martes, 25 de marzo de 2014

Australia, el refugio de Julius


Varias son las historias humanas que se pueden contar sobre algunos jugadores del Brisbane Roar, equipo australiano que este fin de semana se ha proclamado campeón de la fase regular de la A-League. Por ejemplo la de Jade North, primer aborigen en ser nombrado capitán de la selección nacional y también de un club de la categoría más alta del país.

O la de Michael Theo, Theoklitos hasta que en agosto de 2012 decidió empezar a usar de forma oficial la abreviatura de su apellido porque así era como le conocían en el mundo del fútbol. Quizás ese cambio permitió que algún despistado se olvidara de su debut con el Norwich en un partido donde encajó siete tantos del Colchester United. El técnico de su verdugo era Paul Lambert, el mismo que poco después se sentaría en el banquillo y le relegaría al puesto de tercer portero.

Sin embargo ningún relato alcanza en interés al de Julius Doe Davies, un futbolista con una presencia más bien testimonial sobre el césped pero cuyo pasado daría para rodar una película. A sus diecinueve años, este menudo atacante que apenas levanta 1,65 del suelo ha pasado por todo tipo de situaciones, por lo general bastante desagradables.

Nacido liberiano en el seno de una familia indigente, se trasladó con esta a Sierra Leona. Allí la guerra le dejó huérfano de padre a edad temprana. Aún de luto, fue trasladado rumbo al norte hacia un campo de concentración guineano. Cuando todo parecía perdido, su destino dio un vuelco. Con ayuda de su tía, pudo abandonar junto a su abuela y su hermana Olivida el horror escapando hacia Perth. La madre, por contra, no pudo salir de África.

Australia se antojaba como una tierra prometida. Pese a ello, sobrevivir era una nueva batalla. Recluido en un piso comunitario sin más luz que la de una vela y desprovisto de dinero, la falta de motivaciones era un problema. Davies se apuntó a la escuela pero pronto se desentendió de ella para pasar su tiempo libre en la calle pegándole patadas a un balón.

De ahí le rescató Mauro, un técnico local que hizo las veces de ángel de la guarda. Con su dinero financió la alimentación de la familia y gracias a sus contactos comenzó a gestionar la carrera de su protegido. El talento de Davies hizo el resto y le llevó a Europa, en concreto a la cantera de un gigante como el Bayern de Munich. Una oportunidad única para él y los suyos que le impidió disfrutar de otro privilegio diferente.

Convocado para vestir la camiseta de los 'socceroos' en categoría sub-17, encontró ante sí la oposición de la FIFA. El organismo que rige los designios del deporte rey a nivel mundial se remitía a la norma que había instaurado poco tiempo antes según la cual no podrían ir convocados con una selección jugadores que no hubieran residido al menos cinco años en el país. Por apenas seis meses, Davies no pudo representar al territorio que le vio nacer de nuevo.

El último párrafo de esta narración poco tiene de especial. Como tantos otros jóvenes, la adaptación al frío y las exigencia de de la entidad bávara empinaron el camino. Apurando sus opciones de labrarse un nombre en el Viejo Continente probó en el Hoffenheim antes de recorrerse el mundo a la inversa para volver a Australia. Primero el Melbourne Victory y actualmente el Brisbane Roar han sido sus clubes en esta nueva etapa. Es el punto y aparte de una aventura constante con demasiadas muescas para alguien que ni siquiera atesora dos décadas, un joven obligado a escribir a vuela pluma un diario con páginas demasiado oscuras. 

1 comentario:

ambrosio dijo...

muy interesante, saludos