Fue uno de esos recuerdos difusos que uno tiene cuando empieza a ver fútbol. Aquella Alemania, que posteriormente caería ante la mítica Bulgaria de Kostadinov, Balakov, Letchkov y Stoickhov entre otros; me llamaba la atención y estaba llevada desde el banquillo por nuestro protagonista de hoy, un clásico como Berti Vogts.
Apodado como el "Terrier" por su capacidad de lucha, como jugador forjó toda su carrera en el lateral derecho del Borussia Moenchengladbach y también de las selección de la Alemania, donde aún recuerdan su férreo marcaje a Cruyff en la final del Mundial de 1974.
En recompensa a sus servicios, años después de su retirada la Federación le asignó la dirección de la selección sub-20 y posteriormente, en 1990, la de la absoluta, en sustitución de Franz Beckenbauer, recogiendo así la herencia de un equipo campeón.
Vogts se mantuvo en el puesto durante ocho años, en los que la Eurocopa de Alemania fue su única alegría reseñable. Alegría al fin y al cabo pero poco premio para una herencia que se antojaba grandiosa procedente de las manos del Kaiser. Al final, y pese al éxito, un par de malos resultados acabaron costándole el puesto.
Tras un par de años de parón pasó a entrenar al Bayer Leverkusen pero clasificar al equipo para la Champions no fue suficiente mérito para los dirigente, que le destituyeron al concluir la temporada. Fue entonces cuando comenzó su peculiar periplo como seleccionador por varios rincones del mundo.
Comenzó en Kuwait seducido por los petrodólares. Apenas duró seis meses y no porque fuera despedido sino porque se le abrió la posibilidad de volver a entrenar a un combinado europeo, en este caso Escocia. En las Highlands aún se preguntan de quién fue la feliz idea de contratarle. Durante su etapa la selección alcanzó el ranking más bajo de su historia gracias a resultados como el 6-0 que le endosó Holanda, el 5-0 que le metió Francia, el 4-0 de Gales, el 4-1 de Corea y la derrota por 3-0 ante Hungría, marcadores todos ellos que se unieron al meritorio empate (por lo difícil que debió resultar no ganar) a dos goles frente a las Islas Feroe.
Con William Wallace revolviéndose en su tumba, tuvo la decencia de dimitir cuando aún le quedaba año y medio de contrato e incluso anunció que no volvería a los banquillos. Falso. En el año 2007 firmó por Nigeria, puesto al que renunción trece meses después tras caer en octavos de la Copa África.
A pesar de todo finalmente parece haber encontrado acomodo en... Azerbaiyán, donde la Federación del país le ha renovado hasta la fase de clasificación de la Eurocopa de 2012 por sus honrosos resultados.
Y aprovechó este último dato para empalmar con otro. Los más veteranos lectores de esta bitácora y de esta sección recordaréis el entierro en vida de dos finalista de la Copa de Europa como Klauss Toppmoeller y Héctor Cúper, que decidieron probar suerte en la selección de Georgia. El próximo que podría correr su misma suerte y sepultar su carrera, para mi tristeza pues le admiro, es Temuri Ketsbaia (ex del Olympiakos y el Anorthossis), que guiado por el espíritu patrio es ahora el actual seleccionador del país.
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