viernes, 10 de julio de 2009

Los chicos que crecieron a la sombra del vecino

Era el 1 de enero de 1993 cuando se produjo el llamado "Divorcio de tercipelo", un bonito nombre para la separación de la República Checa y Eslovaquia. Tras ese acuerdo cada uno siguió por su camino y no sólo en el plano político y económico sino en otros ámbitos más frugales como el deportivo. Con la escisión moría el espíritu de unidad que fomentaban figuras como la de "la locomotora humana" Emil Zátopek. Es cierto, dicho sea de paso, que en esa mezcla deportiva la República Checa aportaba más que sus compañeros de viaje. De Praga no era sólo el gran fondista ganador de cuatro oros olímpicos. De allí también procedía otro ídolo, quizás el más conocido fuera de las fronteras. Hablo como no de Antolín Panenka, cuyo penalty le valió para entrar en los libros de historia.

Las aportaciones de uno y otro se vieron a las claras tras el año 1993. Los checos alcanzaron la final de una Eurocopa con una generación mágica y consiguieron hacerse un nombre en el continente como un rival temible. Los eslovacos se convirtieron en meros comparsas cuya única oportunidad de entrar en una competición internacional despareció al ser vapuleados por España.

Pero eso era antes. Ahora todo ha cambiado gracias a una selección en la que la mayoría de los jugadores apenas tenían diez años cuando se produjo el proceso de independencia. Mientras el país se acostumbraba a su nuevo status Marek Hamsik y Peter Pekarik acababan de ingresar en la escuela primaria, por no hablar del prometedor centrocampista del Chelsea Peter Stoch, que con cuatro años debería estar jugando en su casa.

Ellos, junto al resto de sus compañeros (no, no me olvido del genial Stanislav Sestak), han conseguido que sus compatriotas se sientan por fin orgullosos de ser eslovacos y aficionados al fútbol. El pueblo, tradicionalmente reprimido ante los logros del vecino, por fin puede mirarles por encima del hombro. La generación de oro ha aparecido y tiene un gusto exquisito por el fútbol de calidad. Y encima madura a pasos agigantados.

Hamsik es un ídolo para la exigente afición del Nápoles, que movió cielo y tierra para devolverle las pertenencias que algún desaprensivo le había robado a mano armada. Sotch tiene una pinta excelente y ya ha dado el paso definitivo hacia el vestuario de Stamford Bridge. Sestak crece a pasos agigantados en el Bochum. Cech deslumbra en el Oporto. Y Pekarik ya es todo un campeón de Alemania. Y ninguno de ellos pasa de los 27 años. ¿Qué más se puede pedir?

Sólo una cosa más. Ir al Mundial clasificándose como primeros en el mismo grupo que los checos. Rizar el rizo. De momento eso ya lo están consiguiendo y tiene pinta de que Sudáfrica acogerá a los eslovacos en 2010 mientras los de al lado lo verán por televisión. Ver para creer.

4 comentarios:

NoTe dijo...

Muy buena nota. Felicitaciones!

AD dijo...

Es bueno que en los mundiales haya selecciones debutantes, esta generacion eslovaca es la mejor de su historia y merece claramente estar en el Mundial, por la calidad de sus jugadores y por el gran equipo que forman. Eso si, no te olvides del genial Martin Skrtl, el ''asesino'' defensa central, a mi me encanta. Ojala puedan lograr su meta y ojala podamos ver la mejor version de Hamsik este año en Napoles.

Saludos

El Balón Europeo

futbollium dijo...

Es curioso ver como coincide la decadencia de la selección checa con la explosión de la selección eslovaca .

Un saludo

vavel dijo...

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