Inglaterra, un modelo a imitar

El día de Reyes me ha traído a la mente una reflexión que llevaba tiempo queriendo expresar en el blog. Seguro que muchos de vosotros, amantes del fútbol internacional, habéis visto como al levantaros esta mañana Melchor, Gaspar y Batasar os han dejado una camiseta de algún equipo de fútbol extranjero. Hacer quinielas es arriesgado pero estoy convencido de que no me equivocaría si afirmo que el entre el 60 y el 70% son de equipos de Inglaterra.

Leo mientras hago estas cábalas que la Premier ha sido reconocida como la mejor liga del mundo de forma oficial, por delante del Calcio, el campeonato argentino y la liga española, que hace escasamente cinco años era, sin lugar a dudas, líder en el escalafón.

El campeonato inglés se ha convertido por méritos propios en la referencia, en el modelo a imitar, todo gracias a un lavado de cara espectacular basado en la eficiencia para vender el producto y en la enorme inversión en materia de marketing, siguiendo un modelo semejante al de la NBA. El equipo que más claro ha sabido ver el negocio del fútbol ha sido el Manchester. José Ángel de la Casa explicaba el otro día uno de los principales ingresos anuales de los "Diablos rojos" y confieso que no salía de mi asombro. Tan sencillo como vender, por una libra al año, un carnet de simpatizante con el cuál los poseedores podían entrar en sorteos o acceder a contenidos exclusivos del equipo desde internet. A poco que las cifras lleguen a los 40 millones, algo que no resulta decabellado, se podría fichar en verano a muchos de los cracks mundiales que aparecen en el mercado.

Más ejemplos. El Real Madrid, abrió, hace no demasiado, una boutique de grandes dimensiones, con tres pisos dedicados a todo tipo de productos del equipo. Lo que aquí se consideró como algo digno de mención, en Inglaterra estaba ya inventado, concretamente por el Chelsea, que ya tenía, desde hace al menos tres años, una parecida.

Al margen del mercadeo propio de cada club, la Federación Inglesa ha puesto de su parte, convirtiendo a la Premier en una marca en sí misma y haciendo todo lo posible por hacerla llegar a todo el mundo. Uno de los mayores aciertos ha venido sin duda de la imposición de los horarios. Así, un partido que se juega un sábado a las tres de la tarde se puede seguir en Nueva York a las diez de la mañana y en Pekín a las once de la noche, horarios perfectamente asumibles para un público amante del fútbol. Si lo comparamos con el caso español... ¿Quién va a estar despierto a las tres de la mañana para ver un partido del Madrid o del Barcelona que se juega el sábado a las ocho? ¿Quién se va a levantar un lunes a las cuatro para ver el partido que echa "el Plus"? Mientras en Inglaterra se consigue contentar al mercado americano y al asiático al mismo tiempo, aquí renunciamos a vender nuestra liga al emergente imperio del Sol Naciente por los intereses mercantiles de los medios nacionales.

La Federación inglesa ha puesto mismo empeño por ejemplo, en abrir una tienda de proporciones descomunales dedicada exclusivamente a los equipos ingleses en pleno Picadilly Circus al estilo de la que la NBA tiene en Nueva York y que ha sido objeto de infinidad de reportajes. Por suerte he tenido la oportunidad de visitar las dos y de poder ver lo que se hecha de menos algo así en España.

Nuestra selección es campeona de Europa, el mejor equipo del siglo XX, reconocido por la FIFA, es de aquí, y el Barcelona maravilla a medio mundo con su juego y sin embargo, no aprendemos. Seguimos pensando que con una gira en verano se soluciona todo. En nuestro país tenemos a la gallina de los huevos de oro y decidimos no explotarla. Mientras Cristiano Ronaldo, Lampard o Gerrard son considerados semidioses fuera de sus fronteras Messi o Agüero no alcanzan tanta relevancia. Mientras nuestros jugadores brindan con champán en Navidad y se disfrazan de Papa Noel en Inglaterra la actividad no para y se juega el famoso "Boxing Day". El fútbol también es espectáculo y en ocasiones conviene venderlo como tal. En el extranjero lo hacen y funciona. Es tiempo de reflexionar.