viernes, 28 de noviembre de 2014

Atrapados por su pasado

Si no fuera porque el Bayern de Múnich es líder destacado, muchas personas iletradas en el mundo del fútbol darían por válida y lógica la clasificación de la Bundesliga si se la presentaran dada la vuelta. Por descontado, rara vez los bávaros serán farolillo rojo, pero en otras circunstancias sí resultaría normal que el Stuttgart, el Werder Bremen, el Borussia Dortmund y el Hamburgo ocuparan los puestos de Liga de Campeones.

Pese a ello no siempre las situaciones ocurren conforme a una lógica y cuatro de los equipos punteros del país pelean a día de hoy por evitar el descenso a Segunda. Quienes hace no demasiado luchaban por la ensaladera, los mismos que han conquistado quince de las cuarenta y una ediciones de la Bundesliga, se mueven ahora en un fango que hace no demasiado les resultaba ajeno.

Falta mucha competición pero lo cierto es que, dadas las circunstancias, queda la sensación de que este año caerá por fin al abismo algún histórico después de que ya vayan siendo varias las temporadas en las que clubes de relumbrón han jugado con fuego hasta el periodo estival, salvando el cuello en el último aliento.

El caso más claro es el del Hamburgo, que acarició el pasado verano su primer cambio de categoría después de jugarse el destino en una promoción con el Greuter-Fürth. Solo la magia del turco Hakan Calhanoglu (un futbolista por el que Bayer Leverkusen ha desembolsado el último mercado catorce millones de euros) y el acierto de Lasogga (autor de dos de los seis goles que lleva el equipo en total este curso), evitaron las lágrimas.

Dudas dejó también el Werder Bremen, que aún intenta desvestirse del 'Schaafismo'. Campeón hace más de una década, su empeoramiento ha sido progresivo con la caída de los años hasta el punto de acabar con el mito que dirigía su banquillo desde comienzos de siglo. Los parches no han servido para mejorar las cosas. Acostumbrados al caos sobre el terreno de juego, al todo o nada, solo la llegada del ucraniano Victor Skrypnyk al banquillo procedente del filial parece haberles despertado del letargo, aunque aún es pronto para sacar conclusiones.

La locura durante los noventa minutos, ese fútbol de cuchillo entre los dientes, parece haber invadido también al Stuttgart. Los de Baden-Württenberg tienen las mismas cifras que el Werder pero aún menos puntos. Capaces de marcar diez de sus catorce goles en tres partidos y encajar el mismo número en el mismo tiempo; sus problemas para dejar la portería a cero explican en parte su ausencia de regularidad.

Y luego está el caso del Dortmund, cuyo arranque de temporada solo puede explicarse desde las lesiones y la marcha de Lewandowski. Con sus estrellas incapaces de conseguir la regularidad debido a los problemas físicos e Immobile demostrándose poco apto para suplir al polaco, se encuentran en esa peligrosa situación del club que piensa que saldrá del pozo solo por su calidad individual mientras pasan las jornadas sin que vea la luz.

Todos ellos, por supuesto, tienen recursos no solo para salvarse sino para remontar posiciones e incluso llegar a Europa. Sin embargo la igualdad cada vez más evidente en un campeonato cuyo nivel mejora por momentos les ha pillado a contrapié y confiados. Alguien debe explicarles, antes de que lo hagan los resultados, que del pretérito ya no se vive. 

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