viernes, 5 de diciembre de 2014

Un derbi entre amigos

Siempre existe una tensión especial en los derbis de las ciudades porteñas. Receptoras de clase obrera, la pasión que acompaña a todos aquellos pobladores que encuentran en el fútbol la principal distracción en sus duros quehaceres diarios les dota de un clima especial que no se vive por ejemplo en lugares cosmopolitas. Basta ir a Italia para comprobar que no guardan parecido el duelo entre los dos conjuntos de Milán y el que mide a la Sampdoria con el Génova. Es solo un ejemplo, pero bastante ilustrativo.

Sin embargo, como en todo, hay excepciones. En un país donde la duplicidad de clubes de alto nivel por urbe no es abundante, las máximas rivalidades se afrontan en ocasiones de manera diferente. Rotterdam, única holandesa con tres entidades de cierto renombre entre sus muros, celebra este fin de semana un duelo fratricida de guante blanco.

Con los aficionados del Sparta como espectadores imparciales, o al menos no protagonistas en el evento, el choque entre el Excelsior y el Feyenoord es más una pachanga de colegas a gran escala que una de esas tardes de furia y espumarajos por la boca que centran las miradas de medio mundo y se difunden a gran escala como un espectáculo de masas.

Primero porque la situación presente y pasada les sitúa en puntos antagónicos. Mientras uno tiene sus vitrinas llenas de trofeos y pelea a día de hoy por entrar en Champions, el otro aspira a consolidarse en la máxima categoría después de su reciente ascenso. Realidades completamente opuestas que hacen de la pequeña distancia física entre sus barrios un abismo.

Tampoco a nivel social lo que se juega este sábado a las 18.30 de la tarde es muy relevante. Mientras en los duelos contra el Sparta sí que existe una lucha de clases a pequeña escala al considerarse a esta entidad como la mejor representante de los escalones más altos, sus otros dos rivales comparten orígenes más humildes.

Unas raíces comunes cuyo sustrato va más allá. Conscientes de que la mejor forma de combatir al enemigo es unirse a él, el Excelsior hace tiempo que asumió un papel de 'satélite' en lo que respecta al gigante de la ciudad. Acuerdos unas veces no escritos y otras sí que se han materializado a lo largo de los años en cesiones y sobre todo en un equipo con el que hacer causa común en materia de inferiores.

La asociación, es cierto, no ha sido del agrado de todos. Mientras el Feyenoord permanece ajeno a la rivalidad subido a su grandeza, algunos seguidores de su compañero de viaje se sienten humillados por las circunstancias e intentan apelar al orgullo. Voces discordantes que no pasan a mayores más allá de dos veces por temporada, si es que coinciden. Esta campaña así sucede y por ello el tercer clasificado deberá intentar sacar los tres puntos en un territorio "amigo" donde no gana desde el 2008.

1 comentario:

Manuel Márquez dijo...

Interesante disección de una rivalidad con matices tan peculiares, vaya que sí. Por lo que apuntas, se trata de algo bastante en línea con el clima relajado que desprende todo lo relativo a la Eredivisie (y no me refiero solo a las exigencias defensivas, que también). Curioso, desde luego.

Felicidades por el blog y buen fin de semana.