¿Qué ha sido de... Maurizio Ganz?

A veces uno encuentra la inspiración para los posts de la forma más inesperada. A mi de hecho me ha sucedido esta misma tarde cuando, viendo el partido de Coppa que mide al Udinese con el Chievo Verona, he pensado en jugadores que hubieran nacido en la zona del equipo local. E instintivamente me ha venido a la cabeza el nombre de nuestro protagonista, alumbrado en la localidad de Tolmezzo, pequeño reducto a medio camino entre la capital regional y el territorio austríaco.

Lo normal en esta situación es que Ganz, cuyo apellido está más cercano al país vecino que a la propia Italia, hubiera vestido la elástica blanquinegra en algún momento de su prolífica carrera. No fue así. Tuvo experiencias, muchas experiencias como delantero. Pero nunca se convirtió en profeta en su tierra.

De hecho, para debutar como profesional, tuvo que cruzar el país de este a oeste sin salir del norte. Firmó por la Sampdoria a finales de los ochenta por lo que el gran logro de alcanzar la final de la Liga de Campeones le pilló lejos temporalmente, que no territorialmente. Muy ligado a la zona septentrional, nunca jugó por debajo de Ancona en sus veintidós años de carrera.

Volvemos a su etapa en Génova. Sin minutos allí, se marchó a una de los pocos lugares de Italia donde el fútbol se ve eclipsado por otra práctica deportiva. Me refiero a Monza, localidad famosa por su vinculación con Ferrari. Apenas duró una campaña pues el verano siguiente le pescaba el Parma. El club estaba en la Serie B pero con la llegada al banquillo de Nevio Scala, que ese curso cumplió el primero de muchos cursos al frente, retornó a lo más alto.

Llegado el periodo estival, Ganz cambió de aires pero no de categoría y puso rumbo a Brescia para continuar su progresión. La conquista del trofeo de cappocannonieri fue el paso previo a su consagración en el Atalanta. Bérgamo le vio crecer definitivamente hasta el punto que, ya maduro, con 27 años, recibió la llamada de otro equipo neroazzurro: El Inter de Milán.

Fue su primera experiencia en una entidad top pero no la última. Firmó buenas cifras pero la competencia y la edad fueron un obstáculo para él. Fue traspasado al máximo rival en una decisión que se reveló errónea cuando, como venganza, el punta firmó un hat trick contra sus excompañeros en Coppa. No fueron sus únicos goles con los de Berlusconi pero sí los más recordados. Sin embargo el fútbol es un deporte de memoria frágil y Zaccheronni acabaría sentándole en el banquillo por los mismos motivos que motivaron su cambio de barrio.

Tras sendas cesiones en el Venezia y el Atalanta, se enfundó con 33 años la camiseta de la Fiorentina. Demostró mantener el olfato. Su físico se iba diluyendo pero no así sus características para llevar el esférico a la red. De hecho, tras salir de Florencia, afrontó dos etapas en el Ancona y el Módena. Fueron tres años en los que hizo 28 dianas.

Después de aquello, más cerca de los cuarenta que de los treinta, aceptó jugar por primera vez fuera de territorio transalpino. Pero que nadie se asuste, nada de irse a Qatar o a Japón. Su destino fue Lugano, a la puerta de casa. Finalizada su vinculación volvió a cruzar la frontera para colgar las botas en el Pro Vercelli.

Hoy anda intentando encontrar su sitio. Ha entrenado a equipos de las categorías inferiores del Milán y también ha realizado escaramuzas como comentarista. Ambas labores las compaginó con la de padre de un chico de nombre Simone Andrea Ganz que, según dicen, apunta maneras.

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