En la tarde de ayer se confirmaba una noticia que se venía barruntando desde hacía tiempo. El Colonia, que solo había conseguido un punto en sus últimos cinco partidos y que el día anterior había caído con estrépito frente al Mainz por 4-0 decidía prescindir de los servicios de Stale Solbakken, ese técnico noruego que la pasada campaña había sorprendido a todos en Champions llevando las riendas del Copenhague y que saltó a la palestra, entre otras cosas, por su intercambio dialéctico con el siempre tranquilo Pep Guardiola.
Aquel episodio fue solo una muestra más del carácter del técnico nórdico, siempre dispuesto a decir las cosas claras y a cimentar en la disciplina gran parte de su filosofía. Así llegó a Alemania, con una serie de declaraciones altisonantes que acompañó con la impopular decisión de retirar el brazalete de capitán a Lukas Podolski, ese jugador en el que algunos aficionados invirtieron sus ahorros para traerle de vuelta a casa procedente del Bayern.
Lo cierto es que el rendimiento del internacional germano ha estado por debajo de lo esperado y también el del resto de jugadores de una plantilla que es, con amplia diferencia (y esto es mucho decir en Alemania), la que más goles ha encajado en la Bundesliga con resultados como el 1-6 ante el Dortmund o el 5-1 que les endosó el Schalke. Pero la realidad es que el entrenador nórdico no ha cumplido con las expectativas depositadas en él y se va dejando al club en una situación delicada, algo que es extensible a su imagen y a su cartel.
Muchas lecturas se pueden sacar de esta destitución, sobre todo si tenemos en cuenta las características de un equipo peculiar como el de la cabra, donde siempre se tiende a mirar por encima de las expectativas reales. Una de ellas, y va más allá de las particularidades de la entidad para centrarse en algo más global, es el fracaso generalizado del los técnicos extranjeros en el fútbol teutón.
Bien es cierto que nombres como Huub Stevens (holandés) o Lucien Favre (suizo) están dejando una maravillosa imagen esta campaña y que, hace no mucho, Louis Van Gaal se llevó el trofeo de campeón. Pero ampliando el radio más allá de los territorios que lindan con Alemania, resulta difícil recordar a alguien que tuviera una actuación meritoria y no digamos ya que se coronara como ganador.
Los casos más recientes son el ya mencionado de Solbakken y el de Balakov en el Kaiserslautern. Entre los precedentes el del croata Soldo, también con el Colonia, o el del inglés McLaren en su nefasta etapa al frente del banquillo del Wolfsburgo. Este fenómeno, a priori inexplicable, podría encontrar su razonamiento en el peligroso aire endogámico que está cogiendo últimamente la Bundesliga.
La realidad es que es así, potenciando el producto patrio, como ha crecido en los últimos años desbancando a la liga italiana como la tercera más importante del continente pero uno se pregunta si no es necesario alguien que venga de fuera con ideas diferentes para evitar el encorsetamiento. Por supuesto que nadie quiere ser el que le ponga el cascabel al gato, más teniendo en cuenta los precedentes, pero la competición aunque maravillosa para el espectador, ya da síntomas de comenzar a estereotiparse.
Sigo creyendo en Solbakken y pienso que su problema fue aceptar esa oferta del Colonia en lugar de esperar una propuesta mejor. Y le defiendo (ni antes eran tan magnífico ni ahora tan malo) de la misma manera que opino que la apertura hacia afuera en la búsqueda de entrenadores aportaría unos matices que ayudarían a convertir el campeonato en algo más vistoso y atractivo si cabe. Renovarse o morir. El tiempo y algún equipo arriesgado me dará o me quitará la razón.
1 comentario:
Gran artículo. Creo que este es un tema complicado. Mi impresión es que el idioma influye mucho, y eso se nota. No es lo mismo dirigirte al grupo en inglés, o con traductor, que en alemán, que es un idioma muy particular. Por supuesto, no es la única cuestión, pero creo que influye bastante.
Un saludo!
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