viernes, 17 de junio de 2011

Nombres del fútbol: Herbert Chapman

Si habéis seguido de cerca la sección de los viernes sabréis que la idea de la misma es traer a colación a personas que por un motivo o por otro guardan relación con el fútbol bien sea porque su nombre se utiliza para bautizar un estadio, porque en honor a ellos hay un equipo de fútbol o porque hay trofeos que reconocen su labor a lo largo de los años.

En el caso que hoy nos ocupa, nos encontramos ante un tipo que a muchos no os sonará pero cuyo legado para el deporte rey a nivel global y a nivel de club es casi inabarcable. Una de esas personas que pasaron de puntillas por el mundo cuando el deporte se encontraba en fase embrionaria y cuya labor solo ser reconoce con el paso del tiempo, desgraciadamente cuando ya no se encuentran entre nosotros para levantar la vista y disfrutar de lo que han conseguido.

Porque Chapman falleció ya hace mucho tiempo, el "Día de Reyes" del año 1934, como consecuencia de una pulmonía. Tenía por entonces 55 años y se encargaba de buscar nuevos talentos para el Arsenal, la entidad desde la que encontró la plataforma ideal para difundir su pequeña revolución.

Claro, que para llegar al equipo londinense antes había tenido que "hacer mucha mili". Nacido en el año 1878 en Kiventon Town, una localidad perdida en la zona sur del condado de Yorkshire, comenzó a apasionarse por el fútbol en casa. De sus once hermanos, dos eran futbolistas profesionales, el más conocido de ellos Harry, que llegó a conquistar dos Ligas y una FA Cup con el Wednesday antes de morir de tuberculosis a los 37 años.

No parecía en cambio que el pequeño Herbert fuera a seguir su camino cuando se decidió a estudiar ingeniería de minas posiblemente por los consejos de su padre, que se dedicaba a la extracción del cobre. Al final pudo más su amor por el balón y a los 18 años salió de su localidad natal para enrolarse respectivamente en el Ashton North End, en Stalybridge Rovers y el Rochdale; equipos todos ellos que jugaban la liga del condado limítrofe de Lancashire.

Eran sus tiempos de futbolista amateur, esos en los que no podía comer con lo que hacía sobre el campo y se veía obligado a buscar trabajos paralelos. De hecho esa necesidad fue la que marcó sus comienzos. Fichó primero por el Grimsby, lugar donde tenía un oficio pero donde no jugaba, y posteriormente por el Swidon y por el Sheppey, entidades estas últimas que se vio obligado a abandonar como consecuencia de la falta de oportunidades laborales.

Frustrado se decidió a retomar sus estudios en Worksop Town alternándolos con la práctica balompédica en el club de la ciudad. Fue entonces cuando, abandonadas prácticamente todas sus aspiraciones de profesionalismo, le llegó su primer contrato tras una buena actuación frente al Northampton Town que llamó la atención de uno de los ojeadores.

Mucho tiene que agradecerle Chapman a ese equipo que le dio tantas oportunidades y se convirtió en su mejor escaparate primero como jugador y más tarde como entrenador. De hecho formando parte de la plantilla le llegó su primera gran oportunidad. Se la dio el Sheffield United, que le fichó tras un partido de la FA Cup.

Jugó 22 partidos pero la gran competencia le obligó a cambiar de aires y poner rumbo al Notts County a cambio de 300 libras, algo impensable a día de hoy. No obstante la cifra sería aún menor en el traspaso que le llevó al Tottenham tras un año cedido en el Northampton. Los londinenses pagaron por él 70 libras. Tras dos campañas algo irregulares finalmente decidió volver de nuevo al Northampton por tercera vez renunciando al profesionalismo consciente de que lo mejor que podía hacer era centrarse en su labor de ingeniero.

El destino en cambio le tenía reservados otros menesteres. Por petición del club, que veía en él a un tipo inteligente capaz de aportar algo, decidió probar suerte como entrenador. Fue entonces cuando Chapman comenzó a poner orden en un fútbol que se caracterizaba por la anarquía como el sistema predominante.

La brillante imagen dejada con los de East Midlands en los cinco años al frente del banquillo animó al Leeds City (precursor del actual United) a darle la oportunidad de seguir creciendo en su nueva faceta. Y cumplió con las expectativas depositadas en él. Sus famosas y casi pioneras charlas tácticas con los jugadores cobraron fama y el juego en conjunto mejoró tanto ofensiva como defensivamente al igual que los resultados. Hasta el punto que la asistencia media a Ellan Road subió en casi 5.000 espectadores, personas todas ellas que querían ver en directo el producto diferente que ofrecía su míster.

Herbert Chapman manejaba por entonces un proyecto de grandes dimensiones a medio plazo que acabaría viéndose desmontado con la irrupción de la Primera Guerra Mundial. Aquél episodio que desmanteló el bloque le hizo replantearse las cosas y en el año 1916 decidió marcharse a trabajar a una fábrica de munición de Barnbow. Finalizado el conflicto retornó a Leeds pero abandonó el cargo al poco tiempo para marcharse a Selby como superintendente en una planta de petróleo.

