy.
En el top veinte se encuentra el argentino Javier Mascherano, y en el veinticinco le acompañan Emerson, el "violinista" Gilardino o la eterna promesa del fútbol inglés, Darren Bent. Ahora bien, si uno amplía el espectro, llega la traca. Bellamy es el vigesimosexto y el nombre del trigésimo primero deja ojiplático. Es ni más ni menos que el que fuera centrocampista del Valencia, Stefano Fiore.
Otros peloteros con pasado en la liga española son José Antonio Reyes, Darko Kovacevic, el efímero Jonathan Woodgate o Marcio Amoroso. El tema del brasileño es uno de los más destacables ya que solo dos veces cambio de entidad con dinero por medio y en ambas lo hizo por encima de los veinte millones de euros, lo que le hace merecedor de una media más que aceptable que está por encima de los veintiséis millones de euros.
Visto con perspectiva y analizado todo con tranquilidad, la situación da por lo menos que pensar. Ahora que la burbuja balompédica ha reventado debido a la aguja de la crisis, los escombros asoman a la luz dejando un paisaje desolador en el que muchos fueron tasados por encima de sus cualidades, víctimas de operaciones poco transparentes en las que los billetes iban y venían sin control. Quizás los malos tiempos económicos tengan algo de positivo.
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