La amenaza fantasma

Fuente: www.zimbio.com

Por más que reflexiono y le doy vueltas no termino de entender el extraño caso del Manchester City. Mejor dicho. No termino de entender qué puede llevar a un jugador a fichar por un proyecto que de momento es todo humo. Que habla de ambición sin jugar una sola competición europea. Que naufragó la pasada temporada con un equipo que en teoría daba garantías para por lo menos jugar la UEFA. En el que todo es presión por lograr resultados inmediatos que amortizen lo invertido.

Lo lógico es pensar en el poder de los petrodólares pero como romántico del fútbol que soy me niego a creer que el único motivo que guía a un jugador es el económico. Y más en casos como el de Adebayor o el de Barry, a los que considero ambiciosos y con la cabeza en su sitio, tanto dentro como fuera del campo.

No sé qué argumentos habrán usado en el City para vender el futuro como un maná o la Tierra Prometida pero sí que tengo claro que a los jugadores se les ve bastante convencidos, al menos de momento, de que van a lograr algo grande y eso es sin duda el primer paso. Pero... ¿Son realmente conscientes de dónde se han metido? ¿Saben que ahora mismo forman parte de una plantilla absolutamente descompensada?

No negaré que con las recientes adquisiciones el City es de medio campo para adelante uno de los mejores equipos de la Premier, por mucho que siga defendiendo que si hubiera tenido oportunidades Jo Alves le habría ahorrado al equipo los fichajes de Adebayor y Santa Cruz. Sin embargo es imposible ocultar que la retaguardia es un páramo. Que salvo los aún imberbes Onuoha y Micah Richards, a los que se les augura un saludable futuro, ningún jugador es o tiene pinta de convertirse en estrella.

A todo eso hay que añadir que las salidas no se concretan y que las que lo hacen llegan en forma de cesiones (Fernandes al Saint Ettien y Jo de nuevo al Everton) lo que viene a ser pan para hoy y hambre para mañana. Además al frente de la nave se sitúa un entrenador que no está a la altura de los jugadores a los que dirige y que no ha ganado nada. Todo es un sinsentido que no tiene ni pies ni cabeza y se está construyendo una casa por el tejado con unos cimientos de cartón piedra.

A pesar de todo ello una cosa queda clara. Aunque el City no ficha con cabeza está dispuesto a base de talonario a implantar una nueva jerarquía y ha empezado con muchas ganas. Arrebatarle una de sus estrellas al Arsenal, convencer a un jugador del acérrimo rival para que se vaya al vecino pobre e imponerse en la puja a media Premier para hacerse con uno de los mejores mediocentros de Inglaterra son muestras de poderío. Con esos logros apuntalar de forma lógica la plantilla parece un juego de niños. Entonces sí, el Manchester City puede empezar a soñar.