martes, 18 de noviembre de 2014

Héroes por un día


Pese a que hay más sombras que luces en los organismos que rigen el fútbol internacional, lo cierto es que algunas iniciativas merecen ser alabadas. Una de ellas es la democratización del deporte, la posibilidad de que países perdidos en el mapamundi puedan probar algún día las mieles de una gran competición.

Si bien es cierto que detrás de todo ello las malas lenguas ven favores e intereses, no lo es menos que el panorama está cada día más abierto. La situación resulta insostenible e incomprensible para las grandes potencias balompédicas, que reclaman la construcción de escalones, pero al mismo tiempo ha devuelto la ilusión a ciudadanos que nunca la tuvieron.

En el presente panorama, los cuentos de hadas se escriben de manera recurrente en los rincones más insospechados. Solo así se explica que las portadas de este fin de semana no sean para Brasil o Italia y sí para tres territorios insignificantes como son la Guyana Francesa, las Islas Feroe y San Marino; triunfadores inesperados todos ellos en medio de la vorágine internacional.

Nada tienen en común, solo la gloria pasajera y el sabor de sus históricas victorias. Reyes por un día, es probable que sus gestas no tengan continuidad alguna y se queden como algo anecdótico, orgullo pasajero para generaciones de paisanos que siempre han vivido eclipsados por las potencias que les abrigan. 

Así sucede con la Guyana Francesa, vecina de la expoliada Surinam. Muy alejada de la nación a la que rinde cuentas y menos prolífica en la producción de estrellas que el país fronterizo, si bien fueron otros quienes las disfrutaron, su combinado se nutre de jugadores de los bajos fondos del balompié galo. Pese a ello le han bastado para conseguir el quinto puesto en la Copa del Caribe, por delante de la Martinica de Faubert, y jugarse un puesto en la Copa de Oro ante Honduras. 

En el caso del seleccionado del norte de Europa, nunca un triunfo tuvo consecuencias tan legendarias. Tanto fue así que los periódicos de Dinamarca, su estado soberano, se rindieron ante el shock que supuso el 0-1 en tierras griegas. El tanto de Edmundsson, además de propiciar la obvia salida de Ranieri, puso fin a una racha de trece años sin ganar fuera y estableció un récord en lo que se refiere a la victoria del rival inferior entre dos equipo con mayor distancia en el ranking.

No es menos destacable lo de San Marino, un pequeño punto en el plano de Italia donde una plantilla compuesta casi en su totalidad por efectivos de la liga local arañó un empate como anfitrión contra Estonia. Sin ser los bálticos una superpotencia el 0-0 valió para acabar con una racha de sesenta y un derrotas seguidas o, lo que es lo mismo, una década de fracasos.

Todos ellos son resultados que no llevarán a nada, historietas de tinte bufo para los seguidores de las grandes ligas cuya principal preocupación es cómo emplear el tiempo ese fin de semana en el que no juegan sus clubes. Probablemente nunca lleguen a comprender la magia que hay en las pequeñas cosas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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