miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿Qué ha sido de... Algunos hombres de Wenger (V): Rohan Ricketts?

Este apartado dentro de la sección "¿Qué ha sido de...?" comenzó siendo un pequeño homenaje a Arsène Wenger en su decimoctavo aniversario como técnico del Arsenal pero lo cierto es que cada semana es fácil encontrar una percha para seguir hablando del equipo y de algunos de los futbolistas que pasaron por él durante la etapa del francés en el banquillo.

Sin ir más lejos los ingleses hicieron ayer un esfuerzo superior dejándose empatar en Champions, en casa y frente al Anderlecht, un partido que iban venciendo por 3-0. Sonrojo máximo que probablemente no habría sucedido con Rohan Ricketts en el campo, tal como demostró en su única aparición con el club. Fueron dieciocho minutos en Highbury durante un partido en la Copa de la Liga contra el Manchester United. El futbolista saltó al campo con 4-0 a favor y aportó su granito de arena para que el resultado no sufriera modificación alguna, evitando la remontada del rival.

Aquella fue su única oportunidad con el primer equipo pese a ganar durante dos campañas seguidas la FA Youth Cup como canterano. Ninguneado, pronto entendió que tendría que salir de allí si quería hacer dinero con el fútbol y comenzó su viaje cambiando de barrio para firmar por el Tottenham Hotspur.

Fue una etapa agridulce que arrancó sin minutos en su primera campaña, prosiguió con dos premios de jugador del mes en el 2004 que llamaron la atención de Eriksson pese a que no llegó a convocarle como internacional y terminó con su ostracismo tras la llegada al banquillo de David Pleat. Pudo entonces marcharse cedido al Deportivo de La Coruña pero, no sintiéndose preparado para salir fuera de su país, encadenó cesiones en el Coventry y el Wolverhampton.

Le ficharon estos últimos, pero acabaron prestándolo al QPR antes de que fuera cortado. Se marchó entonces al Barnsley. Así las cosas pasó de cambiarse de calle a mudarse de ciudad y, de ahí, a iniciar una nueva vida en otro continente cuando aceptó una oferta procedente del Toronto FC. Allí encontró el amor y su mejor juego.

Pese a ello los problemas económicos le animaron a guiarse por la ambición e intentó volver a su país para disputar alguna de las dos primeras categorías. No le salió bien la jugada y tras estar cerca del Aberdeen o el Odense, acabó defendiendo el escudo del Diósgyör húngaro; donde llegó por intermediación del padre de su ex compañero Martin Fulop. En tres meses pasaron por allí tres técnicos diferentes, ninguno de los cuales le alineó como titular. 

No le fueron mejor las cosas en el Dacia Chisinau donde, desesperado después de esperar hasta última hora para irse al Ankaragucu, se enroló un trimestre en el que no cobró. Aquella estancia en Moldavia se reveló deprimente pero la soledad y la falta de cosas que hacer le despertó su interés por la redacción de columnas, vocación que posteriormente le ha servido para ganarse un sobresueldo en medios como el Daily Mail. 

Finalizado todo aquello y esfumadas sus opciones de vestir elásticas como la del Kickers Offenbach o el Boulogne, se refugió entonces en el Wilhelmshaven de las divisiones inferiores germanas con el objetivo de llaman la atención de alguna entidad de categoría superior. Lo logró. Siempre según su versión preguntaron por él pretendientes como el Braunschweig o el Paderborn, a los que el tiempo les ha dado una vivencia en la Bundesliga, pero optó por hacer las maletas rumbo al Shamrock Rovers irlandés antes de vestirse un mes con los colores del Exeter.

Fueron estancias cortas a la que siguieron un trayecto de larga distancia con destino a al Dempo SC indio. El periodo no resultó fructífero. Ricketts, que por entonces ya albergaba la idea de montar una academia en Canadá, llevó las tiranteces con el entrenador a Twitter y al final acabó desplazándose hasta Ecuador para jugar con el Quevedo. Es el paso previo al epílogo de una carrera que terminó finalmente en el PTT Rayong tailandés.

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