Con todo he de decir que quizás este año me voy más decepcionado que otros, no sabría decir muy bien el porqué. La única explicación posible que encuentro es que esta temporada todo ha sido demasiado previsible. Si a los amantes del fútbol internacional nos hubieran pedido una predicción en verano, probablemente estas no habrían distado mucho del desenlace final.
Es cierto que ha estado igualada hasta el final, que ha habido tensión en los tiras y afloja del Manchester y el Chelsea pero los de Londres dejaban cierta sensación de impotencia y los del Ferguson de saber manejar perfectamente los tiempos para llegar bien al último tramo de todo. Una especie de plan predeterminado con el éxito como objetivo.Y la verdad es que no se han quedado lejos. Como siempre. Una manera de demostrar que si tienes calidad y recursos al fútbol puedes ganar de dos formas: Por abuso o por pura inercia haciendo gala de la paciencia. El mejor exponente del primer caso es el Barcelona. El mejor del segundo el Manchester. Por ello se han vuelto a medir en la final de la Champions al igual que hace dos años.
El modelo de los red devils deberían ser estudiado en las universidades. Tienen dinero de sobra pero nunca malgastan sus recursos económicos. Y cuando tiran de billetera es para traer jugadores fiables, tipos que se adapten al sistema de Ferguson. Y como el sistema se mantiene invulnerable en el tiempo, todos los años es un deja vu. El equipo no maravilla con el juego, son superiores pero no lo parece. Eso sí, ganan. Goleando con constancia durante los 90 minutos, remontando gracias a su persistencia o llevándose la victoria en el último hálito. Pero lo hacen.
Su principal virtud es la regularidad, ese elemento que les diferencia de unos perseguidores habituados a dejarse los tres puntos en lugares absurdos. Valga el caso del Chelsea y de sus derrotas, por ejemplo, contra el Birmingham o contra el Sunderland por 0-3 en Stamford Bridge. imperdonables cuando se pelea por el título.
De todas formas estaría faltando a la verdad si dijera que el único problema del equipo de Ancelotti han sido los tropiezos inesperados y la meridiana superioridad del United. Hay más problemas de fondo como esa sensación de que Abramovich comienza a cansarse de su juguete, más teniendo en cuenta que las cosas no salen como planean.
Tras invertir cantidades ingentes de dinero en intentar alcanzar la gloria europea, el club comienza a desgastarse. Hay demasiado inmovilismo en cuanto a las salidas y las entradas no dan el rendimiento esperado, léase el caso de Torres, un gol desde que llegara en el mercado de invierno.
El estado de dejadez se aprecia cuando, con Ancelotti ya destituido, de momento ni hay entrenador ni se le espera, aunque es de sobra conocido que el deseo secreto se llama Guus Hiddink cuando este corte su vinculación con la selección turca. No obstante en la capital pueden estar tranquilos porque en los vecinos tampoco es que se aprecien cambios radicales por el momento.
Descartado el del banquillo por razones obvias, el Arsenal se enfrenta este verano a un proceso vital en su futuro. Su devenir dependerá de cómo se mueva en verano, o lo que es lo mismo; de cómo emplee el dinero obtenido por Cesc Fábregas. Dando por sentado que el jugador franquicia pondrá rumbo a Barcelona, toca reconstruirlo todo siguiendo uno de los dos caminos.
Los Gunners pueden continuar contratando jóvenes prometedores a la espera de que algún día exploten, vertiente que por el momento ha demostrado no funcionar en los últimos años, o fichar algún que otro jugador experto que tire del carro después de una campaña en la que el cuarto puesto sabe amargo. En cualquier caso será capital un relevo en una portería que da misericordia y que no da garantías para la Champions.
Un torneo en el que se estrenará el City más de 350 millones de euros después. A pesar de todas las polémicas suscitadas en torno a la figura de Mancini, al final el italiano ha logrado el objetivo para el que fue contratado. Claro, que no se le puede pedir menos con esa plantilla. Después de tres años fichando todo lo que se movía (aún recuerdo ese grupo en Facebook que rezaba "Yo también he recibido una oferta del Manchester City"), por fin el club se ha movido con cabeza. Y en cuanto eso ha sucedido se ha conquistado la FA Cup y se ha firmado un buen tercer puesto. Poco más se puede pedir.
