martes, 20 de marzo de 2012

¿Qué ha sido de... Marcus Allback?


Hace tiempo que el Örgryte ha perdido el esplendor de antaño. De hecho consiguió mantenerlo hasta el descenso a segunda división. A partir de ese momento siguió en caída libre y hoy apenas se le recuerda mientras disputa sus partidos en el tercer escalón del fútbol sueco. Es más, nadie hubiera hablado de él en los últimos meses si no fuera por nuestro protagonista, quizás uno de los futbolistas con más renombre en la historia del club.

Nacido en Goteburgo, una ciudad de poca tradición balompédica, había encontrado en este club de barrio el acomodo para arrancar con su carrera profesional en el año 1992. Cinco campañas en las que ofreció cosas interesantes que le permitieron dar un salto de calidad rumbo al Lyngby, que por entonces gozaba de mayor predicamento.

No tuvo suerte en su primera salida y el mal fario se prolongó también en el segundo traspaso de su carrera. Este fue de mayor entidad pues le permitiría viajar a Italia, en concreto a Bari. Sucedió en la 97/98, justo antes de la irrupción de un Cassano que el se quedó con ganas de presenciar ya que ese mismo verano tuvo que hacer las maletas con menos de veinte partidos disputados.

Al final de ese viaje le esperaba de nuevo con los brazos abiertos la que fue su casa en los comienzos. En la comodidad de ese hogar volvió a despuntar por segunda vez. Con una media de más de 0,5 goles por partidos en dos cursos era cuestión de tiempo que le volvieran a ofrecer una segunda oportunidad fuera.

Se la dio el Herenveen y sus cifras anotadoras fueron su mejor argumento para dar fe que no se equivocaron. Y como suele suceder en estos casos, despuntar en Holanda es el paso previo a fichar por una gran liga, en este caso la Premier. El Aston Villa se hizo con sus servicios y aunque hizo alguna que otra aportación interesante, no terminó de asentarse en Birmingham.

Por ello tuvo que hacer las maletas tras dos temporadas aceptando una oferta del Hansa Rostock. Con 31 años el cuerpo empezaba a pesar en la disputa de una gran competición y el punta lo notó. Sin embargo su sueño era disputar el Mundial de 2006 y con ese objetivo se embarcó en una aventura más modesta pero lo suficientemente vistosa como para viajar a Alemania si recuperaba su nivel.

Aquella decisión salió bien y en el Copenhague fue capaz de lograr su objetivo. Y no solo fue a la gran cita del fútbol sino que además logró escribir su nombre con letras de oro en la historia de la competición anotando, frente a Inglaterra, el gol número 2.000. Una cifra redonda que le servirá para no caer en el olvido.

No sería esta su última competición internacional ya que, de nuevo su buen rendimiento en la capital danesa, le valió para viajar casi de forma testimonial a la última Eurocopa, donde jugó algunos minutos de la segunda parte en el encuentro frente a Rusia. Después de aquello se retiró de la selección nacional y, con todo hecho, retornó al Örgryte para poner la guinda al pastel de su vida deportiva. Una guinda amarga pues se selló con el descenso de su club del alma.

Pero no había dicho su última palabra. Meses después aceptaba ejercer como asistente del combinado al que había representado en casi ochenta oportunidades. En ese puesto se ha desempeñado últimamente durante una época de sinsabores. Sospechoso de soborno en temas relacionados con la construcción, se desquitó personalmente de ese asunto con la clasificación de los suecos para la Eurocopa. Una hito que celebró como mejor sabe, jugando al fútbol. Fue el pasado 15 de octubre cuando vistió por última vez la camiseta del Örgryte en un partido contra el Motala.

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