Contaba la semana pasada la situación actual de aquellos héroes anónimos del Artmedia de Bratislava que lograron acceder a la fase final de la Liga de Campeones tras deshacerse brillantemente, primero del Celtic de Glasgow y posteriormente del Partizán en una eliminatoria que se decidió en Belgrado y a penaltis. Como en casi toda historia, al lado de un héroe suele haber un villano, que en este caso atendía al nombre de Nenad Brnovic.
Aquella tarde tomó la decisión de lanzar una pena máxima decisiva... y falló. El equipo serbio firmaba así uno de los episodios más tristes de su historia reciente y él, sin saberlo, iniciaba una mala racha que acabaría afectando a una carrera que se antojaba prometedora en sus primeros años, sobre todo después de que debutara con la selección de Serbia y Montenegro cuando ambos países aún compartían bandera.
Él, nacido en el segundo país, no ha llegado a vestir en cambio la elástica de este tras la independencia y, en la distancia, ha vivido su progreso con la impotencia que da el no haber podido ayudar en él. Porque no muchos meses después de aquella fatídica tarde, todo comenzó a ir cuesta arriba.
Mediapunta bien dotado técnicamente, ya era profesional con solo diecisiete años. Dio el paso en un modesto equipo de Podgorica pero a pesar de su edad fue capaz de contar con protagonismo, lo que le sirvió para que otros clubes se fijaran en él. Clubes del otro lado de la actual frontera, de territorio serbio.
Entidades que le permitían dar un salto de calidad y que le podían servir como lanzadera hacia un grande. Con la vista puesta en Belgrado, emprendió el camino pasando por el Mladost Apatin y por el Hajduk Kula. La aventura no fue como esperaba y se vio obligado a desandar lo avanzado. Sucedió entonces lo que sucede en muchos casos, que un paso hacia atrás es necesario para dar dos hacia adelante.
Firmó por el FK Zeta de su añorada Podgorica y, de nuevo en casa, cogió las fuerzas que necesitaba. Hasta tal punto fue oportuno ese pasaje de retorno que atesoró sus primeras llamadas con la plavi. Unas convocatorias que al fin le abrieron las puertas de la vedada Belgrado. El sueño estaba cumplido, le esperaba el Partizán.
Sin embargo lo que bien empezó, mal acabo. Aquél penalti fue la primera piedra en su camino. Las lesiones la segunda y definitiva. El 21 de marzo de 2006, precisamente contra el Zeta, sufría una fractura de tibia y peroné. Los primeros pronósticos auguraban una baja de entre seis y ocho meses pero nada fue como se esperaba.
Los problemas en la recuperación forzaron una segunda intervención y al final el periodo se prolongó hasta los dos años y medio. Todo se fue a pique. A pesar de sus problemas físicos el club de Belgrado tuvo el bonito gesto de renovarle aunque al final acabó siendo cedido al Rad hasta el fin de la vinculación.
Libre, hizo aquello a lo que ya se había acostumbrado, emprender el regreso a Podgorica. Esta vez aceptó una oferta del Buducnost, donde aguantó dos años antes de comenzar un periplo de lo más peculiar. Intentando ganar algo de dinero y disfrutar de sus últimos coletazos balompédicos, el Mes Sarcheshmeh iraní le concedió su primera y única opción de salir de Europa. Al finalizar aquél curso puso rumbo a Albania. Allí, a sus 32 años, sobrevive en el Vllaznia Shkodëer ajeno ya a ese lanzamiento que cambio su suerte.
1 comentario:
Muy bueno excompañero!
Borja Méndez
http://losdomingosenelsofa.blogspot.com.es/
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