lunes, 11 de octubre de 2010

Mano dura con el agresor

Ha sucedido toda la vida y lo triste es que ya no nos afecta, lo vemos como algo normal, censurable pero algo normal en la medida en que los periódicos de hoy son los que envuelven el pescado de mañana. Lo de De Jong dejará de ser noticia la semana que viene cuando vuelvan las grandes competiciones. Si acaso se le mentará cuando pise de nuevo un terreno de juego, cuando sea convocado de nuevo con la selección (si es que lo hace) o cuando se sepa en que acaba lo de la demanda del Marsella. Pero poco más.

Como mucho se ganará el adjetivo de "carnicero" (con todo mi respeto hacia la profesión) entre el pueblo llano pero la prensa políticamente correcta de hoy no pasará del "duro" de toda la vida e incluso algunos lo suavizarán diciendo que es un jugador "que va con todo". Y mientras esto sucede Hatem Ben Arfa, el talentoso centrocampista francés, la eterna joya que había emigrado a Inglaterra para demostrar su talento, asistirá impávido al fin de su carrera.

Volverá nueve meses después, sí, todos lo hacen, pero nadie vuelve como antes de una lesión. Aquellos que tienen la mala suerte de cruzarse con un descerebrado en un campo de fútbol que se pasa de revoluciones no recuperan el nivel de antes y si no que se lo digan a futbolistas como Eduardo, ahora en las filas del Shaktar a pesar de su prometedor futuro.

Lo duro es que el castigo para el agresor apenas pasa de un tirón de orejas, de una collejita amistosa a modo de dos o tres partidos para que piense en lo que ha hecho, sin que se tengan en cuenta hechos precedentes como en este caso la patada voladora al pecho de Xabi Alonso en la final del Mundial.

De Jong volverá, quizás se muestre muy arrepentido, quizás ni eso. Puede que desde las gradas le griten cuatro cositas de vez en cuando pero los profesionales están acostumbrados a eso, no le afectará demasiado. Y cuando vuelva a salir a un campo volverá a ser igual de peligroso que cuando se fue, porque pertenece a esa estirpe de jugadores, se me ocurren muchos nombres, que suplen sus limitaciones técnicas y tácticas repartiendo leña a diestro y siniestro, castigando sin piedad a aquellos que tienen de lo que ellos carecen.

Un complejo de inferioridad muy peligroso que nace de la envidia y el resquemor, del que querer ganarse el respeto de unos aficionados que les ríen las gracias e incluso los ven como luchadores que dan todo por unos colores. Y lo difícil de entender es como nadie pone cartas en el asunto, como FIFA y federaciones miran a otro lado ante situaciones así. Se lavan las manos y le echan el marrón a los demás, teniendo que ser Van Maarjwik, todo un señor aunque veremos por cuanto tiempo y si el gesto es cara a la galería, el único que ha hecho algo dejándole fuera de la selección.

En cualquier ámbito de la vida cuando una persona agrede a otra por el motivo que sea paga por ello compensando económicamente al agradedido o con pena de cárcel. Quizás esto sea menos justificable en el fútbol, donde este tipo de acciones no son siempre intencionadas y están sujetas a los lances del deporte, pero ¿por qué nadie hace nada?. Ya es momento de que haya por fin una sanción ejemplar, de que un jugador pague el pato, se llame como se llame, y reciba un castigo que siente precedente, que ponga sobre aviso a todos aquellos que deberían estar mejor sobre un ring que sobre un césped. Por el bien del fútbol.

2 comentarios:

Tartarus dijo...

Una pena lo de Ben Arfa , al que últimamente no le sonríe la fortuna . Mis mejores deseos para su pronta recuperación pero estoy contigo en lo de que todos vueleven pero con secuelas .

Un saludo

javier dijo...

este holandés evidentemente tiene otras reglas para jugar. esperemos que haya sanciones más duras