martes, 14 de abril de 2015

El fútbol también es literatura


Como si se pusieran de acuerdo para no pisarse el uno al otro, hay días donde las personas geniales se ponen de acuerdo para morir a la vez. Su estrella se apaga dejando tras de sí un legado que, independientemente de los gustos de cada uno, deja un poso innegable en la sociedad. Se va el autor, la obra permanece y las generaciones actuales y futuras la disfrutan.

El azar, o quizás ese acuerdo que nunca conoceremos porque los que se van callan, ha querido que este lunes ya no estén con nosotros Günter Grass y Eduardo Galeano. Escritores opuestos geográficamente, uno europeo y otro sudamericano, de su pluma salieron textos llamados a perdurar. Distanciados en algunas cosas lo cierto es que el fútbol, en cierta medida y por cuestiones diferentes, les unió.

Reconozco, en lo personal, sentir cierta debilidad por Galeano. Creador de "El fútbol a sol y sombra", para muchos uno de los textos más relevantes sobre el deporte rey en lo que al habla hispana se refiere, su figura la asocio a una etapa gratificante de mi vida como fueron las clases de locución a las que acudí durante varios años.

Mi profesor, hombre que sabía de mis gustos personales y buscaba motivarme para que no me estancara y cayera en lo rutinario, no dudaba en sacarse de la manga extractos de aquel libro para que intentara dignificarlos en la medida de lo posible con mi voz. Es obvio que nunca lo conseguí pero al menos quedaron en mi recuerdo fragmentos como aquél que contaba la historia del internacional Obdulio Varela y que me permito enlazar a continuación.


Mitómano de la Uruguay que maravilló antaño cuando estaba en la cima mundial, hincha de Nacional pero no por ello enemigo de Peñarol, su visión romántica de los distintos componentes del juego le permitían dar voz por separado a todos aquellos que tenían algo que ver en el desarrollo de los partidos.

En el caso de Grass el mundano balompié le sirvió en algunas ocasiones como bastón  sobre el que apoyarse en su intención de relatar capítulos de su Alemania natal. Así varios son los textos con este leit motiv que se camuflan en "Mi siglo", cuyas páginas son un repaso histórico de la tierra que hoy le llora.

Premiado con el Nobel,  nunca estuvo aislado de lo que sucedía en los campos. De hecho en el estadio del Friburgo, equipo del que era hincha, puede leerse uno de sus poemas. Además su ideología política le animó a alzar la voz en favor del Sankt Pauli cuando este atravesó problemas económicos y el espíritu crítico que le caracterizaba, a atacar verbalmente a la FIFA. 

El fútbol comunicó así a dos personajes antagónicos que, cada uno en su estilo, han dejado un sello en la historia de la literatura. Gracias a ellos, los que vienen detrás podrán conocer las raíces de lo que es hoy un monstruo imparable que llega a todos los rincones del mundo. Antes de que todo se globalizara, Grass y Galeano ya contaban historias.

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