miércoles, 1 de febrero de 2012

El balón vuelve a llorar

Lo normal un miércoles sería que en este espacio apareciera un texto dedicado a un futbolista al que se le ha perdido la pista por el mundo. De hecho tenía preparada una buena historia pero si os soy sincero no tengo ningunas ganas de hacerla después de enterarme de lo acontecido en Egipto donde, de momento, 73 personas han muerto tras la disputa de un encuentro entre el Al Ahly y el Al Masry.

Una vez más la barbarie y la estulticia de los descerebrados que acuden a un estadio a descargar sus frustraciones con todo aquél que se cruce en su camino ha teñido el verde del césped de rojo sangre, el color de tragedia. Personas de todas las edades, supongo que también niños, han perdido la vida por ir a alentar a su equipo e intentar llevarle en volandas hacia la victoria.

En momento así uno siente impotencia. Pierde las ganas de ver fútbol. ¿Qué clase de sociedad tenemos que es capaz de autodestruirse por lo que hacen veintidós tíos vestidos de corto durante 90 minutos? ¿Acaso nos estamos volviendo locos y hemos perdido la perspectiva de lo que vale una vida humana?.

Algunos me diréis que estas cosas suceden, afortunadamente, en contadas ocasiones. Que además no acontecen en todos los sitios. Que más personas mueren en zona de guerra cualquier día esporádico. Es cierto pero eso no convierte en menores tragedias como esta, propiciadas por escoria que saca lo peor de sí misma arrastrando en su camino a los demás.

En la barra libre de terror que ha sido esta tarde la ciudad de Port Said se han juntado muchos factores. Aficionados calientes por un partido, el odio de algunos hacia las fuerzas del orden por lo acontecido en el país durante los últimos meses, falta de seguridad y de asistencias sanitarias... Ingredientes todos ellos de un cóctel macabro que, desgraciadamente, ya se han repetido con anterioridad en otros escenarios.

Cuando algo así pasa los máximos dirigentes del fútbol mundial y local se llevan las manos a la cabeza. Acuden a algunos homenajes. Lanzan mensajes de condolencia en muchas ocasiones poco creíbles. Y así salen del atolladero sin ofrecer soluciones, sin promover las necesarias inspecciones en los estadios, sin emprender medidas que ayuden a evitar más hechos luctuosos como este.

Todo es triste, muy triste, tristísimo. En un tiempo en el que se sobredimensiona cualquier tontería que puedan decir en rueda de prensa Mourinho y Guardiola, donde el tema de conversación es la actuación de un árbitro... quizás ha llegado el momento de cambiar el paradigma. Violencia llama a violencia. Vendamos otros valores, asumamos otro discurso, demos ejemplo. No olvidemos que el fútbol es un juego. Aunque solo sea en memoria de los fallecidos hoy. Descansen en paz.

2 comentarios:

Orgullo Benfiquista dijo...

Madre mia....como bien dices el balon vuelve a llorar,que descansen en paz.
Saludos

Rubén Pedreira dijo...

Suceso tristísimo, de esos que no se entiende que sucedan en el fútbol y ante lo que uno no sabe qué decir