Es un hecho que la Vecchia Signora necesita, en estos tiempos en los que está tan de moda, una inyección de bótox de tamaño industrial. Un lifting facial que la deje en una situación en la que sólo la reconozcan aquellos que un día la vieron joven y lozana. Porque a día de hoy los estragos de la edad y los achaques derivados de la misma amenazan con mandarle de camino a un asilo.
Convertida en una viuda alegre dada a los excesos tras perder a Zinedine Zidane ahora sufre las consecuencias de sus fechorías mientras todos esperan su defunción para repartirse la herencia que supone ser considerados entre los grandes de Italia cada temporada. Difícilmente lo verán sus ojos pero lo que sí parece claro es que poco a poco le van perdiendo el respeto que se ganó durante años.
La Juventus es a día de hoy un espejismo, una burda copia de aquella que se hizo grande en Europa, de la que infundía temor y aspiraba por sistema a la conquista de la Copa de Europa. Una enferma grave de la que se conoce el origen de sus dolencias pero a la que parece de momento imposible buscarle cura.
Un equipo que de los últimos 13 partidos (y llevamos 29 jornadas) sólo ha ganado 3, que se quedó fuera de los octavos de final de la Europa League en un grupo en el que se clasificó el Lech Poznan y en el que fue incapaz de conseguir una sola victoria sumando la insólita cifra de seis empates en seis partidos.
Que no pasó de los cuartos de final de Copa tras caer contra la Roma y que marcha séptimo en el Calcio a siete puntos de la Europa League y a veinte del liderato, lugar que antaño se le presuponía por costumbre. Que esta semana sin ir más lejos se dejaba escapar una ventaja de 2-0 ante el Cesena en los últimos diez minutos de partido, un punto que a la postre era importante para romper una racha de tres derrotas seguidas.
La Juventus es a día de hoy un club desquiciado en el que el entrenador se mantiene a pesar del desastre, donde solo Quagliarella supera los cinco goles en liga y los mitos son un Del Piero que peina canas cercana la retirada y Chiellini, un central carnicero con más personalidad que oficio. Buffon, lesionado casi todo el año, ni está ni se espera y solo Aquillani, Krasic y Marchisio ponen algo de cordura en el medio del campo mientras el talentoso Giovinco, en vez de echar una mano, tira del carro del Parma.
El punto de inflexión que motivó la situación actual fue, evidentemente, el Moggigate que estalló en el año 2006. Por aquél entonces los bianconeri eran campeones del Calcio y contaban en su plantilla con jugadores muy relevantes. Los escándalos arbitrales destapados mandaron al equipo a Segunda, lo que supuso un importante descalabro económico que implicó el éxodo de muchas de sus estrellas, si bien otras se mantuvieron fieles a los colores en los peores momentos.
Una situación parecida a la que vivió en su día el Milán, con la diferencia de que estos tuvieron la "suerte" del aterrizaje de un Berlusconi que con dinero y una gran habilidad para acertar con los fichajes, fue capaz de lavar la cara del equipo y de convertirle en uno de los mejores de la historia con una generación mágica.
La Juve, por contra, no ha sido capaz de salir airosa del atolladero y conseguido el objetivo de volver a la elite no ha sabido hacerlo con la clase y la inversión necesaria para recuperar su lugar preponderante. Ahora se encuentra a medio camino entre los equipos importantes (por nombre) y el pelotón de secundarios. En una situación tibia, en una tierra de nadie que nunca había pisado.
Una revolución es necesaria pero el asunto no es nada fácil. Ésta pasa por acertar con los fichajes, realizar una o dos temporadas buenas, y volver a atraer a los futbolistas importantes. Tomar el buen camino en la dirección deportiva para volver a ganarse el respeto, primero en Italia y luego en Europa. Una cirugía estética de riesgo que cambie por completo el aspecto de la Vieja Señora y la rejuvenezca por lo menos seis años, cuando la pesadilla aún no había comenzado.
lunes, 14 de marzo de 2011
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1 comentario:
La mediocridad y el conformismo se han apoderado de los de Turín.
Qué tiempos aquellos donde el poder de la Juventus se imponía en toda Europa.
Por el bien del fútbol, ojalá se recuperen y vuelvan a sonar con fuerza en los recónditos rincones de la Vieja Europa...
Se añoran equipos italianos fuertes y polémicos.
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