Se ha convertido ya en tradición. Con el arranque de las grandes ligas llega ese momento que todos los aficionados al fútbol estamos deseando, ese que nos quita el sueño y nos hace ilusionarnos... el amistoso de selecciones a comienzo de temporada. Parece imposible, pero después de un verano de encuentros insustanciales y de torneos cada día más desprestigiados en los que salen al césped los reservas; aún hay espacio para una guinda, la última penitencia que pagar antes de sentarnos delante del televisor a fagocitar el fútbol de clubes.
Es cierto que este año el circo se celebra entre semana y no interrumpe demasiado el curso de los acontecimientos, pero pocas cosas hay tan absurdas como estos duelos al sol en los que lo único que importa es el dinero que se mueve. El más claro ejemplo es la reedición de uno de los cuartos de final de la pasada Eurocopa, el Italia-Inglaterra... ¡En Berna!. Algunos salvan el expediente como el Alemania-Argentina o el Francia-Uruguay pero en general la gente esta más ansiosa por saber lo que harán los nuevos fichajes y no sus combinados nacionales.
Todo ello sin contar, por supuesto, con el perjuicio que este capricho supone para las entidades que pagan a los jugadores y ven alteradas sus respectivas pretemporadas. No debe hacerle mucha gracia a los técnicos de la Ligue One, por ejemplo, que tras la disputa de la primera jornada tengan que prestar a sus activos y mandarles a disputar enfrentamientos tan trascendentes como el Togo-Burkina Faso.
Algo semejante debe suceder con los equipos españoles, quizás el caso más sangrante de todos. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que el nuevo status de la selección permite sacar réditos económicos, la RFEF no duda en explotar al máximo a los nuestros paseándoles por el mundo como si fueran la enana barbuda.
Haciendo oídos sordos a las necesidades competitivas de uno de los mejores campeonatos del mundo, "La Roja" ha tenido que viajar más de diez horas de avión para disputar un trámite absurdo de noventa minutos contra un país, Puerto Rico, que ocupa el número 138 en el ránking FIFA y nunca ha sido capaz de estar presente en la Copa de Oro; no digamos ya un Mundial. Renunciar a duelos ante grandes rivales, aunque se cobre menos por ello, no hace sino vulgarizar a un conjunto histórico y deprimir a los seguidores incitando a muchos de ellos a seguir a su nación solo en las grandes citas.
Así es el negocio, no queda sino tragar con todo y tener paciencia. Hasta que llegue el Mundial tendremos que convivir con esta realidad, solo justificable en las fases de clasificación por la democratización del fútbol. Ya se ve la luz al final del túnel. Desde que España levantara la Eurocopa y con el único paréntesis de los Juegos, hemos sido víctimas de giras soporíferas que solo sirven para aplacar ligeramente el mono. La pesadilla acaba, vuelve el espectáculo.
1 comentario:
Esto sólo es una de las incongruencias acontecidas en el mundo del fútbol desde que se dirige con el dinero y no con el corazón, fastidia a todos, menos a las federaciones claro, que cogen el dinero fresco.
Un saludo.
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