viernes, 27 de septiembre de 2013

"Supermame" contra todo

 
La voracidad del fútbol espectáculo tiende a deshumanizar en ocasiones a los aficionados. Yo, de hecho, soy el primero en "exigirle" a un jugador que se luzca nada más aterrizar en un equipo, que deleite con su catálogo de filigranas y ofrezca la mejor de sus sonrisas. Ese ansia por tenerlo todo y tenerlo ya hace que en ocasiones se pierda la perspectiva y se difumine el llamado proceso de adaptación, una de esas situaciones que aún sirve para equiparar a una superestrella con el resto de seres vivos.

Nadie a quien saquen de su hábitat natural, a quien alejen de su familia y amigos para trasladarle a otro lugar, está exento de sufrirlo. Hay casos donde todo es más sencillo. Otros donde la cosa se complica. Y luego hay otros extremos como el de Mame Baba Thiam, delantero del Virtus Lanciano que el martes marcó su primer gol en Serie B, el que le dio la victoria a su equipo contra el Juve Stabia.

Nacido en la localidad senegalesa de Ndiguile, una tarde con catorce años salió a la calle para jugar al fútbol con sus amigos a más de treinta grados. En esas carreteras de arena donde las porterías no tienen palos y los chavales desprecian la táctica en busca del esférico, sus habilidades y las de otros compañeros despertaron la atención de un grupo de ojeadores que paseaban por la zona.

Fue el primer paso en la carrera de un delantero que volvió transformado a casa horas después. Con la promesa de viajar a Portugal para realizar unas pruebas, convenció a sus padres para que le dejaran cumplir el sueño de todo joven y se marchó decidido a empezar una nueva vida alejada, momentáneamente, de las matemáticas y de una posible carrera universitaria tal como era el deseo de su madre.

Sin embargo, al pisar Lisboa, descubrió que nada era lo que parecía. Los entrenamientos no llegaron a celebrarse y tuvo que desplazarse a España, el lugar más cercano. Fueron tres meses de incertidumbre antes de dar el salto definitivo a Italia. El Calcio se abría ante los ojos de un chaval ilusionado con triunfar. Sin embargo, para seguir complicándolo todo, la llamada procedía de Treviso, un lugar donde las temperaturas en invierno rara vez superan los diez grados.

Esa vicisitud, unida a los nulos conocimientos del idioma, habría hecho arrojar la toalla a cualquiera y coger billete de vuelta. Sin embargo, en ocasiones la fuerza del fútbol es superior a los elementos. No solo no consiguió asimilar su nueva realidad sino que lo hizo de forma tan virtuosa que logró, junto a su compañero de equipo Samuele Longo (ex del Espanyol) ganarse un hueco en la prestigiosa academia del Inter.

Desde entonces su currículum ha ido de menos a más sin librarse de la sombra de Mario Balotelli, delantero con el que comparte similitudes vitales y físicas. Lejos de acudir a ese referente como el asequible, Thiam siempre lo ha eludido. Reconoce que le gustaría llegar donde está ahora el delantero del Milán, con el que no ha coincidido en persona, pero busca reflejarse en un ídolo completamente antagónico, el mito de la Juventus Alessandro Del Piero.

Tímido y reservado, poco amante de los líos; lo único que arrastra consigo del polémico punta es el apodo que le acompaña. Sus declaraciones apoyando la actitud de Boateng al abandonar un encuentro por insultos racistas y su profesionalidad le sirvieron para ganarse el cariño de los aficionados del Südtirol de Bolzano, club norteño al que llegó tras una cesión en el Avellino. Como reconocimiento estos comenzaron a apodarle "Supermame".

Una muestra de calor humano que le sirvió para resguardarse del frío que no conocía de joven. El punto y aparte de una historia de tenacidad a la que aún le quedan muchos capítulos por escribir. Su estreno en Serie A quizás con el Virtus Lanciano, una llamada internacional... Todo puede pasarle a aquél que ya superó, con éxito, el más difícil todavía. 

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