Reconozco que en estos días de descanso que me he tomado el único fútbol que he visto ha sido el que tiene que ver con las competiciones europeas. Lo que pasó en el Viejo Continente durante el fin de semana es algo que apenas ha llegado a mis oídos. Por eso suelo llamar a estos periodos de "desconexión".
Sin embargo, las semifinales de Liga de Campeones ofrecen argumentos suficientes para escribir un post y desentumecer los músculos tras este breve periodo de inactividad. Sobre todo si tenemos en cuenta que probablemente estemos ante la mejor penúltima ronda de los últimos años. Y lo digo no solo por el nivel de los equipo sino también por lo que son capaces de ofrecer, por sus propuestas para estar donde están.
Ninguna es semejante a otra pero a la postre han resultado todas válidas. Cada uno con su estilo, con sus argumentos más o menos futbolísticos, con sus peculiaridades, con más o menos problemas; han ido quemando etapas camino a Munich. Cumpliendo con el favoritismo o reponiéndose de la adversidad; Barcelona, Bayern, Madrid y Chelsea se han ganado por derecho propio su condición.
Quizás la presencia más sorprendente, si es que se puede decir algo así de un equipo que ha disputado cinco semifinales en ocho años, sea la de los ingleses. En su caso ha sido la fe lo que les ha catapultado tan alto. En una temporada horrible a nivel local propiciada por la tensión reinante en un vestuario convulso en el que André Vilas Boas salió escaldado por la presión de los tótems, han sido estos los que han revertido la situación. Ellos crearon el problema y ellos lo han solucionado.
Convencidos de que ésta puede ser la última oportunidad para que una generación brillante conquiste la "orejona" supieron remangarse a tiempo para, ya con el portugués fuera, remontar un resultado muy adverso ante el Nápoles. Con oficio se han deshecho del Benfica y sin nada que perder pero con mucho que ganar afrontan con tranquilidad su eliminatoria ante el Barcelona conscientes de que quizás no todos se vean las caras en Londres a partir del próximo verano. Confianza, hambre y veteranía; tres armas arrojadizas que pueden resultar tremendamente peligrosas.
Una motivación extra tiene también el Bayern Munich, la de disputar la final en su imponente estadio ante su entregado público. Desde el año 1984 en que lo hiciera la Roma, ningún club ha conseguido llegar al partido decisivo en su ciudad. Para ello ha recurrido a un fútbol tan antiguo y vetusto como eficaz.
En una época en la que está de moda entrar en el área tocando por el centro, los alemanes han reivindicado la figura de los extremos, la de esos jugadores que se desenvuelven pegados a la cal. Tipos habilidosos cuyos centros son rematados por un martillo percutor, siempre eficaz, siempre constante. Clasicismo balompédico, una vuelta a los orígenes. Robben, Ribery y Mario Gómez se complementan y al mismo tiempo se necesitan. Todos hacen mejores a los demás en un modelo que da grandes réditos y que se completa con un seguro bajo palos.
En el caso de Madrid el guardameta es también una figura esencial, única. No hay nadie como Casillas del mismo modo que no hay nadie como Cristiano Ronaldo en cuanto a sus características. Con él se ha recuperado el culto al líder, al futbolista franquicia. Es el espejo en el que se miran el resto de sus compañeros, el referente. Tremendamente competitivo pelea por ser cada día mejor. Es un inconformista, un espíritu indomable que resulta contagioso.
Los blancos atesoran el mejor contraataque del mundo. Con su velocidad, su precisión en el pase y su pegada están cerca de alcanzar la perfección en este argumento ofensivo. La apariencia de anarquía táctica del medio campo hacia adelante, un desgobierno que uno descarta teniendo en cuenta que en el banquillo se sienta Mourinho, desconcierta a sus rivales. Nadie sabe como llega el balón al fondo de las redes pero de una forma u otra sucede.
Y luego está el Barcelona. Poco se puede decir de los azulgrana que no haya sido ponderado ya. El conjunto catalán es que es el ejemplo que todo el mundo quiere seguir. Desde los grandes equipos de Europa hasta los benjamines de cualquier club de barrio. Han creado escuela con un trabajo de años en ese prestigioso laboratorio que es "La Masía".
Guardiola ha conseguido que sus hombres funcionen como un reloj. Largas posesiones, pases milimétricos, movimientos inimaginables, presión axfisiante en campo contrario... lo nunca visto. Algo que podría ser registrable por original, por único, por eficaz, por hermoso. Una oda coral en la que destaca un tenor, Leo Messi, el que para la mayoría es el mejor jugador del planeta y para muchos va camino de convertirse en el mejor de la historia.
Cuatro estilos, todos ellos válidos, todo ellos efectivos. Algunos más ponderados que otros pero la demostración, a fin de cuentas, de que no hay única forma de alcanzar el éxito. Nadie tiene la verdad absoluta. Cada uno con sus peculiaridades y sus limitaciones, con sus virtudes y sus defectos, son firmes candidatos para coronarse como los reyes de reyes. Que siga el espectáculo.
2 comentarios:
Creo que no hay ningún favorito. Cualquiera puede ganarla.
Por cierto, esta noche a las doce o mañana puedes meterte en mi blog. Tengo unas sorpresillas preparadas!!
Saludos desde La Escuadra de Mago
El Chelsea en principio parece en desventaja ante el Barça , en cuanto al Madrid - Bayern cualquiera de los dos puede pasar .
Un saludo
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