El motivo nunca se sabrá pero muchos dicen, y no sin razón, que lo hizo para alejar su imagen de la de un equipo que había sido acusado de irregularidades financieras en el periodo bélico. Esto ocasionó una sanción de por vida para Chapman, que finalmente salvó el pellejo alegando que durante ese espacio de tiempo él trabajaba en la fábrica de munición y no estaba al tanto del asunto.

Por suerte para el fútbol y por desgracia para la empresa en cuestión, esta quebró en el año 1920. Nuestro protagonista se quedó en la calle, situación que aprovechó el Huddersfield Town para contratarle. Los "terriers" acaban de subir por primera vez en su historia a primera división y era un equipo con aspiraciones sencillas, algo que cambió repentinamente. En la primera campaña completa del nuevo entrenador se conquistó la FA Cup tras vencer en la final al Preston. El gran logro hizo que se obviara la decimocuarta posición en liga.

Sin embargo aquél trofeo era solo el aperitivo de lo que estaba por venir. Su revolucionario juego basado en la férrea defensa y las mortales salidas a la contra mezclado con el acierto en los fichajes (motivado en gran parte por la magistral red de ojeadores que había tejido) fueron las dos bases sobre las que se construyó un equipo que ganó la liga tres años seguidos.

Chapman solo pudo disfrutar de los dos primeros títulos pues el tercero le pilló lejos de la ciudad, concretamente en Londres. Amante del dinero, algo que ya había demostrado con anterioridad en su carrera, decidió dejar al Huddersfield en lo más alto y aceptar una oferta del Arsenal que doblaba su sueldo. Los Gunners no atravesaban por entonces un buen momento y por ello decidieron dar plenos poderes a su nuevo técnico, una decisión de la que todos los amantes del fútbol se han beneficiado durante años.

Durante su estancia allí Chapman será recordado por muchas circunstancias pero especialmente por una que coincidió en el tiempo con su aterrizaje en la capital. Ese verano de 1925 se había llevado a cabo una modificación del sistema del fuera de juego adaptándolo a lo que es hoy en día. Para la mayoría de entrenadores resultó algo anecdótico pero no para él, que estudió mucho para contrarrestarlo hasta que dio con la solución. Esta no era otra que cambiar el tradicional
2-3-5 por el sistema conocido como "WM".



Como se puede apreciar en la imagen, este recibía el nombre del dibujo que representaba sobre el terreno de juego. La innovación implicaba pues que un mediocentro pasaba a ocupar la posición de defensa central, renunciando al ataque pero encargándose del punta rival. Esto además liberaba a los otros dos defensas para que estuvieran pendientes de las incursiones de los extremos. La inferioridad en el medio del campo se contrarrestaba retrasando a los dos interiores para que ayudaran en las labores de creación.

Varios equipos lo hicieron pero donde mejor se aplicó fue en el Arsenal, que sufrió una revolución siendo subcampeón en el primer año. Era el primer paso de un modelo que solo necesitaba de tiempo y jugadores para establecerse como revolucionario. De hecho hicieron falta cinco años para levantar el primer título. Fue la FA Cup de 1930, en la que se venció en la final al Huddersfield por 2-0.

Un primer premio a la paciencia que no sería el único. De hecho el año siguiente los Gunners ganarían la primera liga de su historia. La ganaron anotando 127 goles lo que no sirvió para que, como todo genio incomprendido, Chapman fuera criticado por su juego. Hasta el punto que su equipo pasó a ser conocido como el "Lucky Arsenal" o el "Boring Arsenal".

A pesar de ello eran los favoritos para conseguir el doblete el año siguiente, objetivo del que finalmente le privaron el Everton en el campeonato doméstico y el Newcastle en la final de la FA Cup. El sinsabor no hizo en cambio caer los ánimos y en el año 1933 el club volvía a proclamarse campeón liguero.

Sería la última gran satisfacción en vida de Herbert. Como cada temporada, después del verano, agarraba de nuevo las riendas del Arsenal sin saber que lo haría por última vez. En invierno contrajo una pulmonía mientras viajaba presenciando algunos partidos y finalmente fallecía días después.

No obstante, su legado y sus propuestas estructurales permanecieron. En lo deportivo, los londinenses volvieron a ganar el trofeo liguero ese año y el siguiente. En lo social, sus aportaciones fueron impagables. Chapman fue el primero en proponer la disputa de partidos nocturnos. El primero el proponer la iluminación artificial en los terrenos de juego. El primero en usar fisioterapeutas y masajistas. El primero en solicitar un balón blanco para mejorar la visibilidad. El primero que decidió dar números a sus jugadores. El primero en proponer una competición europea de clubes. El primero que introdujo la calefacción subterránea en los terrenos de juego. El introductor de las mangas blancas en el uniforme del Arsenal para darle personalidad al club. El que consiguió que se rebautizara la estación de Gillespie Road con el nombre de Arsenal Station. El que quitó el artículo "The" delante del nombre del equipo para que este apareciera alfabéticamente por encima de sus rivales. En definitiva, un auténtico genio.

1 comentario:

Carlos Pérez dijo...

Chapman, el 'hombre-Arsenal' de aquellos años, un grande de la historia del fútbol. Un hombre que contribuyó a que este deporte sea lo que es hoy.

Un saludo!