Hay grandes tardes que cambian el devenir de un futbolista. En algunos casos porque un buen partido sirve para darles relevancia internacional, para que su nombre suene con más fuerza de lo que ya lo hacía. En otros porque perteneciendo a un equipo intrascendente llaman la atención del rival que está en frente, un club con más potencial y recursos llamado a sacarles del anonimato.
Ejemplos de este último caso son los fichajes de Ilicic y Bacinovic por el Palermo tras una eliminatoria de Europa League en la que ambos se consagraron vistiendo la camiseta del Maribor ante los italianos. O el más reciente del finlandés Teemu Pukki, que había vuelto a su país para jugar en el HJK tras un discreto paso por la cantera del Sevilla, y ahora viste la camiseta del Schalke 04 después de una gran actuación el Gelsenkirchen el pasado mes de agosto.
Uno de esos días que te cambia la vida lo tuvo también la actual sensación de la Premier League, el delantero senegalés Papiss Demba Cissé. Sucedió el 28 de julio del año 2009 cuando su equipo, el Metz, se enfrentó en una amistoso al Friburgo. En aquél choque, que se hubiera quedado en anecdótico en cualquier otro tipo de circunstancias, el africano marcó un tanto y regaló otro. Ni que decir tiene que fue en ese momento cuando encandiló a la directiva germana.
El amor a primera vista tardó en fraguarse y tras unos meses de cortejo, fue finalmente en diciembre cuando, previo pago de 1,6 millones de euros, Cissé ponía rumbo a un equipo que peleaba por mantenerse en la Bundesliga. No se puede decir que fuera el salvador pero sí que sus seis tantos, a los que añadió una asistencia y otro más en propia puerta, le dieron a su club once de los diecisiete puntos que sumó desde entonces; incluidos los tres del Nuremberg, uno de los rivales directos.
Comenzaba así a escribirse la historia de un futbolista que había llegado al club galo procedente del Douanes de su Dakar natal y que, como tantos otros que emigran, fracasó en su idea inicial de triunfo. El champagne y los coches caros parecían desvanecerse mientras jugaba como cedido en Cherbourg, localidad de la norteña y fría Normandía; y más tarde cuando, con el Metz en Ligue 1, dejó de entrar en los planes del técnico y se marchaba de nuevo a préstamo, tras un curso casi en blanco, al Châteauroux.
Hasta esos noventa minutos que redibujaron su vida el africano era un delantero de segunda fila con buenos promedios goleadores pero escaso cartel, que se desenvolvía con éxito pero sin apenas gloria en la división de plata del balompié galo. Difícil saber qué cambió, qué resorte activó Robin Dutt, qué tiene esa entidad tan particular que es el Friburgo. Un club capaz de mantener a un entrenador como Volker Finke durante 17 años en el banquillo (récord de Alemania) y que no es sino el clásico ascensor ("Un año bajamos, otro subimos, otro jugamos la UEFA", cantaban los aficionados en los noventa).
Sus 22 dianas en la 2010-2011 le valieron para convertirse en el máximo anotador de los Breisgau-Brasilianer durante una campaña y al mismo tiempo para lograr el mismo récord en lo que a jugadores africanos se refiere superando al mito Yeboah. La hazaña tuvo un precio: Nueve millones de libras. Eso ha sido lo que ha pagado el Newcastle por él. A juzgar por lo visto hasta el momento la cifra se queda corta.
Tras una Copa África en la que decepcionó con Senegal junto a su compañero de equipo Demba Ba, ha llegado enchufado a las "urracas". Actualmente, y en lo que le dure su estado de gracia, posee el mejor ratio anotador... ¡En la historia de la Premier!. Son diez goles en nueve partidos, el último transformado esta tarde frente al Bolton. En las últimas cinco jornadas no ha faltado a su cita con la red, incluyendo tres dobletes de forma consecutiva. Solo una derrota desde su aterrizaje.
De todos los colores, de todas las formas, de cabeza, con calidad, empujándola en la línea... un rematador con recursos y trabajo stajanovista que hace del área su parcela beneficiado por el cambio de sistema de Pardew, que ha transformado su irrenunciable 1-4-4-2 en un 1-4-3-3 con papel protagónico del propio Cissé y mayor libertad de movimientos para el talentoso Ben Arfa. El único damnificado ha sido Demba Ba, cuyo desplazamiento hacia la banda le ha hecho perder efectividad de cara a puerta.
Sin embargo esa faceta está ya cubierta con el nuevo ídolo. En un club donde siempre han destacado los delanteros, en la grada ya le comparan con un referente como Andy Cole. En el horizonte Shearer. Ya en el olvido Andy Carroll, al que se despidió con honores y cuyo dinero ha servido para fichar a su sustituto. Sin miedo a nada, Cissé se ha enfundado el "nueve" del Newcastle ajeno aparentemente a la responsabilidad que ello supone. Es el número místico en Saint James Park, el destinado a los héroes y a los llamados a escribir la historia del club. La estela es larga, ahora le toca a él agrandar la leyenda.
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