Es común con la apertura de la ventana de fichajes que haya un equipo que se cuele por ella de forma avasalladora, como un elefante en una cacharrería. Aún recuerdo, de hecho, aquél grupo de Facebook que decía "Yo también recibí una oferta del Manchester City" cuando el jeque, recién aterrizado, contrataba a todo aquél que tuviera dos piernas y corriera.
A solo un día para que se cierre el mercado invernal, el principal agitador de esta edición ha sido un club que navega por la zona templada de la tabla, que a día de hoy está más cerca del descenso que de los puestos que dan acceso a Europa. Con la caja de caudales llena pero sin aspiraciones a priori nada más elevadas que terminar la temporada de la forma más honrosa posible, el Wolfsburgo ha vuelto a realizar una nueva revolución en busca de dar con la tecla adecuada.
Teniendo en cuenta la situación, no parece descabellado emprender un cambio en el proyecto. Sin embargo, lo particular está en la persona que se ha encargado de llevarlo a cabo. Partiendo de la presunción de inocencia que todo el mundo merece, la realidad es que hace un año Félix Magath era forzado a dejar el banquillo del Schalke por presuntar irregularidades en los traspasos durante este mismo periodo.
Todo sucedió a última hora. Apurando el cierre aterrizaron dos futbolistas defenestrados como Angelos Charisteas o Ali Karimi, se vendió a Rakitic al Sevilla y, según se dice, hubo un intento de colocar a dos de los puntales del equipo, Klaas Jan Huntelaar y Jefferson Farfán en el Wolfsburgo... su actual club con el que firmaría ¡24 horas después de marcharse del Gelsenkirchen!. Decisiones estas que implicaban cambios significativos en una plantilla brillantemente clasificada, por primera vez en su historia, para los cuartos de final de la Liga de Campeones.
Con el crédito obtenido tras ganar la Bundesliga en la temporada 2008/2009, los Wolves decidieron poner los recursos a su alcance para revivir ese viejo laurel conquistado gracias al buen hacer de Dzeko y Grafite. Confirmada la salvación, y lejos de variar sus formas, Magath va camino de superarse a sí mismo. Nadie dice que haya vuelto a caer en sus errores, si es que alguna vez los cometió, pero es un hecho que todo lo que rodea al entrenador es atípico.
Las cifras asustan. Desde el pasado verano han llegado veinte nuevos fichajes más seis jóvenes procedentes de los diferentes filiales. De esas caras nuevas ocho se han cerrado en el último mes. Parece absurdo en la medida en que se está reconstruyendo medio equipo a poco de comenzar la segunda vuelta pero hay un dato aún más alarmante. Hasta la fecha, treinta y tres hombres han vestido la camiseta de la primera plantilla. El panorama es, cuanto menos, incomparable.
Además, da la sensación de que no se sigue un modelo básico sino que se apuesta por el azar. De un día para otro se ha rejuvenecido la media de edad de forma alarmante con la contratación de algunos de los peloteros más prometedores del Viejo Continente como el lateral izquierdo Ricardo Rodríguez, cuyas bondades ya hemos versado en este mismo escenario, o de los checos Jiracek y Pilar, este último de cara a la próxima campaña.
¿Se tira ya la liga y se mira al horizonte? ¿Se dan palos de ciego hasta acertar con la clave? ¿Cuánto crédito le queda al factotum del proyecto? Sus prestaciones siempre han sido altas. Sus métodos espartanos, por contra, han sido puestos en duda. ¿Resistirán un grupo de jóvenes inexpertos las filípicas del "sargento" alemán? Todo es incertidumbre.
lunes, 30 de enero de 2012
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