miércoles, 4 de septiembre de 2013

Gestión Standard

 
Finalizado el mercado de verano y con el fichaje de Marouanne Fellaini por el Manchester United la cifra aproximada se queda en 166,5 millones de euros. Eso es lo que han movido una decena de futbolistas que pasaron por el Standard de Lieja en 2008 y 2009, años de los últimos campeonatos de Liga del conjunto belga.

Aquella, que fue sin duda la mejor generación reciente del club y quizás una de las más destacadas de la historia del fútbol belga, la formaba un conjunto de jugadores que, de juntarse menos de cinco años después, estarían en condiciones de situar a la entidad entre las mejores de Europa. No cabe duda de que su experiencia en las grandes competiciones nacionales les ha hecho crecer pero todos llegan marcados por el sello de un equipo que apostó firme cuando solo eran un proyecto para sacarles a la jungla balompédica convertidos en hombres de pelo en pecho.

En una ciudad donde se abrazan Bélgica y los archienemigos Holanda y Alemania, aquella plantilla era una oda a la multiculturalidad y el vestuario una torre de babel con raíces heterogéneas donde se mezclaban la alegría brasileña de Dante o De Camargo, el carácter balcánico de Jovanovic, el poderío físico impreso en los orígenes congoleños de Benteke y Mbokani, la exquisitez belga de Defour, el exotismo martiniqueño paterno de Witsel  o la picardía marroquí de Fellaini y Carcela-González.

Dos estíos bastaron para que todos emprendieran su primer viaje. Muchos han recorrido ya Europa entera incrementando su valor de forma exponencial. Otros esperan dar aún el salto definitivo que por juventud o por otros factores aún no ha llegado. Y los hay, los menos, que han vuelto a casa mitad desencantados, mitad seducidos por el sabor de la gloria paladeada antaño.

Los que han seguido este último camino han llegado en el punto óptimo de maduración, la temporada donde el equipo parece haber terminado de construir un edificio en el solar resultante del éxodo masivo. Todo ha cambiado pero al mismo tiempo todo sigue igual. Nadie de aquellas dos camadas permanece salvo De Camargo y Carcela-González, los dos hijos pródigos que han retornado tras perderse en la Bundesliga y en la Premier League rusa respectivamente.

Para ellos todos los compañeros son nuevos pero no la filosofía de una entidad que ha incorporado las píldoras justas de veteranía para que una estructura que por entonces no alcanzaba los veintitrés años de media de edad se acerque ahora a los veinticuatro. Lo que parece un cambio mínimo, no lo es tanto. Con Opare como excepción, los titulares más veteranos a día de hoy se encuentran del centro del campo hacia atrás.

Kawashima, Ciman, Kanú o Van Damme aportan la solidez sobre la que se asienta un once titular donde abundan jóvenes con desparpajo que se encargan de crear mirando hacia el horizonte. De hecho Igor de Camargo es el único miembro del plantel que sobrepasa los veintiséis años sin ser zaguero.

El resultado de momento es inmejorable y supera incluso los registros anteriores. De las ligas consideradas con cierto nivel, y esto es una opinión subjetiva, "Les Rouches" son los líderes más sólidos. Suman seis victorias en seis partidos y lo que es aún más sorprendente, aún no han encajado un solo gol en el torneo de la regularidad.

Y todo ello sin renunciar a sus señas de identidad basadas en una innegociable política de apuesta por la cantera y por los talentos en edad de formación y, por supuesto, en la amalgama de orígenes. Contando la doble nacionalidad de algunos futbolistas, hasta veinte banderas pintan de colores el día a día. Tal es así que incluso la web se puede consultar ya en japonés. Öztürk, Bulot, Mpoku o Mujangi Bia; así suena el futuro. 

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