lunes, 18 de octubre de 2010

El problema turco

Observaba el otro día con curiosidad la que, por lo menos para mí, ha sido la imagen del fin de semana en el fútbol europeo. Esta no es otra que el pique de celebraciones entre Lukas Podolski y Nuri Sahin en una imagen que recordó a aquella que hizo Van Nistelrooy en su día encarándose con un rival cuando vestía la camiseta de Holanda.

Para todos aquellos que no la hayáis visto os diré que todo sucedió cuando Podolski marcaba un gol en el minuto 82 que igualaba el partido entre el Colonia y el Borussia Dortmund. Era entonces cuando el delantero se dirigía hacia el turco Sahin y empezaba a recordarle, marcándoselos con los dedos, los tres goles que Alemania le metió a los otomanos la pasada semana durante la fase de clasificación para la Eurocopa.

El fútbol, que en ocasiones es caprichoso y da oportunidades de revancha, hizo que Sahin anotara el 1-2 en el minuto 91. Nada más ver portería sus compañeros se abalanzaron sobre él intentando frenar la inevitable, pero no fue posible. Sahin se recorrió el campo entero hacia la posición en la que estaba Podolski y se deslizó grácilmente por el césped delante de sus narices dedicándoselo en la cara con el dedo ante la cara de circunstancias del bueno de Poldi. (http://www.youtube.com/watch?v=RFna5AYVdis&feature=related) en el minuto 3 teneis la ceebracion de Podolski y el resto es lo que la rodeó.

La situación no pasa de mera anécdota pero me hizo recordar el partido internacional de la pasada semana, sobre el que no había reflexionado lo suficiente a pesar de todo el revuelo que se montó en torno a Ozil y su ascendencia, y la humillante derrota por 1-0 contra Azerbayán. Dos pinceladas, más bien dos trazos gruesos, que hablan de la preocupante situación del fútbol en el país.

Apeados del Mundial, basta con mirar la clasificación de la liga local para darse cuenta de que algo no funciona. Las señales son evidentes, con un vigente campeón al que el Valencia pasó por encima en Liga de Campeones y que a pesar de todo se mantiene líder también este año y una pléyade de equipos de segunda fila ocupando los puestos altos por delante de los tres históricos, el Fenerbache, el Besitkas y el Galatasaray.

De hecho hay que mirar hacia el sexto puesto, el de la Intertoto, para encontrar al Fenerbache, el primero de ellos. Con su mal inicio de temporada están a siete puntos del Bursaspor, los mismos a los que se sitúa el Besitkas de Guti y Schuster y a uno menos que el mediocre Galatasaray de Rikjaard.

Poco sirve que en los tres haya jugadores como los españoles Dani Güiza o el propio Guti, el brasileño Elano, el checo Milan Baros, el senegalés Mamadou Niang o el turco Arda Turan. El dinero y la clase no son los que dan hoy la felicidad en el fútbol turco y por alguna extraña razón son los modestos, más batalalladores que nunca en los últimos años, los que dan el do de pecho.

La presión a la que cada día son sometidos los equipos de Estambul por los estamentos y sus propios aficionados, que viven con fiereza el deporte rey, contrasta con aquella de la que carece el Bursaspor, líder de la clasificación, u otros conjuntos como el Trabzonspor, el Kayserispor, el Karabukspor o el Antalyaspor, aquellos que hoy por hoy dominan la tabla.

Y sobre el campo, frente a los millones y la inversión se impone el hambre de futbolistas que viven una segunda juventud o de otros que vuelven a sentirse útiles. Casos como el Milan Stepanov en el Bursaspor, Jajá Coelho en el Trabzonspor, el mítico Marcelo Zalayeta en el Kayserispor o Necati Ates, (ex de la Real sociedad) en el equipo de Antalya.

A la vista está que el modelo anterior ha fallado y que los proyectos titánicos cimentados sobre barro comienzan poco a poco a desmoronarse con plantillas de avanzada media de edad llenas de futbolistas extranjeros venidos a menos que además suelen evidenciar una preocupante falta de adaptación. La necesidad de su alineación por nombre obliga a dejar de confiar en el producto nacional y todo ello revierte a la larga en la selección, bien porque los que son convocados evidencian una gran falta de rodaje o porque otros emigran y se nacionalizan esperando una oportunidad que no les llega en Turquía. El drama es, cuanto menos, evidente.

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