Hablaba la semana pasada de los jugadores destacados en los Mundiales sub-17 utilizando como percha el que se estaba disputando actualmente en México y que se llevó la anfitriona después de vencer en la final a Uruguay. Un combinado con nombres prometedores del que estuvo a punto de formar parte un chaval de nombre Emilio y de apellido ilustre: Omam-Biyik.
Efectivamente hablo del vástago de uno de los mejores cabeceadores que se recuerdan en los últimos veinte años, leyenda viva del fútbol camerunés gracias a su gol frente a Argentina, que sirvió a los leones indomables para vencer a los campeones del mundo en el partido inaugural de Italia 90.
Aquél partido sería la actuación más sonada con la camiseta nacional de un futbolista que también tuvo la oportunidad de ser convocado en el Mundial 94 (dónde vio puerta frente a Suecia) y en el del 98, méritos estos que se unen a sus dos balones de bronce africanos en el año 87 y en el año 91.
Estos dos últimos reconocimientos le llegaron cuando ya estaba en Europa, donde aterrizó precisamente en el verano del 87. Lo hizo para firmar por el Laval procedente del Canon de Yaounde. Aquella experiencia sería el primer paso de una larga y próspera carrera en Francia que le llevaría a pasar por cuatro equipos en cuatro años.
Tras una campaña en el club mayennais fichó primero por el Rennes y posteriormente por el Cannes antes de aceptar en el año 92 la oferta del Marsella. Pasaba pues, sin saberlo, a formar parte del futuro campeón de Europa. Y de hecho esa ignorancia pudo hacer que se precipitara. La inevitable competencia en aquél equipo de ensueño hizo que apenas disputara algunos minutos con su nuevo equipo y ese mismo invierno se marchaba rumbo al Lens sin poder degustar el alzamiento de la "orejona".
No obstante donde se cierra una puerta se abre una ventana y en su nuevo destino recuperó el protagonismo perdido cuajando dos buenos ejercicios en la delantera. Tenía entonces 28 años y, sorprendentemente, decidió marcharse a México en lugar de seguir jugando en Europa. El América fue el responsable de este traslado y allí, en Ciudad de México, es donde vino al mundo su hijo Emilio, al que anteriormente hacíamos referencia.
Tres años pasó en el país, donde también disputó encuentros vistiendo la camiseta del Atlético Yucatán. Entonces, con 31 primaveras, de nuevo sorpresa. La Sampdoria se fijó en él y le animó a volver al Viejo Continente. Un paso testimonial, sí, pero meritorio para alguien que superaba la treintena. Y más mérito si cabe tendría el asunto si contamos con que esta circunstancia no sucedió una sino hasta dos veces.
La última cuando el Châteauroux le repescó del Puebla mexicano después de que regresara al país centroamericano tras su aventura frustrada en Génova. Precisamente en el equipo francés anunció su retirada a los 34 años para retornar una vez más a México. Después de caer en la tentación de volver a jugar y probar con el Club Deportivo Sahara decidió pasarse a los banquillos para dirigir al Palmeros de Colima, puesto que ocupó durante la 2007-2008. Con posterioridad a ello, lo único que se ha vuelto a saber de su figura es que Javier Clemente le eligió como asistente cuando fue nombrado seleccionador de Camerún.
miércoles, 13 de julio de 2011
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