Narrando en la tarde de ayer el encuentro que midió al Atlético con el Vitoria de Guimaraes tuve un momento de espontánea iluminación y me vino a la cabeza otro equipo portugués, el Gil Vicente, quien por cierto se enfrentará este fin de semana al Benfica en la segunda jornada de la Liga Portuguesa. Un nombre curioso para un club que como sospechaba encerraba una historia detrás.
Conviene decir en primer lugar que bautizar de esta manera a los "Gilistas", como así se les conoce, no guarda relación directa con el personaje en cuestión sino que pasa un filtro previo. La realidad es que, como muchas entidades de barrio, su creación se asocia a un lugar concreto. En este caso al teatro de la localidad norteña de Barcelos, casi fronteriza con España, en cuyas cercanías un grupo de jóvenes acudían cada tarde a practicar el noble arte del fútbol.
Sin embargo lo normal es preguntarse por curiosidad quién era el hombre al que se honraba llamando así al edificio en el que se representaban desde dramas hasta comedias. Un edificio, dicho sea de paso, que aún sigue en pie desde entonces (salvo remodelaciones que desconozco) con una estructura bastante peculiar acabada en "pico".
De procedencia desconocida, algunos sitúan su nacimiento en Barcelos y otros en Guimaraes entre la sexta y la séptima década del siglo XV. Al final, por el tema de dar una fecha concreta en la que celebrar efemérides, se apostó por el término medio y se consideró de dominio público su alumbramiento en el año 1465.
Las complicaciones para registrar movimientos en aquella época hacen que se hable de su figura de forma poco precisa aunque aproximada. Así se dice por ejemplo que estudió en Salamanca y que pudo ser allí donde tomó contacto con el castellano, algo que a la postre resultó trascendental en su carrera profesional.
En la carrera profesional por la que fue conocido, se entiende. Conviene matizar esto pues además de ser el primer gran dramaturgo portugués se decía que era también joyero atribuyéndosele la autoría de la "Custodia de Belem" y la administración de las alhajas de un convento de Tomar. Incluso se buscó un sobresueldo como ayudante de cámara primero de Manuel I de Portugal y luego de Juan III.
De hecho fue durante el nacimiento de este último cuando representó su pieza teatral pionera, "El monólogo del vaquero". Una obra a la que siguieron con posterioridad otras como el "Auto pastoril castellano", cuya temática sería muy recurrente en su pluma los años posteriores. Todo ello usando en muchas ocasiones un tono satírico que sin duda se le permitía por su posición privilegiada en la Corte.
Tras desempeñar una destacada labor en diferentes campos, se cree que falleció en el año 1536 en un lugar desconocido debido a que no se encuentran referencias bibliográficas suyas a partir de esa fecha. Barcelos, su teatro y su equipo de fútbol (por el que han pasado nombres como Yakubu o el mítico Rufai), aún le homenajean modestamente a día de hoy.
viernes, 19 de agosto de 2011
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