lunes, 22 de agosto de 2011

El gran circo mundial de las selecciones

Tenía pensado para el día de hoy hacer una lista con los mejores fichajes del verano pero en buena lógica he decidido aplazar el análisis por si surgiera alguna sorpresa de última hora. En su lugar he decidido activar el modo crítico y hablar por fin del cariz, en mi opinión cada vez más oscuro, que va tomando el showbusiness que circula alrededor de los partidos de selecciones.

El otro día me hacían un razonamiento simple pero tremendamente gráfico. ¿En qué sector se ha visto que una empresa pague religiosamente a sus empleados y de vez en cuando tenga que cederlos sin compensación alguna cuando al expoliador le venga en gana saliendo perjudicados en el proceso, por cierto, muchos consumidores indefensos?.

Resulta obsceno, casi insultante, que las selecciones nacionales se vean obligadas a jugar dos partidos en pleno mes de agosto, cuando lo que necesitan los jugadores es aclimatarse a una nueva temporada y volver a coger el ritmo competitivo con los respectivos clubes que les pagan. Momentos en los que la falta de ejercicio físico durante el verano les hace más vulnerables en materia de lesiones.

Puede tener un pase que sea para partidos oficiales (ahora iré con ello de todas formas) pero... ¿Qué sentido tiene celebrar, por ejemplo, un duelo entre España y Chile para disfrute de los suizos?. Evidentemente el único posible es el monetario, vamos, llenar las arcas de las federaciones. Y mientras entrenadores, directivos y aficionados se ven obligados a cruzarse de brazos sin obtener una compensación por ello más que la de ver por televisión una pachanga con la que curarse el mono de fútbol. Como conformarse con cuatro lascas de jamón cuando uno está acostumbrado a un menú completo con primero, segundo y postre cada semana.

Y todo esto de forma recurrente. Sigo con el caso de España, evidentemente el que me toca más de cerca. Ganar el Mundial subió obviamente el cartel de "La Roja". Todo el mundo la quiere ver en su país, disfrutar del juego de los nuestros, optar a ganar a los mejores. Los dirigentes federativos lo saben y arrimando el ascua a su sardina han montado una especie de circo que puede llevar algún día a la mujer barbuda a cosechar más internacionalidades que Zubizarreta.

Los hombres de Del Bosque han sumado solo en amistosos desde que ganaran a Holanda la friolera de 30.452 kilómetros (sin contar el futuro desplazamiento a Suiza), distribuidos en seis citas. Mientras, en nuestro país se ha jugado solo uno. Fue el que nos midió a Colombia en el Bernabéu. Un partido por cierto que aportaba grandes ingresos comerciales dada la fuerte presencia de inmigrantes cafeteros en la capital. Llevar a Rumanía a Cádiz, a Italia a Elche o a Perú a Huelva parece que ya no interesa.

Las migajas quedan para partidos de clasificación de torneos importantes como el de Lituania o el de la República Checa. Oficiales, sí. Atractivos, no tanto. La realidad es que el aficionado se siente frustrado cada vez que la competición de su país se corta para ver un insulso enfrentamiento contra San Marino o Liechtenstein.

Me considero un firme defensor de la democratización en el fútbol, de que todos tengan derecho a poder acceder a un Mundial o una Eurocopa independientemente de su potencial o del tamaño de su territorio. Ahora bien, discrepo en el sistema de grupos. Más de menos equipos evitarían tantos partidos intrascendentes y, con un control de los amistosos, darían más descanso a los futbolistas tanto físico como mental redundando positivamente en la calidad de las ligas nacionales.

Desde los diferentes organismos dirigentes deberían empezar a considerar esa máxima vital que dice que lo poco agrada y lo mucho enfada. Nadie habla de que las selecciones paguen a los clubes ni de que no haya fútbol de combinados nacionales. Todo el mundo entiende que a cualquier jugador le haga ilusión vestirse con los colores patrios. Pero no se puede intentar exprimir a la gallina hasta la extenuación porque puede llegar el día en que esta muera o se escape del corral y decida vivir salvaje y en libertad con la independencia económica que le dan sus propios huevos.

El fútbol de hoy en día, por como está diseñado, exige consenso. Sentarse hablar para encontrar posturas intermedias en un calendario diseñado por un desquiciado. Cada paso que no se da en la misma dirección se da en direcciones opuestas. Intentar entenderse es algo necesario, por el bien de todos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

EXCELENTE post, totalmente de acuerdo contigo.

AMG.

Anónimo dijo...

Así, con un negocio seguro y rentable, exento del riesgo de la inversión, quien se va a bajar del carro federativo. Visca el villarato y, desde ahora, también el platinato.

CM