No se le puede exigir tampoco al Tottenham. El año pasado con la Champions salió cara y este año ha salido cruz. La Europa League es a fin de cuentas un botín interesante tras un ejercicio en el que se ha buscado, y se ha conseguido, firmar un buen papel en la máxima competición europea. Grandes actuaciones de Van der Vaart, que termina el año con 13 goles los mismo que por ejemplo a conseguido Chicharito. Sin duda dos buenos ejemplos de rápida adaptación.
Otro es el caso de Luis Suárez. El problema con el uruguayo es que llegó quizás demasiado tarde y con mucha responsabilidad. Lo bueno es que ha sabido tolerarla y hay mucha expectación con lo que pueda hacer el año que viene toda vez que el Liverpool no viajará fuera de Inglaterra. Es sin duda un palo pero quizás sea un buen paso atrás de cara a dar dos hacia adelante.
Al otro lado del Mersey la sensaciones son buenas aunque con un regusto agridulce. Un año más el mal arranque de temporada castiga a los de David Moyes, que parecen no aprender de sus errores. Les castigan en gran parte sus 15 empates, uno menos que los cosechados por el Fulham, líder indiscutible en este apartado.
El fútbol desplegado en Craven Cottage ha sido más bien pobre y han dejado la sensación de que aún duraba la resaca de lo logrado la pasada campaña. La derrota contra el Atlético les impidió pasar a los libros de esa historia que solo recuerda a los vencedores. No obstante la próxima campaña tendrán la posibilidad de resarcirse gracias al juego limpio.
Privilegio del que no gozará el peor Aston Villa de los últimos años. Acabar en la zona tibia viendo el mal carisma que cobraba todo en los albores ligueros puede ser considerado más una bendición que un fracaso. No hay explicación para el bajón que han sufrido futbolistas de la talla de Ashley Young o Gabriel Agbonlahor. Se vaticinan bastantes salidas y un giro radical del barco con la capitanía de Roberto Martínez.
Sería un excelente destino para el español, que quiere salir de Wigan antes que hundirse con toda la entidad. Este año se ha quedado muy cerca y ya se sabe eso de que jugar con fuego generalmente suele ocasionar disgustos. A pesar de ello Martínez tiene motivos para estar contento. Se ha logrado el objetivo de la salvación y se ha materializado por fin el ascenso del Swansea, un sueño que comenzó a ser una realidad cuando él entrenaba allí. Un nuevo equipo al que se le unen el QPR y el Norwich formando una terna peculiar pero interesante.
Al menos se espera de ellos que den más espectáculo que la insulsa zona templada de la clasificación. Del Sunderland siempre se espera más de lo que da, algo extrapolable al Bolton Wanderers. Sorpresas más positivas son el cambio el Newcastle, el West Brom y el Stoke.
Ninguno juega a nada pero son conscientes de sus limitaciones sy sobreviven con ellas. Las urracas han sobrevivido a la venta de Carroll y al siempre duro retorno a la Premier tras un año en el infierno. Ahora habrá que ver si tiran hacia arriba o se precipitan hacia abajo. Una situación semejante a la del West Brom, que nunca podrá congratularse lo suficiente tras el fichaje de Odemwingie. Con los mismo puntos que ellos acaban los "potters" sorprendentes finalistas de la FA Cup.
Al borde del abismo acaban el Blackburn, el ya mencionado Wigan y el Wolverhampton. Los primeros vuelven a demostrar un año más una terrible carencia de ambición. Olvidados los buenos tiempos de mediados de los noventa sobreviven conformándose siempre con lo mínimo. En el caso de los Wolves, sobreviven con la que probablemente es la peor plantilla de todas, lo cual tiene bastante mérito.
Claro, que tener buenos nombres no garantiza el éxito. Y si no que se lo digan al Birmingham y al West Ham. Los primeros tienen el consuelo de la Copa de la Liga, algo que quizás fuera perjudicial si se miran las cifras posteriores. Seis derrotas en diez partidos, algunas de ellas contra rivales directos.
En el caso de los de la capital, tras varias campañas paseando por el alambre se ha consumado la tragedia en gran parte por el mal bagaje en los partidos como local en los que solo han conseguido cinco victorias y cinco empates. Baja junto a los dos el Blackpool a pesar de las excelentes actuaciones de Charlie Adam, una de las revelaciones de la Premier.
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